El libro se configura por una introducción, tres capítulos, conclusiones y recomendaciones para dar continuidad a este estudio. Hay un apartado de anexos con explicaciones concisas sobre: la función de la producción agregada, críticas al modelo neoclásico (desde el keynesianismo), el modelo de desarrollo de Kaldor, los resultados obtenidos de las regresiones elaboradas en el trabajo, entre otros aspectos. Además, en el transcurso de la lectura, se pueden encontrar boxes que ayudan a esclarecer algunos puntos teóricos que se manejan en el desarrollo de la investigación.
El tema de fondo de este trabajo está determinado por el hecho de que “la sostenibilidad económica del sistema exige que la discusión sobre cómo generar un mayor crecimiento cobre importancia, minimizando distorsiones estructurales que comprometan dicha variable en el largo plazo” (Doimeadiós, 2010: 14).
El capítulo primero, “Teorías modernas de crecimiento económico”, describe aquellas posturas económicas que han manejado el tema del crecimiento, las cuales se han configurado desde el surgimiento de la revolución keynesiana.
Se destacan los antecedentes de los modelos de crecimiento. Se señala, principalmente, la importancia del modelo Harrod-Domar, con énfasis en la acumulación de factores de producción para explicar el crecimiento. Se continúa con el análisis del modelo neoclásico básico, que hace hincapié en el modelo de Solow, así como en las críticas que se recibieron, por ejemplo, de los Cambridge keynesian. Igualmente, se analizan las aportaciones de Von-Neuman, Friedman, y de Mankiw, Romer y Weil. Se describen las variables que utiliza cada modelo desarrollado, destacando la utilidad de la econometría en estos rubros, y cómo han ido complementándose.
Los modelos de crecimiento orientados a la demanda son retomados también, destacando la participación de Kaldor (sobre todo en la importancia del sector industrial), de Thirlwall, como las críticas que Rowthorn hace al primero. Así, el libro, en este capítulo teórico continúa destacando aportaciones como las de Dixon, Wells e Imber, Krugman, entre otros.
Sin embargo, llama la atención que al analizar diversas teorías, tanto ortodoxas como heterodoxas, se haga, prácticamente, caso omiso de aquellas aportaciones surgidas en el seno mismo de América Latina. Esto contrasta con el hecho de ser una publicación galardonada con un premio que lleva el nombre de un economista latinoamericano, que buscó el crecimiento y desarrollo de la región desde una explicación propia como lo fue el estructuralismo.
Lo anterior se entiende cuando habla sobre el crecimiento, explicado a partir del cambio estructural. Inicia con una breve mención a la Comisión Económica de América Latina y El Caribe. Sin embargo, la autora al hablar de Raúl Prebisch le otorga categorías como la de Heterogeneidad Estructural, aun cuando éste no la desarrolló. Se continúa con reflexiones del neoestructuralismo, de Paneder, Baumol, Cimoli, Porcile y Rovira, entre otros autores.
Los ejemplos de estudios empíricos como los de Hall y Jones, con 127 países, el de Barro y Sala-i-Martin y el de Peneder, con 28 países, son una constante en esta obra. Sobre estos estudios se rescatan las variables utilizadas y se analiza si parten de la oferta o la demanda.
Asimismo, se plantea el debate sobre el marco institucional y crecimiento, con énfasis en el sistema regulatorio, instituciones para estabilidad macroeconómica, instituciones para seguridad social y el sistema legal.
En el capítulo segundo, “Análisis del crecimiento económico en Cuba desde una función de producción agregada”, se examinan posibles determinantes del crecimiento de la economía de ese país. Se presenta un análisis, de 1974 a 2004, sobre una aplicación del modelo neoclásico para la isla; por ende, se analiza la producción total de los factores (ptf) y su relación con el Producto Interno Bruto (pib). La autora resalta que los estudios que se han hecho sobre el caso cubano han marginado el tema del crecimiento dentro del espectro económico, por lo que ella resalta que la eficiencia de éste es necesaria para un análisis adecuado.
Se destaca que los estudios realizados en cuanto a los métodos estadísticos y de modelación global se han enfocado a aspectos como el dinamismo experimentado por la economía cubana a partir de 1971 (que se dio por el crecimiento de inversionistas), la expansión del nivel de ocupación, el pronunciado aumento de las exportaciones, el proceso inflacionario que se suscitó por las restricciones en la oferta y que el comportamiento de la industrialización por sustitución de importaciones no fue favorable.
Ahora bien, la evolución que han tenido estos estudios se ha dado en el marco de identificar qué otros factores se relacionan con el crecimiento del producto, incluyendo aquellos que destacan las características de la población (Rodríguez Mesa y Figueras), así como las aportaciones de Torres, Vidal y Fundora, Madrid-Aris.
Se hace alusión a la descomposición de la ptf y a aquellas variables que muestran una injerencia en el comportamiento del pib, auxiliándose del modelo de Solow, por ejemplo. Además, se mencionan críticas a los problemas de multicolinealidad (Harberger), lo que propicia mayores errores estándares de los coeficientes para las variables independientes.
Se expone de forma clara el papel del stock de capital, empleo, capital humano y el papel de éstos en la conformación del pib. Se concluye, en este apartado, que el crecimiento del producto, en el periodo mencionado, se basó en la acumulación de factores. Sin embargo, su crecimiento de 1986 a 1989 disminuyó, lo que confirma el agotamiento del modelo con anterioridad al shock externo y el crecimiento, a partir de 1994, que se apoyó en ganancias en la productividad total de los factores y no por la acumulación de éstos.
En el capítulo tercero, “Determinante de la productividad total de los factores en Cuba”, la autora identifica las limitaciones que presentan los modelos expuestos en el capítulo anterior y da una propuesta de investigación, que incluya otras posibles causas de las oscilaciones del producto. Para esto, se realizará una ecuación lineal en diferencia, con el uso del instrumental de series temporales en el periodo 1980–2004.
Se realizó un modelo para determinar las variables que influyen en la ptf, las cuales se clasifican en factores externos, factores regulatorios o institucionales (el flujo de normas, leyes y políticas que rigen el comportamiento de la sociedad) y factores relacionados con la estructura sectorial del producto.
Ante este escenario, la autora propone elaborar un índice (indicador compuesto) que permita cuantificar las oscilaciones a partir de la historia económica de Cuba. Se buscó que las variables seleccionadas recogieran, en términos cuantitativos, las tendencias de tres dimensiones:
Proxy de la evolución de la autonomía empresarial
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Subsidio por pérdidas a las empresas con respecto al pib corriente.
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Cantidad de empresas con permiso de importación.
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Proxy de la evolución de la autonomía territorial
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Porcentaje de los gastos corrientes de la actividad presupuestada que se distribuye de manera provincial.
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Proxy del tamaño del sector privado
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Consumo de los hogares con respecto al total de gastos corrientes de la actividad presupuestada.
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Porcentaje de ocupados en el sector estatal con respecto al total de ocupados.
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Porcentaje del consumo tradicional con respecto al consumo total de los hogares.
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La autora concluye que “el resultado concuerda con la evidencia empírica internacional que demuestra que el crecimiento no puede explicarse solamente por factores tradicionales y destaca la incorporación de variables heterodoxas para dilucidar las diferencias en las tasas de crecimiento” (Doimeadiós, 2010: 151).
Dicha reflexión abre una nueva agenda de investigación, desde el estudio de la ptf, usando variables no tradicionales como una herramienta indispensable para dar explicación al crecimiento del producto.