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Problemas del Desarrollo. Revista Latinoamericana de Economía
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Vol. 44. Núm. 174.
Páginas 217-219 (julio - septiembre 2013)
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López Alejandro
Instituto de Investigaciones Económicas-unam
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Los principios teóricos de la economía neoclásica son cuestionados por diversos economistas formados en escuelas heterodoxas, al observar una realidad que no tiende al equilibrio y que, además, su cuerpo teórico define e identifica a la crisis como una situación excepcional y transitoria que el mercado corregirá si se le deja actuar en absoluta libertad. En este contexto, la obra de Axel Kicillof se inserta en una oportuna y trascendental discusión del devenir económico, pues la teoría dominante ha demostrado su ineficacia en la aportación de soluciones socialmente viables a la crisis internacional.

Menciona Kicillof en su introducción que: “la Teoría general es, pues, la manifestación de una crisis en la teoría económica ortodoxa en el marco de las más grandes crisis del sistema capitalista”, afirmación que nos invita a reflexionar sobre las numerosas y vigentes aportaciones de Jonh Maynard Keynes, mismas que han sido severamente cuestionadas por sus críticos e incluso, desvirtuadas por sus seguidores.

De acuerdo con Kicillof, son dos las principales aportaciones de Keynes incluidas en las páginas de la Teoría general, la primera es su agudísima crítica a la denominada economía clásica, la segunda, la búsqueda de fundamentos teóricos distintos a los que ofrece la ortodoxia. El contenido de la obra de Kicillof se centra en describir, analizar y comprobar la pertinencia y vigencia de dichas aportaciones. Debe resaltarse la agudeza intelectual del autor para condensar y presentar los principales postulados de Keynes mediante sus numerosos escritos y no sólo de la Teoría general, labor que en sí misma no es sencilla, de tal manera que la lectura trasciende al objetivo netamente descriptivo de los fundamentos keynesianos y se inserta en una ámbito formativo y de análisis riguroso, bien logrado por el autor gracias a su pertinaz método didáctico.

Menciona el autor, que uno de los múltiples objetivos intelectuales de Keynes era el de contribuir a un capitalismo que por conducto de numerosas y potentes formas de intervención estatal lograra superar el contexto de inflación y alta desocupación registrados durante la gran depresión, pues esto permitiría resguardar e incluso reformar el sistema capitalista. Ante la panacea de la ortodoxia que supone que el mercado cuando actúa por sí mismo es infalible, Keynes responde que la intervención estatal es sólo uno de los productos resultantes del irreversible proceso de transformación económica que se encontraba en curso. Llegar a dicha conclusión, representó para Keynes una profunda comprensión del capitalismo en los primeros años del siglo xxi. Axel Kicillof profundiza en ello y utiliza el capítulo primero de su libro para narrar este aspecto intelectual que significó un pilar básico en la construcción de la Teoría general.

El capítulo inicia describiendo las tres etapas del capitalismo en Keynes, cuya hipótesis es que en 1914 se cerró definitivamente una de las grandes etapas históricas del sistema, lo cual exige una revisión profunda de las corrientes económicas que dominan cada periodo, pues éstas ya no corresponden a las necesidades cambiantes de la sociedad. El contenido de este capítulo es de largo alcance, pues nos lleva por el cambio entre la propiedad y la gestión de las empresas ante la concentración del capital y la aparición de los grandes monopolios, abarcando además la revisión de otra de las obras fundamentales de Keynes como lo es el Tratado sobre la reforma monetaria, sentando las bases para la posterior crítica keynesiana al accionar de los mercados financieros y de los bancos centrales.

El capítulo segundo tiene como premisa analizar aquello a lo que Keynes llamó teoría clásica, siendo ésta el blanco de las críticas de la Teoría general, esencialmente, desnudar los postulados teóricos de los marginalistas como Marshall y el de clásicos como Ricardo, autores con ideas heterogéneas y opuestas, pero que son unificados por Keynes como clásicos por su oposición a lo moderno, a lo contemporáneo, pero que a la vez, refleja que Keynes eligió esa denominación para referirse a sus antagonistas, pues la idea de incluir a David Ricardo y a Alfred Marshall en una misma tradición es de este último al pretender unificar el pensamiento económico inglés de todas las épocas. En este capítulo, la propuesta esencial es desarticular los engranajes de la ley de Say, cuestionando todos y cada uno de los mecanismos en los que aplica: el mercado clásico de trabajo, el de bienes y el de capital, además, a propuesta de Keynes, abandonar las concepciones clásicas del dinero y del capital que sustentan estas leyes.

En el capítulo tercero profundiza la crítica de Keynes a la teoría clásica describiendo sus limitantes. Este es uno de los capítulos mejor logrados por Kicillof al sintetizar las condiciones y naturaleza del sistema keynesiano, destacando la ruptura más importante con respecto al clásico: el volumen de ocupación de los recursos que hay, pues la teoría clásica se construye al amparo de la supuesta ocupación plena de los recursos, pero en Keynes, la dimensión del nivel de ocupación y producto de equilibrio es menor al pleno empleo, sin que el sistema genere los incentivos necesarios para su recuperación. Se destaca la preponderancia con que Kicillof analiza la reconciliación keynesiana entre la teoría del valor con la teoría del dinero lo cual dio a Keynes la pauta para definir la economía monetaria, obteniendo el nivel de producción de equilibrio de corto plazo con ocupación variable.

La descripción de la economía monetaria es el objetivo del cuarto capítulo, iniciando con la exposición de la teoría general de la ocupación keynesiana, rescatando la conceptualización de la oferta agregada, la demanda efectiva y la agregada. En este capítulo se presenta una rigurosa revisión de la teoría general del salario y la ganancia, destacando en la formación de la ganancia el costo de uso del equipo, variable en la cual la economía clásica no reflexiona, pero que el modelo keynesiano permite entender que el nivel de empleo de equilibrio se alcanza en la posición en la que los empresarios en conjunto esperan obtener la ganancia máxima (la diferencia entre los ingresos por ventas y los costos totales). El capítulo comprende la revisión de la teoría general de los precios keynesiana, los cuales dependen de la retribución a los factores y del volumen de ocupación. En este mismo capítulo se detalla una de las más valoradas aportaciones keynesianas: la separación entre micro y macroeconomía y la revisión del concepto de eficiencia marginal del capital, sin duda, una de las innovaciones más importantes del sistema keynesiano.

El capítulo quinto puede interpretarse como una síntesis de lo presentado en los capítulos previos, pues se recuperan los conceptos fundamentales que sostienen al sistema de Keynes. Aunque para Kicillof, el interés por el análisis de dichos conceptos está pasado de moda dada la concepción económica de recuperar el movimiento de las variables macroeconómicas con el uso de relaciones matemáticas que establecen vínculos causales entre ellas. Esta reflexión sirve para resaltar la trascendencia de este libro, pues demuestra la vigencia de la escuela keynesiana ante un panorama caótico en el capitalismo contemporáneo que exige soluciones diferentes a las aportadas por la escuela clásica.

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