La gran crisis del 2008 nos ha dejado lecciones importantes sobre la manera en cómo funciona el sistema económico, hoy más que nunca debemos reconocer que el modelo de liberalización comercial y financiero que se sintetizó en noviembre de 1989 en el denominado Consenso de Washington, no ha logrado eliminar los efecto cíclicos de las economías en aras de alcanzar, la tendencia natural de crecimiento de largo plazo, es innegable el hecho de que en los últimos 30 años la economía mundial se ha caracterizado por periodos de crisis de mayor frecuencia y duración además de un incremento en sus capacidades de contagio.
Se ha puesto en evidencia que ni la nueva macroeconomía clásica ni el nuevo keynesianismo (mainstream) han podido contribuir a la eliminación de los problemas de corte estructural y cíclico que aquejan a las economías. Es así que la gran crisis representa una gran oportunidad, un parteaguas para un replanteamiento de lo que sabemos como economistas y de lo que podemos aportar a la ciencia económica. En mi opinión, es el tiempo de una evaluación crítica de los fundamentales sobre los que descansa la economía como ciencia, un replanteamiento y reconstrucción desde los principios básicos, un alejamiento de la economía axiomática y del individualismo racional que ha penetrado en cada una de las ramas de la economía.
En este contexto, el libro La crisis mundial y sus efectos en México: análisis sectoriales y regionales se presenta como una aportación original desde una perspectiva cíclica y un enfoque crítico de los efectos que la gran crisis del 2008 ha tenido sobre México, enfatizando los efectos en escala regional y sectorial.
La perspectiva general del libro sobre el origen de la gran crisis. Hay diferentes perspectivas de los orígenes de la gran crisis, su efecto y los canales de transmisión sobre los cuáles avanzan los efectos nocivos de la crisis, en este sentido, los trabajos de Sánchez Daza, Álvarez Béjar y demás autores a lo largo del libro dan cuenta del origen de la crisis como un fenómeno, resultado de un proceso mundial de estancamiento productivo, centralización del capital, concentración del ingreso, disminución de los salarios, flexibilidad de los mercados de trabajo, procesos de financiarización creciente, especulación, desregulación financiera y burbujas de deuda, entre otros. En este sentido, los autores parten de un entendimiento adecuado del origen de la crisis lo que le da soporte a la construcción de los canales de transmisión que se analizan para determinar los efectos negativos de la crisis sobre la economía mexicana.
La crisis mundial y las regiones en México. Con este marco de referencia, los primeros capítulos abordan el tema de la crisis y sus efectos sobre México bajo una perspectiva regional, con lo cual el libro se aleja de los tratamientos tradicionales meso y macroeconómicos de los efectos de la crisis, el enfoque regional, a nuestro juicio, le da al análisis de la crisis un elemento clave adicional, robusteciendo sus conclusiones, esto es, la relevancia de los conceptos de espacio y proximidad. En este sentido, Mendoza Pichardo, explora el concepto de bienestar regional y la falta de convergencia entre regiones, el autor explica que la desigualdad regional tiende a perpetuarse ya que hay una incompatibilidad entre las necesidades sociales y la rentabilidad en las regiones menos densamente pobladas y con menos infraestructura y servicios como son tradicionalmente las regiones rurales. Por su parte, el capítulo de Basurto Álvarez, analiza la transformación de la dinámica regional en México, se enfoca en las regiones transfronterizas al igual que el de Vázquez Ruiz y Bocanegra Gastelum; el primero, define a las regiones como espacios de acumulación que dan respuesta a la evolución organizacional del capitalismo de la era de la información (ajena a la lógica del capitalismo dirigido por las finanzas). Los segundos, analizan el caso de la frontera norte, y su integración con Estados Unidos, enfatizando los canales formales e informales que definen el espacio socioeconómico de la región.
La crisis mundial, los sectores y el mercado. Es indiscutible que la gran crisis de 2008, ha sacado a la luz los elementos más débiles de la economía, a la vez que ha magnificado los problemas estructurales fundamentales de la economía mexicana. En este sentido, las aportación de Campos Ríos, Martínez de Ita y Sánchez Daza sobre el mercado de trabajo, los de Juárez Núñez, Pérez Romero y Romero Arce en torno al caso de tres ramas de la manufactura mexicana —automotriz, vestido y aeroespacial— y el de Rappo Míguez, sobre los efectos en el sector primario, son ejemplos que ponen en evidencia la debilidad estructural de la base económica nacional y de la posición endeble con la cual se afrontan los efectos de la gran crisis, este enfoque resulta especialmente valioso y complementa de muy buena forma la sección anterior sobre los problemas de la región.
El ciclo, la región y la propuesta. Otro tema fundamental abordado en el libro es el problema del ciclo económico, que por mucho tiempo fue abandonado de los círculos académicos y que hoy resurge con gran fuerza en sus versiones ortodoxa y heterodoxa. En este sentido, el libro hace una gran aportación al colocar el concepto de ciclo nuevamente en el centro de la discusión, como en el capítulo de Gómez López, sobre el efecto y la relación entre variables macroeconómicas y las variables del comercio exterior (importaciones y exportaciones) en un contexto cíclico de la crisis, o el de Erquizio Espinal y Ramírez Rodríguez, donde analizan el alcance de la crisis desde un enfoque de ciclos económicos diferenciados entre regiones y estados por medio del uso de la metáfora de Frish.
En general, podemos argumentar que la crisis, desde una perspectiva cíclica-estructural, es ubicada como resultado de un proceso de políticas inadecuadas, una mala comprensión de las relaciones económico-sociales, sumada a la fragilidad financiera inherente a los sistemas financieros, lo cual ha tenido como consecuencia una redistribución de los ingresos del sector productivo al sector financiero y de los salarios a los beneficios financieros, por lo que el análisis que realizan los autores es pertinente.
La contribución de este libro descansa sobre tres aspectos clave: el primero, es el entendimiento de la gran crisis mundial como un proceso cíclico de las economías que se magnifica por un modelo económico que pone énfasis en los mercados liberalizados, en la desregulación, la flexibilización de los mercados de trabajo y en el control de las variables macroeconómicas. El segundo, es el reconocimiento de los efectos diferenciados de la gran crisis mundial, de acuerdo a las condiciones estructurales y regionales propias de cada estado, en este sentido, los análisis muestran que los conceptos de espacio y proximidad, además de la diversificación sectorial son factores clave para determinar los alcances y los canales de transmisión por los cuales las diferentes regiones reciben y afrontan los embates de la crisis. El tercer elemento clave, es la relevancia de los hallazgos encontrados en el proceso de investigación que pueden coadyuvar a la elaboración de políticas públicas más realistas y de un mayor alcance para enfrentar la gran crisis mundial.