La ventaja del primer libro Entre la profunda recesión y la gran crisis. Nuevas interpretaciones teóricas y alternativas, es que forzosamente cuestiona el camino que la ciencia económica ha seguido y conduce al lector a un proceso de reflexión profundo sobre qué mundo estamos construyendo y qué nuevas generaciones de economistas se están generando, “Idiot Savants”, personas duchas en las técnicas econométricas, pero inocentes de los hechos económicos reales, inconscientes de la realidad del hombre.
Vivimos una teoría económica caracterizada por la miseria de sus proposiciones técnicas, con una pobreza de ideas que se limita a reciclar teorías completamente ajenas a la sociedad y al ser humano. Enfocadas en medir, formalizar, cuantificar la eficiencia y el progreso técnico, y recomendar políticas económicas frías y estériles al bienestar social, pero robustas en cuanto a sus principios matemáticos.
El libro obliga a volver la visión hacia América Latina y la necesidad de establecer un modelo de desarrollo endógeno, inclusivo, equitativo, sustentable, democrático, ecológico, solidario y distributivo en favor de las mayorías. Nos hace ver que se vive la “Gran Crisis” no por su profundidad, sino por su multidimensionalidad: económica, alimentaria, energética, política, social, cultural y ecológica ambiental.
El libro conduce a la reflexión en la búsqueda de un enfoque holístico del capital social, capital natural y capital cultural. La búsqueda de una civilización sustentable que contemple el florecimiento humano, centrado en la persona y no en el consumidor. Del crecimiento económico como un medio, no como un fin, y prestar mayor atención a los procesos distributivos y sociales del crecimiento. Cuestionando a la política fiscal y su potencial distributivo a favor de las minorías, a favor de aquellos que tienen el poder económico, político y mediático, para modificar a su favor las condiciones económicas.
Es necesario recuperar el espacio de la sustentabilidad, reconocer el proceso de desindustrialización de los países en desarrollo, reconocer que la agudización de los actuales conflictos sociales y políticos parte de un mismo fenómeno, la acumulación y desposesión de recursos, el descuido del mercado interno.
Se ha olvidado que la política económica es por definición política social y que debe estar imbuida de filosofía, sociología, ética, valores y moralidad.
El libro lleva a reflexionar que se debe reformar la economía y la política desde los derechos humanos y las garantías sociales, restructurando los valores y actitudes y que se debe también “reconceptualizar al Estado”, repensarlo en función de la sociedad y no de eficiencia, productividad y el marco cuantitativo de la economía.
El segundo libro Democracia, financiarización y neoextraccionismo. Ante los desafíos de la industrialización y el mercado de trabajo, obliga a analizar la democracia actual, manipulada por el capital y los medios, concentrada en los intereses de unos cuantos a costa de las mayorías. Se debe promover la participación ciudadana para que los gobiernos consideren en su gestión los intereses de la mayoría de los ciudadanos.
Se debe cuestionar el que el gasto público se haya convertido en aval de las rentas financieras, garante de la estabilidad monetaria. Privatizador de las ganancias y socializador de las pérdidas. Hay que reconocer la creciente concentración del ingreso y de los excedentes en pequeños grupos de empresas y familias con fuerte poder mediático y de cabildeo para con los hacedores de la política económica y que logran su beneficio a costa de perjudicar a las mayorías.
Reconocer que el proceso de desregulación financiera y la ingeniería financiera para diversificar los riesgos ha trasladado éstos a la sociedad y al Estado cuando revientan las burbujas financieras. Que la especulación en el mercado de futuros es un factor determinante en la formación de precios de las materias primas, y que los precios a futuro son criterios determinantes en los precios de contado.
La desregulación financiera retroalimenta las prácticas financieras de alto riesgo, la especulación, las burbujas financieras, y la integración de los mercados. Con ello conduce a crisis recurrentes de amplio impacto mundial y severa magnitud. Se tiene ahora un proceso de acumulación mediante la expropiación coercitiva, el capital financiero es el ganador en un nuevo proceso de redistribución del ingreso.
Por ello es necesario volver la vista a las políticas industriales que permitan la base de un desarrollo autónomo sustentable basado en el mercado interno, la generación de empleos y en consecuencia el robustecimiento del mercado interno. No se puede seguir descansando en mano de obra barata para ser competitivos, tampoco integrarse al mercado internacional mediante la ruptura de cadenas productivas y un proceso de desindustrialización que afecta preponderadamente a las micro y pequeñas empresas mientras beneficia de forma desproporcionada a las grandes empresas multi y transnacionales.
Una política manufacturera permitirá recuperar puestos de trabajo y redefinir el desarrollo así como revertir el proceso de desindustrialización.
Con respecto al libro Del “vivir bien” al “buen vivir” entre la economía feminista, la filantropía y la migración: hacia la búsqueda de alternativas, se destacala consideración de pasar de la reproducción del capital como centro de las teorías del desarrollo a la reproducción de la vida (en su sentido amplio) como eje de comprensión del proceso de reproducción en su conjunto, en donde la producción y el trabajo son entendidos como espacios de libertad y de goce, en los que se establece la relación con otros sujetos vivos: personas, animales, naturaleza en su conjunto. Asegurando la calidad de vida de las personas, la protección social ante las vulnerabilidades y el derecho universal y multidimensional al cuidado, donde el derecho al trabajo y utilizar éste como enfoque de las políticas públicas garantizará una mayor y mejor distribución del ingreso, una mayor inclusión económica y social.
El ser humano, la población y la sociedad deben ser sujeto y fin de la política económica mientras que el tercer sector, que se caracteriza por la solidaridad, inclusión social, el empoderamiento y el bienestar social, debe ocupar un lugar central en el discurso sobre el desarrollo y la paz mundial, regional y nacional. Este tercer sector funciona como base importante en la formación de ciudadanos y en la construcción de un capital social para el desarrollo de los pueblos y el “buen vivir”. El Estado debe ser abarcador y comprensivo y desarrollar un marco operativo, legal y financiero que permita a la sociedad civil desempeñar un papel activo en el desarrollo, con programas concretos acordados conjuntamente entre las instancias públicas y las diversas organizaciones de la sociedad civil, corrigiendo los desequilibrios del poder, universalizando los derechos humanos y limitando la apropiación privada de grandes excedentes económicos en pocas manos.
Se necesita una economía social solidaria que profundice en la redistribución progresiva de los bienes naturales, financieros, culturales, sociales y políticos, en el reconocimiento de las organizaciones y redes de la economía social y solidaria, su representación en el espacio de definiciones de políticas públicas y su coordinación. Ello implica privilegiar lo comunitario sobre lo individual, lo asociativo solidario sobre lo competitivo, proteger las diferentes iniciativas de economía solidaria cuando se vean en peligro por el mercado o la cultura individualista.
En el marco de la Gran Recesión Problemas del Desarrollo. Revista Latinoamericana de Economía ha elaborado tres libros, el primero, Entre la profunda recesión y la gran crisis. Nuevas interpretaciones teóricas y alternativas; el segundo, Democracia, financiarización y neoextraccionismo. Ante los desafíos de la industrialización y el mercado de trabajo; y el tercero, Del “vivir bien” al “buen vivir” entre la economía feminista, la filantropía y la migración: hacia la búsqueda de alternativas.