Este libro constituye una aportación que el Seminario de Teoría del Desarrollo del Instituto de Investigaciones Económicas realiza con el objetivo de incentivar y recuperar el debate contemporáneo sobre las teorías del desarrollo, mismas que hoy requieren ser revaloradas ante el embate conservador que ha dominado las ideas económicas en los últimos años, el cual pretende resolver con erróneos criterios de mercado, los problemas estructurales de las economías latinoamericanas.
El primer capítulo del libro está elaborado a partir de dos importantes hipótesis; la primera es que: “el marxismo es un pensamiento radical porque cuestiona los saberes de la modernidad capitalista, lo cual permite establecer otra mirada sobre la realidad y además, definir una nueva, así como renovados sujetos de conocimiento”. La segunda hipótesis, “el subdesarrollo (o la dependencia), no es sino la otra cara de sus procesos de desarrollo. Este no puede desplegarse sin desplegar su negación”.
Uno de los principales cuestionamientos a la modernidad capitalista es el del individualismo, definiendo que el punto de partida para entender las acciones sociales no es el comportamiento de los individuos, sino las relaciones sociales. El autor lanza una crítica a lo que él denomina individualismo metodológico, pero especialmente, a ese reduccionismos en el cual han caído las ciencias sociales, que en esta modernidad cuestionada, supone que los hechos de la sociedad pueden aislarse y explicarse desde una perspectiva puramente económica, sociológica o política, dando paso a resultados que sólo implican la sumatoria de puntos de vista disciplinarios, pero que encubren la explicación de la sociedad como una totalidad.
El segundo capítulo inicia con la definición de capital, entendiéndolo como la unidad diferenciada de relaciones sociales de explotación y dominio. Dichas relaciones son analizadas para dar cuenta la manera en que el capital ha pretendido revelarse de manera distorsionada, dando mayor relevancia a la circulación, particularmente, donde las mercancías valorizadas son lanzadas al mercado para su reproducción, tratando con ello de retirar la mirada sobre todo del conjunto de las fases del proceso económico con el objetivo de omitir la importancia de las relaciones de dominación, particularmente sobre la fuerza de trabajo, que se construyen en el ciclo de reproducción del capital.
En este punto destaca que el capital no puede ocultar las enormes desigualdades sociales, pero que trata de justificarlas en una interpretación que acontece sólo en lo económico y no en lo político. Entender la desigualdad así es imponer un velo sobre la naturaleza de la reproducción del capital. En este tema, el libro adquiere una gran valía ante la relevancia mediática que han adquirido otros autores que afirman que la desigualdad es una funesta e inevitable consecuencia del capitalismo, pero que omiten analizar el proyecto que se construye alrededor de ciertos capitales que prevalecen y organizan la vida en común. Capitales que el autor identifica no sólo en el terreno de la circulación, también en la producción y en la banca. Mismos que delimitaran el accionar de la política y esencialmente, de aquello que se denomina democracia, pero que en su proceso electoral no pone en riesgo el poder de quien controla al Estado.
El tercer capítulo aporta la revisión de las clases sociales, la lucha de clases y la revolución. La revisión de estos conceptos resulta esencial en la comprensión de la contradicción que conlleva el comportamiento de los trabajadores en defensa del capital, descrita por una falsa concepción de clase social y que para el autor, esa lucha de clases puede agilizar y hacer más expedita la valorización del capital, porque las clases dominadas no pueden impedir el avance de los proyectos del capital, y las clases dominantes tienen fuerza para avanzar sin tropiezos, esto como resultado de la propia competencia que el capital ha fincado entre los trabajadores activos e inactivos.
Las nociones de Estado, aparato de Estado y poder político son revisadas en el cuarto capítulo en el que se presenta una riqueza importante en la descripción y problematización del Estado como un elemento activo en la creación de comunidad, además de ser analizado como la única institución burguesa que tiene la capacidad de lograr que los intereses de unos cuantos se presenten como proyectos de toda la sociedad, y en ello radica la importancia de detentar el poder del Estado.
En el caso de los países latinoamericanos, el Estado presenta una condición subsoberana, entendida apropiadamente por el autor como la otra cara de la condición periférica de la economía.
La trascendental función del Estado en la construcción de políticas económicas y el camino que el capital traza para reproducirse y valorizarse (patrón de reproducción) dan sustento al quinto capítulo del libro. Para Osorio, resaltar la diferencia entre políticas económicas y patrón de reproducción resulta un tema de vital importancia para lograr una comprensión más acertada acerca de la lógica que el capital adquiere en diversos momentos del tiempo, más aún, requiere de una visión integral y no fragmentada de las fases de circulación y de la producción y las formas históricas que estas fases presentan. En este punto, se destaca el enorme peso que los patrones exportadores han desempeñado en la historia de América Latina, los cuales compaginan las estructuras productivas de la región con los requerimientos del capital, sin atender las necesidades de la población local. Aspecto que al igual que las transferencias de ganancias, el pago de elevados intereses a los préstamos de los sectores público y privado, el intercambio desigual y las operaciones del capital especulativo, permiten entender e invitar a la problematización de las renovadas expresiones de la dependencia en la cual se han entrampado las economías latinoamericanas.
El libro concluye con un capítulo que incentiva al mayor estudio de esa agudización de la dependencia en la región. Y es importante esta noción, porque el nuevo patrón exportador de especialización productiva que caracteriza a las economías latinoamericanas se sustenta en la superexplotación, privilegiando la especialización productiva en sectores y rubros ligados a las materias primas. Pero el análisis de Osorio es más profundo. Esa especialización que diversas voces denominan extractivismo, para el autor no es más que una concepción unidimensional y pobre, porque no cuestiona el proceso mundial en la actual reproducción del capital. Además, junto con la depredación de la naturaleza se encuentran las condiciones que dicho proceso genera en los trabajadores, dejando a muchos sin condiciones humanas dignas.
El capital ha creado un orden que organiza la vida en común, el neoliberalismo adquirió una relevancia significativa para orientar esta depredación sobre la naturaleza y la fuerza de trabajo. La conclusión a la cual llega el autor, es que más que un desarrollismo, lo que tenemos es la agudización de la dependencia. Jaime Osorio nos aporta esta reinterpretación y con ella se tienen elementos teóricos sólidos para darle una fuerte y significativa batalla, en el campo de las ideas, a la ideología conservadora que deliberadamente ha pretendido sepultar el concepto de dependencia. Por ello, obras como ésta resultan de gran valía en la construcción de aparatos teóricos que analicen con profundidad el comportamiento del capital y sus efectos en la conciencia de clase y sobre el aparato del Estado.