MIGUEL DE ARCOS DE LA PLAZA
Miguel de Arcos de la Plaza falleció el 12 de noviembre de 1998. La ginecología española pierde a uno de sus representantes más apreciados. Para mí, significa además la pérdida de un excelente amigo.
Escribir su necrológica tiene una doble dificultad: la de saber reflejar en breves líneas su fecunda carrera profesional y la de escribir su entrañable personalidad.
La importancia de su labor científica viene reflejada por la cantidad de sociedades científicas a las que perteneció, los 16 premios y becas que recibió en su etapa de joven investigador, las distinciones tales como la denominación de Miembro de Honor de la Sociedad Española de Citología y de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia. Fue un asiduo participante a los congresos, aportando a ellos 44 ponencias. Sus publicaciones científicas superaron las 150.
Se formó como especialista con el profesor Recasens, quien le instó a que le acompañara a su nueva cátedra de Obstetricia y Ginecología de Zaragoza, desplazándose desde su Cádiz natal.
Contribuyeron en su formación el profesor Botella Llusiá, y Miguel, en su currículum, tuvo la gentileza de incluirme entre los que colaboramos en su formación. Fue, como siempre, benevolente, pues a lo largo de los años fui yo quien aprendí de él y, muy especialmente, en caballerosidad y prudencia.
En 1965 le vemos plenamente dedicado a sus tareas universitarias, desempeñando el cargo de profesor ayudante (Facultad de Medicina de Zaragoza). En este mismo año se incorporó a la junta directiva de la Sociedad Española de Citología, alcanzando la vicepresidencia en 1968, justo reconocimiento a una dedicación casi exclusiva a la patología del tracto genital inferior, que sería la especialidad a la que dedicaría el resto de su vida científica.
Profesor adjunto de la cátedra de Obstetricia y Ginecología y también jefe del Servicio de Citodiagnóstico. Un año más tarde organiza y dirige la Sección de Prevención y Diagnóstico Precoz del Cáncer Genital Femenino de la Seguridad Social de Zaragoza, cargo que ocupará hasta su fallecimiento.
Su proyección internacional se refleja no sólo en sus publicaciones o ponencias a los diversos congresos a los que asistió, sino también con el reconocimiento a su labor, representado por el nombramiento como miembro del Grupo Internacional de Estudios sobre Despistaje y Diagnóstico Precoz (Bruselas, 1972). En 1996, en la II Reunión Conjunta de la Sección de Prevención del Cáncer (SEGO) y de la Asociación Española de Patología Cervical y Colposcopia, se conmemoró el 25 aniversario de la Sección de Prevención del Cáncer del Hospital Miguel Servet, que él dirigía y por lo tanto fue un merecido homenaje a Miguel, en el que todos sus amigos participamos. En aquella ocasión le dediqué las palabras que a continuación transcribo: «Es para mí un honor, el participar en esta sesión conmemorativa del XXV Aniversario de la Sección de Prevención del Cáncer del Hospital Miguel Servet. No falto a la verdad si afirmo que dicha sección debe su existencia y su prestigio primordialmente al trabajo y a la seriedad científica de Miguel Arcos de la Plaza. Conozco a Miguel desde hace ya muchos años. Fue él uno de los fundadores de la Sociedad Española de Citología, en épocas en que esta especialidad era poco menos que desconocida en España.
La citología española y las mujeres aragonesas deben a Miguel mucho más que un profundo reconocimiento. La primera le debe la supervivencia, pues siendo yo presidente recuerdo el incondicional apoyo al profesor De Arcos sin cuya ayuda mi gestión hubiera fracasado. Las segundas, las mujeres de esta noble tierra le deben en un porcentaje nada despreciable, la vida».
Algunos meses después, en la Reunión Científica Anual de la Sociedad Española de Citología, se celebró un homenaje a Miguel de Arcos. Intervinieron varios oradores y uno de ellos, Eduardo Vilaplana, dio lectura a una carta del propio homenajeado que también transcribo porque creo que refleja perfectamente la grandeza de Miguel:
«La citología, a lo largo de mi vida, me ha dado muchos momentos de satisfacción. Cada vez que descubría atipias que luego se confirmaban histológicamente y ello suponía un seguro de vida para esa mujer, he dado gracias a Dios por haber podido ser útil. El otro gran regalo recibido ha sido el de poseer la amistad de unas personas maravillosas, sobre todo de aquellas que aún hoy, después de muchos años de esfuerzo en común, tienen fuerzas y ganas de rendirme un homenaje. No sé bien por qué. Por favor, recuérdales a los que participen, una frase que a mí me ha hecho mucho bien: todos tenemos algo que enseñar y mucho que aprender. Yo, personalmente, he aprendido mucho de todos y cada uno de vosotros. Gracias.
Desde Zaragoza, un abrazo muy fuerte. Miguel de Arcos.»
Miguel, te fuiste, pero tu recuerdo permanecerá en todos los que te conocimos y apreciamos.
Santiago Dexeus