El pasado mes de enero el Prof. Humberto Nicolini falleció en Milán, a los 56 años de edad, como consecuencia de un cáncer de rápida y fatal evolución, diagnosticado a principios del verano.
Es una pérdida sentida profundamente por todos los que hemos vivido el desarrollo del diagnóstico prenatal y de la moderna medicina fetal a lo largo de los últimos 25 años, áreas en las que Nicolini fue pionero y protagonista con la aportación de relevantes conceptos en fisiopatología fetal a lo largo de su brillante trayectoria, que se inició en Londres y continuó en Milán.
Sería vanidoso cualquier intento de glosar en esta nota de recuerdo su extensa y densa aportación como científico de merecido y reconocido prestigio internacional. Su constante participación activa desde un principio en grupos internacionales, como la International Fetal Medicine and Surgery Society (IFMSS), la International Society for Prenatal Diagnosis (ISPD) o EUROFETUS, entre otros, le convirtieron en un miembro destacado.
Su habilidad para provocar el debate intelectual, sin dejar de lado su capacidad de centrar objetivos con sentido eminentemente pragmático, le hacían capaz de convertir las discusiones en divertimentos dialécticos llenos de contenido, con la aportación de nuevas ideas y con un gran sentido de la investigación clínica. En las presentaciones gozaba de gran aprecio por su calidad como orador elegante, preciso y conciso.
Más allá de la categoría de Nicolini como profesional y científico, existía su personalidad humana con una, a mi juicio, equilibrada combinación de su agudeza y espontaneidad latina con cierta ironía, sensatez, sentido del humor y talante británicos. Para los que tuvimos el privilegio de compartir con él una cierta proximidad, convertía en experiencias deleitables las conversaciones de sobremesa durante una cena, o los pequeños recesos o intermedios de encuentros científicos frente a un café o una cerveza.
Los que estuvieron próximos a él, ya en el curso de su enfermedad, afirman que analizó su situación y opciones terapéuticas con la agudeza y curiosidad intelectual que siempre le caracterizaron, continuando con entereza su labor clínica, docente y de investigación hasta las últimas semanas de su vida, manteniendo su dignidad con la elegancia de la que siempre hizo gala. El legado científico que nos deja perpetuará sin duda su labor más allá de su existencia.