El uso de medicación en el embarazo es siempre un asunto problemático, dada la ausencia de datos suficientes sobre los que asentar las decisiones clínicas y la incertidumbre asociada. Salvo en casos claros de teratogenicidad (en el caso de los psicofármacos, por ejemplo, el ácido valproico) el uso de medicación en el embarazo es siempre una cuestión de sentido común, y sobre todo, de una cuidadosa evaluación riesgo-beneficio. En las enfermedades mentales los riesgos para la madre y el feto derivados de la ausencia de tratamiento pueden superar con creces los que se derivan de la exposición a la medicación, especialmente en el caso de trastornos mentales graves como la esquizofrenia, el trastorno bipolar o la depresión grave.
En el caso de la medicación antipsicótica, el conocimiento disponible acerca de sus efectos sobre el desarrollo fetal, el periodo neonatal y el desarrollo neurológico y conductual a largo plazo es limitado, por lo que resulta difícil establecer un criterio general para su uso, máxime si se tiene en cuenta que las conclusiones y las recomendaciones derivadas de los estudios disponibles no siempre son coincidentes. Esto obliga al clínico a sopesar las ventajas e inconvenientes de estos fármacos en condiciones de incertidumbre, incluyendo los riesgos que conllevaría la interrupción del tratamiento, y de hacerlo en un contexto de información clara y decisiones compartidas para la paciente.
The use of medication in pregnancy is always a problematic issue, given the lack of sufficient data on which to base clinical decisions, as well as the associated uncertainty. Except in clear cases of teratogenicity, such as thalidomide, or in the case of psychotropic drugs —valproic acid—, the use of medication in pregnancy is always a matter of common sense, and above all, of a careful risk-benefit evaluation. In mental illness, the risks to the mother and the foetus in the absence of treatment can far exceed those arising from exposure to medication, especially in the case of serious mental disorders such as schizophrenia, bipolar disorder, or severe depression.
In the case of antipsychotic medication, the available knowledge about its effects on foetal development, the neonatal period, and long-term neurological and behavioural development is limited. This makes it difficult to establish a general criterion for its use, especially if it is taken into account that the conclusions and recommendations derived from the available studies are not always coincident. This forces the clinician to weigh the advantages and disadvantages of these drugs under conditions of uncertainty, including the risks that the interruption of treatment would entail, and to do so in a context of clear information and shared decisions for the patient.
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