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Vol. 53. Núm. S1.
Páginas 23-29 (octubre 2011)
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Fracturas y procesos infecciosos de la cara
Fractures and infectious processes in the face
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L.S. Cueto Álvarez
Autor para correspondencia
luiscueto@us.es

Autor para correspondencia.
, F. Refolio Sánchez
Sección de Radiología de Urgencias, Hospital Universitario Virgen Macarena, Sevilla, España
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Resumen

Los traumatismos faciales se producen con relativa frecuencia en el contexto de accidentes de circulación o laborales, o agresiones, repercutiendo en la funcionalidad de las estructuras involucradas.

Los procesos infecciosos requieren un diagnóstico rápido y preciso ya que pueden evolucionar rápidamente, produciendo complicaciones inesperadas o por la gravedad que conllevan por sí mismos.

Palabras clave:
Cara
Fractura
Infección
Tomografía computarizada multidetector
Abstract

Facial trauma occurs relatively often in traffic accidents, work accidents, and aggressions, causing repercussions in the functionality of the structures involved.

Infectious processes require early and accurate diagnosis because they can progress quickly, leading to unexpected complications, or because of the severity of the infections themselves.

Keywords:
Face
Fracture
Infection
Multidetector computed tomography
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Introducción

Los traumatismos faciales se producen con una alta frecuencia dándose principalmente en el contexto de accidentes de tráfico o laborales y agresiones. Suponen un reto dada la complejidad del esqueleto facial. Las infecciones de la cara se estudian en el momento en que su evolución es tórpida con el fin de localizarlas, establecer su extensión y descartar complicaciones vasculares o de la vía aérea que requieran una intervención inmediata. En ambos tipos de patología, la técnica de elección es la tomografía computarizada con multidetectores (TCMD), la cual nos permite realizar una rápida adquisición y su posterior evaluación mediante reconstrucciones multiplanares y practicar adquisiciones volumétricas que facilitan tanto el diagnóstico como el manejo quirúrgico.

Fracturas de la caraConsideraciones generales

Las fracturas de la cara pueden ser más o menos complicadas dependiendo de las fuerzas que actúen sobre ella en el contexto del traumatismo.

Se asocian a traumatismo múltiple en el 60% de los casos, por lo que antes de estudiar las alteraciones de la cara de manera aislada se debe explorar al paciente con objeto de descartar lesiones en otras zonas que puedan tener mayor gravedad y ser prioritario su tratamiento, o bien programar el estudio de otras zonas en la sala radiológica. Las fracturas de la cara se pueden asociar con las de estructuras adyacentes como la columna cervical en un 10% de casos y con lesiones cerebrales en el 5%.

Como regla general, antes de realizar estudios radiográficos, se debe explorar el estado de la vía aérea, el ritmo respiratorio, estados hemodinámico y neurológico, la columna cervical y la posible afectación de otras regiones.

Salvo en las fracturas nasales simples, en las que la radiografía de huesos propios permite el adecuado diagnóstico, en el resto de fracturas faciales, la técnica de elección es la realización de TCMD.

El estudio se debe realizar desde la línea alveolar superior por encima de la dentadura superior o desde el mentón, hasta el extremo superior de los senos frontales. Con equipos de 16 cortes, el grosor será de 1,25mm, y con equipos de 64 cortes el grosor de este es de 0,625mm. Se realizarán algoritmos de reconstrucción óseo y estándar.

Anatomía

Debemos estar familiarizados con los contrafuertes que soportan el armazón óseo de la cara ya que estos son los que le dan estabilidad y serán los primeros que se deben reconstruir. En ellos se fijará el material de osteosíntesis quirúrgica1.

Los verticales son el vertical medial, el pilar vertical lateral y el pilar posterior. Los soportes horizontales son el orbitario superior, el maxilar superior, el maxilar inferior, el mandibular superior sobre la línea alveolar inferior y el mandibular inferior (fig. 1).

Figura 1.

Soportes verticales y horizontales de la cara. Verticales: vertical medial (VM), vertical lateral (VL), posterior (P). Horizontales: orbitario superior (OS), maxilar superior (MxS), maxilar inferior (MxI), mandibular superior (MnS) y mandibular inferior (MnI).

(0,31MB).
Fracturas aisladas

Representan el 80% de las fracturas de la cara. En ellas suele afectarse un solo hueso con una o varias líneas de fractura. Por orden de frecuencia tenemos las fracturas nasales (50-60%), mandibulares (17-22%), orbitarias (10-15%), cigomáticas (8-12%) y de los senos frontales (5-7%).

Fractura mandibular

Es la más frecuente tras la fractura nasal. Se asocian a fracturas de las dos primeras vértebras en el 1% de los casos y a otras fracturas faciales en el 16%2.

Se describen, según la parte afectada, como sinfisarias, parasinfisarias, del cuerpo, del ángulo, de la rama, de la coronoides o del cóndilo.

Anatómicamente engloba al pilar vertical posterior, por lo que debe restaurarse con prioridad para que no se produzcan complicaciones de la masticación.

Fracturas orbitarias

La órbita es una estructura compleja tanto por su arquitectura como por las estructuras nobles que aloja.

Contiene cuatro pilares fundamentales: el vertical medial, el vertical lateral, el orbitario superior y el maxilar superior. Los puntos más frágiles se sitúan en la pared medial y en el suelo.

Fracturas blow out

Se producen por impacto directo sobre la órbita por un objeto de mayor tamaño que su circunferencia produciendo una fractura del suelo con desplazamiento de un fragmento fuera de la órbita (out) hacia el interior del seno maxilar3. Son más frecuentes a nivel del suelo orbitario. Hay que descartar que estén englobados la grasa orbitaria y/o el músculo recto inferior con herniación hacia el seno produciendo el signo de la «gota colgante». El músculo se encuentra atrapado cuando pierde su característica forma ovoide, adoptando una morfología redondeada o bien se produce una rotación de su eje mayor horizontal. Suele existir gas intraorbitario que proviene del seno maxilar y sangrado en el interior del seno (fig. 2).

Figura 2.

Fractura del suelo de la órbita izquierda. Englobadas la grasa y el músculo recto inferior (*) rotado y de forma redondeada. Herniación de la grasa. Signo de la gota colgante (flecha).

(0,11MB).
Fracturas blow in

Son producidas por un objeto de diámetro reducido que produce una fractura con desplazamiento de un fragmento hacia el interior de la órbita (in). Cuando se afecta el techo de la órbita puede englobar a los músculos recto superior y oblicuo superior y la complicación más grave es la pérdida de líquido cefalorraquídeo4.

Fracturas de la pared medial

Son muy frecuentes dada la fragilidad del etmoides. Puede que no sean claramente visibles; en estos casos el diagnóstico se realiza por la existencia de gas en el espacio extraconal adyacente al punto de fractura. La complicación más grave es la laceración de las arterias etmoidales produciendo sangrado en el espacio extraconal medial (fig. 3).

Figura 3.

Fractura de la pared medial de la órbita derecha (flecha amarilla). Sangrado extraconal hiperdenso (flecha negra) y cuerpo extraño metálico (flecha blanca).

(0,06MB).

En todas las fracturas de la órbita se analizarán la posible afectación ocular, del nervio óptico y la existencia de cuerpos extraños.

Fracturas complejas

Representan entre el 10 y 20% de las fracturas faciales. Se producen por mecanismos de alta energía, principalmente accidentes de tráfico. Pueden ser uni o bilaterales y suelen asociarse entre ellas. Especialmente en este tipo de fracturas debe evaluarse la posibilidad de la afectación cerebral y de la columna cervical, así como otras zonas lejanas que puedan estar involucradas en el traumatismo.

Fracturas nasoorbitoetmoidales

El complejo nasoorbitoetmoidal (NOE) es la confluencia de los huesos frontal, etmoidal, lacrimal y nasal. Las fracturas pueden ser bilaterales o unilaterales. La región engloba los pilares orbitario superior y el vertical medial. La reconstrucción es obligatoria ya que se puede producir ceguera, diplopía, telecanto, pérdida de líquido cefalorraquídeo y hundimiento facial5 (fig. 4).

Figura 4.

Fractura NOE derecha (círculo) y orbitarias izquierdas (flechas).

(0,1MB).

Se clasifican en tres tipos según el grado de fractura en la zona de inserción del tendón cantal medial. El tipo I representa una fractura no conminuta del fragmento central sin rotura del tendón cantal. El tipo II corresponde a una fractura conminuta del fragmento central sin rotura del tendón. El tipo III es raro. Existe un fragmento central con fractura conminuta y rotura del tendón cantal6.

Fracturas de Le Fort

Se clasifican en tres tipos, siendo la norma indispensable la fractura de una o de las dos apófisis pterigoides (fig. 5). Pueden ser uni o bilaterales7.

Figura 5.

Fracturas de ambas apófisis pterigoides.

(0,05MB).
Fractura de Le Fort I

Es una fractura horizontal del maxilar que separa el paladar duro del resto del hueso. Llega a las paredes medial y lateral del seno maxilar y a la cara lateral de la fosa nasal, por lo que se afecta el tercio distal del pilar vertical medial y horizontalmente el arco maxilar inferior. Posteriormente se extiende a las apófisis pterigoides (fig. 6). La afectación de la cara lateral de la fosa nasal no se produce en las fracturas de Le Fort II ni III8.

Figura 6.

Fracturas de Le Fort I bilateral (óvalos). Le Fort II izquierda (triángulo) y Le Fort III bilateral (rectángulo).

(0,34MB).
Fractura de Le Fort II

También denominada fractura piramidal. Comienza en el hueso nasal y desciende por el lacrimal afectando al suelo de la órbita y posteriormente a las apófisis pterigoides (fig. 6). La fractura del suelo de la órbita la distingue de las fracturas de Le Fort I y III, en las que no se produce nunca8.

Fractura de Le Fort III

Afecta al puente nasal y se extiende posteriormente hacia el hueso etmoidal y apófisis pterigoides y lateralmente a través de la órbita bajo el agujero óptico hasta el arco cigomático produciéndose la denominada disyunción craneofacial. Se encuentran afectados el tercio superior del pilar vertical medial y el del lateral con su componente cigomático (fig. 6). Es característica de esta fractura la afectación del arco cigomático, hecho que no se produce en las fracturas de Le Fort I ni II. Es frecuente la asociación de la fractura de Le Fort III con fracturas NOE.

Infecciones de la caraTécnicas de imagen y hallazgos

La exploración de imagen principal a utilizar en el área de urgencias va a ser la TC con uso de contraste intravenoso evaluando posibles contraindicaciones para su uso y tras la firma del consentimiento informado.

El estudio lo realizaremos con los cortes más finos que dispongamos, al menos de 3mm, para poder beneficiarnos de las reconstrucciones multiplanares. Los hallazgos de imagen de afectación en la TC van a ser muy similares independientemente de la localización de la infección.

El rango de afectación puede ser desde un grado menor en forma de celulitis, pudiendo progresar a la formación de un flemón y complicarse si no se resuelve finalmente con una colección inflamatoria en forma de absceso definido.

La afectación en fase de celulitis presenta edema de los tejidos blandos con aumento de densidad de los mismos y obliteración de los planos grasos que dividen los espacios anatómicos. En caso de afectación muscular en grado de miositis, el músculo estará aumentado de tamaño, con un aumento de captación de contraste y contornos mal definidos (fig. 7).

Figura 7.

Afectación flemonosa espacio parafaríngeo izquierdo (flechas). Captación difusa del contraste.

(0,14MB).

La fase de flemón presentará asimismo hipercaptación focal de contraste con aumento de la captación periférica en forma anular e hipodensidad central, lo que orienta hacia la posible formación de un absceso definido, probablemente drenable.

El absceso maduro presenta en general el aspecto de una lesión-masa con contenido necrótico/quístico de baja densidad por contenido líquido, con una cápsula periférica bien definida que capta intensamente contraste9. A veces se detecta gas en forma de pequeñas burbujas en la colección (fig. 8).

Figura 8.

Absceso dental submaxilar derecho localizado con marcada captación en anillo (flecha).

(0,11MB).

Hasta en el 14-17% de los casos se van a producir diagnósticos falsos positivos de absceso10. Existe captación periférica e hipodensidad central pero no se aspira contenido líquido.

Procesos infecciosos más frecuentes en el área de urgenciasInfecciones-abscesos de origen amigdalino

Es quizás la infección profunda más frecuente del cuello. Aparecen como complicación de faringoamigdalitis aguda por rotura de la cápsula fibrosa de la amígdala con extensión de la infección más allá de la fosa amigdalina, con afectación del espacio parafaríngeo, periamigdalino (como localización más frecuente), seguido del espacio retrofaríngeo. En ocasiones se afecta el espacio masticador, submaxilar e incluso prevertebral.

Es muy importante descartar la afectación del espacio retrofaríngeo especialmente frecuente en niños11, ya que la infección se puede extender de forma oculta-silente hacia mediastino.

Asimismo hay que valorar la vía aérea y la existencia de probables complicaciones vasculares (tromboflebitis de vena yugular).

Infecciones-abscesos de origen dental

Son muy frecuentes, su diagnóstico clínico es en general fácil, existe frecuentemente antecedente de extracción de pieza dental o historia de odontalgia con flemón acompañante. Se localizan en relación con la pieza dental afectada. Hay que evaluar la afectación de los distintos espacios que forman tanto el suelo de la boca como los espacios masticadores y la posible afectación ósea.

Celulitis-abscesos orbitarios

La etiología más frecuente es como complicación de sinusitis (más frecuentemente etmoidal).

En las infecciones orbitarias lo más importante es localizar la afectación respecto al septo orbitario. Es imprescindible diferenciar entre afectación preseptal (periorbitaria) o postseptal (intraorbitaria), que es más agresiva12.

En ambas localizaciones se producen celulitis y/o abscesos. En todos los casos, y especialmente en niños, cualquier afectación de la grasa extrasinusal debe ser diagnosticada como de probable absceso subperióstico13.

Hay que descartar asimismo afectación vascular acompañante por trombosis de las venas oftálmicas o del seno cavernoso.

Otomastoiditis aguda

La otitis media aguda es el proceso infeccioso localizado más común en los primeros 5 años de vida, cuya evolución en general es buena respondiendo al tratamiento conservador con antibióticos y no requieren estudio de imagen14.

Sin embargo una pequeña proporción de casos (1-18% en diferentes series) no tratados o con tratamiento inadecuado se complican con mastoiditis aguda (más frecuente en niños entre 6 meses y 3 años). Si el proceso se extiende más allá de la mastoides puede dar lugar a complicaciones intra y extracraneales (meningitis, abscesos subperiósticos, epidurales, subdurales, intraparenquimatosos, trombosis venosa y osteomielitis) que pueden poner en peligro la vida del paciente.

El papel de los estudios de imagen va a ser en principio diferenciar entre mastoiditis simples y coalescentes (valorando la integridad o interrupción de los septos de las celdas mastoideas y de la cortical mastoidea a nivel lateral o externo y posterior adyacente al seno venoso sigmoideo y lateral). Además hay que valorar la existencia de complicaciones asociadas (fig. 9).

Figura 9.

Mastoiditis coalescente (*). Abscesos epidural y subauricular izquierdos como complicación (flechas).

(0,16MB).
Infecciones de las glándulas salivales

Lo más importante es diferenciar entre sialoadenitis no complicada o complicada con absceso. Se asocian a una obstrucción del conducto de drenaje glandular con o sin litiasis, pudiendo producirse absceso (fig. 10).

Figura 10.

Submaxilitis derecha litiásica con absceso acompañante. Litiasis en conducto de Wharton (*) y absceso (flecha).

(0,15MB).
Angina de Ludwig

Se manifiesta como un cuadro de celulitis bilateral aguda del cuello con flemón característico en el suelo de la boca afectando al espacio sublingual, submaxilar y al músculo milohioideo. Puede progresar rápidamente con engrosamiento significativo de los tejidos blandos de la orofaringe y la lengua. Se puede extender incluso a los espacios parafaríngeos y retrofaríngeo. Su gravedad radica en que puede comprometer la vía aérea.

En TC se observa un proceso infiltrativo, difuso mal definido, con áreas heterogéneas de baja densidad flemonosas y/o pequeños abscesos.

Fascitis necrotizante y mediastinitis necrotizante

Es una infección extremadamente grave afectando tanto a los tejidos blandos superficiales como profundos del cuello, debido a infección por gérmenes aerobios y anaerobios más frecuentemente en enfermos inmunodeprimidos. La mortalidad es muy alta, la progresión es rápida y el diagnóstico frecuentemente se retrasa por la clínica inespecífica al comienzo del cuadro. La TC valora su posible extensión (a veces con clínica anodina) hacia el mediastino.

Se observa edema y celulitis, engrosamiento de planos musculares por miositis, colecciones líquidas con o sin gas a nivel cervical y colecciones en mediastino, pleura y pericardio15,16.

Conclusiones

Las fracturas de la cara suponen un reto para el radiólogo, dada la complejidad de su anatomía y la posibilidad de afectación de importantes órganos o estructuras. El uso de TCMD facilita enormemente el diagnóstico y planteamiento quirúrgico. El radiólogo forma parte fundamental de un equipo multidisciplinar cuyo objetivo es restituir las funciones faciales y devolver la estética alterada.

Para el diagnóstico de las infecciones de la cara se requiere un adecuado conocimiento de los distintos compartimentos del denominado cuello suprahioideo al objeto de considerar vías de abordaje quirúrgico y evaluar posibles vías de diseminación del proceso. La rápida evolución de algunos de los cuadros expuestos requiere un diagnóstico e intervención urgente para evitar complicaciones con elevada morbimortalidad.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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