El aluminio (Al) constituye aproximadamente el 8% de la superficie terrestre y se encuentra ampliamente diseminado a lo largo de la misma, por tanto, el riesgo de exposición sería, en principio, elevado1. Sin embargo, los niveles corporales de Al suelen ser bajos, lo que sugiere la existencia de mecanismos protectores frente a su acumulación. La piel y los pulmones constituyen una barrera de protección muy efectiva, por lo que, en condiciones normales, las únicas vías de exposición serían los alimentos y el agua de bebida2. La ingesta diaria de aluminio a través de la dieta es, en general, baja3 y su absorción intestinal es reducida, por lo que la mayor parte se elimina con las heces. La reducida cantidad de Al absorbido se excreta a través de la orina en menos de 48 horas4.
Por el contrario, en la insuficiencia renal crónica (IRC) la situación es más comprometida, ya que, los enfermos tienen un riesgo de exposición al Al mucho mayor que la población general. Las soluciones de diálisis contaminadas han sido tradicionalmente la vía fundamental de exposición al Al en los enfermos renales. En estos casos, las consecuencias pueden ser muy graves, ya que se eluden las barreras naturales de protección y el Al penetra directamente al torrente circulatorio5,6. A esto hay que añadir que, debido a la pérdida de la función renal, estos pacientes no pueden excretar el metal absorbido a través de la orina de una forma eficaz. Existe, además, una fuente de exposición adicional a través de la utilización de hidróxido de aluminio como captor de fósforo en el tubo digestivo. Esta vía es también importante, ya que la ingesta de Al de algunos enfermos llega a ser hasta 1.000 veces superior a la de un individuo sano1,7. Además, en la IRC la barrera protectora que supone el epitelio intestinal es menos eficiente1, lo que incrementa la absorción del metal.
A lo largo de las últimas décadas, la introducción de los sistemas de tratamiento de aguas en las unidades de diálisis, junto con el desarrollo de nuevos captores de fósforo, han logrado disminuir la prevalencia y las manifestaciones más graves de la sobrecarga alumínica8. En la actualidad, el riesgo de intoxicación alumínica aguda es bajo, aunque todavía se dan casos de exposición accidental al metal8-10. Por el contrario, el riesgo de intoxicación crónica continúa siendo elevado, entre otras razones, porque aún son muchos los pacientes con IRC que reciben sales de Al como captores de fósforo11. Esto explicaría, al menos en parte, por qué se encuentran todavía pacientes con enfermedad ósea inducida por Al incluso en países como España, donde se cuenta con tecnología y medidas de control eficaces desde hace mucho tiempo12-16.
MECANISMOS DE TOXICIDAD ALUMINICA EN EL HUESO
Las alteraciones del metabolismo óseo secundarias a la sobrecarga alumínica son la consecuencia más importante de la exposición al metal en los pacientes con IRC. La mayoría de los enfermos desarrolla un tipo de osteodistrofia renal conocida como osteomalacia, caracterizada por una escasa mineralización del osteoide17. En la mayoría de los casos la reducida formación ósea se correlaciona con un importante cúmulo de Al localizado en el frente de mineralización (zona límite del osteoide no calcificado) que habitualmente sobrepasa el 15% de la superficie ósea. Sin embargo, hay otros casos, en los que el volumen de osteoide es normal o incluso está disminuido, lo que supone un tipo de osteodistrofia diferente, conocida como enfermedad ósea adinámica.
La gran diversidad en las lesiones óseas de los pacientes con IRC sugiere un efecto del Al sobre el metabolismo óseo a distintos niveles. Aunque la patogenia de la enfermedad aún no está plenamente esclarecida, son varios los mecanismos propuestos, los cuales podrían agruparse en: efectos directos sobre el hueso y efectos indirectos sobre las glándulas paratiroides.
A través de un mecanismo físico-químico directo, el Al se incorpora a los cristales de hidroxiapatita, impidiendo su crecimiento y con ello la correcta deposición de calcio en el hueso18,19. El metal sería además capaz de regular el metabolismo de las células óseas. Así, varios autores han observado que el Al disminuye el número y actividad de los osteoblastos17,20,21, lo que constituiría un mecanismo adicional de inhibición de la mineralización.
Por otra parte, ya en los primeros casos de intoxicación alumínica se describió la existencia de un hipoparatiroidismo relativo, con niveles de hormona paratiroidea (PTH) bajos y un recambio óseo muy reducido para el grado de insuficiencia renal22. A esto hay que añadir que las glándulas paratiroides de aquellos pacientes fallecidos con osteomalacia fracturante tenían un peso menor que las del resto de los pacientes con hiperparatiroidismo secundario22. Todos estos hallazgos sugerían la existencia de un efecto indirecto del Al sobre el hueso, a través de su acción sobre las glándulas paratiroides.
EFECTOS INDIRECTOS: ALUMINIO Y GLANDULA PARATIROIDES
En 1983 se describió por primera vez una relación entre la hiperaluminemia y el descenso en los niveles de PTH en pacientes en diálisis expuestos accidentalmente a altas concentraciones de Al19. Este descenso en la PTH se asoció inicialmente con un incremento del calcio sérico secundario a la acumulación de Al en el hueso, que impediría la correcta mineralización del osteoide. Sin embargo, casi al mismo tiempo se observó, tanto en pacientes en diálisis con hipocalcemia23,24 como en células paratiroides cultivadas in vitro25, un efecto inhibitorio directo, calcio-independiente, del Al sobre la liberación de la hormona. Desde entonces, multitud de estudios han demostrado la capacidad del Al para inhibir la secreción de PTH y favorecer su degradación. Dicha inhibición se produce además en cuestión de minutos, lo que sugeriría un efecto mediado por receptor17,26.
En el año 2000, Smans et al27 describieron in vitro una inhibición dosis dependiente del complejo aluminio-transferrina sobre la secreción de PTH, pero no sobre su síntesis. Esta inhibición no se observaba con otros transportadores, como el citrato, por lo que se postuló que las células paratiroides podrían incorporar AP a través del receptor de la transferrina. Hasta la fecha ningún estudio había encontrado un efecto del Al sobre la síntesis de PTH, por lo que esta hipótesis parecía viable. En el año 2001, sin embargo, nuestro grupo demostró por primera vez un efecto inhibidor dosis-dependiente del Al sobre los niveles de ARNm de PTH en un modelo de intoxicación alumínica in vivo28, lo que no se correlacionaba con los resultados de Smans. Es más, cuando tratamos de repetir nuestros resultados con la PTH in vivo utilizando glándulas paratiroides de rata cultivadas in vitro durante 24 horas en presencia de aluminio unido a transferrina (Al-Tf), sólo observamos una inhibición en la secreción de PTH, no así en su síntesis29. Por el contrario, cuando el tejido se cultivó con suero de rata saturado de aluminio (Al-suero), se observó una rápida inhibición tanto de la síntesis como de la secreción de la hormona. Estos resultados sugerían que, si bien el receptor de transferrina podría estar implicado en algunas de las acciones del Al, no parecía ser el responsable de todas ellas.
Por otro lado, la mayoría de los estudios con el Al se han llevado a cabo en condiciones de normocalcemia, e incluso de hipocalcemia, lo que indica que los efectos del Al son independientes de calcio. A pesar de ello, todos los resultados observados son análogos a los previamente descritos para el calcio30,31, hecho que sugiere que ambos cationes podrían compartir el mismo mecanismo de acción.
REGULACION DE LA FUNCION PARATIROIDEA POR ALUMINIO
El calcio extracelular es el principal regulador de la PTH y ejerce sus acciones en la glándula paratiroides a través del receptor-sensor de calcio (CaR), una molécula que pertenece a la superfamilia de receptores de membrana acoplados a proteínas G y que se expresa en múltiples tejidos, incluidos hueso, riñón y paratiroides32.
Del mismo modo, la hormona se encarga de regular la calcemia a través de un mecanismo de retroalimentación32,33. Esta regulación recíproca entre calcio y PTH, esencial para el mantenimiento de la homeostasis mineral, tiene dos componentes principales: el control de la síntesis y secreción de la hormona a corto plazo y el control de la proliferación de las células de la glándula a largo plazo34. De este modo, la demanda de niveles de PTH elevados en un momento dado, por ejemplo en caso de una hipocalcemia, se compensaría rápidamente con un incremento en la síntesis y secreción de la hormona. Si esta demanda se prolongase en el tiempo, como ocurre en los enfermos con IRC, se necesitaría además incrementar el número de células secretoras y se produciría la hiperplasia de las glándulas paratiroides34.
ALUMINIO Y PROLIFERACION CELULAR
Los resultados en pacientes con hiperparatiroidismo neonatal severo y en ratones mutantes nulos para el CaR han establecido una asociación entre el aumento de la proliferación celular en el tejido paratiroideo y el descenso en la expresión del receptor35,36. Este descenso es, además, secundario a la aparición de la hiperplasia37 y más pronunciado en las zonas de crecimiento nodular, asociadas a un hiperparatiroidismo más severo32,38,39. Gracias a estos estudios, se ha logrado establecer una relación entre calcio, CaR y proliferación. De hecho, parece que este receptor es el principal responsable de los efectos antiproliferativos del calcio. Recientemente, Roussane et al40 han observado un aumento de la proliferación al exponer células paratiroideas aisladas, en las cuales los niveles de CaR funcional estaban reducidos, a niveles elevados de calcio41,42. Sin embargo, la exposición al calcimimético NPS R-467, que actúa de modo específico sobre el CaR, producía el efecto contrario. Estos resultados sugieren que el calcio puede regular la división celular a través de diferentes vías. Así, cuando la expresión de CaR es elevada el efecto neto sería el bloqueo de la proliferación celular, mientras que si los niveles de receptor disminuyen predominaría el efecto estimulador33,40.
El Al produce, a corto plazo, los mismos efectos que el calcio sobre la función paratiroidea; esto es, inhibición de la síntesis y secreción de la PTH. A más largo plazo, se ha descrito que disminuye la proliferación celular y favorece la apoptosis en cultivos primarios de astrocitos43,44 y osteoblastos45. En estos últimos las acciones del Al parecen estar además mediadas por el CaR. En el caso de las glándulas paratiroides, nuestro grupo ha demostrado, tanto en un modelo de intoxicación alumínica en animales nefrectomizados46 como en tejido paratiroideo cultivado in vitro con Al-suero29, que el Al inhibe en más de un 90% el número de células en proliferación en tan sólo 24 horas. Nuestros resultados son similares a los obtenidos en presencia de niveles de calcio elevados47,48 o de calcimiméticos33,49, lo que indica, no sólo que el Al es un potente inhibidor de la proliferación celular, sino también que dichos efectos podrían estar mediados por el CaR.
ALUMINIO Y ACTIVACION DEL CaR
Desde su clonación en 1993, el CaR ha demostrado que es un receptor promiscuo50, que responde a muchas otras substancias además de al calcio, incluyendo cationes divalentes y trivalentes50,51 cationes polivalentes32, aminoácidos aromáticos52, péptidos amiloides β53, e incluso a la fuerza iónica54. Por otra parte, algunos de los efectos del Al sobre el metabolismo de los osteoblastos son similares a los descritos previamente para el calcio y otros agonistas del CaR como el gadolinio y la neomicina55,56. Este hecho apoyaría la existencia de un mecanismo de inhibición de la PTH común para calcio y Al, el cual sería además consecuencia de una falta de especificidad del CaR.
En 1999, Spurney et al57 describieron que el AlCl3 en solución acuosa era capaz de activar in vitro el CaR. Sin embargo, dicha activación sólo se producía a concentraciones muy por encima del rango fisiológico (alrededor de 1 mM), lo que sugería un efecto inespecífico sobre el receptor. Además, tanto nuestro grupo como otros investigadores habíamos demostrado que las acciones del Al tienen lugar a concentraciones micromolares13,27,58,59, por tanto, no parecía probable que el CaR pudiera mediar las acciones celulares del Al. No obstante, hay que extremar las precauciones cuando se trabaja con soluciones acuosas de AlCl3 a pH fisiológico, ya que el Al tiende a precipitar en forma de hidróxido y los niveles de metal soluble se reducen considerablemente60.
Este fenómeno ya había sido observado con anterioridad en dos estudios de Morrissey et al25,61. En el primero de ellos, los autores demostraron un efecto inhibitorio in vitro del Al sobre la secreción de la PTH. Dicha inhibición se producía a concentraciones elevadas (aproximadamente 1-2 mM), muy similares a las que se describen en el estudio de Spurney. Posteriormente, cuando se analizaron los niveles de Al en solución, se observó que las concentraciones de metal que inhibían la PTH eran en realidad mucho menores (aproximadamente 5-15 μM), y que los resultados anteriores eran consecuencia de una precipitación no controlada de hidróxido de aluminio.
A la vista de estos datos, decidimos determinar la capacidad del Al para activar el CaR a concentraciones en el rango de las que presentan los enfermos con IRC. Para ello se utilizaron células HEK-293 transfectadas con el CaR humano29, un modelo que permite trabajar en condiciones libres de calcio y otros iones que pudieran interaccionar con el receptor y enmascarar el efecto del Al. Además, para evitar la precipitación del metal, se probaron distintos transportadores fisiológicos de Al. Desafortunadamente, todos ellos interfirieron de algún modo con el sistema de detección y nos vimos forzados a utilizar AlCl3 como fuente de Al. Teniendo en cuenta el riesgo de precipitación del Al y dado que no se puede incrementar su solubilidad (por ejemplo disminuyendo el pH) sin afectar las condiciones del experimento, se cuantificaron los niveles de metal soluble mediante espectrofotometría de absorción atómica en horno de grafito.
El análisis de los medios celulares confirmó que los niveles de Al solubilizado eran menores de los esperados. Así, la adición de AlCl3 10 μM y 25 μM al medio de cultivo se tradujo en unos niveles de Al en solución de 7,5 y 17,5 μM respectivamente. Es más, a pesar del amplio rango de concentraciones utilizado (AlCl3 10 μM-1μM) no fue posible incrementar la concentración del metal soluble por encima de 17,5 μM. A pesar de ello, hemos observado que una concentración de aluminio de tan sólo 7,5 μM incrementa significativamente el grado de activación del receptor en un 19%. Se trata además de un efecto dosis dependiente, ya que al aumentar la concentración de Al hasta 17,5 μM, el grado de activación del CaR se incrementó hasta el 45%. Estos valores de Al son mucho menores que los descritos por Spurney, pero muy similares a los descritos en el segundo de los estudios de Morrissey, en el que se describía la precipitación no controlada de Al61. Además, cuando comparamos nuestros resultados con los obtenidos para el calcio, se requieren concentraciones de calcio entre sesenta y cien veces superiores a las de Al para alcanzar el mismo grado de activación en el receptor29. Este dato demuestra que el Al es un potente agonista del CaR. De hecho, resultados derivados del estudio con glándulas paratiroides cultivadas in vitro antes mencionado29 sugieren que calcio y Al podrían compartir los sitios de unión al CaR.
Durante la puesta a punto del modelo de cultivo fue necesario optimizar la concentración de calcio en el medio de cultivo para evitar posibles interferencias, ya que tanto la hipocalcemia como la hipercalcemia tienen efectos dramáticos sobre la función paratiroidea. Tras 24 horas de cultivo en un medio con calcio alto, ni el Al-Tf ni el Al-suero fueron capaces de inhibir la síntesis de la PTH. Por el contrario, en el medio con calcio bajo, ambos transportadores de Al inhibieron la secreción de la PTH alrededor de un 50%, aunque sólo el Al-suero consiguió reducir la síntesis de la hormona de un modo similar al observado por nuestro grupo in vivo28. Los resultados sugieren un efecto competitivo de calcio y aluminio en el CaR. En un medio con calcio alto, el receptor estaría completamente saturado y no habría sitios de unión disponibles para el Al. Por el contrario, en un medio con calcio bajo, el Al dispondría de sitios de unión libres en el CaR y se produciría un descenso de los niveles de ARNm de PTH. Los efectos aditivos en la activación del CaR por calcio ya se han descrito para algunos cationes como el plomo o el hierro50 pero no para el Al, por lo que serían necesarios estudios adicionales para demostrarlo. Por otra parte, el hecho de que el Al-Tf haya sido capaz de inhibir la secreción de PTH pero no la síntesis en un medio con calcio bajo está de acuerdo con los resultados de Smans27 y apoya la idea de que el receptor de transferrina puede estar implicado en el control de la liberación de hormona, pero que no es la vía por la que el Al ejerce sus acciones en la paratiroides.
En conjunto, nuestros resultados demuestran que, si bien el Al puede activar el CaR sin necesidad de calcio, ambos cationes pueden tener un efecto aditivo (e incluso competitivo) en la activación del receptor. Este hecho explicaría, no sólo cómo el metal modifica la función paratiroidea, sino también por qué en los primeros estudios sobre la intoxicación alumínica se observaba hipocalcemia y menores niveles de PTH en los pacientes con IRC.
ALUMINIO Y REGULACION DEL GEN DE LA HORMONA PARATIROIDEA
El sistema calcio-CaR regula la síntesis de la PTH a través de un mecanismo post-transcripcional, como en el caso de la hiperfosforemia. De este modo, la variación en los niveles de [Ca2+]E no tendría un efecto directo sobre la tasa de transcripción del gen de la PTH, sino sobre la estabilidad del ARNm de la hormona una vez éste abandona el núcleo62.
En el caso del Al, para determinar el mecanismo de inhibición de la síntesis de PTH se llevaron a cabo ensayos de run-on nuclear en glándulas paratiroides cultivadas in vitro con Al-suero. Este tipo de experimentos se basa en el aislamiento y purificación de los núcleos celulares de las glándulas cultivadas. Una vez purificados, los núcleos se someten a un proceso de transcripción in vitro en presencia de los distintos ribonucleótidos que conforman el ARN, uno de ellos marcado radiactivamente. El producto de la transcripción (ARN de novo) se hibrida con sondas específicas y se cuantifica la tasa de transcripción de los genes de interés. De modo simultáneo, durante el proceso de aislamiento de los núcleos, se aisló y purificó el ARNm del citoplasma de las células. Este procedimiento combinado permite estudiar, en el mismo tejido y al mismo tiempo, tanto los efectos del aluminio sobre la síntesis de ARN de novo que se produce en el núcleo (efecto transcripcional) como sobre los niveles de ARNm que ya han sufrido las modificaciones que tienen lugar en el citoplasma (efecto post-transcripcional).
Los ensayos de run-on no mostraron diferencias en la tasa de transcripción del gen de la PTH entre las glándulas cultivadas con el Al-suero y las glándulas control. Sin embargo, el análisis del ARNm citoplasmático mostró una reducción del 77% en los niveles de la PTH del grupo Al. Esto significa que la acción inhibidora del Al no tiene lugar durante la transcripción del gen de la PTH, sino una vez que el ARN abandona el núcleo; por tanto se trata de un mecanismo de inhibición post-transcripcional.
Este resultado se une a una larga lista de coincidencias entre calcio y Al que demuestran, no sólo que el Al regula el metabolismo de la glándula paratiroides mimetizando los efectos del calcio (calcimimético de tipo I), sino también que la baja especificidad del CaR es esencial para que este proceso tenga lugar.
ALUMINIO Y REGULACION DE LA EXPRESION DE CaR
La expresión del CaR (tanto de ARNm como de proteína) puede verse modificada en multitud de circunstancias32. Sin embargo, los mecanismos subyacentes a dichas variaciones aún no se conocen en su totalidad. Varios estudios han observado un dramático descenso en la expresión de CaR en cultivos de células paratiroideas aisladas o en monocapa41,63 pero no cuando las glándulas se cultivan enteras, en fragmentos o en láminas64, lo que sugiere que la expresión del CaR depende de la estructura tridimensional del tejido. De hecho, cuando se cultivan células paratiroideas aisladas en una matriz de colágeno que permite la reagrupación de las mismas de una forma similar a la del tejido paratiroideo (pseudoglándula), la expresión del receptor se recupera42.
En cualquier caso, y a pesar de que se trata de un receptor de calcio, su expresión en glándulas paratiroides y en riñón no parece depender de los niveles de [Ca2+]E. Los estudios realizados en ratas suplementadas con calcio no encontraron diferencias en la expresión de CaR ni en riñón ni en paratiroides65,66. Sin embargo, otros autores han descrito un aumento en los niveles de CaR en la tibia de ratas con IRC y dieta alta en calcio, aunque la expresión del receptor en paratiroides y/o riñón no llegó a evaluarse67.
En el caso del Al, teniendo en cuenta la estrecha relación entre el CaR y la proliferación, cabría la posibilidad de que sus efectos antiproliferativos estuvieran causados por un cambio en la expresión de CaR. De hecho, cuando se analizó la síntesis de CaR en el modelo in vitro29 se observó un descenso del 60% en los niveles de ARNm del receptor en las glándulas cultivadas con Al-suero. Adicionalmente, se llevaron a cabo estudios transcripcionales para determinar el mecanismo de esta inhibición. Los ensayos de run-on nuclear no mostraron diferencias entre los grupos control y Al en la tasa de transcripción del gen del CaR. No obstante, el análisis de los niveles citoplasmáticos de ARNm mostró un descenso del 75% en el grupo tratado con Al-suero. Por lo tanto, y al igual que en el caso de la PTH, el Al inhibe post-transcripcionalmente la síntesis del CaR. Sorprendentemente, y a diferencia de lo que ocurre con la hormona, no se pudo establecer una correlación entre el descenso de los niveles de ARNm y los de proteína. En los experimentos in vitro29, esta falta de concordancia se explicaría por el hecho de que 24 horas de cultivo podría ser un tiempo demasiado corto para apreciar cambios en una proteína tan compleja como el CaR. Sin embargo, en nuestro estudio in vivo46 los animales habían estado expuestos al Al durante ocho semanas, período más que suficiente para observar los posibles efectos en la proteína.
Existe, no obstante, la posibilidad de que esta aparente falta de resultados se hubiera debido a un problema metodológico. Recientemente, Kifor et al68 han postulado la existencia en el tejido paratiroideo de un mecanismo de protección frente a la activación prolongada del CaR. Este receptor se encuentra en la membrana plasmática de las células, próximo a unos compartimentos subcelulares denominados caveolas69,70, cuya función es regular procesos de señalización mediados por calcio71,72. En estas estructuras se localiza un tipo específico de proteasas dependientes de calcio denominadas calpaínas. La activación del CaR provoca su translocación al interior de las caveolas, incrementando los niveles de calcio dentro de las mismas. En caso de una activación prolongada del CaR, como habría ocurrido en las glándulas paratiroides cultivadas 24 horas con Al-suero o al exponer animales nefrectomizados durante 8 semanas a concentraciones elevadas del metal, el calcio acumulado en las caveolas provocaría la activación de las calpaínas. Estas proteasas no provocarían la degradación completa del CaR73,74, sino que lo inactivarían mediante un procesamiento proteolítico entre los residuos 117 y 137, una región del dominio extracelular crítica para la funcionalidad del receptor68,75.
En todos nuestros estudios, hemos utilizado un anticuerpo policlonal38 que reconoce un fragmento de la proteína entre los residuos 203 y 226. Este epítopo está situado por debajo del lugar de corte de la proteasa, en la parte del receptor que quedaría anclada a la membrana tras la proteolisis. Por lo tanto, no habría sido posible detectar el procesamiento proteolítico de la calpaína en caso de que éste se hubiera producido. No obstante, esta afirmación es tan sólo especulativa y serán necesarios nuevos estudios con anticuerpos apropiados que lo demuestren.
CONCLUSIONES
La enfermedad ósea inducida por Al ha constituido una de las principales complicaciones para los pacientes con IRC durante mucho tiempo. Hoy en día, los sistemas de tratamiento de aguas en las unidades de diálisis y el desarrollo de nuevos captores de fósforo han logrado disminuir la prevalencia y las manifestaciones más graves de la intoxicación alumínica, si bien no han conseguido erradicarla completamente. Por otro lado, tras años de estudio los mecanismos moleculares mediante los cuales el Al altera la función paratiroidea sólo han comenzado a desentrañarse recientemente. De hecho, hasta hace muy poco, ni siquiera se conocía cómo eran capaces las glándulas paratiroides de responder al Al.
En el presente trabajo, se resumen los hallazgos que nuestro grupo y otros autores han ido describiendo a lo largo de las últimas dos décadas. En conjunto, todos ellos demuestran que el Al tiene los mismos efectos que el calcio sobre la función paratiroidea, porque se comporta como un calcimimético de tipo I. Además, en este proceso la reducida especificidad del CaR desempeña un papel fundamental. Por último, y al igual que ocurre con la PTH, el Al regula la expresión del CaR a través de un mecanismo post-transcripcional. En este caso, sin embargo, el descenso en la síntesis de CaR no se correlacionó con una disminución en los niveles de proteína en el tejido, por lo que serán necesarios nuevos estudios que profundicen en este aspecto.
AGRADECIMIENTOS
Ignacio González Suárez es becario del Fondo de Investigaciones Sanitarias (programa BEFI 2002). Estos estudios han sido financiados por proyectos FIS (01/0294 y 02/0688) y por el Instituto Reina Sofía de Investigaciones Nefrológicas.
Correspondencia:
J.B. Cannata Andía.
Servicio de Metabolismo Óseo y Mineral. Instituto Reina Sofía de Investigación.
Hospital Universitario Central de Asturias.
C/ Julián Clavería s/n. 33006 Oviedo. España.
Correo electrónico: metoseo@hca.es