Introducción
Uno de los trabajos más interesantes de los científicos del deporte es analizar el impacto generado por el entrenamiento y la competición en los deportistas1; sin embargo, dicho interés también genera mucha controversia, dada la dificultad de interpretar las respuestas de los parámetros analizados, y de ese modo extraer conclusiones prácticas para mejorar el sistema de entrenamiento. Aún más si cabe, los deportes de conjunto como el baloncesto presentan una serie de dificultades en su análisis2:
1) El baloncesto es un deporte poco conocido fisiológicamente.
2) El rendimiento final del juego depende directamente de un elevado número de variables con diferente orientación.
3) Existen una serie de aspectos prioritarios en la resolución de la competición de carácter técnico-táctico.
4) Hay una gran flexibilidad en la planificación, por los innumerables factores que la modifican (lesiones, viajes, resultados, etc.).
5) Suele haber falta de continuidad en el entrenamiento.
6) Se carece de tiempo real en el desarrollo de los contenidos.
7) Hay diferencias significativas en las acciones realizadas en las diferentes posiciones de juego.
Por tanto, el control de las cargas en baloncesto requiere de más información científica para poder establecer protocolos de valoración analítica. Es por ello que el objeto de esta breve revisión es recopilar el escaso conocimiento actual en nuestro deporte, en función de los trabajos que analizan variables analíticas en el control del entrenamiento y la competición en baloncesto, fundamentalmente en hormonas, enzimas musculares, metabolitos, minerales, aminoácidos, parámetros inmunológicos, variables cardíacas y antioxidantes.
Hormonas
Los mecanismos de acción hormonal son de gran importancia para la regulación de los equilibrios homeostáticos y la activación de los mecanismos adaptativos3. En el ejercicio, las diferentes hormonas ejecutan acciones específicas en la movilización de los depósitos energéticos y síntesis de nuevas proteínas3. Dichos cambios han sido objeto de estudio por parte de muchos investigadores4 que analizan el deporte de élite, pero el baloncesto necesita de más trabajos para entender la complejidad de la acción hormonal como respuesta al entrenamiento y a la competición, y los pocos artículos publicados en este deporte tienen controversias que hacen imposible establecer pautas concretas.
Las primeras aproximaciones en torno a la competición en baloncesto concluyen que la aldosterona presenta valores elevados, lo que provoca cambios a nivel cardiovascular5. Acerca del entrenamiento también existen algunos trabajos4 que no observan cambios en la testosterona, la hormona luteinizante, las hormonas tiroideas, la triodoptiroidina y la tiroxina libre después de un mes de entrenamiento intensivo con jugadores de élite. En el mismo estudio el cortisol (CR) experimentó modificaciones entre la primera semana de entrenamiento y la cuarta. Otros trabajos con jugadores de élite describen el comportamiento fisiológico del CR y la hormona adrenocorticotropa (ACTH) durante la temporada deportiva, observando que según transcurría la misma el CR descendía significativamente, y no así la ACTH, que aumentaba de forma significativa en la fase final de la temporada6. La respuesta hormonal en función de diferentes tipos de entrenamiento también ha sido analizada. Buyukyazi et al7 comparaban la fluctuación de la hormona de crecimiento (GH) y del CR en jugadores junior que realizaron dos tipos de entrenamiento durante dos meses: grupo A (trabajo continuo) y grupo B (trabajo a intervalos). La GH se incrementó en ambos grupos finalizado el ciclo; a pesar de ello el CR sólo se modificó de forma significativa en el grupo de trabajo a intervalos. Los autores afirman que con trabajo a intervalos existe un incremento significativo de ambas hormonas en el suero. Aun así, consideramos que a fecha de hoy no existe suficiente información científica en baloncesto para establecer consideraciones.
Enzimas musculares
Las enzimas también han sido variables habitualmente utilizadas para analizar el impacto de la carga interna y sus posibles efectos en la recuperación de los deportistas8. Las más estudiadas han sido: creatinaquinasa (CPK), lactatodeshidrogenasa (LDH), enolasa (NSE) y fosfofructoquinasa. Hace ya bastantes años que Alpert et al9 y Thorstensson et al10 extrajeron las primeras aproximaciones sobre cómo la CPK aumentabade forma significativa finalizado un entrenamiento de carácter anaeróbico. Sin embargo, Jacobs et al11 y Cadefau et al12 no observaron dichos cambios. La sensibilidad de la CPK al ejercicio anaeróbico no está clarificada de momento. En el ámbito del baloncesto se han realizado pocos trabajos para valorar la actividad enzimática de la CPK, posiblemente el publicado con la selección israelí haya sido el más serio; en él curiosamente no se apreciaron cambios significativos después de un mes de entrenamiento4. En investigaciones más recientes se observan conclusiones contradictorias. En un estudio13 en el que utilizaron un grupo de 48 sujetos voluntarios que no jugaban regularmente a baloncesto, al finalizar un partido, los valores de CPK se incrementaron de forma significativa (p < 0,05) inmediatamente después del ejercicio y durante los siguientes 4 días después de haberlo finalizado. Actualmente disponemos de escasa evidencia científica que valore la intensidad de carga a partir de la cual cambien las enzimas en jugadores de baloncesto, y aún menos con deportistas jóvenes, dado que tienen una baja capacidad glucolítica como consecuencia de una baja actividad enzimática14, en donde se observan concentraciones bajas de lactato15. Nuestro grupo de investigación analizó las modificaciones de la CPK en jugadores internacionales junior durante la competición16. Antes de los partidos, inmediatamente finalizados y 48 horas después se analizó la CPK, entre otras variables. Se apreciaron diferencias significativas entre los valores antes e inmediatamente después de la competición (p < 0,01), modificándose (813,05 ± 313,07 frente a 1107,31 ± 343,18), así como también se encontraron entre los valores pospartido (p < 0,05) (1.107,31 ± 343,18) frente a 48 horas después (511,57 ± 185,36). No hubo diferencias entre los valores posteriores al partido y los analizados 48 después del mismo. La CPK (isoenzima esquelética) es una enzima ligada al fenómeno de destrucción muscular17, además de ser un posible marcador de sobreentrenamiento18. La CPK es una proteína que ha sido estudiada en la literatura científica dada la alta correlación observada con la lesión muscular19 y su variación en el contenido plasmático20. Los datos obtenidos nos orientan sobre la naturaleza del esfuerzo en baloncesto, donde los modelos de contracción muscular utilizados durante el juego se realizan en acciones con gran componente excéntrico21. Otros estudios describieron un ligero aumento de la CPK en los primeros minutos de recuperación de un ejercicio de 15 segundos a la máxima intensidad22. En jugadores jóvenes se observan valores superiores a las 1.107 U/l16. Algunos autores opinan que a partir de las 300 U/l podemos constatar una permeabilidad celular anormal, lo que conlleva cambios estructurales, y que se debería reducir la carga de entrenamiento23.
En una interesante investigación se evaluaron los cambios de NSE durante un partido de baloncesto; los autores concluyeron que no había diferencias significativas en los valores de NSE antes e inmediatamente después del mismo24. A pesar de ello, observaron una relación entre los valores de NSE y las acciones del salto: aquellos jugadores que tenían valores de NSE más altos eran los que mayor número de saltos por partido ejecutaban.
Otras enzimas específicas, como la LDH en sangre, también se han estudiado. La LDH presenta incrementos después de entrenamientos de corta duración y alta intensidad25. En jugadores internacionales junior se observa un aumento significativo de la LDH de los valores pre-partido a inmediatamente finalizado el mismo (781,80 ± 3.032,94 frente a 1.248,26 ± 779,73; r = 0,460; p < 0,05), no habiendo diferencias significativas entre los datos del inicio a 48 horas después del partido16. Se han encontrado resultados similares en jugadores de élite de collegue americanos26.
Metabolitos
La urea (U), como metabolito final del ciclo de las purinas, incrementa sus niveles después del ejercicio a intensidad relativamente baja27, siendo para algunos autores un indicador de la carga interna de entrenamiento con relación al volumen1 y a la carga externa28. Un incremento acelerado de este parámetro puede ser indicador de una situación catabólica29. En baloncesto no disponemos de mucha información al respecto. En el estudio anteriormente citado4, con jugadores de Israel, se concluye que la U no responde a un mes de entrenamiento intensivo, en contraste con el estudio de nuestro grupo de trabajo16, donde se observaron incrementos significativos después de los partidos con respecto a los valores prepartido (p < 0,01)16. Así pues, la U necesita ser analizada con más precisión en este deporte.
Minerales
La concentración de minerales en sangre es fundamental en las reacciones químicas que se producen en el cuerpo humano. Un aporte adecuado de sodio (Na) y potasio (K) es determinante para mantener un funcionamiento óptimo de la bomba Na-K2. Otros minerales, como el calcio (Ca), también tienen importancia por ser componentes estructurales del hueso, además de ser inductores en la contracción y relajamiento muscular esquelético. La capacidad de rendimiento de los deportistas se relaciona con disminuciones de estos elementos, especialmente cuando la eliminación de importantes cantidades de sudor reduce las reservas corporales de estos electrolitos30.
En baloncesto se han publicado pocos estudios que evalúen estos parámetros. Los trabajos del grupo de Cuzzolin no observaron ningún cambio aparente en la concentración de minerales (Na, K, Ca) ni durante, ni después de un partido5. Sin embargo, en un estudio reciente de nuestro equipo de trabajo valoramos los cambios de cloro (Cl), Na y K antes, inmediatamente después y 48 horas con posterioridad a dos partidos oficiales en jugadores de la selección española junior. Los valores de K poscompetición se modificaron significativamente al finalizar el partido (p < 0,05) respecto a los valores previos. Por otro lado, no observamos cambios significativos en las concentraciones de Cl y Na antes y después del partido, ni a las 48 horas de acabarlo31. Nuestros resultados no coinciden con los datos de Cuzzolin5, lo que confirma aún más la importancia de estudiar estos parámetros en situaciones reales de entrenamiento y competición en baloncesto32. También durante el entrenamiento regular hay algunos estudios que han analizado la respuesta de otros iones, observando incrementos significativos de cobre (Cu) y zinc después de una sesión de entrenamiento con un grupo de jugadores de baloncesto universitarios33.
El hierro (Fe) es un elemento muy estudiado en la literatura científica, dado que su deficiencia tiene una relación directa sobre el rendimiento deportivo34, no sólo por su asociación con la anemia ferropénica, sino que puede afectar al rendimiento incluso en situaciones sin anemia establecida35. Estas alteraciones afectan también a la recuperación del deportista36.
En el año 2004 se estudió el metabolismo del Fe en jugadores internacionales de diferentes categorías, analizando variables relacionadas (ferritina y saturación de transferrina). Los resultados muestran que un 22% del grupo estudiado padecía depleción en sus depósitos de Fe; un 25% también tenía anemia37. Por consiguiente, se recomienda un análisis de esta variable en baloncesto de forma regular, siendo la deficiencia de Fe argumento suficiente para justificar la necesidad de un control de ferritina para diagnosticar déficit de Fe, así como para prescribir su suplementación38. Hay que mencionar que otros estudios han sugerido que deportistas de otras especialidades presentan concentraciones de Fe significativamente más altas que jugadores de baloncesto de similar estatura39.
Aminoácidos
Algunos aminoácidos se relacionan como inductores en la síntesis proteica de adaptación en el músculo esquelético40, pero desgraciadamente todavía no han sido estudiados en baloncesto, aunque sí existen las primeras aproximaciones en las que se analiza el metabolismo de los aminoácidos, antes y después de la competición. Los primeros datos concluían que la mayoría de ellos aumentaban (especialmente la alanina, la prolina y la taurina) en más de un 70%. También se incrementaba la concentración de aminoácidos aromáticos (tirosina y fenilalanina), a la vez que los ramificados (valina y leucina), mientras que la iosoleucina disminuía41. Dicha modificación podría ser el motivo del mal funcionamiento de los neurotransmisores nerviosos, lo que provocaría fatiga por aumento de la 5-hidroxitriptamina42. Con ello, los autores proponen que la variación hemática de los aminoácidos anteriormente citados podría suponer causa de fatiga, con el consiguiente decremento del rendimiento.
Variables inmunológicas
En 1986 Roberts43 realizó una revisión sistemática sobre enfermedades virales que estaban asociadas al rendimiento deportivo, indicando que se evidencian en aquellos sujetos sometidos a presión mental o estrés físico y reducciones en su inmunidad a infecciones virales. En la actualidad el sistema inmune ha despertado gran interés en las personas que investigan el deporte; a pesar de ello, en baloncesto estamos en fases preliminares. Recientemente se analizó el impacto de 17 días de entrenamiento en la inmunoglobulina A salivar (SIgA) en 10 sujetos de una selección nacional, concluyendo que la situación de estrés en un campeonato produjo un importante decremento de los niveles de SIgA, lo que provocaría una respuesta inmunodeficiente44.
Variables cardiacas
Las troponinas cardiacas son proteínas que forman parte de los mecanismos de la contracción del músculo cardiaco y que están presentes en las fibras miocárdicas. La troponina es una proteína globular de gran tamaño que contiene tres subunidades polipeptídicas: troponina C (fijadora de calcio), troponina I (inhibidora de la interacción actina-miosina) y troponina T (fijadora de tropomiosina). Cuando se necrosan las células del tejido miocárdico se pierde la integridad de la membrana celular y las moléculas intracelulares difunden hacia la micro circulación y los vasos linfáticos. Estas macromoléculas se detectan en la circulación periférica y constituyen marcadores bioquímicos específicos de daño en el miocardio. Estudios recientes muestran que en jugadores de baloncesto el estrés de la competición deportiva podría causar liberación de troponinas cardiacas en jugadores adolescentes45.
Antioxidantes
La influencia del ejercicio físico intenso en la producción de los radicales libres no está del todo demostrada. En los últimos años han sido publicados numerosos estudios científicos para evaluar la respuesta del estrés oxidativo como consecuencia del ejercicio46. En dos investigaciones recientes se evaluó la influencia de ejercicio de alta intensidad en marcadores de estrés oxidativo, y se observó un incremento significativo de la concentración en plasma de malondialdeído y del estatus antioxidante general, además de vitaminas E y C47,48, lo que requeriría una adecuada suplementación con antioxidantes. Recientemente se ha estudiado en jugadores de baloncesto jóvenes49 y se ha concluido que el ejercicio incrementa el nivel de antioxidantes, sugiriendo que el estrés oxidativo puede tener efectos en el desarrollo biológico en jugadores jóvenes de baloncesto, para lo que se necesita aportar conocimiento sobre la situación metabólica durante la competición, así como diseñar estrategias nutricionales y de recuperación50, teniendo en cuenta las diferentes respuestas fisiológicas que se producen entre el juego y la competición51.
En resumen, creemos que el baloncesto necesita investigaciones sobre el comportamiento de determinados parámetros, especialmente de aquellos que nos orienten sobre las cargas de trabajo, la fatiga y su recuperación y sobre la relación del anabolismo y el catabolismo. La poca información de que disponemos arroja conclusiones contradictorias, lo cual no nos permite disponer de aplicaciones prácticas que nos ayuden a cuantificar mejor las cargas de trabajo en baloncesto.
Correspondencia:
J. Calleja-González.
Laboratorio de Rendimiento Humano. Departamento de Educación Física Deportiva. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y Deportiva.
Universidad del País Vasco (UPV).
Lasarte Ataria, z/g.
01007 Vitoria-Gasteiz. Álava. España.
Correo electrónico: julio.calleja@ehu.es.
Historia del artículo:
Recibido el 8 de enero de 2009
Aceptado el 16 de febrero de 2009