Cada nuevo caso de una muerte súbita de un deportista supone un enorme impacto para toda la sociedad en conjunto. Aun siendo cualquier muerte igualmente trascendente, el caso de un joven deportista resulta aún más conmovedor dada la imagen que cada uno de ellos refleja como verdaderos paradigmas de salud. La repercusión que cada uno de estos desgraciados eventos tiene es doblemente negativa, ya que a la propia pérdida de una joven vida se añade el tremendo impacto que estos acontecimientos tienen sobre la opinión general, que puede asociar la imagen del deporte con la de la desgracia.
Afrontar el problema de la muerte súbita en el deporte requiere abordajes complementarios, en donde se impliquen distintas instituciones incluyendo las administraciones públicas sanitarias, las sociedades científicas, las instituciones deportivas, el personal médico y deportivo de las instalaciones deportivas, y los propios deportistas junto con sus familias.
Si nos centramos en la causa y el desarrollo de estos accidentes, la primera medida que se nos plantea es la posibilidad de prestar atención médica urgente e inmediata a los deportistas en el campo de juego, ya que en estos casos el tiempo es un factor determinante para el resultado final en este tipo de eventos. En este sentido, la disponibilidad de desfi briladores semiautomáticos (DEA) es una necesidad real, pero, evidentemente, dentro de un plan general de actuación en casos de emergencias, que incluya un programa de evacuación y formación del personal de las instalaciones deportivas en reanimación cardiopulmonar y uso del DEA.
Aunque en Medicina en general se tiende a establecer abordajes eminentemente terapéuticos, dicho tipo de enfoque no está resultando ser el más eficaz para atajar este complejo problema. Si observamos los resultados de distintas estrategias llevadas a cabo en diferentes países para combatir la muerte súbita en deportistas, el caso de Italia es sin duda el más llamativo. Italia es el único país que ha conseguido modifi car la incidencia de la muerte súbita en el deporte, habiendo casi desaparecido las muertes debidas a miocardiopatía hipertrófi ca, que era la principal causa de mortalidad en deportistas. Y ¿qué tipo de medidas son las que han permitido alcanzar estos satisfactorios resultados? La respuesta es medidas preventivas. En Italia, y desde este año también en Francia, se ha legislado sobre la obligatoriedad de incluir en el examen médico de los deportistas la realización de un electrocardiograma basal. Esta evaluación, cuyo coste puede ser fácilmente asumido por los propios deportistas, se ha mostrado eficaz como medida para detectar a todos aquellos deportistas con electrocardiograma anormal, y que deben ser estudiados más en profundidad con el fin de determinar su aptitud para practicar un determinado deporte.
Pero si en los jóvenes deportistas las medidas preventivas son importantes, también lo son en el caso de muerte súbita en deportistas mayores de 35 años. En estas situaciones la principal causa de muerte es la cardiopatía isquémica. El estudio de los factores de riesgo sin duda proporciona información suficiente para controlar los riesgos asociados a la práctica del deporte, generalmente ligada a los fumadores y a los hipertensos.
Se tiende a pensar que el avance de la tecnología aplicada a la terapéutica nos protege prácticamente de todo, y especialmente cuando nos referimos a las enfermedades cardiovasculares. La posibilidad de dilatar una arteria coronaria, implantar un desfibrilador automático o tratar con células madre un miocardio necrosado parece que nos hace prácticamente invulnerables. Sin embargo, la pauta que más repercusión tendría sobre la reducción de la incidencia de las enfermedades cardiovasculares serían las medidas preventivas. Acabar con la obesidad sería la medida más eficaz para reducir las enfermedades cardiovasculares, hasta en un 42%, por encima de otros factores de riesgo y, por supuesto, por encima de las medidas terapéuticas actualmente utilizadas.
El caso de la muerte súbita en el deporte no es diferente. Aunque este complejo problema requiere distintas estrategias que implican medidas terapéuticas de actuación inmediata, no olvidemos que la prevención (lo que implica educación) es la pieza clave, y dentro de ésta y siguiendo las palabras del prestigioso cardiólogo Alfonso Castro “el corazón de la prevención… es la prevención del corazón”.
