Tan solo siete años después del nacimiento del Instituto Nacional de Radium, en 1934, se publicó el primer número de sus Archivos (1941), medio establecido en su momento como el órgano oficial de difusión del quehacer científico del Instituto. Además de algunos elementos de forma, como la presentación de resúmenes en español, inglés y francés, que hablan de la influencia de las grandes escuelas de medicina para la época, resulta llamativo que a pesar de que la publicación se dedicó en gran parte a las revisiones de tema sobre aspectos fundamentales del quehacer médico en el tratamiento del cáncer, también desde el primer número se presentaron análisis retrospectivos de casos atendidos, lo cual muestra un evidente y genuino interés por avanzar en la construcción de conocimiento para el control de la enfermedad. Para ese momento, se acostumbraba finalizar los manuscritos con una serie de recomendaciones que debían ser implementadas en el corto plazo, en una forma de avance que se caracterizaba por el empirismo y el aprendizaje a través del ensayo y error.
Con el cambio de director, en 1948 cambia también el nombre de la revista: Boletín del Instituto Nacional de Radium, el cual, además, desarrolla un formato de manuscritos cortos organizados por volúmenes y números, lo que a su vez trae la participación de más autores, incluidos notables médicos extranjeros, como el Dr. Ronald W. Raven, del Royal Cancer Hospital en Londres. Con frecuencia, los manuscritos se dedican a la revisión teórica de temas, pero se acompaña esta con la presentación de casos clínicos a manera de ejemplo. No obstante, algunos números del Boletín siguieron teniendo autoría unipersonal y la presentación extensa de un tema médico, tal como se observaba en la versión previa de los Archivos del Instituto Nacional de Radium.
En 1953, la institución adopta el nombre de Instituto Nacional de Cancerología y se surten cambios importantes en la organización y la prestación de servicios, con lo cual se logra una mirada más amplia del manejo de la enfermedad no centrada de manera exclusiva en la radioterapia. Estos cambios tienen consecuencia en la divulgación de los trabajos científicos y nace entonces la Revista Colombiana de Cancerología, que propone no solo una nueva denominación derivada del nuevo título de la Institución, sino que pretende, además, tener mayor continuidad en el tiempo y, como se manifiesta en el editorial del primer número, tiene unas “mayores aspiraciones nacionales”. No obstante, en términos generales la Revista da continuidad a la labor que venía adelantando el Boletín, lo que incluye la divulgación de artículos de revisión y la publicación de series de casos, así como la participación de ilustres médicos extranjeros invitados a los cursos de cancerología que organizaba el Instituto. Algunos elementos novedosos de la época los constituyen la publicación de tesis de grado y otros manuscritos elaborados por médicos en formación, al igual que la participación de profesores invitados, principalmente de la Universidad Nacional, lo que seguramente es el resultado de la creciente actividad académica hacia la formación de especialistas en el campo de la cancerología.
A partir de entonces, la Revista ha sufrido varias modificaciones producto de la dinámica propia de la divulgación científica, pero también de los cambios en la administración y los intereses del Instituto Nacional de Cancerología. En 1969, tras la suspensión de la publicación entre 1956 y 1968 (las más larga desde su creación), se retoma el título de Boletín, en este caso referido al Instituto Nacional de Cancerología. En 1980 se regresa al título de Revista del Instituto Nacional de Cancerología, referida, igual que el Boletín, a la nueva denominación de la Institución; esta revista se publica durante dos años, se suspende entre 1982 y 1983 y se vuelve a publicar en 1984, sin lograr perdurar, por lo que nuevamente se interrumpió la publicación institucional entre 1985 y 1991.
En1992 se reinicia la publicación de la Revista del Instituto Nacional de Cancerología, para la que se crea una estructura organizativa acorde con lo observado en el mundo editorial científico en ese momento, con un director, un editor, un gerente de producción, un comité editorial y comités consultivos nacional e internacional. En 1998, nuevamente coincidente con el cambio de dirección en el Instituto Nacional de Cancerología, se retoma el nombre de Revista Colombiana de Cancerología (el cual perdura hasta el momento), expresando en el editorial de su primer número que la causa para tal cambio es la intención de hacer de la Revista un órgano de difusión no solo para el Instituto, sino también para toda la comunidad científica del país comprometida en la lucha contra el cáncer, comunidad que para la época había tenido un crecimiento importante precisamente por la labor de formación que adelantó nuestra Institución durante las décadas precedentes.
Como se observa, el propósito de hacer de la Revista un órgano de difusión nacional y no solo institucional es el mismo expresado cuando por primera vez se le da tal denominación en 1953. A partir de ese relanzamiento ha habido un esfuerzo permanente por mejorar la calidad de su contenido y el formato de su presentación, a lo que contribuye de manera significativa la vinculación al comité editorial de personas no solo con un gran compromiso (que siempre ha existido) sino cada vez con mayor experiencia en el ámbito de la investigación y la publicación científica, lo que hace que dicho comité haya tenido durante los últimos años participación no solo institucional son también de editores externos que han enriquecido enormemente el devenir de nuestro magazín.
Este breve relato tiene como propósito introducir lo que consideramos el inicio de una nueva época de la Revista Colombiana de Cancerología, esta vez sin cambios en su denominación y sin reiniciar su numeración, sino por el contrario, esperando dar continuidad al esfuerzo adelantado por tantos ilustres científicos desde su primera aparición en 1941; de hecho, es necesario resaltar que el inicio de esta etapa constituye un logro del Comité Editorial que ha acompañado la Revista desde hace una década: a partir del mes de marzo de 2013 la Revista Colombiana de Cancerología estará indexada en Scopus, hecho que esperamos redunde en beneficio de todos los científicos colombianos y latinoamericanos que quieran divulgar su trabajo en un medio que ahora tendrá mayor visibilidad internacional.
Simultáneamente hemos hecho una alianza editorial a fin de mejorar la calidad de nuestra publicación dando además mayor celeridad al proceso de edición, lo que incluirá en el corto plazo la posibilidad de que los artículos aprobados por el comité salgan muy rápidamente a la luz pública con un identificador de objeto digital (DOI, por las iniciales en inglés de digital object identifier), permitiendo así referenciarlos aun cuando todavía no estén ligados a un volumen y número específicos (publicación electrónica adelantada). Las nuevas características del proceso editorial conllevan dos importantes cambios: el primero de ellos es que pasaremos a partir de la fecha al formato electrónico sin edición impresa, y el segundo, es que tendremos un embargo de tres meses previo a la disposición de acceso libre con la que continuará nuestra revista. A pesar del tránsito al formato digital, el Consejo de Editores y la Dirección del Instituto Nacional de Cancerología han dispuesto que se tenga un número impreso por año para propósitos de divulgación de la Revista en eventos académicos y científicos. Por otra parte, el embargo descrito pretende facilitar la inclusión de la Revista en listados bibliográficos de la casa editorial, pero, como se anotó, este se producirá únicamente por tres meses, correspondientes al periodo del último número, momento a partir del cual todos los artículos continuarán con acceso libre, como ha sido la política institucional hasta el momento.
El ingreso a un índice internacional de amplio reconocimiento y consulta, como lo es Scopus, abre una puerta importante para que los trabajos orientados al control del cáncer que se adelantan en Colombia y otros países de América Latina cuenten con un medio especializado en el tema que brinda mejores oportunidades de divulgación a los esfuerzos de nuestros investigadores y académicos, los que seguramente recogerán elementos teóricos comunes a este campo en cualquier latitud, pero también responderán en gran medida a las particularidades de nuestra población, nuestras condiciones sociales y económicas y nuestros sistemas de salud. Todo ello, ligado a la posibilidad de ofrecer un mejor servicio y tener una mejor interacción con los autores y la comunidad científica en general, se enmarca dentro del propósito de contribuir de manera definitiva al control del cáncer en la región. Esperamos que los cambios anunciados promuevan a su vez una retroalimentación positiva que favorezca de manera notable el crecimiento en calidad de los contenidos y características editoriales de nuestra muy apreciada publicación.
