Tras haber leído con mucho interés el artículo de Palacio-Ortiz et al., se entendió que existen diversos cambios por el confinamiento que amenazan con exacerbar los síntomas, interviniendo factores como la dinámica familiar, el tratamiento farmacológico y el seguimiento telepsiquiátrico. No obstante, nos llamó mucho la atención que, siendo el objetivo planteado los efectos en niños con una enfermedad psiquiátrica de base, el enfoque dado es a nivel de recomendaciones, de indicaciones de ayuda tanto para los pacientes como para los cuidadores, y se deja de lado lo principal de la revisión.
El papel que cumple cada familia en la salud mental de sus hijos debe establecerse con claridad. En situaciones como la cuarentena, las pérdidas, el alejamiento de los seres queridos, la pobreza, el hacinamiento, el abuso de nuevas tecnologías1 y el distanciamiento de los grupos de pertenencia pueden originar impacto a largo plazo y las complicaciones psicopatológicas pueden ser mayores2.
Como indicador de que el impacto psicológico en la población es grande y produce gran agobio, se ha mostrado un claro incremento en la búsqueda de síntomas «ansiedad» e «insomnio» en Google durante esta contingencia comparada con años anteriores3.
Jinsong Shang et al. realizaron un estudio en 241 padres de niños en edad escolar con diagnóstico establecido de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Se estableció que, si bien el ánimo negativo que presentaban los niños tenía cierta asociación con los síntomas del TDAH, ese estado de ánimo que transmitían los padres también iba a tener importante repercusión en ellos. En sí el solo hecho de estar en una situación estresante, como lo es la pandemia, altera considerablemente el estado mental de los niños, por lo que los síntomas de aquellos con TDAH se exacerban aún más4.
La búsqueda de información está orientada a un tipo de población infanto-juvenil vulnerable, como los niños con diagnóstico de enfermeda psiquiátrica, y se observa que estos son los más propensos a sufrir los efectos de la pandemia2. Incluso se ha asociado que tener antecedentes de enfermedad psiquiátrica puede desencadenar ansiedad y enojo 4 a 6 meses tras concluida la cuarentena5. Por ello, los planes sanitarios tendrían que tener un enfoque diferente en cuanto a tratamiento de estos pacientes6.
Para terminar, se resalta la importancia de la temprana recolección de datos acerca de los efectos que tendrá la pandemia en la salud mental, con mayor atención en la población pediátrica, que es la más susceptible de alteraciones psicológicas7. De esa manera, se podrá contar con información de calidad que pueda ser útil en caso de una nueva pandemia y mejores herramientas que permitan actuar eficazmente en este tipo de población.