Ante todo, me congratulo por la aparición de este estimulante libro que, a mi juicio, es un verdadero acierto que haya sido publicado por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (anuies) dentro de su colección Biblioteca de la Educación Superior, pues se trata de un referente indispensable para comprender y actuar en las políticas y la gestión de la educación superior mexicana.
El título, por demás motivante y provocador, La Educación Superior y el advenimiento de la sociedad del conocimiento, hace gala a la tradición cultural y poética de la Universidad Veracruzana (uv), pues su rima es clara.
Conocí personalmente al autor en la presentación que hice de su obra en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, Jalisco, México, en diciembre de 2015; antes sólo había leído algún trabajo de él, pero no teníamos, como ahora espero sí tengamos, una relación de amistad y de colaboración académica. Entonces celebro esta dichosa triple coincidencia: 1) presentar el libro de un profesor proveniente de mi primera casa de estudios, donde además fui bibliotecaria, la Universidad Veracruzana —emocionante fue abrir el libro y encontrarme como epígrafe una cita de Jorge Luis Borges sobre la Biblioteca—; 2) contribuir a difundir la producción editorial de la anuies, institución en la que fui Secretaria Académica; 3) encontrarme con una perspectiva interesante sobre el compromiso social de la educación superior.
Personalmente también investigo acerca de esta problemática señalada en el inciso 3, pero desde la perspectiva que tienen los actores universitarios respecto a la calidad de la educación superior, aunque con la red académica que trabajo lo hacemos desde las percepciones de la calidad y los factores que, consideramos, la determinan, mientras que el trabajo de Ernesto Treviño Ronzón hace el análisis del discurso no sólo de los actores sino también de las organizaciones nacionales e internacionales sobre la sociedad del conocimiento, desde una perspectiva mas compleja: la de los sujetos, sus identidades y sus relaciones como construcciones históricas, y las relaciones abiertas con un basamento dinámico, abordadas con un dispositivo teórico-metodológico esquemáticamente claro y sencillo, a pesar de la alta complejidad que tiene un estudio ontológico a través del discurso con un enfoque desde la perspectiva político-discursiva.
Hay una gran coincidencia entre el trabajo de Treviño Ronzón y el que realizamos en la red ecuale (Estudios sobre la Calidad de las Universidades en América Latina y Europa), equipo académico de la Universidad de Guadalajara, pues existe un objetivo común que Treviño Ronzón señala con toda precisión: buscar una mayor relevancia social de la educación superior, aspecto que se ha reducido al concepto operativo de pertinencia social y que es punto de estudio crítico en la obra.
El objetivo del libro es proponer la transformación de la educación superior mexicana sobre la emergencia de ciertos discursos hegemónicos, discursos que se llenan de ingenuidad, de tecnologicismo y de economicismo sobre la educación, el conocimiento y los actores sociales, y además, agrego yo, que se adoptan acríticamente. La educación superior como significante (acaso podría decirse la representación social que de ella tienen), los organismos —nacionales y supranacionales— y los estudiosos convergen, de acuerdo con el autor, en su concepción y propuestas de cambio en aspectos tales como la educación transnacional, la mercantilización de servicios educativos, la orientación a las demandas del desarrollo, las mayores calidad y competitividad, la formación de mejores ciudadanos y mejores democracias; coinciden también, guardando las debidas proporciones, con las categorías que para la calidad educativa proponen Harvey y Green, conceptualizaciones que hacemos operativas en nuestras investigaciones en la red ecuale, y que van desde percibirla como valor monetario, cumplimiento de estándares, hasta verla como proveedora de capacidad de auto transformación de los individuos para capacitarlos e influir en un cambio social positivo.
Coincido con el autor en que la política, los políticos y las políticas funcionan como herramientas para la regulación social (según Michel Foucault para la gobernabilidad), pero de igual manera lo hacen en la educación (como lo ha señalado Pierre Bordieu) y, por tanto, para la educación superior.
Como señala Treviño Ronzón en la introducción del libro, el debate amplio del advenimiento, la transición hacia una de las sociedades del conocimiento en México y la forma como la educación superior actúa en ella no pueden darse en la perspectiva positivista o funcionalista, sino que requieren una perspectiva de saberes no aplicables y controversiales, es decir, demandan de una perspectiva teórica posfundacional.
Igualmente el texto aborda la reconfiguración geopolítica de la década de 1980 del siglo pasado y sus implicaciones en la educación superior, esa transición del siglo xx al siglo xxi signada por el liberalismo económico y comercial, puerta de entrada ahora a un ultra liberalismo salvaje, depredador y deshumanizante, que tendrá fuertes implicaciones para la educación superior y sus instituciones, y con ello para toda la sociedad mexicana, donde se dan procesos de inclusión y de exclusión basados en el conocimiento.
Asimismo debemos hablar de las sociedades del conocimiento —nombro en plural “sociedades” pues coincido con el planteamiento de la unesco hecho en 2005, y si bien Ernesto Treviño lo hace en singular, nos referimos a lo mismo— porque no se trata de una sola sociedad global del conocimiento, como lo propuso el Banco Mundial en 2005, sino de construcciones hechas sobre la cultura y la historia de cada nación y de sus actores, que son sociedades basadas en el uso intensivo de la información, de la tecnología, del conocimiento. Se trata de sociedades dinámicas donde los bienes intangibles, culturales y relacionales son accesibles a la totalidad de la población que, con este acceso, mejora su calidad de vida integralmente, con lo que surgen nuevos sectores económicos, pero también sociales y culturales; en estas sociedades, la educación superior ha sido puesta como motor, como impulsora central, lo que ha reavivado —dice el autor— el debate y la revisión sobre su importancia y su responsabilidad social.
En todo el libro está presente la transversalidad de la doble pregunta de investigación: ¿cuál es el valor asignado a la sociedad del conocimiento en el horizonte de transformación de la educación superior y cuáles son las implicaciones políticas para México en el cambiante contexto internacional?
A lo largo de sus capítulos, en la obra se someten a examen lo mismo términos que imágenes de la sociedad, propuestas de cambio desplegadas por actores, políticas clave nacionales e internacionales —como las del Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (unesco por sus siglas en inglés)—; en éstas la educación superior en la sociedad del conocimiento parece reducirse a un problema técnico-utilitario, pero como plantea el autor: el reto es avanzar hacia formas no utilitarias, no instrumentales de pensar la educación superior, la ciencia y la tecnología, sino alcanzar formas diferentes de gestionar las políticas educativas.
En la posición utilitarista-positivista de la educación superior se ubica el discurso de la mano de obra calificada, la mente de obra, los recursos y el capital humano, con la idea de formar personas eficientes y competitivas, una perspectiva del capitalismo que ampliamente critican el premio nobel de economía Joseph Stiglitz y el economista francés Thomas Piketty, dado que se construye una sociedad reactiva y acrítica. Bajo este contexto, la educación superior busca subsistir pero sin examinar las tendencias, los supuestos ideológicos, mientras el trabajo académico se ve limitado ante nuevos problemas como la seguridad y la violencia, el derecho a la diversidad, la calidad de la democracia, etcétera, como está sucediendo con el problema que presenta la firma del Tratado Trans Pacífico (ttp), con el cual se abre una nueva etapa del liberalismo económico a su máxima expresión y donde la educación superior queda sometida al comercio de servicios profesionales y a la usura de la propiedad intelectual por las grandes empresas transnacionales.
Desde la posición que plantea el autor sobre la transformación, en las sociedades del conocimiento se forman seres humanos conscientes, críticos y capaces de innovar social, económica, cultural y políticamente; se construye una sociedad democrática, consciente y solidaria, donde el conocimiento es un bien público y de apropiación común; es un entorno donde la educación superior genera nuevos estilos de razonamiento para avanzar en una evolución permanente que contribuye a la transformación social positiva.
El libro dedica especial espacio al estudio de la perspectiva de los organismos supranacionales sobre la sociedad del conocimiento y la educación superior, pero sobre todo a la visión que poseen estos organismos sobre la transformación de la educación superior y su papel en la sociedad. Aquí se realiza un análisis detallado y profundo de la historia de la ocde, del Banco Mundial (bm) y de la unesco; del mismo modo se presentan con detalle las políticas y directrices que han generado estos organismos internacionales, así como el impacto de éstos en las políticas públicas, objetivos y estrategias para la educación superior mexicana.
También se estudia la posición de la anuies y su participación en el diagnóstico y el impulso a políticas públicas para la educación superior mexicana, la incorporación de indicadores de la ocde para el desarrollo sustentable y su liderazgo en el anterior Plan Nacional de Desarrollo (pnd) y en el Programa Nacional de Educación, participación que no ha sido considerada de igual forma en el actual pnd ni en su programa sectorial para la educación.
Una conclusión a la que me llevó la lectura de este libro, en palabras del autor, es que la educación superior mexicana enfrenta una muda de lenguaje, de enfoque, pero no hacia donde lo requiere el tránsito de las sociedades del conocimiento, sino hacia formas utilitarias e instrumentales de pensar la educación superior, la ciencia y la tecnología, así como para diseñar y gestionar las políticas públicas de carácter educativo.
La llamada “Unesquización” de la educación superior mexicana sigue quedando en el discurso académico y se ha ido abandonando en el discurso oficial; el positivismo utilitario ha llegado incluso a la propia Constitución, que en su Artículo 3° ha incorporado el concepto de “educación de calidad”, concepción y lenguaje empresarial instrumental que se aparta de la concepción social (expresada en el uso del lenguaje), y por lo tanto abona a los procesos de mistificación del utilitarismo educativo y a la emergencia de imaginarios en expansión en el sentido opuesto a lo que se requiere para revertir las condiciones de extrema pobreza, de exclusión social y de desigualdad del país, que pasan necesariamente por la construcción de una de las sociedades del conocimiento, y que, de acuerdo con el autor, nos aleja de poder enfrentar con éxito el reto de avanzar a formas no utilitarias, no instrumentales de pensar la educación superior, la ciencia y la tecnología, así como de formas diferentes de gestionar las políticas educativas.
A mi juicio, este motivante, provocador y propositivo libro deja pendiente dos temas vitales para el desarrollo sustentable de México en el tránsito hacia las sociedades del conocimiento. El primero es el conocimiento tradicional que tiene un papel relevante en estas sociedades y que, en el caso mexicano, no sólo es parte del imaginario y de la tradición cultural, sino que genera un alto valor agregado económico y social; baste poner como ejemplos a la agricultura orgánica y a la herbolaria, esta última apropiada por las grandes corporaciones trasnacionales que han patentado ya los genomas de plantas nativas. El segundo es la discusión del modelo de la triple hélice en la versión para economías desarrolladas, el cual se ha trasladado mecánicamente a un país que no lo es y que no considera que, en México, las tres hélices (universidad-gobierno-empresa) son asimétricas y no tienen el soporte que existe en las economías industriales para impulsar el desarrollo nacional, amén de que tenemos una cuarta hélice que es la sociedad, cuyo conocimiento a través del emprendimiento social está contribuyendo al necesario tránsito hacia las sociedades del conocimiento.
Tengo plena certeza que este libro contribuirá al debate reflexivo del avance que requiere la educación superior mexicana, adoptando el compromiso social como uno de los factores estratégicos para el desarrollo económico y social en el tránsito hacia las sociedades del conocimiento, aspecto que evidentemente rebasa la tradicional responsabilidad social. Enhorabuena.
Treviño Ronzón, Ernesto (2015). La Educación Superior y el advenimiento de la Sociedad del Conocimiento. México: anuies.