El síndrome cardiohepático (SCH) representa un desafío importante para el manejo perioperatorio debido a la compleja interacción entre la función hepática y cardíaca. El SCH abarca diversas condiciones en las que las patologías hepáticas y cardiovasculares se exacerban mutuamente. Los pacientes con enfermedad hepática crónica, cirrosis o insuficiencia cardíaca suelen presentar una mayor morbilidad y mortalidad perioperatoria, lo que requiere estrategias anestésicas personalizadas. La comprensión integral de la fisiopatología del SCH es valiosa para optimizar la evaluación de riesgos y guía el manejo perioperatorio. Las herramientas de estratificación de riesgo como las puntuaciones Child-Pugh y MELD se utilizan comúnmente, pero tienen limitaciones a la hora de calcular los riesgos perioperatorios. El modelo actualizado STS 2024 incluye parámetros específicos del hígado, mejorando la predicción de riesgos en cirugía cardíaca. La nueva puntuación VOCAL-Penn aborda las brechas en los modelos de riesgo tradicionales, proporcionando una evaluación más precisa para pacientes con enfermedad hepática avanzada.
El manejo perioperatorio se centra en minimizar el estrés hemodinámico y evitar fármacos de metabolismo hepático. Drogas como el remifentanilo, el atracurio y el esmolol son preferidos por su mínimo metabolismo hepático. Vasopresores como la terlipresina y la vasopresina, que actúan sobre la circulación esplácnica, mejoran la hemodinámica en estos pacientes. La optimización de la nutrición y el manejo de líquidos es esencial para reducir las complicaciones perioperatorias dentro del marco de Recuperación Intensificada post Cirugía (ERAS, por sus siglas en inglés).
El manejo efectivo de los pacientes con SCH requiere un enfoque multidisciplinario que integre una evaluación de riesgos exhaustiva y estrategias anestésicas individualizadas. Este enfoque mejora los resultados al reducir las complicaciones perioperatorias y la mortalidad en esta población de alto riesgo.
Cardiohepatic syndrome (CHS) presents a significant challenge in perioperative management due to the complex interaction between liver and heart dysfunction. CHS, analogous to cardiorenal syndrome, encompasses various conditions where hepatic and cardiovascular pathologies exacerbate one another. Patients with chronic liver disease, cirrhosis, or heart failure often exhibit increased perioperative morbidity and mortality, necessitating tailored anesthetic strategies. A comprehensive understanding of CHS pathophysiology is crucial, as it informs risk assessment and guides perioperative management. Risk stratification tools such as the Child-Pugh and MELD scores are commonly used, but they have limitations in fully capturing perioperative risks. The updated STS 2024 model includes liver-specific parameters, improving risk prediction in cardiac surgeries. Additionally, the VOCAL-Penn score addresses gaps in traditional risk models, providing a more accurate assessment for patients with advanced liver disease.
Perioperative management focuses on minimizing hemodynamic stress and avoiding drugs metabolized by the liver. Agents like Remifentanil, Atracurium, and Esmolol are preferred for their minimal hepatic metabolism. Vasopressors such as terlipressin and vasopressin, which target the splanchnic circulation, improve hemodynamics in these patients. Within the Enhanced Recovery After Surgery (ERAS) framework, optimizing nutrition and fluid management is essential for reducing perioperative complications. Effective management of patients with CHS requires a multidisciplinary approach that integrates comprehensive risk assessment and individualized anesthetic strategies. This approach improves outcomes by reducing perioperative complications and mortality in this high-risk population.