Existen varias opciones dentro del tratamiento de las fracturas de la diáfisis humeral, que podemos agrupar en dos grandes tipos: el tratamiento incruento y el tratamiento cruento. Muchas de las fracturas pueden tratarse ortopédicamente, siendo la tasa de consolidaciones del 90%1-4. Las posibles indicaciones de tratamiento cruento son las siguientes5,6: pacientes politraumatizados (para facilitar su movilización y rehabilitación), fracturas bilaterales (para favorecer la rehabilitación del paciente), fractura homolateral del húmero y el radio y/o cúbito proximal (que produce un codo inestable denominado «codo flotante»), fractura abierta (en la que procede su limpieza quirúrgica y estabilización), fractura segmentaria (en la que el control mediante el tratamiento ortopédico es difícil), fractura patológica, fractura con lesión vascular acompañante, lesión del nervio radial tras la manipulación de la fractura (en particular en fracturas espiroideas del tercio inferior del húmero), obesidad importante (que hace el tratamiento ortopédico y la reducción de la fractura muy difícil), y alineación inaceptable (según los criterios de Klenerman7 es aceptable hasta 3 cm de acortamiento, 20º de angulación anterior o posterior, y 30º de angulación en varo). Cuando estos criterios no se cumplen está indicado el tratamiento quirúrgico.
Además de estas indicaciones, en las que la opción del tratamiento cruento es aconsejable, existen casos en que no está claro qué opción es la más adecuada, y en los que es dudoso que el tratamiento cerrado produzca una consolidación. También existen casos tratados quirúrgicamente en los que puede dudarse que se produzca la consolidación. En este trabajo se ha intentado analizar los factores que pueden influir en el logro de la consolidación, para de esta manera predecir cuándo se va a conseguir ésta o no. Para ello se ha valorado por separado y conjuntamente una serie de parámetros, con los que se ha llegado a predecir cuándo una fractura de húmero va a consolidar o no.
MATERIAL Y MÉTODO
Durante un período de 3 años se registraron 161 fracturas cerradas de la diáfisis humeral, excluyendo las patológicas, siguéndolas clínicamente durante 8 meses, período en el que se observó si la fractura había consolidado o existía una pseudoartrosis establecida.
En todas ellas se consideraron una serie de parámetros, que fueron: la edad, el sexo, la localización de la fractura (tercio superior, medio o inferior), el tipo de fractura según la clasificación de AO, y el tipo de tratamiento realizado (cruento o incruento). El tratamiento incruento utilizado fue el yeso colgante con un cabestrillo añadido durante 2-3 semanas, seguido de una férula en «U» rodeando el brazo, tanto por la parte externa como por la interna, y un cabestrillo. El tratamiento cruento consistió en la mayoría de los casos en el enclavado percutáneo con agujas (92 casos), en enclavado tipo Marchetti en 12 casos, y la placa en 7 casos.
También se consideraron los parámetros radiológicos, medidos en la radiología anteroposterior de húmero realizada después de aplicado el tratamiento, que se consideró como definitivo para la fractura, ya sea cruento o incruento. Las radiografías fueron hechas siempre con el mismo tamaño de cliché radiográfico, en estricta proyección anteroposterior que incluía el húmero completo, y los parámetros radiológicos fueron medidos siempre por el mismo observador. Hemos elegido la radiografía anteroposterior porque es la que habitualmente se realiza de forma más reglada y estandarizada.
Estas medidas fueron las siguientes (fig. 1): angulación (medida en grados), acortamiento (medido en mm), diastasis (medida en mm, considerando la distancia mínima entre las dos zonas más próximas de los fragmentos proximal y distal de la fractura), distancia interfragmentaria (medida en mm, considerando la distancia máxima entre las dos zonas más distantes de los fragmentos proximal y distal de la fractura), y contacto (medido en porcentaje, siendo la zona de contacto entre los fragmentos proximal y distal de la fractura. Se consideró que no existía contacto cuando había una diastasis mínima de 2 mm. Cuando la fractura tenía un fragmento intermedio, las mediciones del acortamiento, de la diastasis, la distancia interfragmentaria y el contacto, se realizaron desde la zona del fragmento intermedio que más distaba de los focos principales de fractura, ya fuera del foco proximal o del distal, considerando la otra zona del fragmento intermedio como anexa al fragmento principal más próximo.
Figura 1. Esquema de las mediciones radiológicas realizadas. a: angulación; b: acortamiento; c: diastasis; d: distancia interfragmentaria.
Se realizó un estudio estadístico descriptivo y un estudio estadístico analítico. Se ha medido si existía una relación significativa entre los diversos parámetros y la existencia o no de pseudoartrosis, utilizando la prueba de χ2. Se ha considerado significativo una p < 0,05. La edad y los parámetros radiológicos se han dividido en intervalos para realizar este análisis: la edad de 14 a 45 años, de 46 a 65, y de 66 en adelante; la angulación de 0 a 10º y de 11 a 20; el contacto del 0 al 25%, del 26 al 33%, del 34 al 50%, del 51 al 66%, del 67 al 75%, y del 76 al 100%; el acortamiento, la diastasis y la distancia de 0 a 4 mm, de 5 a 10, y de 11 en adelante. Se ha comparado la edad media del grupo consolidado con la del grupo con pseudoartrosis mediante la prueba de la «t» de Student.
Posteriormente se ha realizado una regresión logística binaria, que es un tipo de análisis estadístico que averigua la probabilidad de que en una variable dependiente con únicamente dos categorías y opciones, ocurra una u otra a partir de una serie de informaciones obtenidas de varias variables que denominamos independientes. A partir de los coeficientes estimados para cada una de esas variables independientes y fruto de la probabilidad de los individuos en la variable dependiente, permite asignar a los mismos una u otra opción de la respuesta. Se trata de averiguar cuáles de las variables que denominamos independientes son las que inciden y en qué grado, para que los individuos tengan más probabilidades de decantarse por una u otra categoría de la variable dependiente.
El sistema recodifica los valores originales de la variable dependiente, asignando 0 a «consolidación» y 1 a pseudoartrosis», y calcula a partir de los datos de cada sujeto en las variables independientes una probabilidad para cada uno de ellos. Como tal probabilidad sus valores oscilarán entre 0 y 1, de modo que cuanto más tienda a 0, más probable será que la fractura consolide. El sistema clasificará de este modo a todos los sujetos de la muestra en fracturas consolidadas o no consolidadas a partir de un punto de corte que por defecto está situado en 0,50. Se ha de seleccionar la combinación de variables que más número de aciertos globales proporcione, y que por lo tanto tenga una mayor sensibilidad y especificidad.
RESULTADOS
De los 161 pacientes hubo 67 hombres (41,6%) y 94 mujeres (58,4%). La edad media fue de 57 ± 21,8 años (14-98). Se han desglosado los resultados en primer lugar según la variable estudiada, para posteriormente pasar a detallar los resultados de la regresión logística.
Edad
La edad media de los pacientes con pseudoartrosis fue de 55,6 ± 20,7 años, y la de los que habían consolidado de 57,4 ± 22,1. Esta diferencia no fue estadísticamente significativa. Considerando tres subgrupos de edad realizados (de 14 a 45 años, de 46 a 65, y mayores de 65), no hubo una asociación estadísticamente significativa entre la aparición de pseudoartrosis y alguno de los subgrupos de edad considerados (tabla 1).
Sexo
Las pseudoartrosis se dieron en el 25,4% de los varones (17 casos) y en el 14,9% de las mujeres (14 casos), no siendo esta diferencia estadísticamente significativa.
Localización
Treinta y ocho casos se localizaron en el tercio superior (23,6%), 97 en el tercio medio (60,2%), y 26 en el tercio inferior (16,1%). No hubo una relación estadísticamente significativa entre una localización determinada y la presencia de pseudoartrosis (tabla 2).
Tipo de fractura
La más frecuente fue la A1 (49,7%) (tabla 3). Las pseudoartrosis se produjeron en el 21,3% de las fracturas del tipo A1 (17 casos), en el 26,7% de las A2 (4 casos), en el 21,7% de las A3 (5 casos), y en el 16,7% de las B1 (5 casos). No hubo una relación estadísticamente significativa entre un tipo determinado de fractura y la presencia de pseudoartrosis.
Tratamiento
Fue ortopédico en 50 casos (31,1%) y quirúrgico en 111 (68,9%). Las pseudoartrosis se localizaron en el 24% de los pacientes tratados ortopédicamente (12 casos) y en el 17,1% de los pacientes tratados quirúrgicamente (19 casos), no siendo la diferencia estadísticamente significativa.
Angulación
En 107 pacientes no se observó angulación alguna (66,5%), en 9 se observó una angulación de 5º (5,6%), en 1 de 8º (0,6%), en 22 de 10º (13,7%), en 12 de 15º (7,5%), y en 10 de 20º (6,2%) (tabla 4). Existió una relación estadísticamente significativa (p < 0,001) entre la angulación mayor de 10º y la presencia de pseudoartrosis (tabla 5).
Acortamiento
Osciló entre los 0 y los 22 mm, siendo lo más frecuente la ausencia de acortamiento (50,9%) (tabla 6). Estudiado el acortamiento por intervalos, no hubo una asociación significativa entre un determinado acortamiento y la presencia de pseudoartrosis (tabla 7).
Diastasis
No hubo diastasis en 107 casos (66,5%) (tabla 8). Cuando se dividió por intervalos (tabla 9), hubo una asociación estadísticamente significativa entre la presencia de pseudoartrosis y una diastasis entre 5 y 10 mm, y con una diastasis mayor de 10 mm, con una p en ambos casos menor de 0,0001. Sólo 2 casos de pseudoartrosis se dieron en pacientes con una diastasis menor de 5 mm.
Distancia interfragmentaria
Osciló entre 0 y 22 mm (tabla 10). Analizada por intervalos (tabla 11), hubo una relación estadísticamente significativa entre una distancia mayor de 10 mm y pseudoartrosis (p < 0,0001). Sólo hubo un caso de pseudoartrosis en el grupo de distancia interfragmentaria entre 0 y 4 mm.
Contacto
Fue nulo en 54 casos (33,5%), del 25% en 4 casos (2,5%), del 33% en 6 (3,7%), del 50% en 17 (10,6%), del 66% en 35 (21,7%), del 75% en 30 (18,6%), y del 100% en 15 (9,3%). Todos los casos de pseudoartrosis se dieron en el grupo de contacto del 0 al 25% (p < 0,0001).
Regresión logística
La combinación de variables que más efectiva resultó incluyó la angulación, la diastasis, la edad y el sexo (tabla 12), siendo el porcentaje de aciertos del 96,2% (tabla 13), aunque las que realmente más influyeron fueron la diastasis y la angulación, ya que la influencia de la edad y el sexo no fue significativa (tabla 12). La fórmula obtenida queda de la siguiente manera:
Siendo: B0= 4,7482; B1= 0,1836; B2= 1,0906; B3= 0,0239; B4= 1,3254. El sexo fue codificado como 1 cuando era femenino y 0 cuando era masculino.
DISCUSIÓN
Varios han sido los métodos tanto cerrados como abiertos empleados para tratar las fracturas de húmero. Los métodos incruentos han obtenido una tasa de consolidación del 90%1-4, tanto con férulas de abducción, yesos colgantes o férulas en U3, como con tratamiento funcional1,2,4. Los tratamientos cruentos han obtenido entre el 70% y el 100% de consolidaciones según las series. La tasa de consolidaciones hallada por Mulier et al8 fue mayor al utilizar la osteosíntesis con placa (30%) que al utilizar el enclavado intramedular rígido (20%). Zatti et al9 obtuvieron resultados similares con placas que con clavos elásticos intramedulares, obteniendo la consolidación en todos los casos salvo en uno tratado con placa.
Con el clavo de Marchetti se ha obtenido la consolidación en aproximadamente el 90% de los casos10,11. Este porcentaje ha sido similar cuando el método utilizado ha sido el enclavado con múltiples agujas de Kirschner12 o clavos de Rush13. Con otros métodos de enclavado más rígidos la tasa de consolidación ha oscilado entre el 70 y el 100%14-20. Estos clavos rígidos bloqueados no están exentos de complicaciones, como el aflojamiento de los tornillos de bloqueo, la rotura del clavo, la conminución añadida en la zona de entrada y la parálisis radial transitoria tras el enclavado14,17. Además la función del hombro cuando la técnica es anterógrada se ve afectada en el 25-30% de los casos15,21. Aparte de las indicaciones quirúrgicas electivas ya indicadas5,6, existen casos en los que se puede optar por el tratamiento cerrado o abierto, ya que un alto porcentaje de casos consolida con cualquiera de los métodos de tratamiento referidos anteriormente.
Nosotros hemos intentado analizar una serie de parámetros que ayuden a determinar cuándo una fractura no va a consolidar, para de esta manera tomar una decisión respecto al tratamiento oportuno de la misma. Para ello, además del sexo, la edad, el tipo de fractura, la localización, y el tipo de tratamiento, hemos realizado unas mediciones radiológicas tras el tratamiento aplicado. Todo ello unido ha permitido predecir si la fractura va a consolidar. Hemos realizado las mediciones en la radiología anteroposterior porque pensamos que en ella se puede hacer más fácilmente. En la radiología lateral o transtorácica se superponen diversas estructuras que hacen difícil la obtención exacta de algunos de estos datos.
La significación de diversos parámetros estudiados fue relevante cuando se analizaron por separado, como por ejemplo la de la distancia interfragmentaria o el contacto, pero no cuando se consideraron conjuntamente con los demás. Otros parámetros estudiados, como el sexo o la edad, no fueron significativamente diferentes en el grupo de pacientes consolidados que en el de afectos de pseudoartrosis, pero sí influyeron aunque no significativamente cuando se consideraron en conjunto en la regresión logística, ya que ésta detecta la combinación de variables que produce un porcentaje de aciertos mayor respecto a la predicción que se estudia. Analizada la combinación de variables posible, la que más efectiva resultó fue la que incluía la angulación, la diastasis, la edad y el sexo, según demostró la regresión logística.
Los resultados obtenidos serían válidos tanto para el tratamiento incruento como cruento, aunque los factores radiológicos estudiados se dan fundamentalmente en tratamientos conservadores y enclavados. Aun en una osteosíntesis con placa imperfecta que muestre otros defectos es difícil que aparezcan los de diastasis, separación interfragmentaria y angulaciones. Así cuanto menor sea la angulación y la diastasis tras el tratamiento conservador o el enclavado, mayor será la probabilidad de consolidación. Si en la radiología de control del tratamiento cerrado (fig. 2) o tras un enclavado elástico (tratamiento fundamentalmente utilizado en nuestra serie) observamos una falta de contacto absoluta siendo la diastasis mayor de 5 mm y existiendo una angulación mayor de 10º, no deberíamos esperar a ver si resulta en una pseudoartrosis, y sería aconsejable actuar antes de que ésta se establezca definitivamente, optando por otro tipo de tratamiento quirúrgico que mejorara la angulación y evitara esta diastasis.
Figura 2. Fractura diafisaria de húmero. A: se puede observar que existe una diastasis y que no hay contacto entre los fragmentos. B: tras el yeso colgante sigue habiendo diastasis, no hay contacto y además existe una angulación de 10º. La fractura evolucionó hacia la pseudoartrosis.
En algunas series, las pseudoartrosis se han dado en todas las localizaciones y tipo de fractura22,23, no existiendo una relación significativa con ninguno de estos factores. En nuestra serie no hemos encontrado tampoco una relación significativa entre la aparición de pseudoartrosis y el tipo de fractura o la localización de la misma. Sea cual sea el tratamiento utilizado, el tipo de fractura y su localización, es conveniente obtener una alineación lo más correcta posible y evitar la diastasis. Cuando esto no se consigue hay que sospechar que existe entre los fragmentos una interposición, y actuar en consecuencia, realizando una reducción abierta y una estabilización de la fractura para obtener una alineación y contacto adecuados y así evitar la pseudoartrosis.