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Revista Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología
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Vol. 42. Núm. 5.
Páginas 333-334 (octubre 1998)
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La biblioteca de la SECOT
The SECOT library
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C. Resines Erasun
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REVISTA DE ORTOPEDIA Y TRAUMATOLOGIA

Volumen 42, pp 333-334


Editorial

La biblioteca de la SECOT

Creo que al término de un período de 2 años como Bibliotecario de la SECOT debería hacer unas reflexiones en voz alta sobre lo que esta biblioteca significa para todos nosotros, no sin antes hacer honor a su historia.

La Biblioteca, situada en la sede de la SECOT, en la calle de Orense, 16, 14.a, 28020 Madrid, inicia su historia como legado del Profesor Sanchís Olmos, el cual llegó incluso a prestar su domicilio particular como sede de nuestra Sociedad durante un período de tiempo. Nuestra biblioteca fue enriqueciéndose con diferentes legados de sus miembros, entre el que hay que destacar el de la familia del Doctor Carasa Avendaño, trágicamente fallecido en 1983. De acuerdo con los anales de la SECOT no surge la figura de Bibliotecario hasta el año 1970, figura que es desempeñada por el Profesor Munuera Martínez en la Junta Directiva presidida por el Profesor Cañadel Carafi. En 1989 se edita el primer catálogo de la biblioteca, trabajo llevado a cabo por el ya fallecido Doctor Pérez Clemente, siendo actualizado por el Doctor Pérez Caballer, mi antecesor, en la Junta Directiva presidida por el Profesor Navarro Quilis. En esta edición puede encontrarse una lista de libros, monografías, suscripciones periódicas a revistas, suscripciones históricas procedentes de donaciones, CD-ROM,

tesis doctorales, premios SECOT y un largo etcétera que recoge nuestro caudal bibliográfico actualizado.

En la biblioteca trabajan nuestras tres eficientes secretarias, cuya misión no es sólo atender el trabajo administrativo de la Sociedad, sino las solicitudes de artículos de revistas, referencias bibliográficas, etc., de todos aquellos miembros que así lo soliciten. Sin embargo, de los datos aportados por la Secretaría se deduce que la biblioteca y sus servicios de búsqueda son escasamente utilizados. Basta tener en cuenta que el número de visitantes anuales no pasa la docena y que el número de búsquedas bibliográficas solicitadas oscila entre

8 y 10 al año. Esta situación contrasta con los resultados de un trabajo llevado a cabo por el Servicio de Biblioteca del Hospital Virgen de las Nieves de Granada, cuya conclusión es que el 21% de los hospitales españoles de más de 200 camas no suministran a sus profesionales servicio de biblioteca que les aporte la información necesaria tanto para mantener actualizados sus conocimientos como para la consulta de casos puntuales. Por otro lado, y de acuerdo con el mismo estudio, el 85% de los bibliotecarios encuestados asegura que la afluencia y demanda de sus servicios va en aumento. ¿Cómo compaginar estas dos situaciones en la que, por un lado, nuestra biblioteca prácticamente no se utiliza y, por otro lado, el 21% de nuestros hospitales carecen de servicios de biblioteca?

Las respuestas a estas preguntas pueden ser varias. La falta de interés en la actualización de los conocimientos científicos, adquiriéndose éstos por «osmosis» o transmisión oral, con los posibles equívocos que ésta pueda transmitir. Por una parte, el gran desarrollo informático actual, que permite a los profesionales, a través de ordenadores personales, el acceso a través de CD, MEDLINE, etc., a los datos bibliográficos más recientes de las revistas de mayor impacto. En cualquier caso, la permanente renovación de técnicas y conocimientos hace difícil el mantenimiento de un adecuado nivel científico tanto para aquellos profesionales de orientación académica, como para aquellos de actividad exclusivamente práctica. Se estima en 15 años la vida media de los conocimientos fundamentales y en 5 de las innovaciones técnicas. Ante esta situación cabe preguntarse: ¿Es necesaria una biblioteca institucional con los gastos que ésta genera para tan escasísima utilización? Desde el punto de vista de miembro directivo de nuestra Sociedad, creo que sí. No puede concebirse una Sociedad Científica sin un apoyo bibliográfico actualizado. Sin él la Sociedad perdería parte de su contenido, aunque solamente sea a título de Biblioteca-Museo. Yo mantendría las suscripciones actuales, sin ánimo expansionista,

incrementando nuestro caudal de libros mediante aquellas copias remitidas por las editoriales para ser sometidas a evaluación.

Pero, sin embargo, desde el punto de vista práctico, puramente de gestión económica, creo que el mantenimiento de una infraestructura como de la que disponemos en este momento significa un gasto difícilmente justificable con la utilización actual. Creo que esta reflexión en voz alta se la deberán hacer las Juntas que nos sucedan y aplicar la solicitud pertinente.

En absoluto quiero presentar este Editorial como una reflexión pesimista, pero creo que esto es producto de la situación sanitaria global de nuestro país. Pienso que la falta de incentivación es transmitida a las generaciones más jóvenes, pudiendo reflejarse parcialmente en una falta de estudio y actualización de los conocimientos. Un profesional para realizarse plenamente necesita de equilibrio, estabilidad e incentivos, y de esto es de lo que en la actualidad adolece nuestra Comunidad Científica.

Prof. C. Resines Erasun

Bibliotecario

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