Cuando seplantea la elaboración de un trabajo científico sepueden observar ciertos supuestos: uno es tener algo que comunicary tener idea de realizarlo mientras el trabajo tenga o pueda tenerinterés para la comunidad científica; otro es lanecesidad imperiosa de comunicar «algo» por meroafán de conseguir logros en pro de conformar uncurrículo o de hacerse notar en el foro profesional. Lavanidad no será estrictamente mala si nos conduce a buenosresultados, pero si sólo es vanidad ya fue denunciada en elEclesiatés. Hay profesionales que, sumidos en lapráctica diaria, nunca tienen nada que comunicar y han,quizás, acallado el espíritu universitario y eltalante científico que podrían retomar en cualquiermomento si lograsen el estímulo e interéssuficientes; si bien les costaría mucho trabajo alcanzar«la puesta a punto» para la elaboración de unbuen trabajo.
Losartículos que se envían a una revistacientífica como la nuestra se agrupan en: trabajosoriginales, trabajos de investigación (básica,clínica, experimental, biomecánica...), notasclínicas o técnicas y temas de actualización.El nivel de prestigio y aceptación de una revista se puedenmedir por el de sus artículos originales y trabajos deinvestigación y como estos últimos sonnuméricamente escasos, los primeros constituyen el bloque deinterés que habrá que potenciar y mejorar.
Existe el viciocomún de considerar publicable lo anecdótico, curiosoo raro y esto genera un sinnúmero de trabajos encuadrados enlas notas clínicas. Estos trabajos requieren unmínimo esfuerzo por parte del autor o autores y suelen tenerescaso valor actual y menos futuro.
El trabajooriginal elaborado correctamente exige por contra, un gran esfuerzoy tiempo ya se trate de un trabajo de revisión o de unestudio prospectivo. La revisión siempre farragosa demultitud de historias clínicas, la elaboración de unprotocolo correcto y la valoración de los resultadosencuentran muchas dificultades: muchas historias no estáncompletas, muchos pacientes no concurren para una valoraciónfinal, otros no se adaptan al protocolo o bien no pueden serincluidos en una serie homogénea.
En nuestraespecialidad hemos contado durante décadas con un buensistema de codificación de diagnósticos y deprocedimientos como es el código de Méary con el queclásicamente hemos organizado el fichero de nuestracasuística. El cambio al código de la OMS CIE-9provocó en algunos centros y de forma transitoria, un ciertodescalabro en la memoria de almacenamiento y en la capacidad deevocación del archivo pues inicialmente dichacodificación, obligatoria por otro lado, restabaespecificidad y precisión salvo en el caso de mantener unadoble codificación. El esfuerzo de un grupo detraumatólogos «criptógrafos» haconseguido casar y coincidir el contenido Méary con elcódigo CIE-9 MC deshaciendo el entuerto.
Lainformatización constituye un inmenso avance y ayuda para elcientífico empeñado en la elaboración de untrabajo pero desgraciadamente, nos hallamos a mitad de camino deuna informatización global de nuestros centros. Si bien esverdad que el mejor protocolo para una buena historiaclínica es una hoja en blanco, hoy no podemos eludir elavance que constituye la protocolización informáticatanto de los datos demográficos como del resto de laescritura de la historia clínica. El peligro de que en dichoproceso se pierda sensibilidad y precisión habrá queconculcarlo entre profesionales e informáticos para llegar abuen término. Mejor provenir o más claro tienen losdatos de imagen. En nuestras historias clínicas raro era verla radiografía realizada un día de urgencia donde seviese la imagen de la fractura perfectamente centrada cuando nofalta de técnica. Resultaba trabajoso seguir laevolución revisando cronológicamente laiconografía a veces desordenada en un sobre con fechasilegibles cuando no con indicador de lateralidad equivocado. Ladigitalización de la radiología ofrece unasimágenes con una nitidez y calidad envidiables y sutratamiento informático permite el fácilalmacenamiento, ordenación cronológica yevocación sin necesidad de recabarlo de un archivopolvoriento. Creo y así deseo, que en breve vamos a vivir laetapa dorada del «publicador de trabajos». En unsentido positivo, toda esta nueva «maquinaria»está ya al servicio de la ciencia y va a agilizar el trabajobien hecho y le va a dar proyección. Se podránprotocolizar trabajos de forma continua y revisarperiódicamente sin el esfuerzo ímprobo que antesrequería. Los estudios multicéntricos sepodrán seguir sin dificultad y con el mismo rigor. Lasconclusiones serán fruto de datos objetivos interpretadoscon una metodología correcta, los bancos de datos asínormalizados, permitirán la fácil realizacióndel metaanálisis y se podrá evitar lamanipulación, maquillado o subjetivización deresultados ya que en definitiva el fin de la publicación noes ni debe ser otro, que el dar a conocer datos y conclusionesveraces y claros de hechos científicos contrastados yreproducibles que orienten a la comunidadcientífica.