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Vol. 36. Núm. S5.
Páginas 2-5 (diciembre 2001)
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Alberto Salgado Alba
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F. Guillén Lleraa
a Ex-presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.
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Revista Española de Geriatría y Gerontología honra con este número extraordinario, dedicado a su memoria, a Alberto Salgado Alba. Aunque para muchos de nuestros lectores su figura y su labor es bien reconocida, quizá para quienes se han acercando más recientemente al mundo de la geriatría y la asistencia geriátrica su trayectoria no sea especialmente conocida. Si siguen con atención las páginas de este número, la conocerán.

Alberto Salgado se nos ha ido, apenas hace un año, «con las botas puestas», trabajando en múltiples proyectos en los que puso alma, corazón y vida; algunos verán la luz próximamente, como la tercera edición del Manual de Geriatría, su Manual, o la Historia de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, escrito conjuntamente con Fernando Jiménez Herrero.

Pero no empecemos la casa por el tejado. Alberto Salgado había nacido en Fresno de la Ribera, pequeño pueblo de Zamora muy cerca de Toro. Estudia en la Facultad de Medicina de Madrid, siendo alumno interno, durante tres años, con D. Carlos Jiménez Díaz.

La senda que le encamina hacia la atención a las personas mayores, eje de su vida y de su obra, comienza cuando un día de 1949, aún alumno de Medicina, cruza la puerta del Hospital de la Cruz Roja, para incorporarse al Servicio de Medicina Interna que dirigía Carlos Blanco Soler, uno de los adelantados de la entonces incipiente Geriatría española.

Los principales escenarios en los que Alberto Salgado desarrollo su labor y magisterio fueron todos aquellos que le permitían avanzar en una mejor atención a los ancianos. El haber trabajado codo con codo con él, a lo largo de veinticinco años, legitima al autor de estas líneas a recoger, desde el afecto y la admiración, esta breve semblanza.

ALBERTO SALGADO Y EL HOSPITAL CENTRAL DE LA CRUZ ROJA

El Hospital era entonces, en los años cincuenta, un viejo centro sanitario, prestigiado y muy querido por su entorno social, en el que un grupo de jóvenes médicos empezaba a brillar con luz propia. Fueron años intensos en los que Alberto plantó y regó el árbol de la actual Geriatría española. Primero a nivel de la propia Cruz Roja, donde «haciendo camino al andar», engarza los distintos niveles asistenciales geriátricos: después, desbordando los muros del Hospital, extendiendo esta filosofía a Instituciones y colectivos de todo el país.

1. En 1953, dentro del Servicio de Medicina Interna, inicia una Consulta de Geriatría en que se atendían, exclusivamente de forma ambulatoria, pacientes ancianos, entendidos como tales aquellos que tenían más de 65 años, sin otros criterios de selección añadidos.

2. En 1967, ya fallecido Blanco Soler, con Luis Felipe Pallardo como responsable del Servicio de Medicina Interna y Alberto Salgado Alba como Jefe Adjunto del mismo, la consulta de Geriatría evoluciona hacia un Dispensario Geriátrico, donde se evalúan los pacientes tanto desde un punto de médico como social.

3. En 1971, desgajándose ya de Medicina Interna, nace un Servicio de Geriatría independiente, constituido por el citado Dispensario y una Unidad de Hospitalización, para ancianos con enfermedades agudas, dotada, progresivamente, hasta con 32 camas.

4. Un año después, en 1972, se integra en el esquema un Hospital de Día, primero de nuestro país, inicialmente modesto y que años más tarde se traslada desde su ubicación inicial en el semisótano del edificio, a la primera planta del Hospital. Este segundo Hospital de Día fue inaugurado por S. M. la Reina doña Sofía, actuando como conferenciante invitado el Dr. T. C. Picton Williams, del St Thomas´s Hospital de Londres.

5. En 1978, tras un período de actuaciones esporádicas, se pone en marcha formalmente la Ayuda Médica y de Enfermería a Domicilio, otra vez primera experiencia al respecto en nuestro país. La filosofía del Programa es garantizar en el medio comunitario los logros alcanzados en el Hospital, elevar la calidad de los cuidados y conseguir una mejor relación con asistencia primaria, inexistente prácticamente en la época citada.

6. También en 1978, tras el reconocimiento de la Geriatría como especialidad médica oficial, el Hospital de Cruz Roja se convierte en el primer, y entonces único, centro acreditado para la formación de especialistas vía MIR. Más de 80 especialistas españoles se han formado por esta vía a la vera de Alberto Salgado. A ellos que hay que añadir otros tantos médicos latinoamericanos que desde nueve países hermanos pasaron estadías de diferente duración y que en diez de los casos les permitieron obtener el título español.

La labor docente en el Hospital se completa con treinta Cursos de Formación Continuada par médicos, cursos regulares interdisciplinares y Jornadas de Geriatría bianuales. A través de estos foros, mas de 10.000 profesionales de todas las disciplinas implicadas en el cuidado del anciano han bebido del magisterio de Alberto Salgado.

7. En 1982 inaugura una Unidad de Media Estancia, con 30 camas destinadas al ingreso de pacientes que precisan completar tratamiento rehabilitador, médico y/o de enfermería y en los que no está indicada la asistencia en Hospital de Día o Ayuda a Domicilio. La UME fue también pionera de esta filosofía asistencial y demostró claramente como podían conseguirse recuperaciones absolutamente imposibles sin este nivel asistencial.

8. En 1991 se produce una difícil situación que pone en riesgo la continuidad del Hospital de la Cruz Roja. Gran parte de la plantilla del Hospital se traslada al nuevo Hospital Universitario de Getafe. Alberto Salgado no abandona el barco Cruz Roja, apostando por la continuidad, consiguiendo incluso implementar el programa de asistencia al anciano, en una segunda travesía cuyo éxito se objetiva en nuevo y brillante equipo que hoy lo gestiona. Fue un nuevo acto de servicio a su Cruz Roja de siempre y, por supuesto, a la Geriatría.

ALBERTO SALGADO Y LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE GERONTOLOGIA

Como es bien conocido, la Sociedad Española de Gerontología nace en 1948 de la mano de las figuras más señeras de la medicina española de aquella época (Marañón, Grande Cobián...). Tras el auge inicial sucede un período de letargo, sin duda ocasionado por la dedicación de sus promotores a sus distintas disciplinas de origen. Alberto Salgado, militante de base, capitanea la revitalización de la SEG y se hace cargo de la Secretaría de la misma en 1965, comenzando entonces el segundo y ya imparable despegue de la misma

En 1973 es elegido Presidente de la Sociedad, cargo en el que permanece hasta 1985. Fue una etapa en que se discutieron y decidieron aspectos fundamentales para el desarrollo y extensión de la Geriatría en todo el país. Participa en proyectos tan importantes como la Ley General de Sanidad, el Plan Gerontológico Nacional, la Asamblea Mundial del Envejecimiento o el Informe de la Comisión Abril.

Durante su mandato, Alberto Salgado peregrina incansable por todos y cada uno de los despachos de los sucesivos responsables sanitarios de los diferentes gobiernos. Fueron muchas las visitas, no tantos los gobiernos, y los frutos recogidos no siempre estuvieron en relación directa con los esfuerzos e ilusiones desplegadas. Pero, como diría Kipling, esa es otra historia.

En cualquier caso, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología fue, con Cruz Roja, el alterego de sus grandes amores. Su dedicación a la misma en cuerpo y alma supuso el aldabonazo que nos permite a todos disfrutar hoy de la salud y pujanza de nuestra Sociedad. Por eso, por un deber de reconocimiento y gratitud, la SEGG, a través de su órgano de expresión, se honra en dedicarle este número extraordinario.

ALBERTO SALGADO Y LA GERIATRIA COMO ESPECIALIDAD MÉDICA

Un aspecto de especial interés histórico es también su fundamental papel, desde las atalayas de Hospital y la Sociedad, en el reconocimiento de la Geriatría como especialidad oficial en cuanto a docencia de la misma se refiere. En 1978, tras repetidas solicitudes de la SEGG, de la que Alberto Salgado era entonces Presidente, se acepta la Geriatría como especialidad oficial por el Consejo Nacional de Especialidades Médicas.

Tras este fundamental logro, en el que Alberto fue el principal protagonista, es elegido Presidente de la Comisión Nacional de la Especialidad de Geriatría, cargo que ostentó entre 1978 y 1993. Desde el mismo impulsó, con su característica tenacidad y entrega, la creación de nuevas unidades docentes y el incremento de las plazas MIR convocadas.

ALBERTO SALGADO Y LA COORDINACION SOCIOSANITARIA

Desde los primeros compases del desarrollo asistencial geriátrico en el Hospital de la Cruz Roja, va tomando cuerpo una idea casi obsesiva de Alberto Salgado, profundamente convencido de que sectorización y coordinación eran consustanciales con una asistencia geriátrica eficaz, lo que le lleva a colaborar estrechamente con el Servicio de Asistencia a Pensionistas, avanzada del conocido Inserso. Sobre esta base de cooperación hospital-comunidad, se crea un ente, en forma de Comisión Sectorial, que agrupa a todas las instituciones del área implicadas en el cuidado de los ancianos. Nace así, a finales de la década de los setenta, SAGECO (Sector Asistencial Gerontológico Coordinado), primera experiencia de coordinación sociosanitaria, que se adelanta netamente en el tiempo a las actuales tendencias asistenciales emanadas del Acuerdo Marco, firmado en 1993, entre los Ministerios de Sanidad y Asuntos Sociales.

LA ACTIVIDAD CIENTIFICA DE ALBERTO SALGADO

A lo largo de su amplia singladura a Alberto Salgado hizo muchas más cosas. Por ejemplo, ganar la oposición a Profesor de la Beneficencia Municipal y obtener el número uno, también por oposición, en la Beneficencia General del Estado.

Intervino como ponente en multitud de cursos y congresos, escribió innumerables artículos y publicó una serie de libros: Tratado de Geriatría y Asistencia Geriátrica. (Salvat, Barcelona, 1986), Manual de Geriatría (primera edición, Masson, Barcelona, 1990), Valoración del Paciente Anciano (Masson, Barcelona 1993), Manual de Geriatría (segunda edición, Masson, Barcelona, 1994) y Fundamentos Prácticos de la Asistencia al Anciano (Masson, Barcelona, 1996), todos ellos ya clásicos e imprescindibles en la biblioteca de los profesionales que quieran conocer y profundizar en la especialidad.

Tamaña actividad obligó a su innata modestia a aceptar un buen número de distinciones: Socio de Honor de diferentes Sociedades de Gerontología extranjeras, Presidente de Honor de la Sociedad Española de Geriatría, Académico correspondiente de la Real Academia de Medicina, Medalla de Oro de la Cruz Roja y Gran Cruz del Mérito Civil, entre ellas.

ALBERTO SALGADO COMO SER HUMANO

Tan importante como su bagaje profesional fue su calidad humana, que se sintetiza en el «todo un caballero» con el que muchas personas le han definido. También lo fue su disponibilidad hacia todos los profesionales que tantas veces se le acercaron buscando su magisterio y, sobre todo, su total dedicación familiar, primero a sus padres, también a sus hermanos, y luego a esa gran familia que forman Mari Carmen, su esposa, y sus hijos María, Alberto, Beatriz y Macarena.

Aunque nos deja una imborrable herencia, se nos has ido demasiado pronto, demasiado apresuradamente, el que tan poco amigo era de los viajes precipitados. La maleta de su vida viaja repleta de proyectos realizados, de ilusiones cumplidas, de reconocimientos sinceros, del agradecimiento de sus pacientes, del amor de su familia, del calor de sus amigos, del respeto de sus compañeros, de la admiración de sus alumnos, de la gratitud de la Geriatría y Gerontología españolas.

A lo largo de estas páginas de Revista Española de Geriatría y Gerontología, algunos de esos alumnos y compañeros y amigos revisamos aquellos campos de la atención geriátrica a los que Alberto Salgado tuvo especial dedicación. Lo hemos hecho, con el corazón un tanto encogido por la emoción, pero con la satisfacción de reconocer y honrar a un maestro.

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