La insuficiencia cardíaca (IC) es una de las causas más frecuentes de ingreso en pacientes con edad avanzada. La prevalencia de esta enfermedad se dobla con cada década y se sitúa alrededor del 10–20% en los mayores de 80 años, con una mortalidad entre un 30–45% al primer año y con un deterioro funcional del 47,5% que, en mayores de 85 años, alcanza el 61,3%1–3. Estudiamos retrospectivamente todos los pacientes mayores de 85 años ingresados en un Servicio de Medicina Interna por IC durante un período de 3 años para conocer las características y la evolución de ésta. Se han analizado los siguientes parámetros: edad, sexo, antecedentes, manifestaciones clínicas, exploraciones complementarias, tratamiento y evolución.
Resultados. Presentamos 96 pacientes, 61 mujeres y 35 varones con una edad de 88,9 ± 3,48 años. Un 89% residía en un ámbito familiar y un 5% vivían solos. Deterioro cognitivo severo o moderado del 35%. Índice de Barthel: un 62% no presentaba dependencia o ésta era leve. Enfermedades asociadas: HTA (68%), IC previa (44%), diabetes mellitus (25%), cardiopatía isquémica (23%), insuficiencia renal (22%) y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) (21%). Un 53% presentaba 3 o mas enfermedades asociadas. Tratamientos previos: diuréticos (76%), inhibidores de la enzima conversiva de la angiotensina (IECA) y/o antagonistas de los receptores de la angiotensina II (ARA II) (44%), calcio antagonista (25%), digital (19%) y ß bloqueantes (6%). La anticoagulacion con dicumarínicos estaba indicada en 53 pacientes, de éstos únicamente 30 la recibían. Las causas de la descompensación fueron procesos respiratorios agudos (73%), fibrilación auricular paroxística (19%), infarto agudo de miocardio (4%) y falta de toma de medicación (4%). Manifestaciones clínicas y exploración física: disnea (92%), edemas (57%), arritmia (55%), ortopnea (54%), ingurgitación yugular (37%) y dolor precordial (14%). Exploraciones complementarias: Rx de tórax se realizó a todos los pacientes, objetivándose cardiomegalia (72%), derrame pleural (68%), signos de estasis o edema agudo de pulmón (EAP) (19%). El electrocardiograma (ECG) reveló la presencia de fibrilación auricular (61%), ritmo sinusal (32%), ritmo de marcapasos (7%), bloqueo de rama derecha (BRD) (25%), bloqueo de rama izquierda (BRI) (18%) y alteraciones de repolarización (29%). El ecocardiograma se practicó al 36%, objetivándose alteraciones de la función sistólica (54%), diastólica (46%), esclerosis mitral y/o aórtica (43%), miocardiopatía dilatada (43%), valvulopatía mitral y/o aórtica severa (34%), dilatación de la aurícula izquierda (25%) e hipertensión pulmonar (11%). El tratamiento se basó en la administración de diurético (digital e IECA y/o ARA II). La evolución y la estancia media fueron de 6,4 ± 3,85 días. Un 27% de los pacientes falleció durante el ingreso, de los que fueron dados de alta, un 8% habían fallecido al año. Al 75% de los pacientes dados de alta se le modificó su tratamiento habitual (añadiendo fármacos, modificando dosis y/o grupo terapéutico): diuréticos (34%), ARA 2 y/o IECA (17%), digital (12%), dicumarínicos (10%), ß bloqueantes (7%) y estatinas (4%).
La etiología de la IC en el anciano es similar a la del adulto, aunque a menudo es multifactorial2,3. La hipertensión y la enfermedad coronaria son más comunes y representan un 70%. La edad avanzada da lugar a una limitación de la reserva cardiovascular, así el fallo cardíaco puede ser desencadenado o precipitado por neumonía, exacerbaciones de EPOC y, en pacientes con antecedentes de IC, la mala cumplimentación del tratamiento puede ocasionar hasta 2/3 de las descompensaciones4. Las manifestaciones clínicas pueden ser diferentes, lo cual retrasa el diagnóstico. De esta manera, la disnea de esfuerzo, la disnea paroxística nocturna y la ortopnea (que suelen indicar fallo ventricular izquierdo), o los edemas periféricos, dolor en hipocondrio derecho y ascitis (frecuentes en fallo ventricular derecho) pueden ser sustituidos por síntomas menos específicos, como fatiga, debilidad muscular generalizada, anorexia, confusión o delirio y alteraciones gastrointestinales. La presencia de otras enfermedades concomitantes y la superposición de alteraciones frecuentes en la vejez pueden dificultar aún más el diagnóstico5,6. De las exploraciones complementarias, la analítica no aportó datos relevantes, no se determinó el NT-proBNP al no estar disponible en nuestro centro durante el período de estudio. Sin embargo, su determinación ha demostrado ser de ayuda en el diagnóstico y poseer valor pronóstico1,7. Tanto el ECG como la Rx de tórax son importantes en el diagnóstico. Pero creemos que el ecocardiograma, de los más útiles, no sólo nos mostrará anomalías estructurales, sino que nos valorará la función ventricular8. En nuestro estudio se realizó únicamente a un 36%, atribuimos esto a la elevada edad de los pacientes y a un posible ageísmo. El tratamiento ha sido similar a lo descrito en la literatura médica1–6; sin embargo, el uso de ß bloqueantes ha sido muy escaso, a pesar del beneficio de éstos en el tratamiento de la IC en el anciano9,10. El pronóstico de la IC en el anciano no es bueno, ya que alrededor del 30% fallece en el primer año y más del 60% a los 5 años11,12.