El signo de Chilaiditi es un signo poco frecuente en imágenes radiográficas de pacientes que acuden a la consulta médica por motivos diversos. Presentamos el caso de un paciente varón de 77 años que fue enviado a nuestra consulta para estudio de deterioro cognitivo. El paciente presentaba antecedentes de ictus isquémico cuatro años antes, hipertensión arterial, intervención quirúrgica por apendicitis, adenoma de próstata y hemorroides. Tenía dos hermanas con enfermedad de Alzheimer. Acudió a la consulta del Servicio de Geriatría refiriendo cuadro clínico de aproximadamente 4 años de evolución, caracterizado por pérdida de memoria progresiva, sin otra sintomatología. Se realizaron exploración física (dentro de la normalidad) y test de evaluación de deterioro cognitivo: test de los 7min con puntuación en el percentil 75 (normal), miniexamen cognoscitivo de Lobo 34/35 (normal: >24), test del informador 70 (normal: <57) e índice de Barthel 100/100. Se solicitó hemograma, bioquímica, serología de lúes, TSH, T4 libre y electrocardiograma, siendo todos normales. Asimismo, se realizó SPECT cerebral (defecto de captación a nivel del lóbulo parietal izquierdo de carácter focal a valorar con su antecedente de ictus), TAC craneal (atrofia corticosubcortical) y radiografía de tórax que mostró una imagen de contenido hidroaéreo interpuesto entre el hemidiafragma derecho y el hígado (fig. 1). El paciente fue diagnosticado de alteración cognitiva1, y se aconsejó seguimiento en consulta.
La interposición del colon transverso entre el hígado y el hemidiafragma es conocida como signo de Chilaiditi, dado a conocer en 1910 por Demetrius Chilaiditi como «hepaptosis». Este signo es un hallazgo en pacientes sin sintomatología y recibe el nombre de síndrome de Chilaiditi cuando se presenta con sintomatología abdominal, como dolor, náuseas, vómitos, estreñimiento, flatulencia y/o distensión, complicándose a veces con cuadros de obstrucción intestinal y volvulación colónica2–5.
La frecuencia del signo de Chilaiditi es del 0,02–0,25%, presentando una relación varón: mujer 4:1. Se incrementa en la población anciana, en la que puede alcanzar una prevalencia del 1%4.
Se ha encontrado una mayor incidencia de este signo en la población de Irán (0,22%) y en pacientes que cursan con incremento de la presión intraabdominal, tales como gestantes en la segunda mitad del embarazo (2%), pacientes con EPOC (2,7%) y pacientes con cirrosis posnecrótica (22%). Asimismo, se ha demostrado la relación existente con entidades como el retraso mental, esquizofrenia, ectopia renal, obesidad, arritmias cardiacas, insuficiencia respiratoria, síndrome de Cushing y síndrome de Ehlers Danlos4–8.
Entre los factores predisponentes se encuentran las alteraciones anatómicas, como la elongación colónica congénita, mal rotación o mal fijación del intestino, intestino redundante con mesenterio largo, laxitud congénita o adquirida de los ligamentos suspensorios del hígado, disminución de volumen hepático y adherencias congénitas o adquiridas.
El diagnóstico diferencial se debe realizar con el neumoperitoneo, el absceso subfrénico, la neumatosis intestinal, el quiste hidatídico infectado y los tumores hepáticos4.
Los casos en que los pacientes cursan con un síndrome de Chilaiditi, es decir, que presentan sintomatología, requieren manejo médico conservador; pero en ocasiones, si se complican, pueden requerir abordaje quirúrgico. El caso de nuestro paciente, al no haber presentado sintomatología y haberse presentado como un hallazgo casual, se catalogó como un signo de Chilaiditi, y no necesitó tratamiento.