El carcinoma basocelular es el tumor cutáneo más común y constituye el cáncer más frecuente en la raza blanca, representando aproximadamente el 70% de las enfermedades malignas de la piel1. Su incidencia actual está en aumento a nivel mundial y se produce un incremento progresivo con la edad, especialmente a partir de los 40 años. En nuestro medio constituye uno de los motivos de consulta dermatológica más frecuente, sobre todo en la población anciana. A pesar del alto número de carcinomas basocelulares que se diagnostican cada año, la tasa de metástasis es muy baja, oscilando entre el 0,0028 y el 0,5%2; sin embargo, ocasionan una importante morbilidad y gasto sanitario. Estos tumores se localizan con más frecuencia en la cara y otras áreas fotoexpuestas debido a su relación con la exposición solar3. Presentamos el caso de un paciente con dos carcinomas basocelulares de localización cervical y simétrica que simulaban clínicamente adenopatías cervicales.
Caso clínicoVarón de 71 años con antecedentes personales de gonartrosis, fibrilación auricular, hipertensión arterial, hipercolesterolemia, cardiopatía isquémica e intervenido previamente en el Servicio de Dermatología por múltiples queratomas actínicos, carcinomas basocelulares faciales y un carcinoma espinocelular en región frontal, que consulta de nuevo por lesiones asintomáticas de 15 meses de evolución localizadas a ambos lados del cuello.
En la exploración física se evidenciaba un importante daño actínico en cara y cuero cabelludo con múltiples queratosis actínicas y dos tumoraciones de color piel normal de localización simétrica en región laterocervical derecha e izquierda de 3×2,5cm de tamaño, de consistencia pétrea, adheridas a los planos superficial y profundo y poco desplazables (fig. 1). No se palparon adenopatías en el resto de cadenas cervicales ni axilares. Se solicitó hemograma, bioquímica, estudio de coagulación, radiografía de tórax y exploración clínica especializada del área otorrinolaringológica sin revelar alteraciones significativas.
Con la sospecha de adenopatías metastásicas de un tumor primario desconocido, se realiza extirpación-biopsia de una de las lesiones. El estudio histopatológico reveló la presencia de agregados de células basaloides neoplásicas desorganizadas, con un patrón de crecimiento infiltrativo con límites mal definidos y un estroma con reacción esclerótica, sin hallazgos de tejido linfoide. Con estos datos, se llegó al diagnóstico de carcinoma basocelular infiltrante primario. Se programó al paciente para una nueva intervención quirúrgica, con extirpación con márgenes laterales de 5mm y hasta tejido celular subcutáneo en margen profundo de cicatriz previa y de lesión contralateral. El estudio histológico confirmó que la lesión contralateral también era un carcinoma basocelular.
ComentarioEl carcinoma basocelular es la enfermedad cutánea maligna más frecuente en Europa, Australia4 y Estados Unidos5. Se ha relacionado fundamentalmente con la exposición intermitente a la radiación ultravioleta, produciéndose un incremento con la edad, alcanzando un pico máximo a los 70 años6. Otros factores de riesgo asociados son los fototipos bajos (I-II), historia familiar de cáncer cutáneo no melanoma, inmunosupresión y exposición a arsénico7.
Los pacientes con antecedentes personales de carcinoma basocelular, como en el caso expuesto, presentan más riesgo de desarrollar nuevas lesiones de este tipo y, por tanto, deben ser sometidos a vigilancia periódica3. Se trata de un tumor con buen pronóstico, sobre todo cuando el diagnóstico se realiza en estadios iniciales de la enfermedad8; tiene escaso poder metastatizante y la morbilidad viene definida por la destrucción local de tejidos adyacentes, especialmente en cara y cuello. Los factores asociados a mal pronóstico son la edad avanzada, la inmunosupresión, el carcinoma basocelular recurrente o metastásico, el subtipo histológico esclerodermiforme y el tumor radiorresistente9.
Las localizaciones más frecuentes corresponden a áreas fotoexpuestas3, fundamentalmente en la cara (nariz, frente y mejilla); sin embargo, se debe tener en cuenta que puede aparecer en otras menos usuales como la axila, el pecho, las palmas y las zonas perianal y perigenital. La presencia de lesiones cervicales como las que presentaba el paciente, sin características típicas de carcinoma basocelular, requieren de un diagnóstico diferencial amplio con otras patologías cuya localización cervical es más habitual, como metástasis de tumores del área otorrinolaringológica o de tiroides, linfomas, tumores de partes blandas, quistes de conducto tirogloso o branquiales, linfangiomas, sarcoidosis o patología infecciosa, como tuberculosis, brucelosis, sífilis o toxoplasmosis10.
Se han definido diferentes subtipos clínicos de carcinomas basocelulares, como son el nodular, el superficial, el esclerodermiforme y el pigmentado; en la mayoría de los casos el diagnóstico es clínico, aunque se pueden confundir con carcinomas espinocelulares, tricoepiteliomas o melanomas en las variantes pigmentadas; sin embargo, hasta el momento no se han descrito en la literatura médica casos de carcinoma basocelular con aspecto clínico de adenopatías cervicales.