Desde la Unidad de Valoración Geriátrica del Hospital Dr. José Molina Orosa de Lanzarote queremos apoyar los argumentos esgrimidos por Francisco Javier Castellote e Inés Gil Briceño1.
Esta Unidad de Valoración Geriátrica está compuesta por un geriatra, un trabajador social y el apoyo de la enfermería de enlace. Viene desarrollando, desde hace un año y medio un programa de atención al anciano con fragilidad avanzada en el medio comunitario ante el alto consumo de recursos sanitarios que este tipo de paciente realiza, como así se objetiva en otros estudios2. Para iniciar la captación de este grupo de pacientes, se llevó a cabo un programa de formación a los Equipos de Atención Primaria. Se realizó una selección de temas geriátricos a impartir, con el fin de dar a conocer aspectos del anciano frágil, herramientas de la valoración geriátrica, características del anciano en situación de terminalidad y aspectos éticos en el envejecimiento.
Tras este periodo de formación se estableció el perfil del paciente con fragilidad avanzada con el fin de dar continuidad a la atención en su domicilio: alta dependencia para las actividades básicas de la vida diaria que impide salir del domicilio, comorbilidad crónica avanzada (síndromes geriátricos) uso reiterado de recursos sanitarios, dificultad en el abordaje del paciente por su médico de cabecera y aumento del estrés emocional del cuidador.
Una vez definido el perfil del paciente, su médico de cabecera solicita la interconsulta a la Unidad de Valoración Geriátrica. El geriatra, junto con el Equipo de Atención Primaria (bien la trabajadora social, enfermería de enlace o médico de cabecera) acude al domicilio del paciente en las 24-48h siguientes a la interconsulta. Se realiza una valoración geriátrica integral, y se elabora un plan funcional de cuidados que hace llegar al Equipo de Atención Primaria y lo vuelca en el sistema informático sanitario del área de salud para que, de este modo, haya una continuidad en la atención. Tras dicha actuación, la Unidad de Valoración Geriátrica actúa como apoyo al Equipo de Atención Primaria y realiza seguimiento, a través de teléfono, e-mail, nueva interconsulta, etc., de aquellos casos con grave complejidad y que está condicionada por la coexistencia de síndromes geriátricos. Se consigue de este forma una intervención dinámica todo el tiempo que el anciano la necesite.
Durante el tiempo de desarrollo del programa se han detectado los síndromes geriátricos asociados y la intervención a realizar. Se ha dado atención e información al cuidador, con el objetivo de entender, comprender y naturalizar los problemas de salud en el proceso del envejecimiento. Se ha abordado la polifarmacia mediante conciliación de la medicación y la retirada de fármacos fútiles. Hemos realizado programas de prevención de los trastornos de la alimentación, úlceras por presión, atención al dolor, cuadros conductuales y psicológicos en la demencia, etc. También destacamos el abordaje bioético mediante el inicio del procedimiento de toma de decisiones complejas al final de la vida, si no existiera documento de voluntades previas. Y se ha establecido en qué momento el equipo de cuidados paliativos inicia el tratamiento de soporte en el domicilio.
Se logra de esta forma que el paciente tenga todos los recursos sanitarios necesarios para mejorar la calidad de vida en todas las etapas de su deterioro, y que las familias tengan la información y preparación adecuada para poder llevar los últimos momentos del paciente en el domicilio3,4.
No cabe duda que la captación del paciente, no solo corresponde a los Equipos de Atención Primaria. Es preciso implicar a todos aquellos espacios de atención que asistan a los ancianos frágiles: atención especializada, urgencias, residencia de ancianos, trabajo social o cualquier otro profesional o voluntariado que pueda conocer al paciente5.
Después de analizar este tiempo asistencial en el entorno del paciente con fragilidad avanzada, observamos, que tiene su máxima cobertura y eficacia de atención en el domicilio, si se lleva a cabo de forma inmediata (entre las 24-48h tras la detección del caso), y si el paciente y la familia tienen una atención de 7 días por 24h dado que, la comorbilidad crónica asociada a la fragilidad conlleva descompensaciones frecuentes que requieren orientación, cambios terapéuticos o de otra índole, en cualquier momento6.
Son las distintas experiencias asistenciales, en el campo de la Geriatría, las que van a construir una labor de calidad en todos los ámbitos: sanitario, social y económico, con el fin de lograr que el anciano, con gran dependencia debido a la pluripatología crónica avanzada, permanezca en su medio (residencia de ancianos o domicilio) todo el tiempo posible con los recursos necesarios7.
Ante todo ello, hay que seguir trabajando en esta línea para que, desde la administración, se propicie la atención integral específica al anciano en su medio por la Geriatría, al contar con recursos propios. Se logra, de esta forma, una mayor integración y calidad de vida del anciano en situación adversa debido a la pluripatología y dependencia asociada. Si al mismo tiempo, se detectan y se abordan los conflictos éticos implícitos, logramos que el paciente y sus cuidadores tengan garantizados el respeto a su autonomía, con el fin de evitar conflictos en la toma de decisiones tanto diagnósticos, terapéuticos, como de ingresos en centros sociosanitarios o pronóstico vital.