Nos complace gratamente la lectura del artículo original publicado en la Revista Española de Geriatría y Gerontología por Carmen Mateo-Pascual et al.1, dado que compartimos la opinión respecto a que el déficit de vitamina D es un problema de salud pública que se ha convertido en una epidemia en la Europa del siglo XXI, afectando principalmente a los grupos de pacientes de edad avanzada y representando un factor de riesgo para el desarrollo de múltiples enfermedades relacionadas con su función2-4.
La mayoría de las enfermedades relacionadas con la hipovitaminosis D repercuten en el sistema osteomuscular en forma de osteoporosis, osteomalacia, alteraciones funcionales y riesgo de caídas con lesiones asociadas, tales como fracturas, por lo que nos reiteramos en el interés y la importancia que tiene el estudio realizado por dichos autores1.
Aprovechando los datos publicados que nos aporta el estudio de Carmen Mateo-Pascual et al.1, nosotros quisiéramos corroborar parte de dichos resultados y aportar distintos aspectos que hemos analizado en el estudio realizado, por nuestro grupo, en el Hospital de Igualada, considerando una muestra de pacientes con fractura de fémur de fémur proximal, siendo precisamente a los que más se asocia el déficit de vitamina D5.
En nuestro estudio hemos incluido una cohorte formada por los pacientes atendidos por fractura de fémur proximal por fragilidad, entre junio de 2010 y mayo de 2013, en que implementamos un modelo multiprofesional (Traumatología, Anestesiología y Geriatría) de ortogeriatría, en que la gestión del proceso de hospitalización aguda recae en el equipo interdisciplinar de geriatría de la Unidad Geriátrica de Agudos (UGA), desde el ingreso por el servicio de urgencias, hasta que es dado de alta.
De un total de 306 pacientes, 60 (19,61%) varones y 246 (80,39%) mujeres, 69 pacientes (22,55%) procedían de residencia y 237 pacientes (77,45%) de domicilio. En referencia a los niveles de calcidiol que presentaron los pacientes, en relación a su edad y funcionalidad previa (índice de Barthel previo, índice de Lawton previo y FAC basal), obtuvimos los datos que se muestran en la tabla 1.
Situación funcional de los pacientes en función del nivel de calcidiol
Niveles de calcidiol | Edad | Índice de Barthel previo | Índice de Lawton previo | FAC: 0-5 | ||
---|---|---|---|---|---|---|
<10 | N.° | 193 (63,07%) | ||||
Media | 85,34 | 72,44 | 2,66 | 4,11 | ||
Desviación estándar | 6,529 | 29,996 | 3,222 | 1,417 | ||
10-20 | N.° | 80 (26,14%) | ||||
Media | 84,76 | 74,38 | 3,16 | 4,26 | ||
Desviación estándar | 5,967 | 28,996 | 3,451 | 1,385 | ||
20,01-30 | N.° | 22 (7,19%) | ||||
Media | 85,36 | 78,64 | 3,59 | 4,55 | ||
Desviación estándar | 6,411 | 25,316 | 3,621 | 0,912 | ||
>30 | N.° | 11 (3,59%) | ||||
Media | 79,73 | 79,55 | 2,64 | 4,45 | ||
Desviación estándar | 5,255 | 24,027 | 3,202 | 0,688 |
Al analizar los resultados en referencia a la suplementación previa de vitamina D, de 295 de los pacientes de los que obtuvimos respuesta, se observó que 256 pacientes (86,8%) no seguían dicha suplementación y solo 39 pacientes (13,2%) sí. De los 256 pacientes que no tomaban suplemento de vitamina D, 178 pacientes (69,53%) presentaban deficiencia grave de calcidiol, 61 pacientes (23,83%) deficiencia moderada de dicha vitamina, 13 pacientes (5,08%) deficiencia leve de calcidiol y en 4 pacientes (1,56%) los niveles eran correctos, mientras que de los 39 pacientes que sí tomaban suplementos de calcidiol, 10 pacientes (25,64%) presentaron deficiencia grave de calcidiol, 14 pacientes (35,90%) deficiencia moderada, 8 pacientes (20,51%) deficiencia leve de calcidiol y 7 pacientes (17,95%) tenían los niveles correctos.
Por tanto, nuestro estudio muestra que en pacientes con fractura de fémur proximal, el porcentaje de pacientes con déficit grave de vitamina D es mucho mayor que en la cohorte incluida en el estudio de Carmen Mateo-Pascual et al.1, dado que se trata de un grupo de pacientes que ya han presentado enfermedad en relación con hipovitaminosis D. En nuestro estudio también muestra que hay un porcentaje importante de pacientes con deficiencia de dicha vitamina, mayor que en el de Carmen Mateo-Pascual et al., pero no se relaciona con el lugar de procedencia (domicilio o residencia), seguramente debido al sesgo de que estamos hablando de pacientes con fractura por fragilidad de fémur proximal. Únicamente un pequeño porcentaje de pacientes con fractura de fémur proximal presentaba valores normales de calcidiol correspondiendo a aquellos pacientes más jóvenes y que están recibiendo suplementación con vitamina D, siendo esta relación estadísticamente significativa.
Estos datos nos orientan, de forma no concluyente, a que la toma previa de vitamina D podría disminuir el riesgo de presentar fractura de fémur proximal dado que disminuye el número de pacientes que presentan niveles de calcidiol bajos (deficiencia grave o moderada).
Estudios como el de Carmen Mateo-Pascual et al. y el nuestro mismo ponen de manifiesto de que, aún haciendo énfasis del déficit de vitamina D en la población mayor, nos queda mucho camino por recorrer y no solo en la población institucionalizada.
Al personal Sanitario de la Unidad Geriátrica de Agudos del Hospital de Igualada, así como a la dirección del centro y la administración, por su imprescindible colaboración.