El envejecimiento poblacional ha tenido un impacto significativo en la salud pública y en la atención médica, representando hoy en día un reto para el sector de la salud y en especial para los servicios de urgencias. El delirium es un síndrome clínico potencialmente prevenible, se caracteriza por una rápida disminución en la atención y estado de conciencia. La aparición del delirium a menudo se inicia con una cascada de eventos que culminan en la pérdida de la independencia, un mayor riesgo de la morbimortalidad y el aumento de los costes de la atención a la salud1. A pesar de las consecuencias negativas del delirium, el médico de urgencias no lo diagnostica hasta en un 57 a 83% debido a la falta de un examen adecuado y de su evaluación en forma rutinaria2. La prevalencia de delirium varía dependiendo de las características de los pacientes, el lugar de la atención y la sensibilidad del método de detección. En el servicio de urgencias, la prevalencia de delirium en pacientes mayores de 65 años oscila entre el 8 y el 30%3–6. El desarrollo de delirium implica la interrelación entre un paciente vulnerable (presencia de factores predisponentes) y la exposición a factores precipitantes7 como edad avanzada, hospitalizaciones, demencia, inmovilización, desnutrición, polifarmacia e infecciones.
Durante los meses de mayo a agosto del 2013, se incluyeron pacientes mayores de 65 años vistos en el área de monitorización en urgencias de un Hospital General Regional, Tijuana, México. Se utilizó el Confussion Assessment Methods (CAM)8, instrumento validado que evalúa la presencia, la severidad y la fluctuación de nuevas características de delirium, y el índice de Barthel9 para evaluar el nivel de independencia del paciente con respecto a la realización de actividades básicas de la vida diaria.
Se estudiaron 200 pacientes. La edad promedio (±DE) fue de 76,1±9,2 años y 96 (48%) presentaron delirium. El tipo de delirium fue en el 12, 42 y 44% hiperactivo, hipoactivo y mixto, respectivamente.
Los pacientes con delirium tuvieron significativamente mayor edad (78,2±8,5 vs. 74,1±9,3, p=0,002), menor índice de masa corporal (25,3±2,8 vs. 26,8±4,5, p=0,007), mayor frecuencia de hospitalización previas (36 vs. 15%, p=0,001), polifarmacia (82 vs. 70%, p=0,04%), discapacidad visual y/o auditiva (36 vs. 21%, p=0,01), mayor número de leucocitos totales (12,412±10,027 vs. 9,847±3,519 mm3, p=0,01) menor nivel de hemoglobina (11,4±1,3 vs. 11,8±1,6mg/dl, p=0,008), mayor nivel de creatinina sérica (1,6±1,9 vs. 1,0±0,7mg/dl, p=0,008) y menor frecuencia de independencia en la realización de actividades diarias (49 vs. 86%, p=0,000l). Las variables retenidas en el análisis de regresión logística fueron la edad, el mayor número de leucocitos totales y la mayor dependencia en la realización de actividades diarias.
Nuestro estudio mostró una prevalencia mayor de delirium en urgencias a la observada previamente4–6, quizás debido a que el 30% de los pacientes fueron mayores de 80 años, el 85% tenían antecedentes de enfermedades crónicas, el 76% antecedentes de polifarmacia, y probablemente a la búsqueda intencionada de delirium, factores que tienen influencia sobre su prevalencia7.
En nuestro estudio la sospecha inicial de delirium por el médico de urgencias fue del 9,5%. El diagnóstico de delirium se pierde con mayor frecuencia en pacientes con sintomatología hipoactiva, mayores de 80 años o si presentan discapacidad visual o demencia. Pacientes con delirium que fueron dados de alta sin el diagnóstico de delirium en urgencias fueron más propensos a morir a los 6 meses en comparación con los pacientes en los que el delirium fue reconocido (31 vs. 12%)10. Pacientes en urgencias en los que el delirium no es detectado pueden recibir diagnósticos inadecuados; pueden permanecer sin diagnóstico de una enfermedad subyacente que amenaza la vida y pacientes con delirium que son dados de alta de los servicios de urgencias son menos propensos a entender sus instrucciones de descarga lo que puede llevar al incumplimiento y la reincidencia.
El servicio de urgencias juega un papel vital en el cuidado de la salud de la población que envejece y sirve como puerta de entrada para la mayoría de los ingresos hospitalarios. En un futuro se espera que la población de ancianos crezca en forma exponencial y, por lo tanto, se intensificará la presencia de delirium en los servicios de urgencias. La Sociedad Académica de Medicina de Emergencia Geriatría ha recomendado que la detección de delirium en urgencias sea uno de los indicadores de calidad de la atención geriátrica de urgencia.
Conflicto de interesesNo existe conflicto de intereses por parte de ninguno de los autores.