La insuficiencia cardíaca (IC) es una patología más prevalente en ancianos que en otros grupos de edad; sin embargo, en las guías de práctica clínica éstos continúan siendo un “grupo especial” con consideraciones diagnósticas y terapéuticas diferentes1.
El perfil del anciano que ingresa en las unidades de agudos de geriatría presenta una mayor carga de enfermedad, complejidad clínica y edad más avanzada que los que ingresan en otras unidades o servicios. Esto conlleva un manejo más orientado hacia la función y la calidad de vida, por lo que para la monitorización de su evolución las variables clásicas de resultado no parecen tan explicativas como en otras poblaciones.
En este contexto, en el estudio de Delgado et al2 planteamos variables funcionales en la monitorización de la evolución del paciente tras un ingreso por IC realizando un manejo asistencial rutinario, tratando de establecer una relación con factores reconocidos de mal pronóstico de IC.
El N-terminal del péptido natriurético tipo B (NT-proBNP), al igual que otros biomarcadores no específicos de IC, plantea una realidad muy esperanzadora como marcador pronóstico, incluso preclínico, de efectos adversos cardiovasculares y mortalidad en diferentes grupos etarios (incluso mayores de 90 años), niveles asistenciales y estadios de evolución de enfermedades3–6. Esto permitirá probablemente utilizarlo con esa indicación en el manejo asistencial rutinario. Incluso Casado et al7 encuentran relación con medidas de capacidad funcional utilizadas en IC (New York Heart Association [NYHA] y puntuación Framingham), pero son resultados con muchas limitaciones por tiempo de medida y tamaño muestral como para establecer una recomendación general. Sería muy interesante una continuidad de la investigación en esa línea, que podría complementarse con la utilización de medidas funcionales como variable de resultado.
Actualmente no hay evidencias suficientes que avalen la determinación aislada de esta neurohormona como guía para el tratamiento de la IC en mayores de 60 años. La determinación del NT-proBNP en los mayores es útil para diagnosticar IC, particularmente en los casos dudosos, pero no se recomienda para el estudio inicial de disnea8 y existen determinados rangos en los que la aplicación clínica no está clara9. Debemos conocer los valores de corte específicos en los mayores y en cada población y tener en cuenta los diferentes factores que pueden modificar sus niveles. De este modo, considerando lo publicado hasta ahora, no parece que debiera ponderarse del mismo modo el NT-proBNP que los factores reconocidos de mal pronóstico de IC considerados en el estudio de Delgado et al2, teniendo en cuenta, además, el diseño del estudio y que el NT-proBNP no es una determinación analítica que se realice de rutina.