Leímos con mucho interés el artículo titulado «Sarcopenia en ancianos con antecedentes de EPOC/asma: resultados del estudio SABE-Bogotá» que se realizó en 2.000 personas de 60 años o más, cuyo objetivo fue describir la asociación entre la EPOC/asma y la sarcopenia1.
Consideramos que el estudio es importante en términos de la salud de las personas adultas y el conocimiento que aporta sobre la sarcopenia. Sin embargo, consideramos que el estudio ha cometido un sesgo de mala clasificación2 con la variable fuerza muscular al no considerar el índice de masa corporal (IMC) para agrupar correctamente a las personas con fuerza disminuida. Como se sabe, la sarcopenia es un síndrome que según el Consenso Europeo se caracteriza por la pérdida de la masa muscular más al menos uno de los siguientes factores: fuerza muscular disminuida y/o rendimiento físico disminuido3. En el Consenso Europeo de sarcopenia los puntos de corte sobre la fuerza muscular se basan en un estudio realizado por Linda Fried et al.4, quienes mostraron el uso del IMC dividido en cuartiles para cada sexo y de esta manera escoger a la población con una fuerza muscular disminuida. Dos estudios realizados en población joven (niños y adolescentes) en donde dividieron a la población de acuerdo a su IMC, vieron que existía una mayor fuerza muscular cuando el IMC era más alto5,6. Además, otro estudio de cohorte realizado por Rebeca Hardy et al. en la población geriátrica también encontró una asociación significativa entre el IMC y la fuerza muscular en los adultos mayores de sexo masculino7.
En conclusión, una recomendación para futuros estudios es incorporar estos puntos de corte que permita clasificar mejor al paciente con sarcopenia y con esto tener resultados más precisos. Deseamos aconsejar la división de la fuerza muscular, estratificado en sexo y ajustado por el IMC y no solo por sexo y talla como se hace en el artículo original.