En respuesta al reciente artículo del Dr. Ribera Casado1 y tras felicitarle por el enfoque y aplicabilidad práctica de algunos de sus planteamientos para el médico de familia, desearía realizar una serie de comentarios sobre esta temática que tanto nos apasiona a muchos médicos de familia/atención primaria.
Muy asociado al concepto de dignidad que de forma tan estructurada ha descrito, es digno recordar en este contexto el enfoque más clásico del anciano frágil2 que tanto se nos ha inculcado a lo largo de la formación como médico interno residente en medicina familiar y comunitaria y que desde hace pocas fechas, nos encargamos de inculcar a nuestros alumnos en el Grado de Medicina.
Me ha impactado gratamente el concepto de indignidad social que en el artículo se alude. En mi amado medio de la atención primaria es algo que por desgracia, podemos constatar en nuestro día a día en 3 formas de presentación.
Una es por el deterioro de la atención primaria con el paso del tiempo por la carestía de medios y recursos. El incremento de cargas asistenciales dado el incremento poblacional, su media de edad y carga de cronicidad, lejos de conllevar un aumento de personal, se ha agravado con la ausencia de sustituciones y una tasa de reposición de personal que no llega ni a cubrir ni la mitad de los huecos. Esta constatable precariedad no hace más que impedir o dificultar la importancia de una detección precoz en la fragilidad de la población mayor, incluso desde el punto de vista médico-legal3. No poder facilitar una asistencia de calidad redunda en perjuicio para nuestros mayores de forma especial.
En segundo lugar por las circunstancias socioeconómicas actuales tan adversas para buena parte de nuestra población, en especial de nuestros mayores. El síndrome de la abuela/o esclava/o4 es algo que constata con mayor frecuencia en nuestras consultas. Nuestros ancianos de edades superiores a los 70 años se pude decir que les «tocó en suerte» tener que soportar una penuria económica en su juventud, la posguerra y ahora que podrían disfrutar de su ansiada jubilación, ven cómo deben de seguir apoyando a su familia por el yugo que la crisis supone para sus hijos y nietos. El paro supone una lacra para ellos por tener que garantizar la supervivencia de sus hijos y nietos, y en muchos de los casos, llegan a acogerlos incluso en sus casas por temas de desahucios o rupturas familiares traumáticas en grados muy variados.
A todo ello, debemos añadir otros problemas como son los derivados de los costes de los tratamientos actuales. Muchos ven como fármacos de uso habitual han dejado de financiarse por la sanidad nacional y/o autonómica (como la andaluza por ejemplo), pues aprovecharon la coyuntura para también desfinanciar muchos de los productos que bajo sus recursos se encargaban de financiar hasta fechas recientes.
Al leer este artículo, me acordé del que tan gráficamente supo describir el Dr. Casado en el 2011 tras su reciente jubilación y la dignidad profesional y personal que nos supo transmitir en el hecho de conseguir su derecho a tener su talonario de recetas5. Dignidad y pundonor no creo le falte…