Bajo el lema «Envejecimiento y cronicidad: una oportunidad para la prevención y la innovación», durante los días 7 y 9 de junio de 2017 se celebró el 59° Congreso de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Una de las mesas plenarias abordaba los diferentes modelos de atención a la cronicidad, y en ella participaron representantes de 3 comunidades relacionados con la geriatría que tenían algún tipo de responsabilidad en la administración. Durante la fase de preparación de dicha mesa se realizó une encuesta promocionada desde las redes sociales, mediante la plataforma digital SurveyMonkey, destinada a recabar la opinión de los profesionales relacionados con la geriatría y gerontología sobre las estrategias de atención a la cronicidad. En la figura 1 podemos ver los resultados, que muestran que gran parte de los encuestados tenían serias dudas sobre su utilidad. A nuestro entender, la explicación a dichas respuestas se debe abordar desde una perspectiva constructiva de la situación actual de la estrategia para el abordaje de la Cronicidad en el Sistema Nacional de Salud, que en algunos de sus puntos clave abordamos en esta carta.
El primer aspecto a destacar, y que a buen seguro influyó en las respuestas, es la injustificable ausencia de representación de la especialidad de geriatría en algunas comunidades autónomas, destacando País Vasco y Andalucía, por el impulso que ambas han dado a la cronicidad y la escasa consideración que se ha tenido hacia la geriatría pese al evidente envejecimiento poblacional, también evidentemente en estas comunidades. Ser las únicas comunidades que no permiten la especialidad de geriatría en su sistema público es una negación de realidad demográfica, no avalada por ninguna publicación científica ni por la realidad clínica. Y todo ello a pesar de que fue la especialidad que en primer lugar abordó la cronicidad. Ya en 1946 Marjory Warren manifestaba su sorpresa ante la escasa respuesta de los sistemas de salud frente a los enfermos crónicos y ancianos tras el éxito de la medicina en prolongar la vida1.
Otro aspecto importante es que actualmente la evaluación de los diferentes modelos de atención a los pacientes crónicos no es clara ni concluyente, destacando en las diferentes revisiones de los mismos la importancia del factor liderazgo y humano, los cuales se equiparan al papel de los propios sistemas de salud a la hora de implementar las diferentes estrategias2,3. Un hecho decisivo es que cuando se han intentado extrapolar metodologías de pacientes crónicos a pacientes geriátricos, estas no han demostrado los mismos resultados, e incluso en ocasiones, la evidencia ha desaconsejado dicha implementación4. En España ha ocurrido algo similar, pues resultados o estrategias que podrían ser satisfactorios a pacientes crónicos no han mostrado la misma relevancia en pacientes geriátricos5.
Frente a las dudas que generan las diferencias en estrategias orientadas a pacientes crónicos, la evidencia de la metodología geriátrica en el abordaje de los pacientes ancianos ha quedado demostrada en numerosas publicaciones en revistas de alto prestigio6. Sin embargo, cuando se realizó un consenso nacional para abordar la cronicidad se elaboró un documento firmado por 16 sociedades científicas, entre las que no se encontraba ninguna de geriatría, algo que no deja de ser totalmente paradójico7.
Una vez llegados a este punto y debido a la innegable realidad que nos va a acompañar en los próximos decenios (mayor envejecimiento poblacional, comorbilidad en edades avanzadas y necesidades complejas de atención de estas personas), hacen necesaria una reflexión sobre qué tipo de sistema sanitario necesitamos, cómo adaptamos los servicios y estructuras a las necesidades de este tipo de personas en todos los ámbitos (sanitarios y sociales) y como la geriatría se posiciona respecto a este reto intentado trabajar con todos los agentes que participan en el abordaje de la cronicidad8, pero liderando y aportando una visión geriátrica que tan útil se ha mostrado a la hora de elaborar documentos y estrategias relacionadas con la población anciana9, o de transmitir conceptos geriátricos específicos a diferentes ámbitos como la atención primaria10. Seguro que con todo ello las respuestas a la encuesta a los profesionales relacionados con la geriatría y gerontología serían muy diferentes.