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Inicio Revista Española de Geriatría y Gerontología Primero el Balance. Después... ¡Hacia el centenario!
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Vol. 34. Núm. 1.
Páginas 1-4 (enero 1998)
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Primero el Balance. Después... ¡Hacia el centenario!
First a summing up. Then... onward to our one hundredth anniversary!
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J M. Ribera Casado
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EDITORIAL


Rev Esp Geriatr Gerontol 1999;34(1):1-4

Primero el Balance. Después... ¡Hacia el centenario!

Ribera Casado, J. M.

Presidente de la SEGG.


Con el inicio del año 1999 nuestra Sociedad, la SEGG, cierra un ciclo vital muy importante y, como ocurre siempre en todos los órdenes de la vida, sin ningún tipo de solución de continuidad inaugura otro nuevo ­una nueva etapa­, que, si, por una parte, será lógica continuidad con la anterior, por otra puede ser contemplada como una aventura novedosa, plena de objetivos y con ambiciones propias. El momento en el que se está produciendo este salto puede ser muy adecuado para la reflexión, tanto acerca de lo que se nos ha ido como sobre lo que nos promete ­y nos compromete­ el futuro.

Si miramos hacia atrás nuestro pasado más inmediato nos habla de un año donde hemos celebrado las «Bodas de Oro» de la Sociedad. Un año que era culminación de los cuarenta y nueve que le habían precedido y que, por lo mismo, no hubiera podido entenderse sin aquéllos. Un año cuyas claves habíamos preparado con extraordinaria meticulosidad y para el que nos habíamos propuesto unos objetivos muy amplios que, vistos desde ahora, cabe afirmar sin demasiada presunción que hemos ido cumpliendo casi en su totalidad.

Así, hemos visto cómo se multiplicaban las actividades que podemos calificar como de índole formativa dentro de la SEGG, dirigidas tanto a nuestros propios miembros asociados como a otros colectivos interesados en el anciano. El número de publicaciones, simposios, cursos y actividades divulgativas de todo tipo ha crecido extraordinariamente. Si como muestra vale un botón cabría recordar sin ningún ánimo de exhaustividad que han aparecido libros editados por nuestras secciones y grupos de trabajo tanto en el área clínica como en la biológica y en el campo de las ciencias sociales. Hemos proseguido, incrementándolos, los proyectos formativos que veníamos desarrollado en colaboración con la industria farmacéutica. Hemos integrado por primera vez entre la audiencia oficial de nuestro congreso nacional a colectivos como el de médicos de atención primaria y a grupos de personas mayores, y hasta hemos desarrollado diez cursos de verano en otras tantas universidades españolas.

Todo ello sin contar con que nuestro aniversario lleva aún una amplia secuela inconclusa de actividades de este mismo tipo que se irán culminando a lo largo del año actual. Así, por ejemplo, en el apartado de publicaciones pensemos en un nuevo «Libro Blanco» ya muy avanzado en su elaboración; el que servirá como homenaje a una de nuestras viejas glorias, el Prof. Piédrola, libro a punto de ver la luz en estos momentos; o aquel en el que pretendemos resumir los cincuenta primeros años de historia de la SEGG.

Por otro lado, este último año nos ha servido para acentuar y consolidar una línea de seriedad, rigor y solvencia, iniciada ya mucho tiempo atrás, que nos permite presentarnos ante nuestros afiliados y ante la sociedad en general con un nivel de credibilidad progresivamente más elevado. Algunos de los datos que avalan esta afirmación pueden ser los que comento a continuación. En primer término y empezando por lo más material cabría señalar la «consolidación de nuestra infraestructura». Estar en condiciones de trabajar con unos medios materiales suficientes y adaptados a los avances tecnológicos y con un equipo humano de secretaría y contabilidad igualmente suficiente representa un punto de apoyo básico para poder diseñar actividades y llevarlas a efecto. En este sentido uno de los pasos importantes del 98 ha sido el poder contar con una casa propia, céntrica y bien dotada, y el haber aumentado el número de personas que trabajan en ella. A esto hay que añadir la inminente creación de la «Fundación Envejecimiento y Salud», que servirá como estructura complementaria y como eficaz caja de resonancia para aumentar nuestras actividades y poder llegar a sitios y a colectivos donde a la SEGG le puede resultar difícil hacerlo por sí misma.

Nuestro congreso «Cincuenta Aniversario», tal vez la actividad aislada más importante y emblemática, y a la que mayores energías hemos dedicado en el año que acaba, ha supuesto también un hito en esta misma línea. En otros lugares quedan recogidas sus cifras más llamativas en cuanto a participación, comunicaciones, presencia de stands, novedades incorporadas, actividades paralelas, etc. Quizá, los ecos más significativos en cuanto a lo que el congreso ha supuesto en esta línea de seriedad y responsabilidad sean los que nos están llegando desde fuera. Por ejemplo, desde nuestros invitados extranjeros, en cuya unánime, espontánea y repetida opinión este evento ha sido un modelo y, tal vez, uno de los encuentros gerontogeriátricos más importantes a nivel supranacional entre los celebrados durante 1998. También desde la industria farmacéutica, siempre con un alto grado de sensibilidad a la hora de escoger escaparates donde presentar sus avances. Bien, pues la evidencia de los meses que han seguido a Madrid-98, muestra un gran aumento en la demanda de peticiones de colaboración con la SEGG, bien mediante simposios satélites u otras formas de presencia en nuestro próximo Congreso, bien como propuestas de estudio mixtos de diversa índole diseñados desde nuestra Sociedad.

Nuestro capítulo de premios, becas y proyectos de investigación ha experimentado un salto cualitativo y cuantitativo, que se traduce no sólo en unas convocatorias más amplias y generosas, sino también en una expansión a la hora de analizar patrocinadores y de temas, y en una estructuración mucho más institucionalizada en cuanto a las propias convocatorias.

Estamos intentando abrirnos a la sociedad en general. Expresión de ello, aparte de la ya referida presencia de jubilados en nuestro congreso y de algunas de las actividades previstas para la Fundación, han sido los diferentes concursos de redacción y de dibujo sobre la figura del «abuelo» realizados entre la población escolar, con el patrocinio directo de la SEGG, o con el de algunas sociedades autónomas como la Murciana o alguna empresa farmacéutica. Era una experiencia nueva que también nos ha deparado una buena respuesta y nos ha dejado numerosas puertas abiertas para extenderla en mayor medida en los años futuros.

Dentro de la comunidad científica también pienso que la SEGG va adquiriendo más y más credibilidad. Expresión de ello puede ser las crecientes peticiones de colaboración en distintos proyectos con otras sociedades hermanas, especialmente con aquellas que trabajan en atención primaria, o la solicitud para que miembros destacados de la SEGG intervengan en sus congresos y actividades de todo tipo.

Esta afirmación puede hacerse extensiva al plano internacional, donde no solamente contamos en Madrid con la sede de la Secretaría de la región europea de la IAG, siendo uno de nuestros miembros, el Dr. Guillén Llera, el secretario de la misma, sino que también la presencia de comunicaciones y ponentes españoles en reuniones internacionales de primer nivel en Europa y América viene siguiendo una línea progresivamente ascendente y nunca interrumpida desde hace ya años.

Incluso con todas las limitaciones y frustraciones que para muchos de nosotros representa la escasa operatividad con la que nuestros planteamientos van siendo respondidos desde las diferentes administraciones, especialmente desde las sanitarias, creo que también en este campo se nos respeta cada vez más y se está progresivamente más atento a todo lo que se dice desde la SEGG. En cualquier caso éste es un campo en el que, como comentaré enseguida, queda aún una ardua tarea por desarrollar.

Así las cosas iniciamos ahora la segunda mitad de lo que será nuestro camino hasta el centenario. Y mirando hacia adelante ¿qué? Bueno, pienso cabo apuntar muchos aspectos pero por el momento sólo me detendré en algunos de tipo general. Lo primero es no sentirnos triunfalistas. No todo han sido avances ni éxitos y debemos ser conscientes de que nos queda muchísimo tramo por andar.

Tenemos bastantes cuentas pendientes. Una de ellas la acabo de señalar: conseguir que los mensajes que trasmitimos a los responsables de las políticas dirigidas al anciano desde el campo social y/o desde el de la salud, no sólo alcancen su destino, sino que se traduzcan en medidas operativas. Para ello deberemos ser más insistentes, pero junto a ello muy posibilistas en nuestros planteamientos y totalmente dialogantes en cuanto a forma y fondo. Deberemos también, una vez convencidos de la importancia del mensaje que deseemos transmitir, recurrir a todos los medios a nuestro alcance para su logro, lo que incluye una utilización más intensa de los medios de comunicación y buscar la participación y el compromiso de los colectivos de personas mayores.

Nuestros retos para esta nueva etapa son muchos más. Uno fundamental es el de elevar nuestro nivel científico individual y colectivamente. Sólo a partir de un respeto a la profundidad y rigor de nuestros conocimientos lograremos acrecentar la credibilidad que ya tenemos. Para ello la SEGG debe dar todas las facilidades posibles. Becas, premios, cursos, apoyo a proyectos de investigación, invitación a personalidades del máximo prestigio, estímulos de todo tipo, publicaciones rigurosas con la firma de la Sociedad, etc., son algunas de las cuestiones que deben constituir una prioridad dentro de nuestros programas.

En ese contexto nuestra revista, que ha mejorado mucho, debe seguir elevando su nivel. Uno de los desafíos importantes para el nuevo equipo que, bajo la dirección del Dr. González Montalvo, se hace cargo de ella a partir de este mes va a ser el lograr su inclusión definitiva en los índices internacionales con un grado más alto de reconocimiento. Resulta mandatorio que aparezcamos entre las revistas con un «índice de impacto».

De puertas adentro deberemos buscar una participación más amplia en las tareas comunes. Es cierto que en estos años ha aumentado el número de personas involucradas de forma directa en las actividades de la SEGG. Sobre todo desde que las secciones y grupos de trabajo empezaron a asumir actividades propias. Pero todavía queda mucho por andar en este campo, así como en el de la descentralización de actividades. En una época en la que los sistemas informáticos y de comunicación están abriendo a diario nuevos caminos esto no debe ser un problema.

Otro reto, tal vez más formal, pero no menos importante, es el de aprender a utilizar mejor las posibilidades que ofrecen los medios de comunicación. Vendemos mal. Hacemos muchas cosas que no llegan cómo ni a quién debieran llegar, con lo que pierden buena parte de su efectividad.

Nuestra Sociedad debe crecer en el respeto mutuo. Quienes la constituimos procedemos de áreas profesionales muy diversas y trabajamos en ámbitos que muchas veces tienen pocas cosas en común. Lo que nos une es nuestro interés por «el mayor». Si presumimos de multidisciplinaridad debemos asumirla. Nadie es más que nadie y todos somos necesarios. Sólo en el respeto al de al lado y al trabajo que realiza podremos fundamentar nuestros logros.

Decía al comienzo de este editorial que estábamos en un momento de transición, superadas ya las «bodas de oro» y pensando programas con el horizonte del «centenario» como referencia. Esta transición afecta también a personas muy cualificadas dentro de nuestra estructura orgánica. Con el final de 1998 ha cambiado la Junta de Gobierno y sería absolutamente injusto no destacar el enorme esfuerzo de todas las personas que por una u otra razón han cedido puesto y responsabilidad en nuestra Sociedad a otros compañeros. Máxime cuando algunas de ellas llevan un tiempo que se mide por décadas dedicando esfuerzos y energías a lo que la gerontología y la geriatría son y representan.

Entre las bajas acaecidas en nuestra Junta de Gobierno citaré en primer lugar la del Dr. Juan Manuel Martínez Gómez, secretario de la SEGG a partir de 1975 y vicepresidente desde hace tres años. También a quien ha sido nuestro tesorero durante los últimos seis años, el Dr. Rafael Sempere. Y a los vocales de las secciones de ciencias sociales y del comportamiento, Dª Pilar Rodríguez, y de la biológica, el Prof. José Viña. Todos ellos han demostrado a lo largo de muchos años una capacidad de entrega ejemplar y una eficacia y dedicación a la que cabe atribuir buena parte de los logros comentados más arriba. Otros compañeros, como los Dres. Antoni Cervera y Alfonso Cruz, han cambiado de responsabilidad dentro de la nueva Junta. Aunque el cargo de Director de la Revista no conlleve ser miembro de la Junta de Gobierno de la SEGG en sentido estricto, sería igualmente injusto no recordar aquí al Dr. Fernando Jiménez Herrero, quien ha venido desempeñando ese puesto desde 1975, con un entusiasmo y dedicación ejemplar, con la única interrupción de los cuatro años en los que estuvo como presidente de la Sociedad.

En todo caso, los años que yo llevo trabajando en la SEGG me han permitido aprender dos cosas. Una, que en nuestra Sociedad las personas que van entrando a los distintos relevos se integran siempre con rapidez, pero, sobre todo, con una vocación y espíritu de trabajo tan altos que la continuidad está garantizada. Iba a decir que eso esperamos de los que ahora llegan, pero, más que esperarlo, lo propio es afirmar que así estamos convencidos de que va a ocurrir en esta ocasión con los nuevos compañeros que se incorporan para cubrir los huecos mencionados.

La segunda cosa que he aprendido es que, al nivel de Junta Gobierno al que me estoy refiriendo, en la SEGG no se va nadie. Tan sólo se cambia de dedicación. Se sustituye un trabajo por otro. Ese es nuestro gran privilegio. Esa es nuestra fortuna, y nuestra principal riqueza. Así ocurrirá también ahora. Por eso, compañeros, sabed que seguimos contando con todos y cada uno de vosotros en nuestro largo camino que nos queda hasta el centenario.

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