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Inicio Revista Española de Geriatría y Gerontología Tratamiento farmacológico de la enfermedad de Alzheimer: logros y perspectivas
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Vol. 33. Núm. 1.
Páginas 27-41 (enero 1998)
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Tratamiento farmacológico de la enfermedad de Alzheimer: logros y perspectivas
Pharmacological treatment of Alzheimer's disease: Achievements and perspectives
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Rev Esp Geriatr Gerontol 1998;33(1):27-41

Tratamiento farmacológico de la enfermedad de Alzheimer: logros y perspectivas*

Olazarán Rodríguez, Javier* y Bermejo Pareja, Félix**

* Consulta de Neurología. C. P. E. Hermanos Sangro. ** Servicio de Neurología. Hospital 12 de Octubre.

* Parcialmente presentado en la XVII Reunión de Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Zaragoza, 1995.

Correspondencia: J. Olazarán. C.P.E. Hermanos Sangro. Avda. de Peña Prieta, 4. 28038 Madrid.

Recibido el 1-4-97; aceptado el 29-10-97.


RESUMEN

Se expone una visión panorámica de los tratamientos farmacológicos más investigados en la enfermedad de Alzheimer (EA). En lo referente al deterioro cognitivo, se presentan los ensayos de mayor relevancia llevados a cabo en pacientes con EA definida. Aunque sólo la tacrina y el donepezilo han mostrado eficacia clínicamente significativa, cabe esperar que pronto se disponga de fármacos de eficacia similar. En la segunda parte se ofrecen algunas líneas de actuación para el tratamiento farmacológico de los trastornos conductuales asociados, basadas en los ensayos abiertos disponibles y en la experiencia de los autores.

Palabras clave

Demencia. Enfermedad de Alzheimer. Tratamiento farmacológico.


Pharmacological treatment of Alzheimer''s disease: Achievements and perspectives

SUMMARY

The pharmacological treatments most investigated in Alzheimer''s disease (AD) are reviewed. The most relevant trials of cognitive deterioration in patients with defined AD are presented. Although only tacrine and donepezil have shown clinically significant effectiveness, it is expected that drugs of similar effectiveness soon will become available. Guidelines are given for the pharmacological treatment of associated behavior disorders based on available open trials and the authors'' experience.

Key words

Dementia. Alzheimer''s disease. Pharmacological treatment.

Rev Esp Geriatr Gerontol 1998;33:27-41


INTRODUCCIÓN

Elaborar una revisión de la terapia farmacológica en la enfermedad de Alzheimer (EA) es una labor ardua y condenada de antemano a un relativo fracaso. El progresivo aumento en la prevalencia de esta enfermedad, propiciado por el envejecimiento de la población, ha movilizado ingentes recursos de investigación y terapia (más de 100 fármacos están siendo ensayados actualmente), por lo que cualquier intento de síntesis nunca es completo y siempre resulta envejecido cuando aparece en letra impresa. Es posible que en tan sólo un par de años (la revisión se termina en enero de 1997) gran parte de lo expuesto haya quedado anticuado.

Primeros intentos de terapia farmacológica

Los primeros fármacos contra el deterioro cognitivo fueron ensayados en demencias no bien delimitadas nosológicamente, pues los criterios definitorios de EA, admitidos internacionalmente, son recientes (1). Sucesivas hipótesis fisiopatogénicas dieron lugar al empleo de ácido ribonucleico (ARN), oxígeno hiperbárico, anticoagulantes, vasodilatadores cerebrales, psicoestimulantes, factores nutricionales y procaína GH3 (ver revisiones en 2-4). Los nuevos conocimientos acerca de la fisiopatogenia de la EA, junto con el escaso o nulo beneficio obtenido en los ensayos, han eliminado a estos grupos, al menos por el momento, de la lista de fármacos potencialmente útiles. Con todo, el uso de los vasodilatadores podría estar justificado en la demencia vascular (5) y el empleo de ARN es todavía una vía abierta en la investigación básica (6). Por último, a algunos fármacos antiguos les fue concedida una segunda oportunidad al ser reclasificados como estimuladores del metabolismo neuronal (derivados ergóticos).

Cuestiones metodológicas: los ensayos clínicos

La diversidad metodológica de los ensayos realizados en la EA, la escasa efectividad terapéutica de los fármacos y otras circunstancias dificultan la obtención de conclusiones (7-9). Afortunadamente, el esfuerzo por unificar criterios diagnósticos (1, 10) y por establecer protocolos de investigación (11-14) comienza a dar sus frutos. Hoy día existe un consenso según el cual, para poder establecer el grado de utilidad de un fármaco en la EA, se requiere la realización de ensayos en los que, además de evaluar las funciones cognitivas típicamente afectadas, se lleve a cabo una valoración clínica global dentro de un diseño doble-ciego, controlado con placebo, preferiblemente paralelo. Con esta sistemática de evaluación sólo la tetrahidroaminoacridina (tacrina) y el donepezilo, de los fármacos actualmente en el mercado, han mostrado eficacia consistente en varios ensayos. Es muy probable que pronto nuevos fármacos como el metrifonato, la propentofilina y otros (15, 16) muestren eficacia clínicamente relevante.

En la presente revisión se ha optado por una presentación de orientación fisiopatogénica que respete la tradicional aunque cuestionada división entre síntomas «primarios» (cognitivos) y «secundarios» (conductuales) en la EA. El primer bloque se limitará, por razones de espacio, a la revisión de los fármacos ensayados en pacientes con EA, preferiblemente en estudios doble-ciego. En la segunda parte, a falta de una sólida base teórico-experimental, se ofrecen pautas de manejo clínico basadas en ensayos abiertos y en la experiencia de los autores.

TRATAMIENTO DEL DETERIORO COGNITIVO

Terapia paliativa

Se incluyen bajo este epígrafe fármacos cuyo mecanismo de acción se sitúa lejos de las hipótesis fisiopatogénicas más admitidas en la EA (tabla I). De este grupo, sólo el nimodipino y la fosfatidilserina han alcanzado la fase III (de ensayos multicéntricos), si bien con escasos resultados en el primer caso y sólo con ensayos publicados a pequeña escala en el segundo.

Tabla I. Terapia farmacológica paliativa ensayada en la EA

Fármacos activadores del metabolismo neuronal
­ Derivados ergóticos: hydergina.
­ Noótropos: piracetam, oxiracetam, pramiracetam, aniracetam, CI 933, BMI 21,502.
­ Extracto de Ginkgo biloba.
Fármacos bloqueantes de los canales del calcio
­ Nimodipino.
Fármacos regeneradores de la membrana neuronal
­ Fosfatidilserina.
­ CDP-colina.
­ Gangliósidos: GM1.
­ Factor de crecimiento nervioso.

EA: Enfermedad de Alzheimer. CDP-colina: Citidina-5-difosfo-colina.

Derivados ergóticos, noótropos y extracto de Ginkgo biloba

Estos fármacos tienen en común su capacidad de incrementar el consumo cerebral de glucosa, por lo que también se los conoce como activadores del metabolismo cerebral. Su mecanismo de acción aún no es del todo conocido (17).

Se postula que los derivados ergóticos actúan a través de sistemas enzimáticos, lo que produciría un aumento secundario del flujo sanguíneo cerebral (3) y una regulación de la neurotransmisión monoaminérgica y colinérgica (18). La hydergina (dihidroergotoxina mesilato) se ha utilizado desde los años sesenta en el tratamiento de pacientes ancianos con diagnósticos heterogéneos y poco definidos. Mostró en un principio cierta eficacia en los síntomas cognitivos, conductuales y somáticos de la escala SCAG (19, 20). Sin embargo, en un metaanálisis donde se incluyeron sólo los ensayos doble ciego controlados con placebo no se encontró efecto en la escala SCAG y sí, aunque modesto, en los tests de memoria (21). El único ensayo en la EA, de corta duración terapéutica, ha dado resultados negativos (22).

Los fármacos noótropos son derivados pirrolidónicos del ácido gamma-aminobutírico (GABA), llamados así por tener selectividad de acción sobre estructuras telencefálicas (17). Entre sus múltiples efectos demostrados en animales está el de incrementar los niveles de acetilcolina (ACh) extracelular en el hipocampo (23). El primero que se sintetizó fue el piracetam, al que siguieron los más potentes oxiracetam, pramiracetam, aniracetam, CI 933 y BMY 21,502. Se ha sugerido que el piracetam, en combinación con precursores de la ACh (p.e., lecitina), podría tener efectos beneficiosos, particularmente en aquellos pacientes que aún tienen neuronas colinérgicas funcionantes (24). Sólo con tratamientos de más de tres meses de duración algunos de estos fármacos han mostrado cierto efecto cognitivo y conductual (25-32) cuya utilidad clínica está por demostrar (33, 34).

Para el extracto de Ginkgo biloba se invoca una acción múltiple metabólica, vascular y de captación de radicales libres (35). Ha mostrado un modesto efecto cognitivo, clínico global y conductual en un grupo de 61 pacientes con EA de intensidad leve o mediana (36).

Bloqueantes de los canales del calcio

El bloqueo de canales del calcio retrasa los mecanismos de muerte celular (activación de proteasas, fosfolipasas, endonucleasas) (37) y atenúa en animales la pérdida de sinapsis hipocámpicas (38). Para la EA se postula que la alteración en la homeostasis del calcio es una vía final común de daño neuronal de orígenes diversos (37). Es posible que la toxicidad debida al aumento de calcio intraneuronal y la provocada por aminoácidos excitatorios se potencien mutuamente en la EA (39).

Dosis de 30 mg de nimodipino tres veces al día han producido algún resultado positivo cognitivo y conductual (40, 41) en pacientes con demencia degenerativa primaria. Sin embargo, la impresión clínica global sólo mejoró en uno de los estudios (41) y no se observó mejoría en las actividades de la vida diaria en el único estudio en que se midieron (40). Un reciente ensayo multicéntrico ha mostrado efectos cognitivos positivos en la subescala cognitiva de la escala ADAS (42) y el test «mini-mental» de Folstein (MMSE) (43) sólo para los pacientes con demencia más avanzada (MMSE 12-18) que recibieron la dosis mayor (180 mg/día). En ninguno de los grupos se detectaron cambios en la valoración clínica global (44).

Fosfatidilserina, citidina-5-difosfo-colina, gangliósidos y factor de crecimiento nervioso

Los fármacos incluidos en este apartado tienen en común su capacidad de regenerar las membranas neuronales. Su experimentación en la EA está plenamente justificada, a la vista de las alteraciones de membrana asociadas a esta enfermedad (45, 46). Salvo con la fosfatidilserina, aún no se han realizado ensayos adecuados o con suficiente número de pacientes.

La fosfatidilserina, un fosfolípido normalmente presente en las membranas neuronales, ha producido cierta mejoría en estudios que evaluaban el deterioro de memoria asociado a la edad (47), la demencia leve (48), leve o moderada (49) y grave (50).

La citidina-5-difosfo-colina (CDP-colina) es un componente de las membranas neuronales necesario para la síntesis de fosfatidilcolina (FC), el principal fosfolípido de las membranas. Su administración exógena incrementa la síntesis de ARN y la transmisión dopaminérgica y noradrenérgica en la rata (51, 52). Se postula que, en situaciones de déficit de colina, la FC aportaría la colina necesaria para la síntesis de ACh (46). La CDP-colina ha sido eficaz en un reciente ensayo en individuos con pérdida de memoria sin demencia (53), y en ensayos en pacientes con EA, no controlados con grupo placebo (54, 55).

Los gangliósidos son glicoesfingolípidos de membrana que, in vitro, promueven la proliferación axónica y dendrítica. Aunque es ineficaz por vía intramuscular, se ha comunicado una «detención» de la progresión clínica de la EA presenil en cinco pacientes tratados con GM1 intraventricular (56, 57).

El factor de crecimiento nervioso (FCN), habitualmente presente en el organismo tanto de animales como del ser humano, estimula el crecimiento de las fibras nerviosas colinérgicas y aumenta la actividad de la colinacetiltransferasa (CAT) de la rata (58). Aunque ha producido una mejoría en test de memoria verbal episódica y un incremento en el flujo cerebral (59, 60), es preciso aclarar cuestiones relativas a su mecanismo de acción y posibilidad de efectos adversos antes de tratar de solucionar el problema de su vía de administración (intraventricular) (61).

Terapia sustitutiva

El descubrimiento, en los años setenta, de que la actividad de la CAT estaba sensiblemente disminuida en los cerebros de pacientes con EA (62, 63), y la correlación de este déficit con la intensidad de la demencia y con los marcadores histológicos de la enfermedad (64) desencadenaron numerosos intentos terapéuticos de sustitución colinérgica. Muy pronto se demostró que los sistemas de monoaminas (noradrenérgico, serotoninérgico, dopaminérgico) y los relacionados con algunos aminoácidos, neuropéptidos y hormonas también estaban afectados (ver revisión en 65).

Terapia sustitutiva colinérgica

Se han empleado sustancias que aumentan la síntesis y/o liberación de ACh (agentes presinápticos), agonistas muscarínicos (agentes postsinápticos) e inhibidores de la colinesterasa (agentes sinápticos) (24). Los fármacos más estudiados se presentan en la tabla II.

Tabla II. Estrategias farmacoterápicas colinérgicas ensayadas en la EA

Precursores de AChAgonistas nicotínicos
­ Colina­ Nicotina
­ Lecitina­ ABT-418
­ Acetil-l-carnitina­ GTS-21
Inhibidores de la
Liberadores de AChacetilcolinesterasa
­ 4-aminopiridina­ Fisostigmina
­ Linopirdina­ Heptil-fisostigmina
­ Besipirdina­ Tacrina
Agonistas muscarínicos­ Venalcrina
De primera generación­ Huperzina A
­ Pilocarpina­ Galantamina
­ Betanecol­ Donepezilo
­ Arecolina­ SDZ ENA-713
­ RS-86­ Metrifonato
­ Oxotremorina
De segunda generación
­ AF 102B
­ CI 979/RU 35926
­ Xanomelina
­ SB 202026

EA: Enfermedad de Alzheimer. ACh: Acetilcolina.

Precursores de la ACh. A principios de los ochenta se realizaron numerosos estudios con colina y su forma dietética, la lecitina (fosfatidilcolina), en pacientes con EA. Algún ensayo abierto con pocos pacientes mostró un escaso efecto positivo, que no fue confirmado en estudios doble ciego controlados con placebo (ver revisión en 66). El aparente fracaso de la colina en la EA podría ser debido al mencionado déficit de CAT (66, 67) o bien a un defecto en su transporte a través de la barrera hematoencefálica (BHE) (68). En cualquier caso, los estudios más recientes utilizan lecitina únicamente como terapia de apoyo en ensayos con fármacos que supuestamente incrementan la síntesis y liberación de ACh (69-71) o disminuyen la colina disponible (72-77).

Otros potenciadores colinérgicos presinápticos. La acetil-l-carnitina es un transportador natural de grupos acetilo que incrementa la síntesis de ACh y el metabolismo oxidativo. Se absorbe por vía oral y atraviesa la BHE (78). Aunque en tres ensayos ­dos de ellos multicéntricos­ se constató un efecto beneficioso cognitivo y funcional (79-81), no han podido confirmarse estos resultados en un reciente ensayo a mayor escala (82). La 4-aminopiridina y la linopirdina actúan sobre los canales de potasio potenciando la liberación de ACh en condiciones basales (4-aminopiridina) o de liberación estimulada (linopirdina). La 4-aminopiridina mejoró la memoria en un ensayo con 14 pacientes con EA (83), si bien un estudio posterior ha sido negativo (84). La besipirdina, un análogo de la 4-aminopiridina, ha dado pobres resultados en un reciente estudio multicéntrico (85). La linopirdina se está probando en ensayos piloto.

Agonistas colinérgicos. El descubrimiento de que los receptores colinérgicos muscarínicos están conservados en la EA, junto con la atractiva hipótesis de que los agonistas postsinápticos no precisarían de la integridad de la neurona colinérgica presináptica para ejercer su acción, ha impulsado la realización de múltiples ensayos con agonistas muscarínicos. Los agonistas de primera generación presentan escasa biodisponibilidad y corta duración de acción; algunos no atraviesan la BHE y en general tienen importantes efectos secundarios (tabla III). Salvo el betanecol ­que requiere administración intraventricular y se asocia con yatrogenia grave­ y la arecolina ­que tiene cierta selectividad por los receptores M1­ el resto de agonistas no han producido mejoría cognitiva consistente. Este fracaso puede ser debido a que estos fármacos estimulan no sólo los receptores M1 postsinápticos sino también los M2 presinápticos, los cuales disminuyen la liberación de ACh. El progreso en el conocimiento de la farmacodinamia de los distintos subtipos de receptores muscarínicos, que incluye un posible papel de los M1 y M3 en la secreción de la proteína precursora del amiloide y en la formación del amiloide ß (99, 100), está promoviendo la síntesis y ensayo de nuevos agonistas selectivos M1 de más cómoda farmacocinética y sin efectos secundarios adversos (mediados por los receptores M2 y M3). Los primeros frutos son el AF 102B, que ha dado buenos resultados cognitivos en unos pocos pacientes con EA (101), el CI-979/RU 35926, el SB 202026 y la xanomelina (los tres últimos en fase de ensayo multicéntrico).

Tabla III. Agonistas muscarínicos de primera generación investigados en la EA

Agonista Administración Efecto Investigadores

PilocarpinaOral­Caine, 1980 (86)
ArecolinaIntravenosa+Christie y cols., 1981 (87)
±Tariot y cols., 1988 (88)
+Raffaele y cols., 1991 (89)
+Soncrant y cols., 1993 (90)
RS-86Oral±Wettstein y Spiegel, 1984 (91)
­Bruno y cols., 1986 (92)
­Mouradian y cols., 1988 (93)
BetanecolIntraventricular+Davous y Lamour, 1985 (94)
­Penn y cols., 1988 (95)
+Harbaugh y cols., 1989 (96)
±Read y cols., 1990 (97)
OxotremorinaOral­Davis y cols., 1987 (98)

EA: Enfermedad de Alzheimer. +: Mejoría significativa en pruebas neuropsicológicas. ±: Mejoría marginal o sólo en una minoría de pacientes. ­: Ausencia de mejoría.

Una reciente línea de investigación está tratando de obtener fármacos capaces de estimular los receptores colinérgicos nicotínicos. Estos receptores, a diferencia de los muscarínicos, están sensiblemente disminuidos en la EA. El agonista más estudiado es el ABT 418 (ya en fase III en EE.UU.). Los resultados obtenidos en animales (102), la correlación que existe entre el número de receptores nicotínicos y el deterioro cognitivo en la EA (60, 103) y la mejoría atencional observada en pacientes con EA tras la administración de nicotina (104) alientan esta línea de investigación.

Inhibidores de la acetilcolinesterasa (IACE). Los IACE son los fármacos que, hasta la fecha, mayores beneficios han mostrado en la EA; uno de ellos, la tacrina, fue el primero que se comercializó para esta enfermedad. Las razones de este éxito pueden ser de índole biológica: si se admite el deterioro neuronal colinérgico como suceso clave en la patogenia de la EA, los IACE ­a diferencia de los agonistas­ preservarían la acción fásica fisiológica de la ACh sobre todos sus receptores, enlenteciendo así la progresión de la enfermedad (105). Con todo, es preciso advertir que los IACE son prácticamente los únicos fármacos sobre los que se han llevado a cabo ensayos multicéntricos con suficiente número de pacientes y con instrumentos de evaluación adecuados.

La fisostigmina fue el primer IACE ensayado en la EA y el primer fármaco que de forma consistente mostró efectos cognitivos beneficiosos en esta enfermedad (106-111), si bien los casos de EA presenil parecían ser pacientes con una mala respuesta a este fármaco (112, 113). Los principales inconvenientes son su corta vida media (114), sus efectos secundarios cardiovasculares y gastrointestinales, y una farmacocinética variable que obliga a individualizar las dosis (115). Los IACE ensayados posteriormente (fisostigmina de liberación retardada, heptil-fisostigmina, tacrina), aportan una farmacocinética más favorable (mejor absorción por vía oral, vida media más prolongada, mayor capacidad de atravesar la BHE, menos efectos colinérgicos periféricos) aunque presentan toxicidad hepática y hematológica (116).

La tacrina, tras un ensayo piloto que mostró una espectacular mejoría en un tercio de los pacientes (73) y que originó acerbas críticas (117), y tras varios ensayos negativos con un número relativamente escaso de pacientes (ver revisión en 118), ha sido perseverantemente estudiada y ha mostrado efectos beneficiosos discretos, si bien estadísticamente significativos, en las escalas cognitivas de casi todos los ensayos efectuados con gran número de pacientes y controles (tabla IV). En algunos de estos ensayos se ha obtenido, además, una mejoría en la impresión clínica global (120, 121). En general, un efecto beneficioso con la tacrina sólo se obtiene con dosis de 120-160 mg/día. El porcentaje de pacientes que mejoran oscila en torno a un tercio de los inicialmente tratados (tabla IV). Los efectos adversos son frecuentes y obligan a un escalado de dosis lento y a una monitorización cuidadosa. En la mitad de los casos se elevan las transaminasas (GPT), aunque sólo el 25% aproximadamente superan el triple del valor basal. Esta elevación suele aparecer en las doce primeras semanas de tratamiento, es asintomática la mayoría de las veces, y revierte siempre si se disminuye la dosis o se suspende el medicamento. Éste se puede readministrar con éxito en la mayoría de los casos de intoxicación hepatocelular si la elevación de la GPT no ha superado 10 veces su valor normal (122, 123). Un porcentaje apreciable de pacientes no tolera la tacrina por efectos adversos gastrointestinales (náuseas, vómitos). Desde 1996 está autorizado su uso en España; para su administración en el sistema público de salud se requiere el diagnóstico de EA del especialista.

Tabla IV. Ensayos más relevantes realizados con tacrina en la EA*

Investigadores NDosis (mg) T

(sem)
MMSE/

ADAS-C
% mejor

Gauthier y cols., 1990c,l (75)52 (39) 50-100 8 NS 25$
Eagger y cols., 1991c,l (76)89 (65) 50-150 13 2,7 33
Davis y cols., 1992 (119)632 (195)**40, 80 6 NS 2,5 37$
Farlow y cols., 1992 (120)468 (273) 20-80 12 NS 0,7 17
Knapp y cols., 1994 (121)663 (263) 80-160 30 1,6 3,4 20-27

* Ensayos de diseño doble ciego con grupos paralelos, salvo si se especifica otra cosa. ** Diseño enriquecido. c: Diseño cruzado. l: Se administró lecitina a todos los pacientes. N: Número de pacientes inicialmente incluidos (entre paréntesis, pacientes que completaron el estudio). T: Duración del estudio en semanas. MMSE: Mini-Mental State Examination (43). ADAS-C: Alzheimer''s Disease Assessment Scale, subescala cognitiva (42). MMSE y ADAS-C vienen dados como diferencia en el cambio de puntuaciones entre los dos grupos (siempre a favor del grupo que recibió tacrina). % mejor: Porcentaje de pacientes, entre todos los inicialmente incluidos en el ensayo, que mejoraron 4 ó más puntos en el ADAS-C o, si no se incluyó esta prueba, 3 o más puntos en el MMSE. NS: No se encontraron diferencias significativas entre tacrina y placebo. $: Datos de la fase de titulación de dosis.

Los resultados positivos obtenidos con tacrina han desatado la búsqueda de nuevos IACE con menos efectos secundarios y farmacocinética más favorable. La velnacrina, un metabolito de la tacrina, tiene efectos cognitivos similares a los de la tacrina pero también provoca hepatitis y, excepcionalmente, neutropenia (124). La huperzina A y la galantamina carecen de toxicidad hepática o hematológica, tienen una vida media de seis horas, y han dado resultados cognitivos positivos en ensayos con pocos pacientes (125, 126). El donezepilo, un IACE del grupo de las piperidinas que no presenta toxicidad y que requiere una sola dosis diaria, ha sido aprobado por la FDA para el tratamiento de la EA y recientemente comercializado en los EE.UU. Sus efectos cognitivos son similares a los de la tacrina, con la diferencia de que sólo un 5-13% de los pacientes abandonan el fármaco, debido a sus efectos adversos (gastrointestinales) (127).

Aunque varios otros fármacos de este tipo (la lista es larga) están siendo estudiados, parece improbable que la terapia colinérgica pueda tener un papel curativo o al menos funcionalmente restaurador. La EA conlleva una importante desaferentización cortical que afecta especialmente a las vías colinérgicas, cuyo grado de solapamiento postsináptico es muy bajo (105, 128). Por tanto, para poder restaurar el déficit, la terapia colinérgica debería tener un efecto neurotrófico, hasta ahora no claramente demostrado. De hecho, en los ensayos de más larga duración se observa que la puntuación de la subescala cognitiva del ADAS tiende, tras la mejoría inicial, a volver hacia su punto de partida (119, 121). Parece precipitado hablar de «tiempo de ganancia» en la evolución de la EA mientras no se disponga de ensayos doble-ciego de más larga duración (76, 116, 119, 120). Los resultados de seguimientos abiertos deben ser interpretados con cautela (129).

Terapia sustitutiva monoaminérgica

Pocos años después del descubrimiento del déficit colinérgico comenzó a demostrarse que los sistemas noradrenérgico, serotoninérgico y dopaminérgico también estaban afectados en la EA (130, 131). Esta alteración, menos conspicua que la del sistema colinérgico, no se correlaciona con el grado de demencia ni con los marcadores histológicos de la enfermedad (130-132) y parece más marcada en formas de inicio presenil o familiares (135, 136). Tal vez por ello, de entre el apreciable número de fármacos monoaminérgicos ensayados en la EA (tabla V), sólo la moclobemida (en pacientes con depresión asociada) (137) y el l-deprenilo (ver revisión en 138) han producido mejoría, si bien leve, en escalas cognitivas y conductuales. En concreto, en el ensayo de más larga duración realizado con l-deprenilo (3 años), hubo una diferencia de 1,6 puntos en el descenso del MMSE a favor del grupo que recibió l-deprenilo, pero no se modificó la impresión clínica global (139). Recientemente se ha constatado un enlentecimiento en el deterioro funcional de pacientes con EA de intensidad moderada que fueron tratados con l-deprenilo durante dos años (140).

Tabla V. Farmacoterapia monoaminérgica ensayada en pacientes con EA

Dopaminérgica Noradrenérgica Serotoninérgica

PrecursoresPrecursoresPrecursores
­ l-dopa­ l-tirosina­ l-triptófano
Agonistas postsinápticosAgonistas presinápticosAgonistas postsinápticos
­ bromocriptina­ clonidina­ metaclorofenilpiperacina
­ guanfacina
IMAO-BIMAO-AInhibidores de la recaptación
­ l-deprenilo­ cimeldina
­ lazabemida­ moclobemida­ alaproclato

EA: Enfermedad de Alzheimer. IMAO-A: Inhibidores de la monoaminooxidasa A. IMAO-B: Inhibidores de la monoaminooxidasa B.

Aunque aún está en discusión el mecanismo de acción de los inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO) en la EA (sintomático, monoaminérgico, neuroprotector) (141), los resultados expuestos, junto con la evidencia experimental de que los sistemas colinérgico y dopaminérgico se potencian recíprocamente en el cerebro normal (116, 142) y el hallazgo de que la actividad de la monoaminooxidasa-B (MAO-B) se encuentra aumentada en la EA (143), parecen apuntar hacia la terapia combinada con inhibidores de la colinesterasa e IMAO-B como el siguiente paso en la búsqueda de un tratamiento sustitutivo para la EA (144, 145).

Otros tipos de terapia sustitutiva: aminoácidos, neuropéptidos y hormonas

Glutamato. Existe una pérdida de neuronas piramidales (glutamérgicas) en biopsias de pacientes con EA, así como un descenso del glutamato en el LCR. Ambos hechos se correlacionan con el deterioro cognitivo (146-148). Sin embargo, se ha propuesto tanto la hipo como la hiperfunción de los receptores n-metil-d-aspartato (NMDA) del glutamato como causantes de la degeneración y muerte neuronal en la EA (149, 150). Dos ensayos multicéntricos con milacemida (un precursor de la glicina, la cual potencia los efectos del glutamato a nivel del receptor NMDA) han sido negativos (151, 152). Con todo, la falta de efectos beneficiosos de este fármaco podría deberse a un defecto de regulación de los receptores NMDA por la glicina en la EA (153) o al tipo de memoria estudiado. Así, la d-cicloserina, agonista parcial del lugar de glicina del receptor NMDA, ha producido un efecto beneficioso selectivo en la memoria implícita de pacientes con EA (150).

Ácido gamma-aminobutírico (GABA). En estudios postmortem se ha encontrado una disminución de los marcadores gabaérgicos en el lóbulo temporal de pacientes con EA (154), sobre todo en casos de larga evolución (155). Este fenómeno puede ser debido a enfermedades crónicas asociadas o bien a una alteración del metabolismo energético propia de la EA (65). En pacientes con EA de intensidad moderada, el agonista gabaérgico THIP no ha mostrado ningún beneficio (156).

Neuropéptidos (NP). La tabla VI recoge los NP más estudiados en la EA, junto con los resultados globales de los ensayos realizados. Los primeros ensayos clínicos se llevaron a cabo con naloxona, naltrexona y análogos de la vasopresina, péptidos que mejoraban la atención y memoria de animales y sujetos sanos. Los resultados globales de estos ensayos fueron negativos, lo que concuerda con el hecho de que los niveles de vasopresina y opiáceos endógenos no parecen estar alterados en la EA (ver revisiones en 13, 65, 157, 158). Estudios posteriores han mostrado que la somatostatina, la sustancia P, el NP Y, el factor liberador de corticotropina (CRF) y la corticotropina (ACTH) son los NP más claramente disminuidos en la EA (134, 159, 160). El descenso de la somatostatina y el del CRF, además, se correlacionan con el deterioro cognitivo (134, 161). Sin embargo, ni el L363-586 ni la octreótida, análogos de la somatostatina, han resultado útiles (162, 163), tal vez porque los receptores de la somatostatina también están disminuidos (165). En ensayos con análogos de la ACTH (165, 166) sólo ha podido constatarse una mejoría en la atención y el ánimo (166), quizá porque esta terapia se limite a potenciar la liberación adrenal de cortisol, ya de por sí incrementada en la EA (167), sin producir aumento de la actividad CRF cortical e hipotalámica. La correlación funcional existente entre los sistemas colinérgico y la CRF en la EA (65), junto al hecho de que los receptores de CRF están conservados (168), y los buenos resultados obtenidos en ratas (169) justificarían intentos de terapia con CRF o análogos. No existen, en el conocimiento de los autores, ensayos de este tipo.

Tabla VI. Enfermedad de Alzheimer y neuropéptidos

NeuropéptidoNiveles en la EAIntento terapéuticoResultado

NaloxonaNormalNaloxonaNegativo
NaltrexonaNormalNaltrexonaNegativo
VasopresinaNormalAnálogosNegativo
CCKNormalCCKNegativo
TRHNormalTRH y análogosNegativo
VIPNormal
SomatostatinaDisminuidoAnálogosNegativo
ACTHDisminuidoAnálogosMejoría en atención y ánimo
CRFDisminuido
Sustancia PDisminuido
Neuropéptido YDisminuido

EA: Enfermedad de Alzheimer. CCK: Colecistocinina. TRH: Hormona liberadora de tirotropina. VIP: Polipéptido intestinal vasoactivo. ACTH: Corticotropina. CRF: Factor liberador de corticotropina.

Otros NP ensayados en la EA han sido la colecistocinina, la hormona liberadora de tirotropina (TRH) y análogos de la TRH. Los resultados han sido negativos (170).

Fármacos con posible efecto etiopatogénico

Estrógenos y antiinflamatorios. Los estrógenos promueven in vitro el desarrollo neuronal colinérgico y facilitan el metabolismo de la proteína precursora del amiloide por la vía de la *-secretasa, que evita la formación del amiloide-ß (171, 172). En dos ensayos abiertos la terapia estrogénica ha producido una mejoría en el MMSE y en escalas conductuales (173, 174). Las mujeres de mayor edad, demencia de menor intensidad, síntomas depresivos y osteoporosis parecen responder mejor al tratamiento (173). Por otra parte, varios estudios no experimentales sugieren un posible efecto protector de los estrógenos en la EA (175, ver revisión en 176). En similar momento de investigación se encuentran los fármacos antiinflamatorios, cuyo posible papel protector en la EA ha sido bien apoyado por estudios de base epidemiológica (177, 178) y por un ensayo clínico (179). La participación de procesos inflamatorios e inmunológicos en la patogénesis de la EA ha sido bien documentada (180, 181).

Miscelánea. Algunos estudios indican que la exposición al aluminio podría ser un factor de riesgo para el desarrollo de la EA, mediante un mecanismo aún desconocido (182). Un ensayo con desferroxiamina ha mostrado un menor deterioro en las actividades de la vida diaria de aquellos pacientes con EA que recibieron dicho quelante (183). No ha habido intentos de reproducir este ensayo. Por último, existe evidencia de un mayor estrés oxidativo en el cerebro de pacientes con EA ya fallecidos (184). La vitamina E, que protege del daño oxidativo, enlentece el deterioro funcional asociado a la EA (140). Otros fármacos con efecto antioxidante ensayados en pacientes con EA ya han sido tratados en otros apartados (acetil-l-carnitina, l-deprenilo, estrógenos, FCN).

Terapia etiológica

Las mayores esperanzas de obtener una terapia etiológica para la EA giran en torno a la posibilidad de alterar directa o indirectamente el equilibrio entre la producción y aclaramiento de la proteína ß-amiloide (Aß), cuyo depósito a partir de la proteína precursora del amiloide (PPA) pasa por ser el fenómeno central en la fisiopatogenia de esta enfermedad (8, 185-188). Sin embargo, la diversidad de factores (genéticos, enzimáticos, a nivel de receptores) capaces de modificar in vitro el depósito del Aß parece ensombrecer estas esperanzas y sugieren que, aun siendo el fenómeno central, es probable que el depósito de amiloide sea a su vez multicausal y de difícil control (100). Se esbozarán a continuación las principales líneas de investigación, según niveles de actuación, encaminadas a prevenir o retrasar el depósito de Aß.

Actuación a nivel genético. Se ha demostrado un aumento de producción de proteína Aß en una familia con mutación conocida del gen codificador de la PPA en el cromosoma 21 (189). Cabe pensar que lo mismo puede ocurrir en el resto de formas familiares de EA (61). Por otra parte, la manipulación del gen de la apolipoproteína E, situado en el cromosona 19, podría beneficiar a un porcentaje importante de formas no familiares de la enfermedad.

Actuación sobre receptores neuronales. La estimulación in vitro tanto de los receptores muscarínicos M1 y M3, como de algunos tipos de receptores de serotonina y de NP, favorece el procesamiento de la PPA por la vía de la *-secretasa, lo que evita la formación del Aß (100).

Actuación sobre enzimas y otros factores encargados del metabolismo y agregación de la proteína Aß. Para obtener armas terapéuticas en este campo es necesario identificar las distintas proteasas implicadas en el metabolismo de la PPA y determinar qué factores condicionan el paso de proteína Aß soluble a agregados fibrilares insolubles (188, 190). Es posible que la apolipoproteína E, normalmente presente en las placas seniles, desempeñe algún papel en estos procesos (191).

TERAPIA FARMACOLÓGICA DE LOS TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO

La EA conlleva, tarde o temprano, trastornos del comportamiento del tipo de tristeza, apatía, ansiedad, agitación, agresividad, delirio y alucinaciones, que provocan no poca inestabilidad en el entorno sociofamiliar y condicionan el internamiento de estos pacientes. Los cambios conductuales pueden preceder a los trastornos cognitivos, pero son más frecuentes en estadios avanzados (192, 193). Sin embargo, su tradicional carácter de síntomas secundarios dentro de la EA, y otras varias circunstancias (éticas y prácticas) han determinado que estos síntomas no hayan sido el objeto prioritario de ensayos clínicos rigurosos. Las pautas que siguen derivan de los pocos ensayos abiertos disponibles, la mayoría realizados en pacientes con demencias de etiología diversa, y de la experiencia de los autores (194).

Los trastornos conductuales en la EA deben ser valorados dentro del contexto clínico global y de la evolución natural de la enfermedad, buscando siempre enfermedades sistémicas o factores ambientales desencadenantes y aplicando, cuando sea posible, alguna terapia conductual (195, 196). Como último recurso se emplearán los fármacos, cuya elección dependerá de la valoración clínica de cada paciente contrastada con el perfil de efectos deseados y adversos de cada preparado (194, 196, 197).

Depresión

Aparece aproximadamente en un 50% de los pacientes con EA, aunque sólo es mayor en un 15-20% (198). Parece asociarse a una marcada pérdida neuronal en el locus coeruleus y núcleos del rafe (199). Tradicionalmente se han usado los antidepresivos tricíclicos (200), pero sus efectos anticolinérgico, sedante y sobre la conducción cardíaca hacen más preferibles fármacos tales como los antidepresivos tetracíclicos (mianserina), heterocíclicos (trazodona) o inhibidores de la recaptación de la serotonina (fluoxetina, fluvoxamina, paroxetina, sertralina, citalopram) (201-203).

En un ensayo abierto con nortriptilina (antidepresivo tricíclico con menor efecto sedante y anticolinérgico), 10 de 16 pacientes con demencia y depresión mejoraron de ambas cosas (204). En condiciones de estudio similares, la trazodona ha producido una mejoría en la depresión y la ansiedad (205). La fluoxetina presenta importantes efectos secundarios en ancianos con EA, circunstancia que limita su uso (206). El citalopram (ya disponible en España) ha sido superior a placebo en los síntomas de ansiedad y depresión asociados a demencia (207). Sería deseable que se llevaran a cabo más estudios con los inhibidores de la recaptación de serotonina mejor tolerados por los ancianos.

Los IMAO, tradicionalmente proscritos en el anciano debido a su posible efecto hipertensivo, han recobrado interés tras la síntesis de nuevas moléculas que producen una inhibición reversible y selectiva de la MAO, con muy escaso potencial hipertensivo. Los IMAO-A, que producen un aumento preferencial de la noradrenalina, serían los más indicados en la EA a tenor del marcado déficit noradrenérgico encontrado en pacientes con EA y depresión (199, 208). La moclobemida, un IMAO-A reversible, parece mejorar no sólo los síntomas afectivos, sino también el deterioro cognitivo en la EA (137). El l-deprenilo, IMAO-B no reversible pero con escaso efecto hipertensivo, produce mejoría en la depresión leve asociada a EA (209).

Mientras no se disponga de ensayos que comparen la eficacia de los distintos grupos farmacológicos, se elegirá tratando de minimizar, y si cabe aprovechar, los posibles efectos secundarios. Fármacos con efecto sedante o anticolinérgico deben ser evitados en pacientes con marcada apatía o inhibición psicomotora, pero pueden ser útiles si existe un insomnio asociado. La dosis será, en general, la mitad de la de adultos jóvenes.

Delirio, alucinaciones y agitación

Los neurolépticos típicos siguen siendo, por su acción antidopaminérgica y anti-*-adrenérgica, los fármacos de primera elección para estos trastornos que, juntos o por separado, aparecen en un 50% de los pacientes aproximadamente (196). Tampoco aquí existen diferencias probadas entre los distintos tipos farmacológicos (211), por lo que la elección vendrá mayormente guiada por el perfil de efectos secundarios, con especial atención a los efectos sedante, extrapiramidal y anticolinérgico. La dosis de neurolépticos en ancianos será de un cuarto respecto a la de adultos jóvenes, y podrá incrementarse paulatinamente, vigilando la aparición de deterioro cognitivo, hipotensión y signos extrapiramidales. Es obligado realizar una evaluación de la necesidad e idoneidad del neuroléptico prescrito mediante supresiones periódicas del mismo a fin de mantener solamente aquellos tratamientos que demuestren alguna utilidad. La administración de neurolépticos a largo plazo no parece aportar beneficio conductual alguno para la inmensa mayoría de los pacientes con EA, y sí una plétora de efectos secundarios indeseables (211, 212).

El haloperidol es especialmente útil para los casos en que predominan el delirio, ilusiones y alucinaciones, si bien el riesgo de efectos extrapiramidales limita su uso. La clorpromazina y tioridazina se emplearán para los casos en que prevalezca la hiperactividad o los trastornos del sueño. La perfenazina, menos usada en nuestro medio, tiene propiedades intermedias. La risperidona, un antipsicótico atípico de acción mixta antidopaminérgica y serotoninérgica con mínimos efectos extrapiramidales, podría convertirse en fármaco de primera elección en la psicosis agitada o inhibida asociada a la EA (213, 214) aunque aún no existe experiencia clínica suficiente. Tampoco existe experiencia concluyente con otro neuroléptico atípico, la clozapina (203).

El fracaso de los neurolépticos en algunos casos, y la especial gravedad y dificultad de manejo de algunos de sus efectos secundarios en otros (sobre todo la discinesia tardía), han llevado a algunos autores a defender el uso de fármacos no neurolépticos en el tratamiento de los trastornos conductuales de la demencia (215). Los beta-bloqueantes, la carbamacepina, el valproato y la trazodona, en ensayos abiertos, han sido eficaces en el tratamiento de la agitación asociada a la EA (215-219). La buspirona, menos estudiada, no ha dado resultados concluyentes (215). Para la inquietud o ansiedad provocados por causas puntuales (p.e., la visita al médico o el cambio de entorno), una benzodiazepina de acción corta dos o tres veces al día durante un tiempo limitado puede ser preferible a un neuroléptico.

Frente a la práctica habitual de tratar la agitación, el delirio y las alucinaciones con fármacos depresores del sistema nervioso central, se ha propuesto la terapia sustitutiva, sin duda más audaz, aunque menos explorada (220). La fisostigmina y la tacrina han sido eficaces en el control de determinados síntomas psicóticos asociados a la EA (221, 222).

Insomnio

Aunque siempre debe buscarse una causa desencadenante (ansiedad, dolor, depresión) la EA per se puede comportar una alteración del ritmo circadiano del sueño (223, 224). Son útiles las benzodiazepinas de acción corta (lorazepam, oxazepam) que se tomarán 30 a 60 minutos antes de acostarse. La dosis en ancianos debe ser la mitad de la de adultos jóvenes, y se asociarán siempre medidas de higiene para recuperar el patrón de sueño-vigilia deseado. Una vez reestablecido éste, y en todo caso no más tarde de dos semanas, las benzodiazepinas deben retirarse paulatinamente. La tioridazina y el clometiazol (fracción tiazólica de la vitamina B1) dan también buenos resultados en el insomnio.

Hipersexualidad

Este comportamiento aparece en menos del 10% de pacientes con EA (225). Si fallan la terapia conductual y la tioridazina, pueden emplearse fármacos con propiedades antiandrogénicas, tales como el acetato de ciproterona o el acetato de medroxiprogesterona (226).

CONCLUSIONES

En la terapia de los síntomas cognitivos de la EA, del vasto panorama farmacológico expuesto, tan sólo la tacrina y el donepezilo han demostrado efectos clínicamente significativos de manera consistente en diversos ensayos. La todavía no bien probada eficacia de estos fármacos a largo plazo, junto con los frecuentes efectos adversos y la dificultad de monitorización del tratamiento en el primer caso, ponen sobre el tapete la necesidad de ensayos controlados de más larga duración y de estudios coste-beneficio para sustentar mejor su eficacia terapéutica. Los resultados obtenidos, no obstante, justifican la investigación de nuevos IACE y agonistas muscarínicos M1 carentes de toxicidad. En la fase final de la redacción de este artículo (febrero de 1997) el donezepilo ha sido ya comercializado en EE.UU. para el tratamiento de la EA. Por los numerosos ensayos en realización, es razonable pensar que otros fármacos nuevos (y quizá algunos de los pretéritos) demuestren utilidad en un futuro próximo. Parece lógico que aparezcan ensayos multicéntricos amplios que incluyan escalas de evaluación clínica global con el fin de valorar la posible eficacia de l-deprenilo, fosfatidilserina y nimodipino. También sería preciso confirmar, mediante ensayos clínicos amplios y controlados, las observaciones favorables referidas a CDP-colina, moclobemida, antiinflamatorios (especialmente indometacina), estrógenos y quelantes del aluminio. Existe base fisiopatogénica para iniciar ensayos piloto con terapias combinadas (227). Los ensayos farmacológicos en la EA deberían incluir en el futuro marcadores diversos (clínicos, neuropsicológicos, neuroquímicos, neurofisiológicos, genéticos, anatomopatológicos, de neuroimagen) que ayuden a discriminar entre pacientes que muestran respuesta positiva o negativa a los fármacos anti-EA (107, 228-233).

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INFORMACIONES DE ESPAÑA


Congreso de la Sociedad Andaluza de Geriatría y Gerontología en Aguadulce-Almería

Los días 26 a 28 de marzo de 1998 tendrán lugar en el Hotel Playadulce de Aguadulce, localidad marítima próxima a la ciudad de Almería las sesiones del XIX Congreso de la Sociedad Andaluza de Geriatría y Gerontología y simultáneamente las V Jornadas de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica. Las inscripciones y reservas hoteleras para asistir a las mismas pueden hacerse en Indalcongres, S. L., calle San Francisco de Asis, 15, primero izda., 04001 Almería. Teléfono: (950) 23 44 22 y fax (950) 23 73 85. El Comité organizador lo presiden Concepción Muñoz Hurtado y Elena Nache Rodríguez y el Comité científico Misericordia García y Pedro Gil Gregorio.

Con ocasión al Congreso se entregarán los premios de la Sociedad Andaluza citada a las mejores comunicaciones de enfermería social y médica, también de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica y de B. Braun Medical, S. A. Asimismo se realizarán las pruebas de la primera convocatoria al «Diploma en Enfermería gerontológica» de la mencionada sociedad.

Actividades de la Sociedad Gallega de Gerontología y Geriatría para 1998

La Sociedad Gallega de Gerontología y Geriatría, que preside actualmente el Dr. Fernando Velga Fernández, prepara su V Reunión para los días 16 y 17 de octubre de 1998, que tratará prioritariamente sobre «La rehabilitación del paciente anciano», admitiendo comunicaciones a dicho tema, así como también de otros, de asuntos libres.

Más informaciones pueden solicitarse a la Secretaria administrativa de la Sociedad: Apartado de Correos 2073, 15080 La Coruña.

La Sociedad Gallega de Gerontología y Geriatría convoca becas a la investigación, por un importe de 300.000 pesetas, pudiendo presentarse los proyectos y solicitudes hasta el 31 de mayo de 1998; asimismo convoca 20 inscripciones para asistir a su V Reunión y otorgará cuatro premios a las mejores comunicaciones a la misma de 50.000 pts cada una.

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