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Vol. 33. Núm. 1.
Páginas 21-26 (enero 1998)
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La muerte en las residencias de ancianos: actitudes de las residencias y opiniones de los residentes
Death and bereavement in nursing homes: Attitudes among nursing home personnel and opinions of residents
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Mª J Gómez Vales, J.. Medrano Albéniz
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Rev Esp Geriatr Gerontol 1998;33(1):21-26

La muerte en las residencias de ancianos: actitudes de las residencias y opiniones de los residentes

Gómez Vales, Mª José * y Medrano Albéniz, Juan **

* Máster en Gerontología. Residencia Asistida Zelai Ondo, Busturia, Bizkaia. ** Servicio de Psiquiatría. Hospital de Galdakao. Osakidetza - Servicio Vasco de Salud.

Correspondencia: Juan Medrano. Apartado 3188. 01080 Vitoria-Gasteiz.

Recibido el 3-2-97; aceptado el 29-10-97.


RESUMEN

A pesar de que la muerte es un acontecimiento frecuente en las residencias de ancianos, a menudo no se informa a los residentes de los fallecimientos que tienen lugar en ellas. Los autores realizaron una encuesta entre las residencias de ancianos de la provincia de Vizcaya y una serie de entrevistas a ancianos de una residencia asistida para conocer cuál es la situación en nuestro medio. Un 40% de los centros que respondieron no informaban a los ancianos de las muertes de compañeros. Este porcentaje subía al 83% en las residencias privadas. Los ancianos entrevistados referían que en la mayor parte de los casos no se les informaba de los fallecimientos y expresaban su deseo de recibir información al respecto. Se sugiere que en el marco de una adecuada atención psicosocial en las residencias debe tenerse en cuenta la muerte como un fenómeno habitual y han de considerarse las opiniones de los residentes al respecto y las dificultades que pueda tener el personal para afrontar esta cuestión.

Palabras clave

Residencia de Ancianos. Muerte. Duelo. Luto. Vejez.


Death and bereavement in nursing homes: Attitudes among nursing home personnel and opinions of residents

SUMMARY

Although death is common in nursing homes, residents often are not informed of the deaths that occur. A survey was made in nursing homes of the province of Vizcaya (Spain) and interviews were held with the elderly residents of a nursing home to examine their situation in our region. Forty percent of the centers (and 83% of the private centers) that responded did not inform residents when deaths occurred. The elderly subjects interviewed indicated that in most cases they were not informed of deaths but wanted to receive this information. It is suggested that within the context of suitable psychosocial care in nursing homes, death should be considered as a common occurrence and residents'' opinions and the difficulties of staff in coping should be taken into account.

Key words

Nursing homes. Death. Bereavement. Grief. Old age.

Rev Esp Geriatr Gerontol 1998;33:21-26


INTRODUCCIÓN

Los ancianos son el grupo humano con una mayor experiencia y exposición a las pérdidas. A esta edad el ser humano añade a su propia historia personal de sucesivos duelos nuevas pérdidas en los aspectos afectivo, sociolaboral (trabajo, marcha de los hijos de casa) y biológico (pérdida de la salud física, deterioro de las funciones corporales, etc). Un lugar destacadísimo en el conjunto de las pérdidas que ha de afrontar el anciano lo supone el fallecimiento de las personas con las que ha mantenido relaciones humanas significativas a lo largo de su vida. La persona que llega a los 65, 70 u 80 años ha sobrevivido a muchos contemporáneos e incluso a algunas personas más jóvenes. Ha experimentado el dolor de la pérdida de sus padres en la mayor parte de los casos o la sufrirá en breve. Algunos de sus amigos o hermanos ya han muerto. Ha sobrevivido a la pérdida de muchas relaciones íntimas aunque las más importantes para él, como la de su cónyuge o hijos se mantengan intactas (1). A pesar de que, por lo tanto, en la vejez se sufren más pérdidas que en otros grupos de edad, no parece que los ancianos sean más vulnerables a las mismas o que el proceso del duelo suponga una mayor dificultad para los viejos. De hecho, más bien parece que el duelo en los ancianos puede ser incluso de menor intensidad que en otros grupos de edad (2). En esta relativamente fácil adaptación de los viejos a las pérdidas pueden influir diversos factores. El clásico modelo teórico del desapego (disengagement) entiende que en la vejez es natural un repliegue del anciano sobre sí mismo, con una reducción de su interés vital por las actividades y objetos que le rodean, lo que va generando un sistemático apartamiento de toda clase de interacción social. Según este modelo los viejos se separan gradualmente de la vida de los demás y se van sintiendo menos comprometidos emocionalmente con los problemas ajenos (3). Cada vez más absortos en sí mismos y en sus circunstancias, los viejos tendrían menos dificultades para aceptar la desaparición de personas o relaciones que han tenido gran importancia en otros momentos de su vida. Asimismo, para algunos viejos, el mejor método para envejecer exitosamente es adaptarse a las pérdidas que se van experimentando en esta edad de la vida (4).

Por otra parte, una de las características de la vejez es la inminencia de la propia muerte. La exposición sucesiva a pérdidas y muertes puede contribuir a recordar al viejo su propia vulnerabilidad, o bien alegrarle porque aún está vivo. La sensación de finitud personal, reforzada por las pérdidas y muertes que se dan en su entorno, lleva al viejo a pensar cada vez más en su propia muerte (1). El contenido de estos pensamientos no es necesariamente sombrío. Se ha señalado que para los viejos la muerte es una cuestión familiar, y para muchos es la próxima experiencia que pueden esperar. Por este motivo, incluso, agradecen la oportunidad de hablar acerca de un tema que está muy presente en su mente (3, 5).

Un entorno que puede resultar particularmente propicio para enfrentar al viejo con la experiencia de la muerte y hacerle considerar su propia finitud es el de las residencias de ancianos (6). Además de la exposición a fallecimientos de otros residentes, contribuye a ello que gran parte de las personas que viven en residencias ingresan para estancias indefinidas, lo que equivale a decir que fallecerán en estos centros.

Este hecho va a cobrar una mayor importancia en el futuro, ya que los cambios demográficos y asistenciales a los que se está asistiendo en la sociedad occidental hacen que sea de esperar que una gran parte de la población pase algún tiempo de sus vidas en residencias (7, 8).

En este contexto resulta de interés conocer cuál es la forma en que se aborda la cuestión de la muerte en las residencias en tanto que lugares donde la muerte es un hecho común y en los que ingresan muchas personas conscientes de que en ese centro van a pasar los últimos días de sus vidas. En las escasas referencias que existen en la literatura se señala que el personal de las residencias tiende a ocultar a los ancianos los fallecimientos que se producen, a pesar de que la persona desaparecida sea conocida por los demás (9-11). Aunque en las normas de buena práctica se aconseja facilitar que los residentes conozcan las muertes que se producen en el centro (12) en nuestra experiencia hemos constatado que suelen existir reticencias a aportar esta información. El presente trabajo tiene como finalidad esclarecer en la medida de lo posible cuál es la práctica habitual en nuestro entorno y cuál es la opinión de los interesados al respecto.

MATERIAL Y MÉTODOS

Como instrumento de trabajo para abordar el tema de la muerte y el duelo en las residencias de tercera edad hemos utilizado dos breves encuestas, elaboradas para la ocasión.

La primera encuesta se envió a los directores-gerentes de las 80 residencias existentes en Vizcaya, junto con una explicación sobre la finalidad del estudio. En ella se solicitan los datos demográficos del centro (tipo de residencia, titularidad, características de los residentes) y se pregunta sobre la línea que mantiene en torno a la divulgación entre los residentes de los fallecimientos que tienen lugar en el centro (tabla I).

Tabla I. Encuesta a residencias

A) Características demográficas
1. Tipo de residencia
a) De válidos.
b) Asistida.
c) Mixta.
2. Titularidad
a) Privada.
b) Fundación benéfica.
c) Fundación religiosa.
d) Pública.
3. Número total de residentes
Nº de mujeres.
Nº de varones.
B) Cuestionario
1. Cuando fallece un residente, por lo general, ¿se lo notifican al resto de los ancianos? Si respuesta afirmativa, ¿qué método utilizan?
2. ¿Realizan tras los fallecimiento algún acto religioso? Si la respuesta es afirmativa, ¿en qué consisten?
3. Podría comentar brevemente cuál es el criterio del centro respecto al tema que estamos tratando?

Por otra parte en una segunda encuesta, con un formato de preguntas abiertas, se solicitó a residentes de un centro que expresaran su experiencia y opinión sobre la cuestión (tabla II). Las entrevistas fueron realizadas por una sola persona (MJGV) en una muestra de 16 ancianos que habitan en una residencia privada asistida de Vizcaya, con 45 plazas. La población residente en este centro, seleccionado por su disposición a que se realizara la encuesta, es muy heterogénea, y el criterio para participar en el estudio ha sido el que el anciano fuera capaz de hacerse cargo del contenido y propósito de la encuesta y accediera voluntariamente a participar en el estudio.

Tabla II. Encuesta a ancianos

1. ¿Cuántas muertes ha conocido desde que está usted en este centro? ¿Me puede decir cuáles?
2. ¿Cómo se enteró usted?
3. ¿Comenta estos asuntos con sus compañeros?
4. ¿Cómo vivió usted esas muertes?
5. ¿Cómo vio que lo sintieron sus compañeros?
6. ¿Qué muertes le han afectado más a usted? ¿Por qué?
7. ¿Le parece a usted que es importante informar a la gente de los fallecimiento que se dan en la residencia?
8. ¿Le parece que dentro de la residencia deben realizarse ritos funerarios?
9. Experiencias de muertes de seres queridos en los últimos años.

RESULTADOS

Encuesta en residencias

En total, 25 residencias contestaron a la encuesta, lo que supone un índice de respuesta del 31%. La mayoría de ellas (64%) eran mixtas, frente a un 24% de asistidas y un 12% de válidas. Un 48% son residencias privadas, un 28% pertenecen a fundaciones benéficas y/o religiosas, y un 24% son de titularidad pública. Hay una gran variabilidad en lo que respecta al número de residentes, desde un mínimo de 8 plazas a un máximo de 281 plazas, y con una media de 79 plazas/residencia. El 73% de las plazas están ocupadas por mujeres (tabla III).

Tabla III. Características demográficas de las residencias

Número total de residencias25
Número total de ancianos1.649
Mujeres1.204 (73%)
Hombres445 (27%)
Tipo de residencia
De válidos3
Mixta16
Asistida6
Titularidad
Pública6
Fundación benéfica o religiosa7
Privada12

Un 60% de las residencias que contestaron a la encuesta afirman que cuando fallece un residente, por lo general lo comunican a los compañeros del fallecido (tabla IV). En la mayor parte de los casos (80%) utilizan para ello métodos directos, mientras que solo un 20% utilizan métodos indirectos (como esquelas, megafonía, etc). Sólo el 33% de las residencias privadas que respondieron a la encuesta informan de los fallecimientos, frente a un 83% de las públicas y un 86% de las pertenecientes a fundaciones.

Tabla IV. Preguntas opinión

Información sobre muertes
Sí informan:15 (60%)
Métodos directos:12
Métodos indirectos:3
No informan:10 (40%)
Actos Religiosos
Organizan actos religiosos:17 (68%)
No organizan actos religiosos:8 (32%)

En el 68% de las residencias se organizan actos religiosos (generalmente oraciones, rosarios, misas y funeral), mientras que en el 32% no se celebra ningún tipo de ceremonia. Por lo tanto, algunas residencias que no comunican los fallecimientos organizan actos funerarios. Esta discordancia hace pensar que o bien no se invita a acudir a los residentes (se limitaría la asistencia al personal y familiares del fallecido) o bien, si se les invita, no se les informa explícitamente del motivo por el que se celebra el acto. Estos ritos son mayoritarios en los centros religiosos y benéficos (71% del total de este grupo) y en los públicos (83% del total de residencias públicas). En cambio sólo el 50% de las privadas organizan estos actos.

Finalmente, en relación con el criterio del centro respecto a esta cuestión, las residencias que informan de los fallecimientos dicen hacerlo por la importancia de tomar la muerte con naturalidad (53%) y por la importancia de la religión (13%). Por lo general los centros que no informan no expresan motivos para no hacerlo. En algunos casos explican que no divulgan los fallecimientos de residentes porque atienden a ancianos discapacitados cognitivamente (20%) o porque encuentran conveniente mantener una actitud de ocultación y engaño al respecto (20%).

Entrevista con residentes

En total fueron entrevistados 16 residentes (11 mujeres y 5 hombres). La edad media de este grupo fue de 77,375 años (rango: 65-87), y el tiempo medio de estancia en la residencia, 28,9 meses (rango: 1-51). Más de la mitad de los entrevistados eran solteros (tabla V).

Tabla V. Características residentes entrevistados

Número: 16
Sexo
Mujeres:11
Varones:5
Edad media: 77,375 (65-87)
Tiempo medio de estancia: 28,9 meses (1-51)
Estado civil:
Solteros:9
Casados:1
Viudos:6

Sólo dos ancianos referían no haber conocido ninguna muerte desde que se encontraban en la residencia. Ambas personas llevaban muy poco tiempo ingresados, por lo que efectivamente no habían llegado a coincidir con ningún fallecimiento. Asimismo, sólo dos personas habían tenido experiencias recientes de duelo (en ambos casos, fallecimiento del cónyuge escasas semanas antes de ingresar en la residencia).

Las formas más frecuentes de enterarse de los fallecimientos eran a través de comentarios o conversaciones con otros residentes (56%) y por indicios o pistas (cierre de puertas, por ejemplo) que los ancianos interpretan como señales de que se ha producido un fallecimiento (43%). En un 19% de los casos (n: 3) los ancianos se enteraban por información directa de los trabajadores (19%) y en un 12,5% (dos casos), por haber visto directamente al muerto.

El 56% responde que suele comentar los fallecimientos con otros residentes, frente al 32% que dice que nunca lo hace y el 13% que no contesta. Los sentimientos que más frecuentemente provocan las muertes son los de pena y tristeza (43%). Con idéntica frecuencia (3: 19%) se señalan otros sentimientos como tranquilidad o consuelo o pensar en la propia muerte. Las reacciones más frecuentemente apreciadas por los ancianos en sus compañeros son la falta de sentimientos y el no contestar (31% y 31%).

Un 37% de los ancianos señalaron como las muertes que más les afectaron las de compañeros más allegados (compañeros de habitación, etc). Un porcentaje relevante (31%) respondió que ninguna de las muertes le había afectado.

El 75% de los ancianos entrevistados estimaba conveniente que se informe a los residentes de los fallecimientos que ocurren en el centro. Justifican esta postura afirmando que les parece lo más natural que se comenten tanto las buenas como las malas noticias, sobre todo cuando se trata de personas cercanas. Un 68%, además, es favorable a la celebración de ritos funerarios dentro de la residencia.

DISCUSIÓN

Hasta donde nosotros hemos podido rastrear en la bibliografía, este es el primer estudio en lengua española sobre la actitud ante la muerte en las residencias de ancianos. Se da la circunstancia de que sólo hemos podido encontrar un artículo, realizado en Québec (9), que aborde la problemática, y algunas referencias a esta cuestión, sin datos concretos, en monografías sobre la vejez de procedencia anglosajona (7, 10, 11). Por otra parte, no conocemos que se haya realizado ninguna encuesta para caracterizar cuál es la situación global en un entorno geográfico. Asimismo, el hecho de que por motivos prácticos el estudio se realizara sólo en una residencia y entre los residentes competentes que consintieron su participación, limita notablemente el número de entrevistados (16 personas) y hace que nuestras conclusiones deban ser necesariamente matizables. No obstante, debe destacarse que el único estudio comparable realizado hasta la fecha sólo pudo reunir 25 personas. Por estos motivos, creemos que nuestra aportación supone una innovación en una cuestión a tener en cuenta en la asistencia geriátrica como es el abordaje de la muerte.

La experiencia de muerte es un hecho frecuente en las residencias de ancianos, con una resonancia importante para los residentes y para el personal. La muerte de un compañero puede ayudar a los residentes a reconciliarse con su propia muerte, siempre que el acontecimiento tenga lugar en un marco de transparencia en el que los sobrevivientes puedan hablar abiertamente de sus sentimientos (6).

Sin embargo, según los resultados de nuestra encuesta, en los diferentes centros geriátricos la actitud cara a la divulgación de los fallecimientos y al abordaje de la cuestión de la muerte es dispar. Puesto que menos de la tercera parte de las residencias respondieron a la encuesta, sus resultados no pueden considerarse representativos, pero creemos que aportan una cierta información sobre cuál es la práctica habitual en nuestros días y en nuestro medio.

Entre los centros que respondieron a la encuesta predomina la postura tendente a informar a los residentes de los fallecimientos que tienen lugar en el centro. Esta información se transmite casi siempre de manera directa. A pesar de ello, en un 40% de las residencias no se comunican las muertes que se producen en el centro. La titularidad de la residencia parece influir notablemente en la actitud frente a la divulgación de las muertes y los actos religiosos en memoria de los fallecidos, mucho menos frecuentes en las residencias privadas. Sin embargo, en estos últimos centros el nivel de discapacidad de los ancianos es por lo general mayor, por lo que podría suponerse que este factor influirá tanto en la no comunicación de los fallecimientos como en la ausencia de ritos funerarios.

Por otra parte, los ancianos entrevistados en la residencia expresan su deseo de ser informados de los fallecimientos que tienen lugar en el centro, y refieren que en sus conversaciones no rehuyen esta cuestión, que aparentemente dista mucho de ser un tema tabú para ellos.

Este hecho parece confirmar que a pesar de que en nuestro entorno y en nuestros días tiene lugar un distanciamiento de la muerte y una ausencia de prácticas culturales preparatorias protectoras de la ansiedad frente a la muerte (13) los ancianos de instituciones parecen menos perturbados por esta cuestión que otros colectivos (9).

La influencia de los fallecimientos sobre los residentes supervivientes fue escasa, y sólo tres (19%) refieren que la muerte de otras personas les ha hecho considerar su propia muerte, lo que contrasta con la opinión de que las muertes de otras personas ayudan al anciano a prepararse para su propia muerte (1, 14). Sin embargo, más de la mitad consideraba oportuno que tras los fallecimientos se celebraran ritos funerarios en la residencia.

Es importante constatar que la mayoría de los ancianos habían deducido los fallecimientos a partir de indicios y que sólo tres residentes (19%) afirmaban haber recibido la información directamente del personal. Por lo tanto, al menos en el centro en que se realizó el sondeo, y tal vez en muchos de los que respondieron que no informan de los fallecimientos, existe una marcada discordancia entre los criterios de la residencia, o del personal, y las preferencias de los residentes. Este hecho nos lleva a plantearnos los motivos por los que no se comunican las muertes que tienen lugar en la residencia, incluso a los ancianos con mayor capacidad para darse cuenta de los fallecimientos que van teniendo lugar.

Una posible explicación es que se suponga que los viejos no se preocupan por el bienestar o la salud de los demás residentes. A pesar de que los ancianos que respondieron a la encuesta no expresaron emociones intensas en relación con los fallecimientos, su deseo de estar informados hace pensar que existe en ellos una preocupación por sus compañeros. Por otra parte, no hay ningún dato objetivo que permita concluir que en las residencias no sea posible el establecimiento de relaciones afectivas estrechas con los demás (11, 14).

Otra posibilidad, apuntada en algunos trabajos (9, 11, 15) es que se intente proteger a los ancianos de las consecuencias de una noticia desfavorable. De ser esto así resultará que los profesionales sienten la necesidad de proteger a personas con mucha más experiencia vital y que a menudo contemplan la muerte con mucha más tranquilidad que personas de menos edad. Esta paradójica situación hace pensar que el personal asistencial tiene dificultades para abordar la cuestión de la muerte.

Aunque no hemos sondeado expresamente esta posibilidad en nuestro estudio, tal hipótesis no resulta extraordinaria, ya que la muerte es una cuestión problemática en nuestra sociedad, y los profesionales no están al margen de los temores y silencios que suscita. Para los trabajadores el cuidado de los ancianos es un recordatorio continuo de su propio envejecimiento y muerte, y el fallecimiento de residentes les obliga a un trabajo de duelo (15) que movilizan sentimientos muy intensos y una angustia que se proyecta en los supervivientes, a los que se pretende «proteger» mediante la ocultación de una noticia que se supone perjudicial para ellos. Si se perpetúa esta concepción la muerte aparecerá como una cuestión tabú que habría que evitar a toda costa (11).

Si esto es así, deberá tenerse en cuenta el efecto que esta actitud podría tener en los ancianos. Los residentes no son personas despreocupadas ni incapaces de captar indicios, y la constatación de que ya no se ve o no se habla de un residente cuyo fallecimiento no se ha comunicado puede hacer surgir en los sobrevivientes una visión deprimente, incluso cruel, de lo que sucederá cuando llegue su propia muerte (15). Por otra parte, si no se comunican los fallecimientos los ancianos pueden llegar a tener la sensación de que el personal es indiferente a las muertes que se dan en el centro (9).

Ahora bien, como parecen demostrar las respuestas de las personas entrevistadas, el hecho de que un anciano se encuentre en una residencia, incluso asistida, no supone que sea incapaz de hacerse cargo de lo que sucede en ella. Tampoco debe creerse que el anciano es indiferente a la muerte de otras personas o que se encuentra en una situación de vulnerabilidad que aconseja que no se le informe de los fallecimientos que se produzcan en el centro.

Como en otros aspectos importantes en las residencias de ancianos, para evitar sobreentendidos en torno a la muerte que puedan distorsionar la relación con los residentes es necesario que se reconozca la trascendencia de los aspectos relacionales y psicológicos. De esta manera, muchas dificultades de los residentes, y entre ellas sus actitudes y temores en torno a la muerte, podrán ser recogidas y atendidas. Asimismo, en la medida en que la muerte deje de ser una cuestión tabú podrán abordarse con mayor naturalidad aspectos tales como la información al respecto, la notificación de los diagnósticos a los pacientes o la atención a los moribundos.

Para atender las necesidades de los residentes en torno a la muerte, es preciso que los profesionales puedan abordar su actitud hacia esta cuestión y su propia experiencia de duelos dentro y fuera del centro, con el fin de que los problemas que puedan existir a este nivel no interfieran en sus actitudes con los residentes. La creciente sensibilización sobre los aspectos psicosociales de la atención gerontológica y geriátrica hace que pueda esperarse que en el futuro se mejoren éste y otros aspectos en los que hoy en día parece existir una discordancia entre la línea de actuación institucional y los criterios de los propios ancianos.

BIBLIOGRAFÍA

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12. Departamento de Bienestar Social de la Diputación Foral de Alava. Manual de Buena Práctica para residencias de personas ancianas. Vitoria-Gasteiz: Diputación Foral de Alava; 1996.

13. Fericglà JM. Religiosidad y muerte en la cultura de la ancianidad. En Fericglà JM. Envejecer. Una antropología de la ancianidad. Barcelona: Anthropos; 1992.

14. Bender M, Lloyd Ch, Cooper A. Calidad de muerte. Atención al anciano en la etapa final de la vida. Madrid: TEA; 1996.

15. Denham MJ. Care of the long-stay elderly patients. London: Chapman & Hall; 1992.


NOTICIAS DE EUROPA


Congreso Europeo de Biogerontología en Helsinger (Elsinore) Dinamarca: 28-31 agosto de 1997

La Sección Biológica Europea de la «International Association of Gerontology» va a realizar un Congreso los días 28 a 31 de agosto próximos en la ciudad danesa de Helsinger (Elsinore) bajo la presidencia del Prof. Dr. Andrus Viidik de Aarhus, llevando la Secretaria Jette Ingerlev de Copenhague. El lema del Congreso es: «De la genética molecular a los estudios poblacionales», bien indicativo de la variedad de temas que se piensan desarrollar en el mismo, entre los que están entre otras muchas cuestiones: aspectos moleculares y genéticos del envejecimiento, radicales libres, cáncer y envejecimiento, enfermedad de Alzheimer, melatonina inmunología y vejez, hormonas y envejecimiento, etc.

Para más informaciones dirigirse a I European Congress of Biogerontology. Dansk Gerontologisk Selskab Aurehojvej 24. DK. 2900. Hellerup. Denmark.

En Edimburgo: 26-28 marzo 1998: Reunión de la Sociedad Británica de Geriatría

La British Geriatrics Society celebrará su tradicional Reunión de Primavera en el «Edimburgh International Conference Centre», presidiendo el Comité organizador de la misma el Dr. Roger Smith.

La Reunión es precedida de un Simposio satélite sobre «tratamientos antirreumáticos en ancianos» y un debate sobre el reemplazo o no de articulaciones en pacientes geriátricos, el cual se celebrará el 25 de marzo en el Sheraton Grand Hotel de Edimburgo.

En la Reunión se tratará entre otras cuestiones de «Cardiología en el anciano», «Nuevos medicamentos para la demencia», «Ejercicio en la vejez», «Parkinson», Osteoporosis», «Prurito», «Problemas éticos» y «Cuidados continuados».

Para más informaciones e inscripciones dirigirse a: BGS; Spring Meeting. Secretariat. Charisma 42, Silverknowes Road. Edimburgh EH4 5LF. Fax: 44 (0) 131 312 7336.

IV Congreso Europeo de Gerontología en Berlín: 7 a 11 julio de 1999

En el International Congress Center de Berlín, los días 7 al 11 de julio de 1999 se celebrará el IV Congreso de la Región Europea de la International Association of Gerontology, bajo la presidencia del Profesor Rudolf-M. Schütz, siendo vicepresidentes los profesores Adelheid Kuhlmey, Ursula Lehr y Hans-Peter Meier-Baumgartner, llevando la secretaría el Dr. Hans Peter Tews. Más informaciones pueden solicitarse a la Secretaría Científica-Dr. Rudolf-M Schütz, Medizinische Universität zu Lübeck Ratzeburger Allee 160.D-23538, Lübeck. Fax: 49, 4 51 500 65 18 o también a la Secretaría para inscripciones Congress Organization Geber & Reusch, Habichtsweg 11, D-60437, Frankfurt/Main. Fax: 49 69 50 39 78.

Curso internacional anglo-italiano en Palermo sobre el anciano frágil: 23-24 de abril de 1998

Organizado por la Universidad de Palermo y el Instituto de Medicina Interna y Geriatría del Hammersmith and Charing Cross Hospital de Londres, se celebrará un curso internacional dirigido por los profesores M. Impallomenti y G. Cupidi, siendo coordinado por el profesor S. Mansueto, los días 23 y 24 de abril de 1998, bajo el lema «Necesidades sociales y de salud del anciano frágil en el tercer milenio en Italia y Gran Bretaña». Además de los doctores citados son también docentes del mismo los profesores Grundy, J. Grimley-Evans, R. Tallis, C. Godber y A. M. Warnes por parte inglesa y A. Golini, P. U. Carbonin, V. Marigliano, F. Rengo y N. Ferrara por parte italiana. Para inscripciones y más informaciones dirigirse al Prof. G. Cupidi: Istituto di Medicina Interna e Geriatria. Via del Vespro, 141. Palermo, Italia. Fax: 003991-65529962.

IV Conferencia Internacional sobre Oncología geriátrica en Roma: 4 a 7 octubre de 1998

Organizado conjuntamente por el «Istituto Nazionale Per La Rocerca Sul Cancro» de Génova (Italia) el H Lee Mofffitt Cancer Center and Research Institute y el Florida Policy Exchange Center on Aging de la Universidad del Sur de Florida, en Tampa se realizará en Roma la IV Conferencia Internacional sobre Oncología geriátrica los días 4 a 7 de octubre de 1998 Para recibir más informaciones dirigirse a: Maurizia Pratolongo. Istituto Nazionale Per La Ricerca Sul Cancro. Divisione Oncología Médica I. Largo Rosanna Benzi 10, Genova. 16132. Italia. Fax: 39.355562.

En el avance de programa de la Conferencia figuran entre otras las siguientes cuestiones a tratar: Enfermería oncológica geriátrica. Nuevos fármacos. Citoprotección para el paciente de edad oncológico. Nuevas técnicas de detección. Actualidades en conductas asistenciales y terapéuticas, etc. La convocatoria se hace para oncólogos, geriatras y enfermeras.

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