La introducción en la década de 1990 de la vacunación universal de la varicela en niños ha logrado una reducción en su incidencia de aproximadamente el 90%, tanto en sujetos vacunados como en aquellos adultos y ancianos que no lo están1,2, gracias a la inmunidad de rebaño. A pesar de ello siguen persistiendo casos residuales de la enfermedad incluso durante la edad geriátrica, con la dificultad en el diagnóstico diferencial que esto implica. A continuación, presentamos un caso de varicela en una mujer anciana de 90 años, la tercera persona de mayor edad afectada hasta donde llega nuestro conocimiento3,4.
Nuestra paciente es una mujer de 90 años que acude a urgencias generales por presentar desde hace 3 días sensación de malestar general afebril con epigastralgia y aparición posterior de un brote de lesiones vesiculopustulosas diseminadas por todo el cuerpo, predominantemente en tronco y región inguinal asociando también afectación mucosa del paladar duro. Destacaba la coexistencia de dichas lesiones con otras en estadio de pápulas y de costras, ofreciendo una imagen en «cielo estrellado» (fig. 1), sin otra clínica a nivel sistémico. No recordaba haber pasado la enfermedad en la infancia y negaba potencial contacto con el virus los días previos. En cuanto a su situación basal, era independiente para las ABVD, vivía junto a un hijo y mantenía una buena red de apoyo familiar. Entre sus antecedentes figuraban asma bronquial, insuficiencia cardiaca con fibrilación auricular permanente portadora de marcapasos, hipotiroidismo y colon irritable, tomando como medicación habitual rivaroxaban, Eutirox®, furosemida, espironolactona, digoxina, rabeprazol, montelukast, bromuro de ipratropio y budesonida inhalados.
Ante la sospecha clínica de varicela se tomó una biopsia punch de la piel, en la que se apreciaba una vesícula intraepidérmica con cambios citopáticos virales. El exudado de la úlcera mostró una PCR positiva para DNA varicela-zóster que, junto con la clínica, confirmó el diagnóstico de varicela. El estudio analítico de sangre periférica mostró una fórmula leucocitaria respetada, con PCR de 83, AST 219, LDH 517, sin otros hallazgos. La radiografía de tórax descartó complicación pulmonar. Se comenzó tratamiento con valaciclovir 1g/cada 8h/durante 7 días, acompañado de tratamiento sintomático con antinflamatorios no esteroideos a demanda, con resolución del cuadro con el paso de los días.
A pesar de que la vacunación universal de la varicela ha permitido disminuir la incidencia de la enfermedad aproximadamente un 90% en todos los estratos de edad, en el momento actual se estima que en pacientes mayores de 65 años persiste una incidencia anual de 0,01 casos por cada 1.000 habitantes2. En adultos, población geriátrica e inmunodeprimidos suele presentar un cuadro más florido, con más lesiones cutáneas y mayor riesgo de complicaciones, fundamentalmente neumonía (aproximadamente 1/400 casos en adultos inmunocompetentes), hepatitis (elevación de transaminasas en el 51,9% y fallo hepático agudo en el 1,9% de adultos inmunocompetentes) y más raramente encefalitis (<1 por cada 1.000 casos) e ictus isquémico entre otras5.
Actualmente se recomienda su tratamiento con antivirales en todos aquellos pacientes adultos o ancianos, con el objetivo de reducir la duración y gravedad de los síntomas, así como, teóricamente, reducir el riesgo de complicaciones. Todos ellos presentan una efectividad similar, por lo que se suele recomendar valaciclovir por su posología más sencilla.
Por tanto, dada su escasa frecuencia, su mayor severidad y riesgo de complicaciones y la necesidad de tratamiento precoz, destacamos la importancia de mantener esta entidad en mente durante el proceso diagnóstico y nunca descartarla únicamente por la edad del paciente.
FinanciaciónEl presente trabajo no ha precisado de financiación externa.