Los investigadores necesitan dar a conocer sus proyectos a la comunidad científica y los canalizan a través de las publicaciones científicas. Cada vez es mayor el número de revistas y también es mayor el coste de suscripción para poder acceder a la información que contienen, a pesar de que cada vez se utiliza más el formato electrónico, que reduce considerablemente los costes de producción y distribución. Este hecho supone una limitación importante a las posibilidades de acceso a la información científica para muchos investigadores y profesionales1.
El movimiento Open Access surge en diciembre de 2001 en Budapest, en una reunión organizada por el Open Society Institute (OSI), con el objetivo de potenciar la libre disposición de información científica en la red. La Declaración de Budapest sobre acceso abierto (DOAI) sostiene dos aspectos fundamentales: a) abogar por la supresión de barreras que limiten el acceso al fruto de la investigación como un bien universal al que todos tienen derecho, permitiendo a cualquier usuario leer, descargar, copiar, distribuir, imprimir, buscar o usar con cualquier propósito legal, sin ninguna barrera financiera, legal o técnica fuera de lo que es acceder a internet, y b) proporcionar a los autores y sus obras un nuevo escenario, donde difundirlas y darles mayor visibilidad e impacto. La única limitación en cuanto a reproducción, distribución y copyright será dar a los autores el control sobre la integridad de sus trabajos y el derecho de ser adecuadamente reconocidos y citados2.
Hay distintas posibilidades para la publicación en abierto, que coexisten con los sistemas tradicionales. No obstante, es importante tener en cuenta que, a pesar de tratarse de publicaciones de acceso libre y gratuito, también tienen un coste.
La posibilidad más evidente de acceso libre la constituyen las revistas en las que ni el lector paga por acceder ni el autor paga por publicar y los autores mantienen el copyright sobre su trabajo, cediéndolo, sin exclusividad, a la revista. Estas revistas suelen pertenecer a instituciones académicas o sociedades profesionales que son las que asumen su coste3.
En otros casos, se tratan de revistas incluidas en plataformas o portales de acceso abierto con financiación pública. Este es el caso de SciELO (Scientific Electronic Library Online), un modelo para la publicación electrónica cooperativa de revistas científicas en internet3.
Una tercera posibilidad son las revistas con una adhesión explícita al movimiento de acceso abierto cuyo coste de publicación paga el autor o la institución a la que pertenece. Es el caso de Public Library of Science (PLoS) o Biomed Central.
Muchas empresas editoriales han creado un modelo mixto entre el acceso abierto y tradicional, dando al autor la posibilidad de elegir cómo hacerlo. El autor debe pagar cantidades que varían, según la publicación, entre 500 y 3.500 euros, y puede publicar en abierto.
Algunas editoriales y asociaciones profesionales dejan libre acceso (free access) a sus contenidos después de 6, 12 o 36 meses desde su publicación. En estos casos, aunque se accede a la información gratis, los derechos de copyright los sigue manteniendo en exclusiva la editorial y no el autor.
Otra opción consiste en depositar los trabajos científicos en repositorios. Muchas editoriales permiten el autoarchivado por parte del autor y numerosas instituciones obligan a los investigadores, financiados por dinero público, a depositar sus trabajos en los repositorios institucionales.
El Directorio de Revistas Open Access (Directory of Open Aaccess Journals, DOAJ) recopila todas las revistas publicadas en acceso abierto y revisadas por pares4.