El pasado 3 de enero nos dejó nuestro querido maestro y entrañable amigo Dr. Jorge Braguinsky.
Su brillante trayectoria en el campo de la Nutrición lo convirtió en un prestigioso referente de su especialidad.
Jorge Braguinsky (JB para sus amigos) era médico endocrinólogo, doctor en medicina y especialista en Nutrición de la Universidad de Buenos Aires (UBA) dedicado a la obesidad, pionero en la formación de recursos humanos en esta especialidad.
Fue director de la carrera de Especialistas en Nutrición con orientación en obesidad de la Universidad Favaloro, única en su tipo. Fue profesor y director del posgrado de Nutrición de la misma Universidad y docente autorizado en la cátedra de Nutrición de la UBA, además de profesor y co-director de la carrera de especialistas en Nutrición de la Facultad de medicina en la Universidad Nacional de Tucumán, vicepresidente de la International Association for the Study of Obesity (LASO) durante dos periodos, presidente de la Federación Latinoamericana de Sociedades de obesidad (FLASO) y miembro fundador y presidente de la asociación argentina de obesidad, después SAOTA, entre otros. Recibió múltiples distinciones en el país y el extranjero.
Docente de alma, desarrolló una gran labor pedagógica y científica en el ámbito universitario, en diversas sociedades científicas y en los medios de divulgación. Fue creador de los cursos de posgrado en obesidad y Nutrición Clínica, que adquirieron gran trascendencia en el país y en el mundo, formando varias generaciones de médicos y nutricionistas.
Su prolífica obra de formación de recursos humanos cualificados fue enriquecida a través de sus reconocidos libros sobre obesidad y síndrome metabólico, que reunieron la participación de destacados profesionales nacionales y del extranjero, y también la de muchos de sus noveles discípulos, en quienes promovió el espíritu por la investigación cien tífica e impulsó la noble tarea de enseñar. Su última conquista fue lograr la acreditación de la carrera de especialización en Nutrición con orientación en obesidad y concretar el inicio de su dictado.
Notable orador, conquistador de numerosas audiencias de diversos ámbitos, trabajador incansable y hábil descubridor de oportunidades y talentos.
¡Fue un gran maestro! Toda oportunidad de encuentro con él era una instancia de aprendizaje y de gozo, de compartir ideas y cuestionar saberes, de disfrutar de su sagaz humor, su generosa entrega y de hacernos sentir cómodos en su compañía. Cada momento compartido con JB era "para guardar", ya fuera por lo jugoso de las largas charlas científicas o de vida, o por sus salidas ocurrentes, su picardía y sus sabios consejos llegado el momento.
Buen amigo y audaz compañero de aventuras, cariñoso, siempre dispuesto a tender una mano cuando se le solicitaba, cuando no era él mismo quien la ofrecía. Hombre sencillo e inteligente, de mente ágil, con gran sentido ético y estético. Aprovechó intensamente cada momento de su vida y compartió su saber y su vasta experiencia. Promovió entre los más jóvenes el espíritu de aprender y hacer. Siempre estuvo abierto a lo nuevo, exploró y experimentó nuevas opciones.
Había veces en que su salud no lo acompañaba y entonces encontrábamos a Jorge "volando bajito" como él decía. No obstante, ello no era excusa para su incansable capacidad de hacer.
En lo personal yo conocía a Jorge desde mi inicio en la profesión como licenciada en Nutrición, como conocemos a tantos de nuestros referentes, ya sea a través de sus disertaciones o de sus libros. No obstante, lo descubrí como persona en el año 2004, con motivo de coincidir en nuestro viaje al congreso de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria en Ibiza. Él participaba como ponente invitado de una conferencia sobre Nutrigenómica. Allí tuvimos oportunidad de compartir gratos momentos e iniciar una fructífera relación de trabajo, encuentros científicos y amistosos, abonados por un fluido intercambio telefónico y vía correo electrónico, con él y otros profesionales amigos.
Desde entonces, además de admirarlo como siempre, aprendí a quererlo y a disfrutar los momentos compartidos: de recreación, de trabajo, de aprendizaje, de todo eso que nos daba a quienes tuvimos la suerte de conocerlo, de estar cerca de él y de sentirnos sus amigos, aceptando su generosa y siempre valiosa entrega de maestro en el más amplio sentido de la palabra.
Su entusiasmo por hacer cosas era contagioso. Tan pronto nos descuidábamos ya nos proponía hacer alguna cosa nueva, y muchas veces no era una, sino dos o tres... varias al mismo tiempo. Él decía: "Hay más cosas para hacer que tiempo para hacerlas". Fue así como me incluyó en su círculo de contactos, a través de los cuales me encontré siendo partícipe de fructíferas rondas de opinión vía correo electrónico con destacados profesionales del país y del extranjero. Su generosidad era una oportunidad única para mí. Pronto me invitó a escribir un artículo, a presentar un trabajo, después como docente invitada de su curso de posgrado de Nutrición Clínica en la Universidad Favaloro, y posteriormente a escribir dos capítulos de su último libro, una valiosa obra en su género.
En sus cursos y en los congresos solía siempre estar rodeado de sus discípulos, entre ellos sus queridas "nutris", como él nos llamaba.
En 2008 tuvimos la fortuna de contar con su visita a nuestra Cátedra de la Escuela de Nutrición de la Universidad Nacional de Córdoba, oportunidad en la que nos deleitó con su conferencia "Pandemia de obesidad, políticas de Salud Pública y actitud clínica". En aquella visita suya a Córdoba mantuvimos reuniones con autoridades sanitarias de nuestro medio con el fin de avanzar en la creación de un Programa de Prevención de obesidad Infantil y adolescente, cuyo proyecto de Ley ha sido tratado en meses recientes por la Comisión de Salud para su implementación en el ámbito del ministerio de Salud de la provincia de Córdoba. Su agenda contó además con una charla abierta a la comunidad en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas.
En los últimos meses, y a pesar de su dolencia y los efectos de su tratamiento, continuó viajando, dictando cursos en algunas ciudades de nuestro país y tuvo una participación activa en diversos congresos. Era ciertamente admirable su disposición de ánimo, a pesar de su precario estado de salud.
Querido Jorge... ¡Cuánto te extrañaremos!
Dejaste en tus discípulos y amigos tu impronta, y aunque ya no estés entre nosotros nunca te irás del todo... Nos quedan tu legado, tu ejemplo y tu cariño.
¡Gracias JB! ¡Te queremos!