Introducción
La presentación intramuscular del quiste hidatídico (QH) es muy poco frecuente: excepcional como enfermedad primaria e infrecuente como manifestación secundaria1-6. Por ello, es importante sentar las bases de su diagnóstico diferencial con tumores de partes blandas para evitar errores en su manejo quirúrgico y diseminaciones iatrogénicas.
Presentamos tres casos de QH intramuscular (2 primarios y uno secundario), en los cuales el estudio de imagen puede proporcionar un diagnóstico prequirúrgico de certeza que permita el correcto enfoque terapéutico.
Caso 1
Mujer de 61 años, sin antecedentes de interés, que consultó por tumoración en la región posteroexterna de un tercio distal en el brazo derecho de un mes de evolución y aparición brusca, sin antecedente traumático.
A la exploración física presentaba una tumoración de 4 ×4 cm, de consistencia elástica, adherida a planos profundos, caliente y dolorosa a la presión, en la cara posteroexterna de miembro superior derecho.
La analítica básica era normal, sin eosinofilia.
La radiografía simple evidenciaba una asa de partes blandas, sin afección ósea. La tomografía computarizada (TC) revelaba una masa de 60 ×45 × 30 mm levemente hipodensa de márgenes mal definidos en el músculo tríceps braquial (fig. 1). Con la administración de contraste se objetivaba una seudocápsula vascularizada que no era continua en todas las secciones. Con el diagnóstico de sospecha de sarcoma de partes blandas fue intervenida mediante exéresis marginal, confirmando el estudio anatomopatológico de la pieza el diagnóstico de QH intramuscular. Posteriormente, se le realizó una radiografía torácica y una ecografía de hígado, siendo ambas normales.
Figura 1. TC donde se aprecia un quiste hidatídico localizado en el músculo tríceps braquial.
Caso 2
Varón de 43 años, sin antecedentes de interés, salvo lumbalgias de tipo mecánico ocasionales, que consultó por una tumoración paravertebral lumbar derecha de aparición brusca tras actividad física.
A la exploración física, presentaba una tumoración de 4 ×2 cm indolora a la palpación, no adherida a planos superficiales. La flexoextensión de la columna lumbar era dolorosa.
La ecografía demostró una lesión fusiforme bien encapsulada de 9 cm, de contenido heterogéneo, alternando áreas netamente líquidas con otras de material denso o sólido separado por septos densos.
La TC presentaba una lesión quística que no rebasaba los límites musculares excepto en los planos altos en los que existía una solución de continuidad con la aponeurosis muscular. No presentaba comunicación con el canal raquídeo ni afección ósea.
Posteriormente, se practicó una punción-aspiración con aguja fina (PAAF) donde se extrajo un líquido mucinoso, sin células sospechosas de malignidad.
La analítica básica de sangre era normal sin eosinofilia.
Con la sospecha de tumoración de estirpe muscular benigna se realizó una exéresis marginal de la misma que al corte presentaba un contenido líquido donde sobrenadaban las típicas membranas en forma de «pellejo de uva» característico de QH. Se realizó por ello un lavado del lecho quirúrgico con Rivanol® (etacridina lactato) más suero salino hipertónico alternando los lavados cada 5 min.
La anatomía patológica reveló una tumoración capsulada con vesículas hijas escólex en su interior, confirmándose el diagnóstico de QH.
Posteriormente, se le practicó una ecografía hepática y una radiografía torácica para descartar una afección secundaria, con resultados normales, y una serología específica mediante hemoaglutinación indirecta para E. granulosis que fue positiva a títulos de 1/160.
Caso 3
Mujer de 84 años, con antecedentes de quiste hidatídico hepático perforado hacia el estómago y abcesificado hace 9 años, que consultó por una tumoración en la cara anterior de muslo de varios meses de evolución, que aumentaba progresivamente de tamaño.
A la exploración física presentaba una tumoración de 7 ×7 cm, de consistencia elástica, adherida a planos profundos, no dolorosa a la presión, en la cara anterior del muslo izquierdo.
La ecografía revelaba una masa multiquística en el espesor del cuádriceps con amplias calcificaciones, compatible con QH intramuscular (fig. 2).
Figura 2. Ecografía de quiste hidatídico multivesicular en el músculo cuádriceps.
La resonancia magnética (RM) objetivaba una tumoración capsulada sólido-quística en el espesor del vasto medial del muslo izquierdo con sospecha de una lesión de origen infeccioso de componente poco agresivo (fig. 3).
Figura 3. Corte coronal de muslo en secuencia SET1 que revela una tumefacción capsulada en el espesor del vasto medial de cuádriceps. La matriz del quiste presenta señal intermedia, mientras que las vesículas hijas son hipointensas.
La analítica básica era normal, sin eosinofilia.
Las pruebas serológicas demostraron una hemaglutinación indirecta para E. granulosis positiva a títulos de 1/640.
Se practicó una exéresis ampliada al tejido muscular periquístico para evitar la rotura del mismo. Posteriormente, se realizó una irrigación preventiva del lecho con Rivanol® más suero salino hipertónico.
La anatomía patológica demostró una tumoración quística multilocular con una cápsula interna germinativa en donde se identificaban escólex, confirmándose el diagnóstico de QH (fig. 4).
Figura 4. Quiste hidatídico resecado con visualización de las vesículas hijas en su interior.
Discusión
La hidatidosis muscular es rara, siendo extremadamente infrecuente como afección primaria1-6. El diagnóstico puede plantear dificultades, especialmente si la afección es primaria y no se piensa en ella1,6,7.
Las pruebas serológicas más sensibles utilizadas son la hemaglutinación indirecta o el enzimoinmunoanálisis (ELISA), siendo más específicas las pruebas de western-blot o inmunoelectroforesis. Estas pruebas tienen una alta sensibilidad (80-100%) y especificidad (88-96%) en los casos de afección hepática, siendo menos sensibles (25-56%) cuando la afección es en otros tejidos, como el muscular8,9.
Los métodos de diagnóstico por imagen más utilizados son la ecografía, la TC y la RM. La ecografía es bastante específica en los casos de presentación multivesicular, siendo menos aclaratoria en los casos univesiculares10. La TC puede ser prueba de imagen de elección en los casos de afección ósea11, siendo actualmente la RM la prueba de elección en los casos de afección muscular, ya que se obtiene una imagen de mayor resolución, pudiéndose observar las vesículas hijas y especialmente la existencia de una membrana o membranas en caso de QH multilocular, patrón característico de los QH4,11,12.
La biopsia abierta de una masa sospechosa de QH está formalmente contraindicada por el riesgo de diseminación y shock anafiláctico2.
El tratamiento de elección de los QH intramusculares es la resección quirúrgica, aconsejándose una resección muscular amplia que englobe al QH para evitar la rotura del mismo1,11,2,4; puede ser prudente tratar preoperatoriamente al paciente con fármacos antihelmínticos (mebendazol, albendazol) para disminuir el riesgo de diseminación intraoperatoria de las vesículas hijas en caso de rotura del quiste8,9.
El propósito de este artículo es alertar al lector de esta rara enfermedad y ayudar al diagnóstico con las pruebas de imagen presentadas.
Hoy día, creemos que con el arsenal del que disponemos (ecografía, TC, RM y serología) se debe llegar a un diagnóstico de certeza preoperatorio.