Sr. Director: La situación de la reumatología española es cada día mejor. La asistencia al paciente reumático nuestro primus movens es ejemplar. La docencia pregraduada y posgraduada también evidencia signos de mejoría. A pesar del enorme peso asistencial de los reumatólogos españoles, el nivel científico crece y crece. Sirva de ejemplo el número de resúmenes en los congresos internacionales, sean los del Colegio Americano de Reumatología como los de la Sociedad Británica de Reumatología1. ASimismo, revisiones biliométricas recientes sitúan a la reumatología española en un buen lugar, colocándola entre las más importantes de Europa y entre las 10 mejores del mundo1,2. No obstante, es fácil comprobar cómo un sinnúmero de resúmenes publicados en los congresos nacionales no tienen después continuidad, quedando pues en el tintero. Esta falta de creación preocupa al secretario y editor de la Revista Española de Reumatología3. El motivo de la presente es reflexionar sobre el llamado síndrome de Bartleby y su relación con la reumatología española.
El síndrome de Bartleby toma su nombre del escribiente Bartleby, protagonista de un relato de Herman Melville4. Bartleby el escribiente era un ser solitario, casi quijotesco que cuando se le encargaba un trabajo respondía siempre diciendo: "preferiría no hacerlo". Este personaje literario ha dado pie a una interesante novela publicada recientemente, en la que el autor investiga en la literatura el síndrome de Bartleby: "hace tiempo que estudio la enfermedad, el mal endémico de las letras contemporáneas, la pulsión negativa o la atracción por la nada que hace que ciertos creadores, aun teniendo conciencias literarias muy exigentes (o quizá precisamente por eso), no llegan a escribir nunca; o bien escriban uno o dos libros y luego renuncien a la escritura; o bien, tras poner en marcha sin problemas una obra en progreso, queden un día literalmente paralizados para siempre". Existen ejemplos notables, y sirvan como tales Rimbaud, Rulfo o Pepín Bello5.
Creo que la reumatología española, a pesar de su notable expansión, padece del síndrome de Bartleby. Sirva esta carta para despertar la conciencia exigente pero dormida de los reumatólogos y estimularlos a que envíen sus artículos a nuestra revista como a otras, sean estas de ámbito nacional o internacional.