Es posible que cuando hablamos de investigación sea en forma de investigación original, o sea en forma de investigación de revisión sobre datos o información disponibles, creemos o vemos o intuimos grandes centros con grupos denominados "consolidados" y con muchos medios. Cuando todo este procedimiento se vive más directamente y, no digamos, cuando salimos fuera de nuestras fronteras con nuestra beca bajo el brazo, aquel espejismo se nos viene abajo y entonces tomamos conciencia de que las cosas son bastante más simples y sencillas. Digamos que esa preimagen, que bien podríamos denominar "cinematográfica", "propagandística" o "de los medios de comunicación", no se ajusta a la realidad. Digamos que está sobredimensionada.
Investigar, revisar, comunicar o, lo que es lo mismo, redactar trabajos originales o de revisión, y publicarlos con los requisitos básicos del buen hacer en la práctica científica, es más un método de actuación cotidiano, del día a día, a veces incluso tedioso y hasta aburrido. Desde luego, nada nuevo para los que tenemos algo de esa experiencia "investigadora". Preguntémonos cuántos nombres figuran en las miles de publicaciones mensuales en las miles de revistas medico-científicas, y preguntémonos también cuántos de esos autores alcanzan el Premio Nobel en Medicina. No sólo no es necesario tener tal premio, ni tan siquiera ser aspirante a él. El avance científico, médico, tecnológico se consigue con las muchísimas aportaciones, con más o menos impacto, siempre serias y rigurosas. Así, entre casi todos y poco a poco, se han conseguido las grandes modificaciones sociales, culturales y económicas, un ejemplo clarividente es el radical cambio en la posición de la mujer en nuestros países occidentales, que comenzó con las sufragistas allá por el siglo xix y aún seguimos inmersos en dicha modificación de roles.
¿A dónde pretendo ir con este discurso? Lo que trato de transmitir es que investigar, revisar, comunicar no es patrimonio de elites "supraterrenales". Que investigar, revisar y comunicar, es obra y compromiso para todos, especialmente para los que integramos el campo de la andrología, la medicina sexual y la medicina reproductiva, o lo que es lo mismo, el campo de esta Revista Internacional de Andrología. A todos nos compete y todos podemos y debemos hacerlo.
Por todo ello, hablamos de nuestra Revista Internacional de Andrología Salud sexual y reproductiva. Y decimos bien NUESTRA, con mayúsculas, porque es y debe ser así o, de lo contrario, no llegaremos a ese "buen puerto", tal y como nos lo planteábamos en el editorial del número 1 del volumen 5, al comienzo del presente año, y con motivo de la entrada del nuevo equipo editor. Afortunadamente, se percibe que este sentimiento esencial de que es nuestra revista va calando, y lo cierto es que nuestras expectativas más optimistas se han visto desbordadas. Hemos publicado en tiempo y forma los números 1 y 2 y ahora tienes entre tus manos el número 3, que contienen 5 artículos originales, 11 artículos de revisión y 3 casos clínicos, con un total de 117 páginas. Por tanto, lo suyo es felicitarnos todos por la excelente marcha de nuestra publicación y seguir trabajando como lo estamos haciendo.
Insistir en la importancia que para el mundo de la andrología, la medicina sexual y la medicina reproductiva iberoamericana tiene el proyecto de la Revista Internacional de Andrología no es gratuito. Sin un órgano de expresión consolidado internacionalmente no ocuparemos el lugar que potencialmente nos corresponde y nuestro proyecto integrador de andrología, medicina sexual y medicina reproductiva no alcanzará sus legítimos objetivos. Y no debemos olvidar, en momento alguno, cuáles son esos objetivos. Recordémoslos, a corto plazo la indexación internacional y a medio-largo plazo la consecución de factor de impacto. Para ello contamos con ese magnifico ámbito geográfico que es toda Iberoamérica. Al respecto conviene comentar que la nueva empresa editorial ahora se denomina Elsevier Doyma Iberoamérica (¡que casualidad!), y mantiene su sede en Barcelona, cuyo equipo de profesionales tanto está contribuyendo a la consecución de los objetivos arriba descritos.
Sigamos pues manteniendo el "rumbo de esta nave". Investigar y publicar es un asunto que nos implica a todos. Animémonos pues a remitir artículos en los diferentes formatos y en las normas editoriales establecidas. Todo sea en beneficio de nuestra sociedad, de nuestra comunidad científica y de nuestra Revista Internacional de Andrología.