Quiero que mis primeras palabras sirvan para daros la bienvenida al XIII Congreso Nacional de la ASESA.
Termina ahora una larga andadura que comenzó hace más de cinco años, cuando el Dr. José María Pomerol nos sugirió, en una visita a Córdoba, en el Palacio de Congresos y a la sombra de La Mezquita en una luminosa mañana del mayo cordobés, la posibilidad de solicitar la confianza de ASESA para organizar un congreso nacional. El primer apoyo entusiasta que recibimos fue el del Dr. Martín Caballero; vaya, pues, en primer lugar, mi recuerdo emocionado y mi agradecimiento para este entrañable amigo, mejor persona y gran andrólogo, quien persiste en el recuerdo de todos nosotros.
Tras ratificar nuestra candidatura en el Congreso Nacional de Málaga, ha sido para mí una gran responsabilidad, y un reto, organizar este congreso. Espero que colme con creces vuestras expectativas, tanto en lo científico como en lo social. Pensando en esto último, modificamos las habituales fechas, para que podáis disfrutar de la primavera cordobesa y más concretamente de este mayo, explosión de colores y olores que inunda los sentidos.
Este periplo toca a su fin y es hora de agradecer a tantos y por tanto. A la Asamblea General del mencionado congreso malagueño, por la confianza depositada en nosotros. A mis compañeros del Comité Organizador, encabezado por quien es su Presidenta de Honor, la Dra. María José Requena, por su apoyo y colaboración continuos. Al Presidente del Comité Científico, Dr. Ferran Garcia, por su capacidad de trabajo, comprensión y esfuerzo, pero sobre todo "por tu amistad en el sentido que este término para mí tiene". Por último, pero no por ello menos importante, gracias a la industria farmacéutica, ya que sin su apoyo no hubiéramos llegado a buen puerto.
Gracias a todos vosotros por vuestra asistencia, de antemano sé que tendremos vuestra comprensión y paciencia por los posibles fallos que puedan ocurrir, os aseguro que hemos puesto todo el esfuerzo y la ilusión para que estos tres días disfrutéis de esta ciudad milenaria, que fue faro de ciencia, esperando que el espíritu de tolerancia, que logró unir a tres culturas diferentes en paz y armonía, os envuelva al pasear por su calles y plazas.