covid
Buscar en
Revista Médica del Hospital General de México
Toda la web
Inicio Revista Médica del Hospital General de México La cirugía en la Revolución Mexicana
Información de la revista
Vol. 74. Núm. 1.
Páginas 50-55 (enero 2010)
Compartir
Compartir
Descargar PDF
Más opciones de artículo
Vol. 74. Núm. 1.
Páginas 50-55 (enero 2010)
Acceso a texto completo
La cirugía en la Revolución Mexicana
Surgery in the Mexican Revolution
Visitas
28612
Miguel Abdo-Francisa, Ramón Vázquez-Ortegab
a Director General Adjunto Médico. Profesor de Gastroenterología. Hospital General de México. UNAM.
b Consultor técnico y Decano Institucional de Cirugía. Profesor Titular de Cirugía. Hospital General de México. UNAM.
Este artículo ha recibido
Información del artículo
Resumen
Texto completo
Bibliografía
Descargar PDF
Estadísticas
Figuras (3)
Mostrar másMostrar menos
El inicio de la Revolución Mexicana desencadenó una serie de acontecimientos que llevaron a la inestabilidad política, económica y social en nuestro país. El ejercicio de la medicina y la vida de los hospitales se vieron también afectados gravemente por estos avatares. Estos momentos de lamentable crisis que lastiman a los países, permiten también el desarrollo de habilidades quirúrgicas en donde los cirujanos deben de responder en forma inmediata y con los recursos mínimos para lograr estabilizar a los heridos de los combates. Un claro ejemplo de esto lo constituye el desarrollo de la laparotomía exploradora en heridos de bala. En el presente artículo se realiza una revisión histórica de los cirujanos que destacaron por su labor durante la época revolucionaria así como de un suceso que modificó en forma trascendente la atención de los heridos de las batallas: la creación de los llamados trenes hospitales en 1913, en plena Revolución Mexicana durante la campaña contra el Gral. Pascual Orozco y que encabezaba el Gral. Victoriano Huerta, los cuales fueron una aportación de nuestro país a los escenarios bélicos.
Palabras clave:
Cirujanos de la Revolución; trenes hospitales; Revolución Mexicana; México
The beginning of the Mexican Revolution unleashed a series of events that led to the political, economic and social instability to our country. The exercise of the medicine and the life of the hospitals met also affected seriously for these vicissitudes. These moments of lamentable crisis that hurt to the countries, allow also the development of surgical skills where the surgeons must answer in immediate form and with the minimal resources to manage to stabilize the injured men of the combats. A clear example of this constitutes it the development of the exploratory laparotomy in injured men of bullet. In the present article there is realized a historical review of the surgeons who emphasized for his labor during the revolutionary epoch as well as of an event that it modified in transcendent form the attention of the injured men of the battles: the creation of so called "trains hospitals" in 1913, in full Mexican Revolution during the campaign against the Gral. Pascual Orozco and that was heading the Gral. Victoriano Huerta, which were a contribution of our country to the warlike scenes.
Keywords:
Surgeons of the Revolution; trains hospitals; Mexican Revolution; Mexico
Texto completo

¿ Introducción

El panorama de la atención médica en México en los años finales del siglo XIX era precario. Sin embargo, los trabajos de Pasteur y Lister habían iniciado en todo el mundo una era de esperanza y una fiebre de investigaciones que dieron por resultado un avance frenético en todas las áreas de la Medicina y en particular de la Cirugía, que desde 1848 ya había empezado a dominar el gran obstáculo que significaba el dolor. Unas pocas décadas después el otro problema que era la infección también empezó a combatirse con bases científicas, situación que permitió penetrar en áreas hasta entonces prohibidas.1

La inauguración del Hospital General en la ciudad de México, cuya planta física se planeó siguiendo la de los mejores hospitales europeos dio un impulso enorme a la adopción de las mejores prácticas hospitalarias y por ende al desarrollo de las especialidades. Este evento, unido a la refundación de la Universidad Nacional por las gestiones de Justo Sierra como culminación de las fiestas del Centenario de la Independencia, auguraba una época llena de esperanza.

Entre los cirujanos más destacados de aquella época, estaban el Dr. Aureliano Urrutia (Figura 1) quien ocupaba la cátedra de Patología Externa en la Escuela de Medicina, plaza que había ganado por oposición y el entonces joven médico graduado en 1904, Rosendo Amor, quién ingresó al Hospital Juárez y como jefe de sala desarrolló una gran labor de asistencia y docencia, imponiendo gran disciplina entre sus colaboradores, entre los que se destacó Gracia García.

¿Figura 1. Dr. Aureliano Urrutia.

Desgraciadamente el inicio de la Revolución Mexicana desencadenó una serie de acontecimientos que llevaron a la inestabilidad política, económica y social a nuestro país. El ejercicio de la medicina y la vida de los hospitales se vieron también afectados gravemente por estos avatares. Baste citar como ejemplo, lo ocurrido en el Hospital General de México que, a cinco años de su fundación por el General Porfirio Díaz y siendo su Director el Dr. Fernando López, se vio inmerso en un desorden administrativo que se reflejó en la asistencia de los pacientes. En tan sólo tres años, el Hospital cambió nueve veces de Director hasta que en 1914 se designó al Dr. Alfonso Cabrera con lo que se entra en un periodo de relativa estabilidad.2

Merece mención especial el papel de la Cruz Roja Mexicana en el conflicto revolucionario. Al mismo tiempo que se llevaban a cabo los trámites para la fundación de esta noble Institución, siendo el presidente de la República el General Porfirio Díaz, se iniciaron en nuestro país los acontecimientos que posteriormente derivarían en la que fue la primer revolución social del siglo XX con repercusiones de gran trascendencia y que se convirtió en el primer evento histórico que unió el devenir de la Cruz Roja con la historia de México.

La Revolución Mexicana causó miles de víctimas en todo el territorio nacional y la Cruz Roja respondió a su compromiso con cirujanos capaces encabezados por el Dr. Fernando López y Sánchez Román, jefe del cuerpo médico, así como un importante número de voluntarios. La presencia de la Cruz Roja en los campos de batalla fue valiosa. Por muchos años se vio ondear la bandera blanca con la cruz roja al centro y esto pudo darse debido a que en ese entonces se contaba ya con el reconocimiento oficial pero sobre todo con el de la sociedad mexicana que la valoraba como una institución de asistencia humanitaria.

Basado en la adherencia de México al convenio de Ginebra, firmado por nuestro país el dos de agosto de 1907, la Cruz Roja Mexicana pudo destinar recursos y esfuerzos para atender a civiles y militares con el objeto de paliar en lo posible los efectos de las batallas. En 1909, durante el gobierno de Porfirio Díaz y un año antes del inicio de la Revolución Mexicana, el doctor Fernando López se reunió en su casa con otros médicos para organizar la fundación de la Benemérita Institución siendo su casa la primera sede de la Cruz Roja en México; sin duda, la presencia de esta emérita institución fue determinante en este agitado periodo de nuestro país y sus banderas se podían encontrar lo mismo en los campos de batalla que en casas, escuelas, hospitales y en todos los refugios neutrales a los que podían acudir cualquiera de los combatientes. Los cirujanos que en forma voluntaria y altruista colaboraron con ella en esta etapa histórica de México, merecen nuestro reconocimiento y respeto.3

Durante la campaña maderista (1911) el todavía pasante Guadalupe Gracia García, numerario del Hospital Juárez, incansable practicante e inquieto en sus ideas políticas, consiguió formar un grupo de jóvenes idealistas para ir al Norte a prestar atención a los heridos. Por algunas declaraciones de la Sra. Luz González Cosío de López, Presidente de la Cruz Roja, se generó irritación entre los estudiantes de medicina, ya que dio a entender que los rebeldes no merecían atención; esto llevó a la fundación de la Cruz Blanca Neutral y bajo este patrocinio, acudieron hasta Ciudad Juárez donde con grandes dificultades cumplieron con su misión.

En tanto, bajo el patrocinio de la Cruz Roja, los doctores Juan M. Cadena y José Guadalupe Vargas encausaron el primer grupo que salió de la ciudad de México para atender a los heridos en la batalla de Juchitán, Oaxaca, en donde el Ejército Federal se enfrentó a un grupo rebelde encabezado por el Ché Gómez.

La designación en 1913 del Dr. Leandro Cuevas Larrañaga como el primer Jefe General de ambulancias y socorristas de la Cruz Roja Mexicana, permitió establecer lineamientos para el apoyo y traslado de los heridos en forma más eficiente, desde las áreas de combate.

En 1913, un suceso que modificó en forma trascendente la atención de los heridos de las batallas, fue la creación de los llamados trenes hospitales en plena Revolución Mexicana y durante la campaña contra el Gral. Pascual Orozco, encabezada por el Gral. Victoriano Huerta. El proyecto fue impulsado por el Dr. Guadalupe Gracia García y su jefe, el Dr. Manuel Cerqueda, para responder a la necesidad de una valoración (triage) inmediata y dadas las distancias que se tenían que recorrer en un país de más de dos millones de kilómetros cuadrados en donde los escenarios bélicos podían ocurrir en cualquier región. En el interior de estos trenes funcionaban salas vagones para hospitalizar enfermos y quirófanos donde se podían realizar en forma rápida y efectiva, amputaciones, cirugía de anastomosis intestinal, drenaje de abscesos, entre otros procedimientos que lograron disminuir en forma importante la mortalidad asociada a trauma, con porcentajes menores a 45% debido a la escasa cantidad de complicaciones existentes y la exitosa reparación intestinal que lograron (Figura 2).4

¿ Figura 2. Guadalupe Gracia García. Inventor del Tren Hospital.

Para 1915, contaban con tren quirófano los ejércitos de la División del Norte del General Francisco Villa, el del Ejército del Noreste del General Pablo González y el del ejército del Noroeste del General Álvaro Obregón (donde militaba Gracia García), constituidos de varias secciones, con áreas de hospitalización, de traslado y de quirófano propiamente dicho, los cuales seguían las rutas militares e iban precedidos de los trenes de guerra artillados y los trenes de mando.3

Estos momentos de lamentable crisis que lastiman a los países, permiten también el desarrollo de habilidades quirúrgicas en donde los cirujanos deben de responder en forma inmediata y con los recursos mínimos para lograr estabilizar a los heridos de los combates. Un claro ejemplo de esto, lo constituye el desarrollo de la laparotomía exploradora en heridos de bala.

La aceptación de la laparotomía y los drenajes en heridas por proyectil de arma de fuego ocurrió cuando el cirujano Guadalupe Gracia García empezó a utilizarla en forma sistemática, probablemente por influencia de su jefe, el Dr. Rosendo Amor. Gracia García trabajó con este cirujano como practicante en el puesto de socorro de la Cruz Verde, en la ciudad de México (1910) y posteriormente en plena revolución, como médico militar en la Cruz Blanca y el Ejército Constitucionalista entre los años de 1911 a 1914.5

Los resultados de esta práctica redujeron la mortalidad de manera notable, en relación con la acostumbrada atención conservadora. Sin embargo, debe agregarse que la conducta de Gracia García no fue uniforme, probablemente porque los cirujanos mexicanos que actuaron durante la Revolución, carecían de un mando común.

En 1913 el país se conmueve hasta sus raíces ante el cuartelazo conocido como Decena Trágica. Los acontecimientos que culminaron con el asesinato del Presidente Francisco I. Madero, llevaron a la ciudad de México a un completo desorden que afectó a los hospitales, incluido el propio Hospital General, en donde las balas destruyeron los cristales de algunos pabellones y afectó al grupo de enfermeras voluntarias que acudieron a asistir a la Cruz Roja y la Cruz Blanca neutral, dado el deceso de una estudiante de preparatoria y enfermera voluntaria; este hecho se constituyó como el primer caso informado de personal voluntario de la Cruz Roja Mexicana muerto al estar atendiendo a los heridos de los enfrentamientos ocurridos en la Avenida Chapultepec de la ciudad de México.

En aquel trágico periodo, el Dr. Aureliano Urrutia había sido nombrado Director de la Facultad de Medicina y del Hospital General, circunstancia única que despertó grandes esperanzas hacia el progreso de ambas entidades. Urrutia manifestó sus planes para hacer que los mejores estudiantes se quedaran por dos años más en el Hospital, para actuar como lo que hoy conocemos como residentes y esta idea, expresada en sus memorias, le convierten en el precursor de las residencias médicas. También modificó el plan de estudios de la carrera de Medicina, favoreciendo la práctica clínica y expresó que el Hospital General debería actuar como el Hospital-Escuela dependiente de la Facultad, la que debería instalarse en los terrenos colindantes con el Hospital y donde ahora se asienta el Centro Médico Nacional Siglo XXI.

Estas ideas no llegaron a concretarse porque Urrutia fue nombrado por el Gral. Huerta como su Secretario de Gobernación. Sin embargo se debe agregar que aunque no oficialmente, el Hospital General ha actuado por antonomasia desde su fundación como el mejor Hospital-Escuela del país.

Todo este panorama es el trasfondo en el que los cirujanos del momento, con el país dividido, deberían actuar a favor de los heridos de todos los bandos.

Gracia García desarrolló algunas técnicas quirúrgicas durante su paso por el puesto de la Cruz Verde situada en las calles de Victoria y Revillagigedo. Las técnicas quirúrgicas se refieren a la atención de las heridas doble-penetrantes, recomendando una incisión torácica sin resección costal para atraer el diafragma e investigar si hay orificio. De haberlo, aprovechaba la herida para introducir una pinza larga portando una gasa para investigar si había sangre o secreción intestinal. De resultar positiva la prueba seguiría con una laparotomía. Además experimentó con éxito raquicocainizaciones altas (2ª y 3ª dorsales) y por tanto precursor de lo que más tarde informó Darío Fernández.6

Un penoso y trágico incidente político fue el asesinato del Dr. Belisario Domínguez con la pretendida participación del Dr. Urrutia, cuando ya no era el Secretario de Gobernación pero a quién se le atribuyó esta mala acción. Este cirujano aprobó con su posterior actuación, llena de actos de bondad en la atención de sus enfermos, lo increíble del hecho de haber participado en tan deleznable crimen, situación que no corresponde describir en este espacio.7

Don Manuel Gea González, gran clínico y que decía ser cirujano autodidacta, fue compañero de la misma generación de Senadores de la víctima de aquel terrible acontecimiento. Su cátedra de Cirugía y sus grandes cualidades docentes -que mantuvo hasta su muerte en 1950- hacen que hasta la fecha se le recuerde como un gran ejemplo.

Con todos los inconvenientes que se han tratado de exponer, el Hospital General continuó su labor; en él, Darío Fernández llegado de Europa en 1914, empezó a aplicar sus conocimientos, adquiridos al lado del célebre cirujano francés Gosset y de otros eminentes maestros, atendiendo a la cátedra de cirugía y acudiendo metódicamente a la práctica en cadáveres.

Por otra parte, el Ejército Federal disponía de médicos preparados en la Escuela Militar de Medicina, fundada por el Dr. Montes de Oca y que actuaron eficientemente en el seno del Ejército Federal. Al crecer la violencia de la guerra intestina, el grupo de Gracia García quedó sirviendo en el Ejército del Noroeste, cuyo jefe era el Gral. Álvaro Obregón.

El tren que acompañó fielmente al Gral. Francisco Villa recibió el nombre de Brigada Sanitaria y se dice que era el más organizado de la Revolución (Figura 3). La organización del mismo corrió a cargo del Dr. Andrés Villarreal, originario de Monterrey y radicado en Torreón, Coahuila. Tenía un enorme prestigio como médico y cirujano. De ideas revolucionarias, fue entusiasta partidario de Madero y Pino Suárez, por lo que se unió al movimiento. Así conoció a Francisco Villa, quien le dio la oportunidad de aprovechar sus conocimientos adquiridos durante una estancia en Europa.

¿Figura 3. Los trenes de la Revolución Mexicana.

El Servicio Sanitario se componía de catorce brigadas, cada una comandada por un coronel médico militar, cuatro médicos ayudantes, ocho practicantes, veinticinco ambulantes, cuarenta y dos camilleros y escolta, así como un pagador para cada brigada, además de un pagador para toda la división sanitaria, que era Vicente P. Muñoz. Cada brigada sanitaria tenía un tren formado por varios carros que se construyeron especialmente para ese servicio, provisto de literas, que amortiguaban todo movimiento. Había además mesa de operaciones, autoclaves, esterilizadores de agua, instrumentos de cirugía y una enorme cantidad de medicinas, vendas, algodón, entre otros. Todo aquello marchaba con precisión tal, que en el combate de Trinidad se atendieron, en un solo día, dos mil heridos, mismos que para las ocho de la noche ya habían sido enviados a los distintos hospitales que había escalonados, desde Aguascalientes hasta Chihuahua, en los que se iban dejando, según la gravedad de sus heridas. Algunos eran enviados a hospitales americanos de El Paso, Texas, que pensionaba Villa.8

Villareal actuó como médico, con el grado de General de Brigada. Era compadre del Centauro y tenía su confianza absoluta. Sin embargo todo lo anterior no obsta para que durante un mal entendido, Villa ordenara su fusilamiento, que no se logró porque Villarreal logró escapar. Pasado el tiempo hubo una sincera reconciliación. La División del Norte, al mando del Gral. Francisco Villa, fue derrotada después de las cruentas batallas de Celaya, Trinidad y León. El tres de junio de 1915, durante el desarrollo del combate una batería villista acertó a herir gravemente al Gral. Obregón casi arrancando su brazo derecho a nivel del tercio inferior y lastimando el hemitórax adyacente. La primera reacción del General que cayó al piso, fue sacar su pistola con la mano izquierda. Se intentó suicidar pero se trató de un intento fallido al no haber bala en la recámara. Alguien le arrebató el arma y las primeras atenciones las dieron el Dr. Jorge Blum y un teniente de nombre Cecilio López. Fue trasladado al carro de operaciones y bajo las mejores condiciones, fue anestesiado por el Dr. Andrés G. Castro, actuando como cirujano el Dr. Senorino Cendejas y como ayudantes, Enrique C. Osornio y Heberto Alcázar.

Este dramático pasaje de la Revolución tuvo gran influencia sobre nuestra historia, al conseguir que la fama del herido General alcanzara niveles nacionales y aún internacionales. También facilitó, gracias al contacto de los médicos con Obregón, que la iniciativa para fundar la actual Escuela Médico Militar en 1916 tuviera éxito y que tan buenos resultados haya dado desde entonces.

Al día siguiente ocurrió otro hecho de sangre que arroja cierta luz sobre cómo era la atención de los heridos. Una enfermera de 2ª, llamada Refugio Estévez (La Madre Cuca), tenía a su cargo un carro hospital. Entre los encamados estaba un oficial, que presentaba una gran herida en la cavidad oral y que le impedía la masticación y la deglución. Se le había prescrito dieta líquida por medio de una pistera que no se pudo conseguir. La enfermera tuvo la ocurrencia de improvisar unos popotes de zacatón de campo. Al bajar del vagón fue alcanzada por una bala que hirió su cuello y le produjo conmoción cerebral.

En tanto, la derrota devino en el ocaso de la famosa División del Norte. Villa de General se convirtió en guerrillero y en estas andanzas después de su ataque en Columbus, Nuevo México sufrió una herida en la pierna derecha, más grave ante la vida nómada que llevaban los villistas. La herida ocurrió cerca de Ciudad de Guerrero, Chihuahua. Allí ejercía pacíficamente un médico holandés de nombre Pedro Daus quien improvisadamente curó la herida utilizando como antiséptico agua hervida en donde vertió una medicina granulada de color azul oscuro que al diluirse produjo un líquido de color rojo (¿permanganato de potasio?). Muchos días después el Dr. José de Lille Borja fue secuestrado por los villistas. De Lille al explorar la herida, propuso una operación en toda forma, pero el enfermo, lleno de desconfianza se negó a ser anestesiado con cloroformo, por lo que usaron anestésicos locales que seguramente no tuvieron gran efecto, ante los gritos, gemidos y amenazas de muerte que lanzó el paciente contra su médico; éste, mostrando una gran serenidad, desbridó la herida y penetró hasta el hueso, extrayendo un fragmento de bala y una esquirla ósea. La herida a partir de ese momento mejoró hasta su curación. En cuanto al Dr. De Lille, logró escapar indemne de aquella extraordinaria aventura.9

¿ Corolario

La cirugía moderna nació en México a comienzos del siglo XX bajo el cobijo del Positivismo, de ahí su énfasis en la averiguación clínica y quirúrgica de hallazgos, buscando su interpretación anatomo-fisiológica teniendo como sedes al Hospital General de México, el Hospital Juárez y, anexo al mismo, el Hospital Militar de Instrucción. La revolución dejó al país en el aislamiento, por lo que hubo que resolver los problemas médicos con los medios disponibles y con un criterio propio. En todos los ámbitos surgió la búsqueda de lo mexicano, por lo que la cirugía no se exime de ello y se vislumbró entonces una escuela quirúrgica mexicana. Desde la década de los años veinte de los pabellones del Hospital General de México, surgió el incipiente proceso de especialización que daría paso a las especialidades médicas y quirúrgicas en nuestro país y que llevaron, en 1933, a la fundación de la Academia Mexicana de Cirugía, hoy en día órgano consultor del Gobierno Federal en materia de salud.

Toda revolución hace temblar hasta sus cimientos a todas las capas sociales y a las estructuras que la conforman. En estas líneas, que pretenden contribuir a la historia de nuestra profesión y especialidad, se vuelve a repetir la lección que dejan las guerras. Son siempre aurora de promesas que a veces no se cumplen y en cambio aparecen otras realizaciones inesperadas que son un renuevo de las sociedades. La actual situación de nuestro país, a 100 años de la segunda de nuestras revoluciones, es muy diferente. Ahora hay más de 100 escuelas de medicina, la mayor parte certificadas y un complicado sistema de atención a la salud.


Correspondencia: Tlacotalpan 59-1702. Colonia. Roma Sur C.P. 06760 México D. F.

Correo electrónico:
drjuanmiguelabdo@yahoo.com.mx

Bibliografía
[1]
Álvarez Echeverri Tiberio..
Las teorías de Pasteur..
[2]
Díaz de Kuri M, Viesca-Treviño C..
Historia del Hospital General de México. Gráfica, creatividad y diseño S.A. de C.V..
México. , 107-112 (1994),
[3]
Uribe Calderón F..
Una obra de mexicanos en beneficio de la humanidad..
85 años de historia de la Cruz Roja Mexicana 1910-1985. , (Libro CRM1-100),
[4]
Rodríguez-Paz CA, Vázquez-Ortega R..
Los trenes hospital de la Revolución Mexicana (1912-1915)..
, 31 (Cir Gen 2009), pp. 46-50
[5]
García de Alba García JE, Arias Merino ED..
Algunos aspectos epidemiológicos-sociales sobre los traumatismos y violencias en nuestro medio..
, 57 (Cir Cir 1990), pp. 113-8
[6]
Gracia García G..
El Servicio médico durante la Revolución Mexicana..
Editores Mexicanos Unidos. , 154-172 (México 1982),
[7]
Urrutia Martínez C..
Aureliano Urrutia..
Del crimen político al exilio. , pp (Editorial Tusquets Editores 2008), pp. 1-334
[8]
Torres E..
Hazañas y muerte de Pancho Villa. Universia..
Biblioteca. , 105-106 (Net 2009),
[9]
Rodríguez-Paz CA, Vázquez-Ortega R..
El inicio de la laparotomía en el trauma abdominal en México..
, 23 (Cirujano General 2001), pp. 278-282
Descargar PDF
Opciones de artículo