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Vol. 3. Núm. 3.
Páginas 149-150 (septiembre 2010)
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Comentarios a Estudio crítico de la homeopatía
Comments on a Critical Study of Homeopathy
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Marino Rodrigo Bañuelosa
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Tenía yo conocimiento de la existencia de este texto desde los ochenta. Las ocasionales alusiones de Bilbao a las virulentas críticas antihomeopáticas de un toxicólogo español decimonónico me hacían el texto apetecible, más aún desde que supe que el autor era el gran Pedro Mata, pope de la toxicología y de la medicina forense españolas. Mi curiosidad quedaba orientada y expectante, pero tuve que esperar más de 20 años. Así, que cuando en 2007, Extramuros publicó una edición facsímil de Estudio crítico de la homeopatía, casi me faltó tiempo. La publicación no ha tenido mucho eco hasta un número reciente de REVISTA MÉDICA DE HOMEOPATÍA, que lo menciona. La reseña completa y objetiva que esta monumental obra merece, si existe, la desconozco. En su ausencia, valgan estos comentarios a vuelapluma.

Hallamos aquí uno de los embates contra la homeopatía más elaborados de la historia, probablemente el más elaborado en España. Ese mérito es incuestionable. Texto y autor se constituyen en referentes históricos y argumentales para los escépticos contemporáneos de perfil activista: un auténtico arsenal de argumentos para el "no-puede-ser" de la homeopatía, en el que aprovisionarse para sus intervenciones. Tan utilizables en la actualidad como cuando vieron la luz por primera vez, va para 160 años.

Esta compilación de charlas del autor en el Ateneo de Madrid durante 1851 y 1852 amontona la friolera de 1.655 de las antiguas páginas, distribuidas en 2 volúmenes, y son el testimonio completo y definitivo de un detractor de la homeopatía con poderío verbal y ánimo beligerante dedicado en cuerpo y alma. Hay que tener un propósito muy definido para emplear tamaña dedicación a cualquier cosa y, efectivamente, desde el mismo prólogo el autor lo deja muy claro: "Una refutación completa de todos y cada uno de los principios de la homeopatía". Ahí es ná.

Cuando, antes de leerla, tienes noticia de la extensión de esta obra te preguntas si, realmente, la crítica antihomeopática dará para tanto material. Algunas docenas de páginas leídas y meditadas después, empiezas a saltarte párrafos, páginas y hasta capítulos, porque el texto ya no versa sobre homeopatía ni sobre su crítica; más bien antes que después uno se percata de que el motivo central de la obra no es tanto la crítica de la homeopatía sino la exhibición de la erudición del autor sobre historia de la medicina, filosofía y doctrina de la medicina académica de la época, entre otras materias. Sobrada erudición, eso sí. Y claro, la homeopatía, que no encaja entre tanto conocimiento.

Con pulso firme y brazo ejecutor, el autor va descargando en el texto sus andanadas:

"Ya es tiempo de atacar con las armas de la razón y la lógica una doctrina que no tiene ni pasado ni presente ni porvenir." Y piensas que, con independencia de los reconocidos valores del autor en otros ámbitos, como predictor del futuro ni fu ni fa, como la murga de Santa Cruz.

"Donde quiera que esté el veneno allí hay que llevar la triaca; donde quiera que retoñe una cabeza de la hidra, allí hay que descargar el hacha para cortarla." Y, arrebatado por imágenes tan elocuentes, sientes una especie de escalofrío en el gaznate.

"La fe en la ciencia es una necesidad, tanto para el enfermo como para el profesor que le asiste; porque la ciencia es también, a su manera, una religión." Y recuerdas el clásico "doctores tiene la Iglesia", pero aquí a la inversa.

La imagen sugerida es la de un Hering que no ejerció la homeopatía a pesar de conocerla bastante en lo teórico, porque, a diferencia de aquel, nunca "pudo" ejercerla. Pues, ¿cómo podría un filósofo materialista, alguien con sus profundas convicciones de los errores y absurdos que constituyen la doctrina homeopática, siquiera pensar en profundizar en su estudio práctico y aplicarla? Alguien que destaca por delante de todo su discurso antihomeopático esta cuestión lapidaria que abre el libro: "¿De qué sirve la observación si no la guía el raciocinio?".

Queda, con todo, en esta vehemente cruzada antihomeopática, en los términos del propio autor, material que puede resultar de interés para homeópatas libres de atrincheradas posturas defensivas. Hay verdades como puños referentes a las limitaciones, carencias, excesos y extravagancias que, tanto en lo doctrinal como en lo personal, han caracterizado a la homeopatía y a los homeópatas, desde Hahnemann hasta nuestros días. Es de justicia reconocerlo, y sólo por ello quizá para algunos quede justificado su elevado (aunque proporcionado a su volumen) coste. Los irreductibles bibliófilos no precisan de grandes justificaciones para gastar sus cuartos en este texto de indudable valor histórico: su corazón tiene argumentos que la razón no entiende.

Pedro Mata quería que el raciocinio fuera el único valedor de la verosimilitud de la observación. Tenía yo eso en mente cuando, repasando estos días los Ensayos de Montaigne, me encuentro con esta frase escrita 300 años antes: "Es necia presunción desdeñar y condenar como falso lo que no nos parece verosímil, vicio común a aquellos que creen tener inteligencia superior a la normal".

Y a uno le parece que textos y autores se van compensando mutuamente con el tiempo.

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