La medicina de calidad es siempre bienvenida y depende mucho del buen acto clínico, mismo que se nutre de los valores humanos. Las nuevas generaciones la demandan, en medio de tantos cambios y nuevas orientaciones. Este manuscrito se concentra en la mística de la cardiología, disciplina pionera nacida en México, cuando hubo que explorar más profundamente la medicina como especialidad, que para ello se fundó el primer Instituto de Cardiología del Mundo. El acto clínico y práctico, en defensa de la salud y por una vida mejor, se sustenta en la forma y el contenido ético-estético de la medicina científica. Es toda una cultura, toda una mística, digna de ser apreciada en todas sus dimensiones, su destino es apoyar al proceder, de quienes la han adoptado por vocación y se abocan hacia la comunidad universal. Dado que la clínica es permanente dinámica, que se crea, recrea, readapta y cambia, obliga a transmitir el legado de las experiencias, propias de los precursores, y con ello, revitalizar los valores en juego. Es una tarea permanente, para preservar la noble misión de practicar la medicina de alta calidad y para no caer en lo deshumanizante, por el contrario, rescatarla en su verdadero ministerio.
The quality medicine is always welcome and highly dependent on good the clinical event, which draws on human values. The younger generations demand it more, amid so many changes and new directions. This manuscript focuses on the mystique of cardiology, pioneer discipline born in Mexico, when it came to more deeply exploration of medicine as a specialty, that for it was founded as the 1st. World Institute of Cardiology. The clinical and practical act, in defense of health and better life, is based on the form and content of ethical-aesthetic scientific medicine. It is a whole culture, a whole mystical, worthy to be appreciated in all its dimensions. Its destiny is to support the procedure for those who have it adopted, calling and having particular relationship to the universal community. Since the clinic is ongoing dynamic that creates, recreates, readapt and change, it agrees to transmit the legacy of the experiences from the pioneers themselves, and thus revitalize the values at stake. It is an ongoing task to preserve the noble mission of practicing high quality medicine and to avoid falling into the dehumanizing, and conversely to rescue it into its truly ministry.
Valioso legado para el Ministerio de la Clínica Universal. Presentado en la Reunión de SIBIC (Sociedad Internos Becarios Cardiología). San Miguel de Allende, 2012.
La mística cardiológica del mundo entero nació en la medicina de México, creada al fundarse el Instituto Nacional de Cardiología, el 18 de abril de 1944, una originalidad del Dr. Ignacio Chávez sánchez (1897-1979), quien percatándose de la indolencia y el apático atavismo de entonces, reflejado en un rumor que llegó a sus oídos "no hay que gastar dinero en los cardiacos"1, lo hizo palmario en plena crisis internacional, durante la II Guerra Mundial, luego de gestionar 20 años antes, lo ofreció generosamente a la humanidad y le ha valido reconocimiento internacional.
La mística nació en el seno de la clínica cardiológica, es la esencia de este ministerio, noble profesión y honrosa ocupación, sin la cual el conocimiento médico no se podría aplicar, enseñar, ni avanzar al mundo de lo desconocido. El alma de la clínica, es la rama más realista de la medicina, porque requiere de ver, palpar, escuchar y meditar sobre los principios básicos del razonamiento. El arte le brinda sus reglas, la ciencia, sus leyes y la filosofía, completa la obra2. Michel Foucault3 (1926-1984) ha trazado el nacimiento de la clínica actual, alrededor del siglo XVIII, ya que la medicina data de la Grecia Clásica. Ambas disciplinas tienen origen, circunstancias y objetivos diferentes, pero el mismo fin. La clínica ha tenido que seguir a la medicina especializada y precisamente la cardiológica ha sido animada por esta mística y en el siglo XX. Así, clínica y medicina cumplen hoy, amalgamados, su misión por la salud.
Dentro y fuera del Instituto se habla y se cavila sobre esta mística. Asentada en la organización, como patrimonio de familia, un legado de gran aprecio que le ha conferido al Instituto Nacional de Cardiología, el carácter de emblemático y de ilustre a su fundador. No obstante, es factible que necesite ahondarse más allá de su linaje, para comunicarla, explicarla, describirla, desembrollarla e interpretarla, en beneficio de muchos y para mucho tiempo. Hay que reconocer su fondo espiritual, inefable, pues es imposible de describirlo, está lleno de significados clínicos encriptados, que deben sobrevivir. Baste por ahora intentar verbalizar el enfoque que tiene como cardiología clínica, en el mismo sentido común de la medicina y con la percepción humanística peculiar por la salud y el bienestar.
La mística vive, no está inmóvil, no es indolente y tampoco es para dejarla postergada como algo del pasado. Tiene sobrada vigencia porque ha sido creada para ser recreada, a partir de su fuente original en un ideario, versión impresa de las enseñanzas del Maestro Chávez4. Para describirla no hay sino hilvanar sus propias frases y palabras; pero para darle el valor, tiene que asimilarse de su contenido propio y promover su seguimiento. El provecho es inagotable y no exime de la labor personal de todos. Ciertamente, presupone cultura, reunir los medio y allegarse las circunstancias favorables. Nunca ha de pasar de moda, porque "no es cartel de nadie, sino bandera de todos". Destaca de la mística el anhelo de superación, elevación y grandeza, "como ocurre con los árboles, que toman la fuerza abajo, de sus raíces, pero es en lo alto que revienta su fronda". Destinada al cardiólogo, médico, profesor, científico, es fascinante hacer notar que se trata de una visión enfocada al paciente y a la población, desde la comunidad, un viz a tergo (que empuja) a la actividad clínica.
El tiempo y las circunstancias tienden a opacar el brillo del valor de las ideas, y por ello se hace necesario desempolvarlas periódicamente e irisar su esplendor para las nuevas generaciones. Estas, al solidarizarse con la misión, necesitan apoyo y ser advertidos de los múltiples intentos para desvirtuar la intención; como al pretender, servilmente, sobrevalorar la especialidad. Tan sólo por eso, y contradictoriamente, se le deprecia.
Mística (del verbo griego myein, "encerrar", de donde mystikós, "cerrado, arcano o misterioso"), tiene la rara connotación de una experiencia teológica terrenal y se le relaciona con la santidad, milagros y el ascetismo religioso; por otro lado, desde Plotinio (siglo III d. C), en el mundo filosófico y profano, hace referencia a la mística natural que hay en el fondo creativo de las obras clásicas y dignas de ser imitadas. Es "un sello espiritual" peculiar que se adquiere al cultivarlo como profesión de fe. Confiere excelencia, fortalece la calidad e ilumina las decisiones frente a los dilemas cotidianos de la rutina cardiológica. Fue creada para perseguir una misión incesante, un cometido siempre vigente: mientras haya que "defender la salud y procurar una mejor vida en comunidad para coexistir en paz".
Hoy, sobre su séptima década de vida, la inspiración no cambia; pero tampoco es estática, sino dinámica; requiere ser mejor comprendida cada día y adaptada a los cambios circunstanciales. Aunque llama a ser caracterizada, es más bien atendida, estudiada en cuanto a sopesar la actitud en lo personal y en lo colectivo. En lo preciso y concreto la conducta puede ser guiada por el ejemplo, de mayores a menores, como sucede en la cultura, de generación en generación. Lo que de esta manera se inicia irracionalmente, resulta con posterioridad muy racional, por la permanente exigencia a reflexionar.
Esta luminosa inspiración es susceptible de ser interpretada, apreciada, meditada, deducida y reflexionada, de manera diferente; pero sin cambiar su objetivo final. El provecho que rinde, valioso y positivo es de carácter universal y no acepta eventualidades como la especulación, entendida como negocio, ganancia o lucro en beneficio personal. El valor que encierra va mucho más allá de lo económico y se eleva a lo incorpóreo, subjetivo, no sensible, pues existe en el área inteligible de la persona.
Por ahora, hay que repasar lo que la línea de tiempo va dejando atrás e importa para mirar adelante. Los archivos históricos viven y se les contempla como parte de la obra clásica. La fuente de enseñanza, depurada, cotejada y redactada, sobre la vida del Instituto y de su fundador el Maestro Chávez ha sido escrita por respetables autores. Ahora toca comprenderla al presente, en lo cotidiano, en su valor positivo, en garantía de crecer y de servir a la apetecida confianza y se exhibe como buena conciencia. La realización de la obra, no puede negar el apoyo al grupo de fundadores y quienes secundaron al ingenioso carácter, inteligencia y decisión de su propulsor, catalizador y primer motor central, el Maestro, refiriéndose a la mística decía "es el espíritu creativo propiamente, el fruto", y añadía: "no es del edificio que lo alberga, sino lo invisible que lo anima". Se entiende claramente que esta mística no es sólo ver y contar, sino actuar correctamente. Se nutre de resultados propios con la ejecución perpetrada, grande o pequeña, tienen trascendencia. Lo pragmático está en la dinámica argumentativa, en el diálogo que sostienen actuación y ejecución, en el constante reingreso, reintegración o retórnelo sin fin. Es un discurso exhortativo o parenético por conseguir el último fin, planteado y sin titubeos, sin quedarse atrás, ni con una timidez a medias.
Es por eso que maravillados, y al mismo tiempo intrigados, por la naturaleza universal de la mística, que cundió como brillante idea al ámbito internacional, dio origen no sólo a este primer Instituto de Cardiología del Mundo, sino que se constituyó en fuente de inspiración de los demás Institutos cardiológicos y llamó a reunir a los cardiólogos en sociedades y Fundaciones Nacionales e Internacionales.
Lo que resalta de la mística, revelada en el ideario y comunicada en persona, es una filosofía de vida, no sólo para el cardiólogo, pues no está vedada para nadie y su interés está fundamentado en el contenido de sus valores éticos, estéticos, en la curiosidad científica de investigar, enseñar y actuar, con el empeño por saber el arte, y de aplicar mejor los procedimientos de diagnóstico, tratamiento, rehabilitación y prevención de las enfermedades cardiovasculares o no cardiovasculares. Así se exhibe la naturaleza propia de la mística cardiológica, un motor consagrado inicialmente a la Clínica Cardiológica, pero que bien desparrama a otras especialidades disciplinas de la medicina.
En 1944 el panorama de la salud cardiovascular era dominado por la fiebre reumática, que destruía vidas inexorablemente, desde la tierna infancia; sin embargo, no eran consideradas prioritarias. No faltó la visión, que se comprobó con el tiempo, que otras enfermedades cardiovasculares habrían de subyugar a la comunidad mundial: las aterosclerosas, escalando umbrales prioritarios de mortalidad. Tampoco se omitió pensar en la posible naturaleza causal de estas enfermedades, ligada a las crónicas, metabólicas y degenerativas. No es coincidencia el surgimiento en sucesión de los Institutos Nacionales en México: el de Nutrición (12 de octubre de 1946), luego el de Cancerología (25 de noviembre de 1946), y que seguramente se vio influida por las ideas de la escuela de salubridad (23 de marzo de 1922), no se puede negar su contribución a formalizar el Instituto de salud Pública (enero de 1987). La mística cardiológica, no se encierra en la especialidad, no se deja atrapar por el reduccionismo, está detrás de la clínica, convive con la medicina y la ciencia, vive la libertad y su medio de transmisión es el soberano pensamiento.
La intención escrita por el Maestro Chávez en el libro para conmemorar la décima y vigésima celebración de Fundación del Instituto, titulada "Profesión de Fe", es muy elocuente e invita a seguir la reflexión. De ello hay que resaltar lo siguiente:
"Tenemos la esperanza de llegar a tener: un centro que fuese algo más que un hospital para cardiacos, laboratorio de investigación, escuela e instrumento de ayuda social y humana; sacudir el medio, impulsando vigorosamente la investigación científica, la clínica y con la ciencia pura y aplicada; hacer que en México cuente en el mundo del pensamiento, no tanto por su ciencia y cultura asimilada, sino por lo que produzca y cree en el concierto de las ideas; un ambiente de trabajo de colaboración como norma, donde el yo hipertrofiado y receloso del investigador dejara paso al trabajo en grupo y a la cooperación amistosa, donde las jerarquías oficiales no quisieran confundirse con la jerarquías científicas y donde se hermanarán en el trabajo, la disciplina consciente y la libertad responsable; una gran escuela a donde acudieran médicos de todos los rincones del mundo, un foco de renovación y difusión de las doctrinas médicas, que trabajara adiestrando, enseñando y publicando; una obra nacional por dotar a las Universidad de técnicos calificados en cardiología y romper el monopolio centralista; un nuevo tipo de hospital, a donde el enfermo no sólo recibiera la debida atención médica, sino que hallará calor, simpatía y ayuda humana en la solución de sus problemas; vivir fuera de las preocupaciones de la política y las complicaciones de la burocracia que permita la libertad de decisiones técnicas y autonomía en su manejo administrativo; un Hospital para superar patrones y probar lo viable, ser punto de referencia a los hospitales del futuro; una empresa con el apoyo Estatal y Particular de interés Nacional con el mismo deseo del pueblo de ser apoyado". La compatibilidad con los valores universales consiste en que de alguna manera hay que actuar y razonar de modo "que se logre aminorar el dolor, la angustia y la malignidad de las enfermedades cardiovasculares" y proceder en garantía de la salud por el buen vivir, ya no sólo de la persona en sí, sino de ésta como integrante indisoluble de su comunidad.
En el discurso pronunciado en la ceremonia inaugural del IV Congreso Mundial de Cardiología en 1962, dirige la mística al cardiólogo ecuménico:
"Hacer que confluya la voluntad amiga; librar batallas; admitir las cosas nuevas y probadas como verdaderas; reflexionar serenamente, que da sabiduría; evitar la desarticulación de la cardiología con el resto de la medicina; robustecer la formación científica del médico; evitar lo puramente técnico, lo empírico y pragmático de la sub especialización. Recomienda la integración de la cardiología para ser ejercida de manera entera, plena, dentro de la medicina científica; fomentar la cultura, el humanismo moderno e imprimirle un sello hondo, apasionado, con mayor exigencia hacia la ciencia. La Cooperación Internacional importa por sus proyectos, educación, creación de escuelas y la mejor comprensión intelectual; así, romper con el egoísmo y las suficiencias del nacionalismo. A quien ama la medicina se le confiere un rasgo peculiar, no de poseerla, sino de ser poseídos por ella, como la túnica de Neso, que jamás se arranca. Se ha de invocar su origen en la comunidad y del sello espiritual, pues la ciencia no basta. El empeño más alto esta en ser médicos, como hombres, de deberes superiores e impuestos por jerarquía científica. La medicina tiene como profesión enfrentarse también a la desconfianza, al temor y la angustia; pero ha de asegurar la paz. La misma del que sigue a Buda, Mahoma o Cristo. Tiene como fin supremo hacer avanzar la ciencia para mejor ayudar al hombre". Esta mística, "de origen latino, tiene una inclinación espiritual muy peculiar, su sensibilidad artística, que identifica mejor la verdad, comparada con las realidades objetivas, que reconoce de lo intuitivo su guía". Se preocupa por la educación del pueblo, la protección social, la salubridad, que le confiere el potencial de beneficio a la población.
El papel que inspira la misión ha sido meditada para ser transmitida al clínico cardiólogo, al médico, en un el contexto universal, por lo que hoy día, también llama a ser entendida por los profesionales cercanos al cardiólogo, e incluye al propio paciente, no como enfermo, sino como persona en riesgo de enfermar, e integrante de su propia "projimidad"5 (término acuñado por P. Laín Entralgo). Llama así, al esfuerzo de "crear una conciencia cultural, social y nacional, y a preocuparse por educar". Renueva así su valor hacia la salud y los cuidados de vida. Las tareas asignadas a estos temas no pueden cesar, cuando la intención es robustecer culturalmente al ciudadano, capacitarlo y procurarle facilidades, compartir el compromiso, encontrar la solución propia de sus problemas y estar en armonía con su persona y circunstancias. Al ser estas, acuñadas por los avances técnicos-científicos y modulados por los cambios demográficos, económicos, políticos y sociales, configuran la gran diversidad, y dan oportunidad a "la virtud del entusiasmo y al sacrificio de vivir por ella".
La mística, incluye lo relevante de cultivar creencias propias, paradigmas funcionales. Si bien estas han de iniciarse con lo natural e intuitivo, su refinamiento exige la experiencia y la reflexión. Mantenerse al día de los rápidos avances de la ciencia y la técnica, no justifica descuidar la evolución natural y lenta del pensamiento del sentido común. En el ideario se cita que "la antinomía que plantea la medicina, llama al médico por la fascinación científica y la vocación apostólica, sin considerar el interés por su propia supervivencia, económica y personal, a resolverse para no caer en el interés del mercader disfrazado de altruista". Constituye un problema de asertividad moral cuya solución en concreto, en lo personal, tiene que verse como la virtud alimentada por un auténtico y propio robustecimiento cultural.
La ascendencia humanística se refiere a la dualidad del hombre descrita por Kant6 y sus seguidores, que siendo la persona, al mismo tiempo, del animal y del hombre, tiene que ser atendido en necesidades, tanto biológicas como espirituales. Razón por la cual, sin cultura no se entiende el sentido de las cosas, ni la ponderación del bien; por ello, "no es un lujo del espíritu, sino una necesidad de conciencia". Ser culto no es ser ilustrado, letrado ni conocedor de la historia del arte, sino apto para desarrollar sensibilidad, para ver al prójimo con simpatía, comprender sus vicisitudes y miserias, saber elevar la razón de su vida, estar presto al servicio y ayudar al mejoramiento. "El médico de gran talla científica, pero sin cultura, vive en la barbarie, es un peligro, una nulidad o negativo socialmente".
Lo fundamental de la cultura está en los aspectos: pedagógicos, "al conservar el espíritu de enseñanza con observación e interpretación"; teóricos, "compatibles con la medicina clínica"; éticos, "para no sobrepasar el interés del enfermo"; y socialmente, "para no olvidar los deberes de ciudadano y la primacía del bienestar, cuando se trata del progreso en comunidad. El médico sabio debe buscar la compatibilidad de ser hombre culto".
La mística así descrita, "se origina en la herencia de actitudes, las reacciones del alma, la sangre de las virtudes fundamentales y, contiene eso que no se aprende porque se mama". En esta forma, llana y sencilla tiene lugar la transferencia espiritual, y se le puede alcanzar con sólo procurarlo con la apertura personal. La mística apoya al valor humano en la dimensión de altura y grandeza para alcanzar sus fines; mientras fundamenta su potencia, con la fuerza en la ciencia, la técnica y las facilidades del entorno, siendo estas una condición siempre necesaria, pero nunca suficiente.
El área de ubicación obligada para descubrir la mística, es la Clínica de la Cardiología, justamente donde se originó. Adquiere sentido y explica lo que Foucault señala como la mirada médica y muchos reconocen como el ojo clínico. Aunque delimitado en su aplicación; busca penetrar en la ciencia, encuentra el conocimiento veraz, y fructifica en las áreas de medicina, de salud y del entorno ecológico y social, para rendir su beneficio. La mística no pierde su acento en la clínica, que se vale de lo profundamente axiológico (los valores) y es permanentemente humanística.
Financiamiento
No se recibió patrocinio para llevar a cabo este artículo.
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener conflicto de intereses.
* Autor para correspondencia:
Correo electrónico: rachado34@yahoo.com.mx (R. C. Chávez-Domínguez).