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Inicio Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales La sociología en debate: el poder de una disciplina
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Vol. 60. Núm. 225.
Páginas 395-400 (septiembre - diciembre 2015)
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La sociología en debate: el poder de una disciplina
Sociology under Discussion: The Power of a Discipline
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Eguzki Urteaga
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El sociólogo polaco-británico Zygmunt Bauman publicó recientemente su último libro titulado. Para qué sirve realmente un sociólogo? Bauman, actualmente catedrático emérito en la Universidad de Leeds, está considerado uno de los principales representantes del pensamiento crítico y postmoderno.

Inició sus estudios en Ciencias Sociales en la Społeczna Akademia Nauk −la academia del área en la capital polaca−y de filosofía en la Universidad de Varsovia, se convirtió en profesor de dicha Universidad, impartiendo clases de filosofía y sociología, al tiempo que se convertía en uno de los principales editores de la revista polaca Estudios sociológicos. En el contexto de las persecuciones antisemitas fomentadas por el gobierno comunista tras los acontecimientos de marzo de 1968, fue expulsado de la Universidad de Varsovia, lo que le obligó a exiliarse a Israel y posteriormente al Reino Unido, siendo sucesivamente profesor en las Universidades de Tel Aviv, London School of Economics y Leeds.

En su visión de la sociología −más reflexiva que descriptiva−ésta es concebida como un instrumento de emancipación, en oposición a los “sociólogos del poder”. Bajo la influencia de Georg Simmel, analiza inicialmente la ambivalencia del ser humano, lo que lo lleva, entre 1987 y 1991, a publicar una trilogía (Bauman, 2007a; 2009) donde realiza una crítica de la modernidad en la cual subraya la propensión de los individuos a privilegiar la seguridad en detrimento de la libertad (Bauman, 1992), confiando al Estado los instrumentos de organización y regulación de la vida social.

A partir de los años noventa del pasado siglo, Bauman estudia las sociedades contemporáneas que denomina postmodernas y posteriormente líquidas (Bauman, 2007b; Tabet, 2013) caracterizadas por el consumo, la privatización, la desregulación y la libertad individual. En oposición a las sociedades sólidas, las sociedades líquidas se distinguen por la prevalencia del individuo consumidor (Bauman, 2008) cuyos estatus e identidades (Bauman, 2005a) son frágiles y fluctuantes en función de las exigencias de flexibilidad del entorno. El amor es buena prueba de ello (Bauman, 2005b).

Gracias al reconocimiento internacional adquirido, Bauman es galardonado con el European Amalfi Prize for Sociology and Social Science en 1992, el Theodor Adorno Award en 1998 y, junto con Alain Touraine, el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2010.

¿Para qué sirve realmente un sociólogo? es fruto de cuatro conversaciones mantenidas por Zygmunt Bauman con Michael Hviid Jacobsen y Keith Tester entre enero de 2012 y marzo de 2013. Combinan “grabaciones de encuentros personales entre los tres, cartas y fragmentos de un par de textos que Bauman ha publicado en medios menos accesibles. El material ha sido agrupado en líneas temáticas para establecer continuidades, resonancias y, en algunas ocasiones, para dejar deliberadamente algunos cabos sueltos” (Bauman, 2014: 9). Como lo subrayan Hviid Jacobsen y Tester, el libro tiene por objetivo animar a los sociólogos a identificarse como sujetos activos de una manera de abordar el mundo, en vez de asumirse como técnicos carentes de valores de una supuesta ciencia (Bauman, 2014: 9). En ese sentido, se busca que sea “usado por sociólogos actuales y futuros para fomentar nuevas reflexiones sobre lo que hacemos [los sociólogos], por qué, cómo y para quién” (Bauman, 2014: 9-10). De hecho, el libro se divide en cuatro capítulos que intentan responder a titánicas preguntas: ¿Qué es la sociología? ¿Por qué ser sociólogo? ¿Cómo hacer sociología? ¿Qué puede conseguir la sociología?

En la introducción, Hviid Jacobsen y Tester ponen de manifiesto que la sociología corre el riesgo de caer en la irrelevancia (Bauman, 2014: 15), ya que existe la tentación de establecer una frontera infranqueable entre la sociología y el mundo social procediendo a una fetichización de la metodología e incidiendo sobre la neutralidad y el uso de una lenguaje abstracto, especializado y “esotérico”, elaborado para no comunicarse con los no iniciados (Bauman, 2014: 14). De esta manera, “la sociología se ha convertido en una suerte de brujería científica que ha cobrado vida propia aislada y separada de la vida de los seres humanos a los que pretende describir, investigar y analizar” (Bauman, 2014: 14).

La consecuencia de todo ello es que la sociología ha caído en la tentación de la introspección, en la banalidad de los presuntos descubrimientos y en una ideología que se oculta detrás de la terminología científica. Ante ese riesgo de caer en la irrelevancia, la solución consiste en ofrecer narraciones que conecten la época con la experiencia (Bauman, 2014: 18). De hecho, “la sociología tiene éxito cuando recurren a ella hombres y mujeres como una herramienta mediante la cual y con la cual pueden conectar sus vidas con los tiempos que viven, y pueden darse cuenta de que transformar lo primero significa actuar sobre lo segundo” (Bauman, 2014: 18-19).

En el primer capítulo, Bauman intenta caracterizar la sociología. Considera que la disciplina está profundamente imbricada en la política por el hecho de “proporcionar una fuente distinta de legitimación de la autoridad, alternativa a la de la política institucional” (Bauman, 2014: 28). De la misma forma, la vocación sociológica supone, según sus propios términos, “atravesar el telón de los prejuicios para iniciar una labor continua de reinterpretación” y “sacar a la luz nuevas potencialidades humanas hasta ahora ocultas” (Bauman, 2014: 32). Otro aspecto relevante de su visión de la sociología es que no se esfuerza en “reconciliar lo irreconciliable o separar lo inseparable” (Bauman, 2014: 49) al considerar que la ambivalencia y la complejidad son inseparables de la condición humana y que los procesos sociales deben ser analizados con sus dialécticas y dinámicas.

Asimismo, Bauman define la sociología como una actividad crítica “(…) en la medida en que lleva a cabo una continua deconstrucción derridiana de la percepción de la realidad social” (Bauman, 2014: 41). De hecho, la actividad sociológica consiste en socavar las creencias y representaciones basadas en la supuesta necesidad o naturalidad de las cosas, acciones y tendencias. “Revela a su vez las contingencias que hay detrás de las propias normas y reglas, y las alternativas ocultas detrás de la supuesta única opción” (Bauman, 2014: 44).

A su vez, rechaza la distinción de la sociología y de la literatura al considerar que “los ámbitos de la ciencia y de la ficción se encuentran y se enfrentan mutuamente en el mismo terreno: la experiencia humana” (Bauman, 2014: 35). En ese sentido, estima que la literatura y la sociología son hermanas, sabiendo que mantienen una relación de rivalidad y apoyo mutuo. “Comparten parentesco, tienen un innegable aire de familia, sirven una como referencia de la otra, y son varas de medir los éxitos y los fracasos de cada una de ellas” (Bauman, 2014: 33). Según Bauman, la mejor manera de acceder y comprender la verdad de la vida real consiste en leer a los clásicos como Kafka, Borges o Kundera. En ese sentido, Bauman hace gala de una amplia cultura literaria y no duda en referirse a novelas y a sus autores a lo largo de la obra. Esa reflexión en torno al vínculo que mantienen sociología y literatura lo aproximan a las tesis defendidas por Ivan Jablonka (2014) en su libro L’histoire est une littérature contemporaine. Manifeste pour les sciences sociales.

Bauman es igualmente partidario de la utilización de un lenguaje asequible que permita comunicar e intercambiar con los no sociólogos: “Si uno desea cooperar con sus lectores en la búsqueda de la verdad de su propia manera de ser en este mundo (…), entonces uno debe dirigirse a ellos y hacerlo en el mismo lenguaje que ellos utilizan para verbalizar su experiencia y centrarse en problemas que sean relevantes y conocidos para esa experiencia” (Bauman, 2014: 34). Esa accesibilidad no es en absoluto incompatible con la conceptualización de la que hace gala Bauman.

En el segundo capítulo −en donde se pregunta ¿por qué ser sociólogo?−Bauman expresa su deseo de que la sociología vuelva a convertirse en una “referencia de coraje, coherencia y lealtad hacia los valores del hombre” (Bauman, 2014: 53). Fiel a su humanismo, se muestra crítico hacia cierta sociología académica que “ha desarrollado una capacidad de autorreproducción que la hace inmune al criterio de la relevancia” (Bauman, 2014: 54). Esa autorreferencialidad, que resulta en parte de la institucionalización de la disciplina y de la inercia que conlleva, se traduce en un alejamiento de las preocupaciones y experiencias de las personas. “A medida que los postulados teóricamente impecables eran refutados uno a uno por los acontecimientos, los círculos intelectuales se hicieron cada vez más celosos (…) en cuanto a sus intereses autorreferenciales y sus investigaciones” (Bauman, 2014: 60-61).

La única forma de salir de esta situación consiste, según Bauman, en poner de manifiesto la compleja red de relaciones causales que unen las dificultades individuales con las condiciones producidas colectivamente (Bauman, 2014: 66). En otros términos, “la valoración crítica de las prenociones tácitas o explicitas debe llevarse a cabo junto con un esfuerzo para hacer visibles y audibles estos aspectos de la experiencia que normalmente quedan ocultos en el individuo o que permanecen más allá en la conciencia individual” (Bauman, 2014: 66). En ese sentido, Bauman practica una “hermenéutica sociológica” que consiste en interpretar las decisiones humanas como las manifestaciones de unas estrategias elaboradas para responder a los desafíos del marco social en el que se encuentran (Bauman, 2014: 67).

Este marco social se corresponde con la modernidad líquida (Bauman, 1999) que designa un debilitamiento progresivo −e incluso una ruptura de los lazos humanos−, así como el estatus cada vez más transitorio de las estructuras (Bauman, 2014: 72). De manera más amplia, dicha modernidad se manifiesta en la “tendencia a la fragmentación, la división, la desregulación, la individualización, la privatización y la personalización” que “afecta a casi cada área de las relaciones humanas” (Bauman, 2014: 73).

En el tercer capítulo −consagrado a ¿cómo hacer sociología?−, Bauman critica la “mentalidad empresarial y tecnológica” (Bauman, 2014: 93) que caracteriza a la disciplina. Así, considera que la sociología se enfrenta a un estimulante reto que consiste en convertirse en “una ciencia y una tecnología de la libertad” (Bauman, 2014: 94) dirigiéndose a los actores del teatro de la vida en lugar de estar dirigida a sus guionistas, directores, productores y realizadores. “Una sociología movida por la voluntad de participar en la interpretación continua de sus experiencias y en las estrategias que elaboran y aplican; una sociología que busca ampliar el espectro de decisión de estos actores y ayudarlos a tomar decisiones” (Bauman, 2014: 100).

En ese sentido, la calidad de un estudio sociológico se mide por su capacidad de mejorar la comprensión entre investigadores y actores, y por la relevancia que tienen sus resultados para los intereses y cometidos de los “objetos” de investigación (Bauman, 2014: 119). Esto supone que, además de ser objetos de estudio, las personas se conviertan en parte del mismo, fruto del diálogo desarrollado, y que las conclusiones extraídas respondan a sus necesidades y dilemas (Bauman, 2014: 119). Esto exige, según Bauman, a llevar a cabo una profunda reforma de la sociología que conduzca a un cambio del estatus y el papel de la disciplina; un cambio que es aún más necesario en el presente, momento concebido como período de interregno: “un estadio en el que los viejos modos de hacer las cosas ya no valen y los viejos modos de vida aprendidos y heredados ya no sirven”; en el que “los nuevos modos de afrontar los retos y los nuevos modos de vida que se adecuan más a las nuevas circunstancias no se han inventado todavía, ni se han impuesto ni consolidado” (Bauman, 2014: 108). En ese sentido, “no tenemos una imagen clara del destino hacia el que parecemos avanzar” (Bauman, 2014: 108). Pero no todo es sinónimo de cambio y de incertidumbre dado que las modernidades sólidas y líquidas coexisten y mantienen una relación dialéctica (Bauman, 2014: 110).

En definitiva, Bauman considera que “la sociología debe ser juzgada por su relevancia en la experiencia y en la lucha de los humanos por resolver sus problemas vitales, y no por la lealtad que muestra con la metodología” (Bauman, 2014: 127). Para que eso sea posible, es imprescindible que la sociología se dirija a “la gente ordinaria de la calle” y no a los “ilustres colegas” (Bauman, 2014: 2014). Es notable que cierta investigación sociológica actual no se dirija precisamente hacia allí, sino que, por el contrario, intenta distanciar a los sociólogos de los actores a través −entre otras vías−de la financiación de la investigación. Se trata de “la búsqueda de fondos para la investigación como un efecto colateral del intento desesperado de los sociólogos, formados e integrados en el marco académico, por crear medios artificiales para mantener las distancias con el sentido común (…) y reivindicar la superioridad del conocimiento que ellos mismos generan y aprueban” (Bauman, 2014: 134).

¿Para qué sirve realmente un sociólogo? provoca que el lector se sumerja en el encanto de la originalidad, la perspicacia y la actualidad de las reflexiones desarrolladas por uno de los mejores sociólogos de nuestra época. Además de poner de manifiesto algunas de las carencias de la sociología académica (la fetichización de la metodología, la obsesión por los datos, la escasa creatividad, la especialización excesiva, la autorreferencialidad, la irrelevancia social, etcétera), Bauman práctica la interdisciplinariedad y no duda en beber de diversas fuentes, haciendo gala de una amplia cultura general y especialmente de un profundo conocimiento de la literatura universal. No en vano, presumiblemente en razón del género (diálogo) y de la modalidad de elaboración del libro, el lector experimenta cierta sensación de dispersión y de escasa sistematización. En cualquier caso, la lectura de esta obra se antoja ineludible para cualquier persona deseosa de llevar a cabo una reflexión lúcida sobre el papel y la utilidad de la sociología en el presente.

Referencias bibliográficas
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[Bauman, 2014]
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L’histoire est une littérature contemporaine. Manifeste pour les. sciences sociales, Seuil, (2014),
[Tabet, 2013]
Simon Tabet.
Zygmunt Bauman et la société liquide.
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Profesor de Sociología en la Universidad del País Vasco (Bizkaia) e investigador asociado en el Social and Business Research Laboratory, centro de investigación de la Universidad Rovira i Virgili. Licenciado y doctor en Sociología por la Universidad Victor Segalen Buerdos 2 y licenciado en Historia con especialidad en Geografía por la Universidad de Pau y de los Países del Adour. Es autor de 29 libros, entre los que destacan: Las políticas públicas en cuestión (2010); Perceptions sociales de la science et de la technologie en Pays Basque (2010); El nuevo entorno de la innovación (2011); así como de más de 170 artículos universitarios. Es director de la colección en la editorial de París Mare et Martin y ha sido profesor invitado en varias universidades europeas (Burdeos, Lovaina, Coímbra, París, Rennes).

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