INTRODUCCIÓN
El tratamiento de pacientes con uropatía obstructiva de origen neoplásico supone un gran reto para el urólogo. Estos pacientes se han tratado con un catéter ureteral y cuando éste se colapsa se ha indicado habitualmente la colocación de una sonda de nefrostomía. Con la finalidad de reducir la morbilidad y mejorar la calidad de vida del paciente se han explorado nuevos materiales y diseños de los stents ureterales.1
En fecha reciente, algunos fabricantes han presentado otras opciones, entre ellas las aleaciones de metales que han demostrado mayor eficacia para mantener permeable el drenaje urinario. No obstante, aún no se ha determinado con exactitud si desde el punto de vista fisiológico ofrecen resultados similares.1,2
No hay reportes en la bibliografía mexicana sobre la utilización de stents metálicos ureterales. En el hospital de los autores se inició esta práctica hace varios meses y el presente artículo tiene como finalidad informar de los resultados observados hasta la fecha.1,3,4
MÉTODOS
Se describe a continuación la colocación de catéteres ureterales metálicos doble J en pacientes con uropatía obstructiva de origen neoplásico en tres pacientes masculinos y dos femeninos (Tabla 1).
Se incluyó en el estudio a todos los individuos con diagnóstico de uropatía obstructiva de origen neoplásico bilateral o unilateral sin importar el pronóstico de sobrevida. Previa obtención del consentimiento informado, se colocó catéter ureteral doble J metálico por vía retrógrada mediante control fluoroscópico (Imagen 1).
Imagen 1. Introducción de la camisa del stent sobre la guía metálica.
La técnica puede describirse de manera sinóptica como sigue: primero se efectúa la introducción de la camisa del stent sobre la guía metálica, después se comprueba con pielografía la posición de ésta y se introduce el stent metálico a través de la camisa. Con posterioridad se utiliza el introductor metálico para hacer avanzar la parte final del stent, en seguida se avanza el colocador del stent para introducirlo a través de la camisa y se verifica la buena situación del catéter mediante fluoroscopia.
En este protocolo se incluyó a cinco pacientes y se colocaron 11 stents metálicos ureterales; el cáncer cervicouterino en la mujer (n = 2) y el cáncer de próstata en el varón (n = 3) fueron los diagnósticos más frecuentes (Imágenes 2 y 3).
Imagen 2. Comprobación con pielografía de la posición de la camisa.
Imagen 3. Se observan ambos stent colocados de forma adecuada.
RESULTADOSHasta la fecha han recibido tratamiento cinco pacientes y se han colocado 11 stents metálicos ureterales, todos para uropatías obstructivas secundarias a neoplasias. En el seguimiento de estos pacientes no se han reportado sepsis, dolor, hematuria o el reingreso hospitalario relacionado con el stent metálico, lo cual representa una mejoría en la calidad de vida.
El seguimiento de los pacientes se llevó a cabo con ultrasonido renal y creatinina sérica y se identificó mejoría en ambos parámetros en todos los casos (Tabla 2).
En las Tablas 1 y 2 se observa que no hubo migración del stent, no fue necesaria la recolocación ni se encontró disfunción de éste.
DISCUSIÓN
La uropatía obstructiva, en especial del tercio inferior del uréter, es una complicación frecuente de algunas enfermedades neoplásicas y por mucho tiempo ha representado una disyuntiva para el urólogo: colocar un catéter ureteral doble J o instalar una sonda de nefrostomía, sobre todo cuando el volumen de la malformación es grande.
Desde hace ya varios años se han empleado diversos materiales para el diseño de stents ureterales que permitan un adecuado drenaje urinario renal y cuyo flujo no se afecte por la compresión extrínseca, además de la reducción de la morbilidad durante su uso en comparación con el empleo de una sonda de nefrostomía.
Las series de pacientes tratados con stents metálicos ureterales son pequeñas y aún no se han estudiado del todo las características del flujo urinario con el stent en posición. Sin embargo, ofrecen ventajas en relación con los catéteres ureterales comunes dado que poseen una mayor resistencia a la compresión extrínseca, aunque en algunas investigaciones recientes se ha demostrado que el flujo no mejora de forma significativa cuando el volumen tumoral es demasiado grande.
El empleo de stents ureterales metálicos está limitado sólo a algunos centros hospitalarios grandes debido a que para su colocación es necesario contar con una mesa de fluoroscopia y, cuando es posible, un equipo de videoendourología.
En general, la bibliografía disponible es todavía escasa y la experiencia en el empleo de stents uretrales metálicos limitada. Es probable que esto se deba en particular a los recursos técnicos y costos elevados que impone su colocación; no obstante, conforme la experiencia sea mayor y se realicen estudios de impacto económico de largo plazo aumentará seguramente su uso. Sin duda alguna, cualquier intervención que permita mejorar la calidad de vida de los pacientes será siempre interesante y exige un juicio crítico en la interpretación de los resultados.
CONCLUSIONES
La colocación de los catéteres ureterales metálicos doble J es sencilla y segura y representa una oportunidad terapéutica para mejorar la calidad de vida de los pacientes. Sin embargo, aún se requieren estudios de largo plazo para establecer en qué grado mejora la función renal.
Correspondencia: Dr. Jesús Javier Torres Salazar.
Área de Cirugía, Sección de Urología. Hospital Central Militar. México, D. F.
Teléfono: (01) 5557 3100 extensión 1704.
Periférico Norte y Ejército Nacional s/n. Delegación Miguel Hidalgo, México, D. F., CP 11200
Teléfono: (01) 5557 3100 extensión 1305, 1535 o 1704.
Correo electrónico: drjaviertorress@hotmal.com