INTRODUCCIÓN
Las lesiones medulares (LM) no son raras. Ocurren de manera predominante en varones jóvenes entre los 18 y 32 años; los accidentes automovilÃsticos son la principal causa en más de 50% de los casos y 30% a 40% de ellas son consecuencia de caÃdas y lesiones deportivas. De igual forma, se conoce que el abuso del alcohol o las drogas son un factor que contribuye con más de 40% de los casos de LM traumática; el resto de las lesiones se deben a factores menos frecuentes, como causas congénitas, infecciosas, por inflamación o neoplasias.1,2
La pérdida observada en la relación entre almacenamiento y vaciamiento vesical, que se presenta en los pacientes con lesión medular, puede llevar a consecuencias graves y delicadas en la calidad de vida de estos pacientes. Con los tratamientos urológicos adecuados, el deterioro renal puede evitarse. En las décadas previas, la insuficiencia renal era cercana a 40% respecto de las muertes relacionadas con pacientes con lesión medular.2,3
El principal objetivo en estos individuos es tratar de mantener una presión baja de llenado vesical inferior a 35 a 40 cmH2O, lo cual es indispensable para conservar intacto el tracto urinario superior. En ello reside la importancia de que la presión intravesical no exceda la presión ureteral (10 a 20 cmH2O), lo cual conducirÃa al reflujo vesicoureteral con las consecuentes hidronefrosis, pielonefritis, litiasis o insuficiencia renal, entre otras. De estas premisas, se sabe que el paciente con lesión medular cursa en particular con complicaciones urológicas que se relacionan directamente con la presencia de presión elevada en la fase de almacenamiento vesical.3,4
Con estos datos señalados se puede puntualizar que la prevención de las complicaciones del tracto urinario alto en los pacientes con lesión medular, se concreta a tres principios básicos:2,3-5
1) Una fase de almacenamiento vesical a baja presión menor de 35 a 40 cmH2O
2) Conservación de una fase de vaciamiento vesical a baja presión
3) Preservación de la esterilidad de la orina en todo lo posible
En la lesión medular existen fases temporales durantes las cuales el comportamiento y la actividad vesical pueden variar; por esa razón es importante identificarlas y tratarlas de forma apropiada. La fase inicial es el choque medular, llamado también choque espinal, que tiene una duración de dÃas a semanas y durante el cual existe mÃnima actividad refleja por debajo del nivel de la lesión. A partir de la fase de recuperación inicia la actividad refleja por debajo del punto de la lesión, pero el llenado, el vaciamiento y la coordinación vesical permanecen alterados.6-8
El éxito del cuidado del paciente con LM a nivel urológico depende de la preservación de la función renal, conservación de la continencia vesical, con un vaciamiento regular y completo lo más cercano posible al anterior a la LM, mantenimiento de la esterilidad urinaria dentro de lo posible y preservación de la función sexual.1-3,8
Curling describió en 1833 los riesgos de la cateterización vesical en las LM y los múltiples métodos para realizar el vaciamiento vesical, entre ellos los siguientes: cistostomÃa convencional, que se abandonó debido al elevado número de complicaciones; sonda urinaria a permanencia, que quizás sea el método más conocido y regular, en especial en los centros no especializados; cateterismo limpio intermitente, introducido por Guttmann y Frankel en 1966 y que modificó por completo el pronóstico del tratamiento del LM; y autocateterismo limpio intermitente ideado por Lapides en 1972, que cambió de manera radical el tratamiento urológico del paciente con LM, con escasas complicaciones urinarias altas y nulas complicaciones secundarias a la utilización de la sonda urinaria a permanencia.4,7-9
Infortunadamente, la litiasis urinaria se presenta en un 8% a 15% de los pacientes con LM y hasta el 36% desarrolla litiasis vesical en los primeros ocho años posteriores a la lesión. La principal causa son los litos consecutivos a infecciones por bacterias productoras de ureasa: otra causa litogénica en las LM es la inmovilidad posterior al suceso que se relaciona con hipercalcemia, asà como el uso de sonda urinaria por largos periodos o de manera permanente.4-6,9
OBJETIVO
Revisar y conocer la experiencia clÃnica y quirúrgica del tratamiento de mÃnima invasión de los pacientes con LM, asà como la prevalencia de litiasis vesical en los pacientes con LM en el INR.
MATERIAL Y MÉTODOS
Se trata de un estudio de tipo descriptivo conformado con pacientes con lesión medular atendidos en el Servicio de UrologÃa del INR. Se les diagnosticó litiasis vesical por medio de placa simple de abdomen realizada como parte del protocolo de control y vigilancia del servicio de urologÃa y se los sometió a tratamiento de mÃnima invasión mediante litotricia extracorpórea en el periodo de tiempo comprendido entre enero de 2004 y junio de 2008.
Los criterios de inclusión fueron: pacientes con lesión medular y litiasis vesical diagnosticada por placa simple de abdomen, que se encontraran en rehabilitación neurológica y motriz en el INR y que se sometieron al tratamiento de mÃnima invasión para la terapéutica de la litiasis vesical. Los criterios de exclusión fueron: pacientes con lesión medular sin presencia de litiasis vesical, sujetos con LM y diagnóstico de litiasis vesical pero con un control distinto de la sonda uretral a permanencia o el cateterismo limpio intermitente; individuos sometidos a procedimiento quirúrgico abierto de la litiasis vesical; y sujetos con expedientes incompletos.
La validación de los datos se realizó con estadÃstica descriptiva y medidas de tendencia central, dispersión y proporción. Para terminar el análisis estadÃstico se utilizó la prueba de la X2.
El tratamiento establecido para la litiasis vesical utilizó en todos los casos el mismo equipo de litotricia: litotriptor de tipo neumático-balÃstico empleado para la fragmentación de los litos y varillas de 2 mm de diámetro por 40 cm de longitud.
RESULTADOS
Se incorporó al estudio un total de 439 pacientes con LM, de los cuales 332 (75%) eran del sexo masculino y 107 (25%) del femenino; la edad promedio de presentación fue de 25.5 años. Del total de 439 pacientes, la incidencia de litiasis vesical se presentó en 32 sujetos, que correspondió al 7.2%. En el grupo con cateterismo limpio intermitente se presentó litiasis vesical en el 4.8%, esto es, 12 pacientes, y en el grupo con sonda vesical a permanencia en el 26.6% (n = 20).
Del total de pacientes con LM, 71% (n = 314) se encontraba en alguno de los dos tipos de modalidades de vaciamiento vesical, en cateterismo limpio intermitente 79% (n = 249) o con sonda vesical a permanencia 21% (n = 65) (Imagen 1).
Imagen 1.Distribución por porcentaje en relación con el método de vaciamiento vesical utilizado en los pacientes con litiasis vesical.
En cuanto a los resultados, se identificó que la LM ocurrió a nivel cervical en una proporción de 46% (n= 202), con la misma presentación y frecuencia (46%) para las LM torácicas y el restante 8% (n = 35) para las LM lumbosacras (Imagen 2).
Imagen 2.Distribución de pacientes por nivel de lesión medular.
En el análisis estadÃstico mediante la X2 se demostró una p £0.01 con valor significativo para mayor riesgo de presentar litiasis vesical en pacientes con sonda vesical a permanencia en comparación con el grupo de cateterismo limpio intermitente (Tabla 1). Además, se demostró que cerca del 75% de los pacientes desarrolló litiasis durante los dos primeros años después de la LM (Imagen 3). El total de los 32 pacientes identificados con litiasis vesical se controló con cistolitotricia, sin presentar conversiones a técnica abierta ni complicaciones transoperatorias con un tiempo promedio de una hora efectiva de operación; dentro de las complicaciones posoperatorias se presentó hematuria en 6% de los pacientes, la cual remitió con lavados vesicales intermitentes. La estancia intrahospitalaria fue de tres a seis dÃas con un promedio de 4.5 dÃas.
Imagen 3.Tiempo expresado en años para la presentación de litiasis vesical.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Es de vital importancia que el personal de salud reconozca a los pacientes que cursan con LM y, en cuanto sea posible, deben recibir adiestramiento en un programa de cateterismo limpio intermitente para prevenir las complicaciones de las vÃas urinarias altas y de esta forma evitar la insuficiencia renal.
Por esta razón deben tomarse en consideración las premisas para el adecuado funcionamiento vesical en los pacientes con LM, mediante la creación de reservorios de adecuada capacidad (500 a 600 mL) que se usen a baja presión, y evitación en la medida de lo posible de las contracciones del detrusor; de igual forma, se debe cuidar el adecuado vaciamiento vesical con poca orina residual y de baja presión. De manera adicional, la continencia urinaria y la función sexual son puntos que deben tratarse de forma simultánea.
La presencia de litiasis vesical se genera con mayor frecuencia en individuos con sonda vesical a permanencia en comparación con los pacientes tratados con cateterismo limpio intermitente, lo cual es similar a lo reportado en la bibliografÃa internacional.
Existe un mayor riesgo de desarrollar litiasis vesical durante los dos primeros años de la LM. Los pacientes con lesiones medulares altas son más propensos a desarrollar litiasis vesical, asà como otras complicaciones urológicas. La cistolitotricia es un procedimiento con muy baja morbimortalidad, con amplio rango de seguridad y corta estancia hospitalaria, y que logra la extracción completa de los litos; constituye hoy dÃa el tratamiento de elección de la litiasis vesical en los pacientes con lesión medular en el Instituto Nacional de Rehabilitación de México.
Correspondencia: Dr. Claudio Merayo Chalico.
División de UrologÃa, Hospital General Dr. Manuel Gea González, SecretarÃa de Salud, México, D.F. Calzada de Tlalpan 4800. Col. Sección XVI, Delegación Tlalpan. C.P. 14000.
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