La ideación suicida, la conducta suicida y las conductas autolesivas sin intención suicida (autolesiones) son un grave problema de salud pública en la adolescencia. Una proporción significativa de de adolescentes evaluados en contexto clínico muestran un perfil de disregulación (DP). El DP se caracteriza por inquietud, irritabilidad, «tormentas afectivas», inestabilidad emocional y agresiones que aparecen de forma desproporcionada ante determinadas situaciones, y parece estar relacionado con un mayor riesgo de pensamientos y conductas suicidas y autolesivas.
MétodosDoscientos treinta y nueve adolescentes del Centro de Salud Mental Infantojuvenil del Servicio de Psiquiatría de la Fundación Jiménez Díaz fueron evaluados con la Escala de Fortalezas y Dificultades para obtener el DP y con la entrevista estructurada sobre suicidio y autolesiones; se recogió también información sociodemográfica.
ResultadosEstudios de regresión logística mostraron que los adolescentes con elevación del DP tenían más riesgo de presentar planes de suicidio, gestos suicidas e intentos suicidas. Igualmente, mostraron más riesgo de autolesiones.
ConclusionesLos resultados apuntan a dificultades de autorregulación tras la presencia de planes de suicidio, gestos suicidas, intentos de suicidio y autolesiones. De cara al futuro, estudios longitudinales permitirían esclarecer la dirección de dicha relación.
Suicidal ideation, suicidal behavior, and non-suicidal self-injury behavior are serious public health problems among adolescents. A significant proportion of adolescents evaluated in clinical settings meet criteria for the dysregulation profile (DP). DP is characterized by restlessness, irritability, “affective storms”, mood instability, and aggression in a disproportionate grade to the situation. This DP might be related to increased risk of self-injurious thoughts and behaviors.
MethodsTwo hundred and thirty-nine adolescents from the Child and Adolescent Outpatient Psychiatric Services of the Jimenez Diaz Foundation, Madrid, were assessed with the Strengths and Difficulties Questionnaire-Dysregulation Profile, the Self-Injurious Thoughts and Behaviors Interview and socio-demographic questionnaires.
ResultsLogistic regression showed that DP adolescents were at increased risk for suicide plans, gestures, and suicide attempts. They also tended to present more self-injurious behaviors than adolescents without DP.
ConclusionsOur results point to the role of self-regulatory problems in the presence of suicide plans, suicide gestures, suicide attempts, and in non-suicidal self-injury behavior. Longitudinal studies are needed to confirm the relationship between the Strengths and Difficulties Questionnaire-Dysregulation Profile and self-injurious thoughts and behaviors.
Las conductas suicidas entre adolescentes (incluyendo el suicidio, los intentos de suicidio, los gestos suicidas y la ideación suicida) son un problema de salud pública con un gran impacto en la salud y el bienestar de la población. Además, en los últimos años este tipo de conductas se han vuelto más frecuentes y con mayores consecuencias a nivel psicosocial1,2.
El suicidio es una de las principales causas de muerte entre adolescentes en Europa3 y en todo el mundo4. En España, la prevalencia del suicido se ha visto aumentada en los últimos años5,6. No obstante, a pesar de que se han identificado problemas emocionales y conductuales como factores de riesgo ante una muerte prematura por diferentes casusas entre los adolescentes, las ratios de fallecimiento por suicidio no han sido claramente estudiadas en este grupo de edad7. Las discrepancias en el estudio del suicidio entre adolescentes pueden estar relacionadas, en parte, con cuestiones teóricas relativas a la definición exacta de la conducta suicida y las autolesiones8. Resulta indispensable establecer definiciones claras que permitan diferenciar ente conductas autolesivas con una intención de causar la propia muerte (las conductas suicidas propiamente dichas) de aquellas conductas autolesivas sin intención suicida (en adelante, autolesiones; en la literatura, «non-suicidal self-injury behaviors»)9. Y más allá, es importante también diferenciar entre las distintas experiencias suicidas que se pueden manifestar, tales como la ideación suicida (la presencia de pensamientos acerca de causar la propia muerte), los planes suicidas (la elaboración de planes acerca de cómo causar la propia muerte), los gestos suicidas (los actos autolesivos cometidos para convencer a terceros del deseo de causar la propia muerte, cuando no existe esa intención) y los intentos de suicidio (los actos cometidos con intención de causar la propia muerte, que por algún motivo no terminan en suicidio)8. Utilizar un mismo sistema de definición de constructos permitirá tanto a los clínicos como a los investigadores en el campo detectar con más precisión la presencia, la frecuencia y las características de las diferentes experiencias suicidas y autolesivas en la conducta adolescente. Igualmente, mejorará la identificación de pacientes en riesgo y, como consecuencia, la prevención de este tipo de conductas.
Está ampliamente recogido en la literatura que los problemas de salud mental son un factor de riesgo para conducta suicida en adolescentes7. A esto se suma que una proporción significativa de los adolescentes que acuden a servicios de salud mental muestran una elevada disregulación emocional y conductual que interfiere con la evolución clínica y dificulta el pronóstico. Este grupo de pacientes normalmente muestran inquietud, irritabilidad, «tormentas afectivas», inestabilidad emocional y agresiones que aparecen de forma desproporcionada ante determinadas situaciones. Sin embargo, esta disregulación no corresponde a ningún diagnóstico concreto de los actuales sistemas de clasificación diagnóstica10,11. Ante este problema a nivel de manejo clínico, se ha definido un perfil de disregulación (DP por «disregulation profile»), evaluado a través de la elevación en 3 subescalas de la Child Behavior Checklist (CBCL12): comportamiento agresivo, ansiedad/depresión y problemas atencionales13. La investigación al respecto apunta a que este DP puede ser interpretado como un índice de problemas de autorregulación a distintos niveles14.
La investigación en torno al DP evaluado con el CBCL (CBCL-DP) ha ido avanzando en las últimas décadas13. Además, recientemente se ha descrito también un DP evaluado con el Cuestionario de Fortalezas y Dificultades (SDQ, por «Strengths and Difficulties Questionnaire»11,15), denominado SDQ-DP. El SDQ ha mostrado similares características psicométricas que el CBCL, además de ser más sencillo de aplicar16–19. Los estudios en torno al SDQ-DP han mostrado una adecuada validez11,20, a la vez que se han encontrado similares prevalencias y correlatos con psicopatología que en los estudios que utilizaron el CBCL-DP10.
Igualmente, se ha probado la relación entre una mayor intensidad de DP y unas mayores limitaciones funcionales, así como una mayor severidad de los síntomas20. Su presencia en la infancia y la adolescencia parece estar relacionada con un mayor riesgo de desarrollo de psicopatología, trastornos emocionales, problemas de consumo de sustancias, así como rasgos de personalidad desadaptativos en la adultez20–24. No obstante, la relación entre las conductas suicidas y el DP es un campo de estudio aún en desarrollo.
Los escasos estudios hasta la fecha acerca de la relación entre el CBCL-DP y las conductas suicidas apuntan a un mayor riesgo de ideación suicida e intentos de suicidio en niños y adolescentes con mayores niveles de CBCL-DP. Se han observado mayores conductas suicidas en el grupo con mayores niveles de CBCL-DP, en estudios con muestra clínica y no clínica de adolescentes de entre 11 y 18 años en Estados Unidos20. Un estudio longitudinal con muestra clínica en Alemania mostró una mayor cantidad de intentos de suicidio e ideación suicida aguda a los 19 años de edad entre aquellos sujetos que mostraron mayores niveles de CBCL-DP cuando fueron evaluados a los 8 y 11 años de edad22. Igualmente, se ha detectado que mayores niveles de CBCL-DP podrían actuar como un indicador de mayor frecuencia y severidad de ideación suicida en una amplia muestra de sujetos entre 6 y 18 años24. Finalmente, en un estudio longitudinal de 23 años de duración con jóvenes en riesgo de trastorno afectivo mayor se observó que aquellos sujetos con mayores niveles de trastorno bipolar pediátrico evaluado con el CBCL (el llamado CDCL-JBD, cuya equivalencia con el DP ha sido probada posteriormente) mostraron mayores niveles de pensamientos y conductas suicidas a lo largo del desarrollo25. No obstante, estos trabajos no diferencian claramente entre ideación suicida y planes suicidas, o entre gestos suicidas, intentos suicidas y conductas autolesivas sin intención suicida. Dado que los resultados apuntan a que la presencia de DP puede actuar como factor de riesgo en diferentes aspectos de la conducta suicida, resulta importante poder diferenciarlos. Además, hasta la fecha, los autores no han encontrado literatura acerca de la relación entre las conductas suicidas y la presencia de DP evaluado con el SDQ-DP. El objetivo del presente estudio es, por tanto, estudiar la relación entre la presencia de DP, evaluado con SDQ-DP, y la prevalencia de los pensamientos y conductas suicidas en una muestra clínica de adolescentes. La hipótesis que se baraja es que aquellos adolescentes con mayores niveles de DP mostrarán mayor cantidad de pensamientos y conductas suicidas que los adolescentes con menores niveles de DP.
MétodosMuestraSe seleccionaron 267 sujetos que acudieron a las consultas externas de salud mental infantojuvenil del Servicio de Psiquiatría de la Fundación Jiménez Díaz (Madrid) entre noviembre de 2011 y octubre de 2012. Se excluyeron los sujetos menores de 11 años y aquellos cuyos responsables legales no podían comprender los cuestionarios. También se descartaron aquellos sujetos que no terminaron de completar los cuestionarios. La muestra final consistió en 239 sujetos. Análisis comparativos entre el grupo de pacientes excluidos y la muestra final mostraron que no existían diferencias en las principales características psicosociales y clínicas (edad, sexo, etnia, acontecimientos vitales estresantes, limitaciones funcionales, nivel socioeconómico, organización familiar, diagnósticos, historia personal y familiar de suicidio, niveles de ideación suicida, planes suicidas, gestos suicidas, intentos de suicidio y autolesiones sin intención suicida). Únicamente se encontraron diferencias significativas en la subescala Pensamientos acerca de autolesiones sin intención suicida, de la Entrevista sobre Conductas y Pensamientos Autolesivos (SITBI, por «Self-Injurious Thoughts and Behaviors Interview»)8 (χ2=3,875, Df=1, p=0,049).
El estudio fue aprobado por el Comité de Ética de la Fundación Jiménez Díaz y se ha llevado a cabo según los estándares éticos recogidos en la Declaración de Helsinki de 1964 y sus posteriores correcciones. Se obtuvo el consentimiento informado de todos los participantes y de sus representantes legales.
InstrumentosSe aplicó la versión española de la SITBI8,26 a todos los sujetos. Se trata de una entrevista estructurada que evalúa la presencia, la frecuencia y otras características de las diferentes experiencias suicidas: la ideación suicida, los planes suicidas, los gestos suicidas, los intentos de suicidio y las autolesiones sin intención suicida.
Igualmente, se administró a los representantes legales de los sujetos la versión española del SDQ, en su versión para padres15. El SDQ es un cuestionario compuesto por 25 ítems tipo Likert, que proporciona información acerca de 5 subescalas. Las primeras 4 evalúan síntomas emocionales, problemas conductuales, hiperactividad y problemas de relación con iguales, mientras que la quinta subescala evalúa conductas prosociales. El DP que se obtiene de esta escala (SDQ-DP) se calcula a partir de 2 de los ítems de la subescala de síntomas emocionales, 2 ítems de la subescala de problemas conductuales y un ítem de la subescala de hiperactividad11. El punto de corte recomendado para definir el SDQ-DP es≥5 (sensibilidad=94,6%; especificidad=80%; alfa de Cronbach=0,52)11. En el presente estudio se utilizó este punto de corte, definido por Holtmann et al.11 como criterio para distinguir entre el grupo de adolescentes con mayores niveles de DP y el grupo de adolescentes con menores niveles de DP (grupos SDQ_DP y SDQ_NO_DP, respectivamente).
Se aplicó la Escala de Acontecimientos Vitales Estresantes27 para obtener información acerca de estresores vitales. En este caso, los adolescentes deben responder si un determinado acontecimiento les ha ocurrido en los últimos 3 años.
Finalmente se recogió información acerca de datos sociodemográficos, factores evolutivos, historia médica y antecedentes de salud mental y de tratamiento, tanto personales como familiares, a través de una entrevista semiestructurada. Los clínicos que atendieron a los sujetos también completaron la Escala de Evaluación Global para Menores (C-GAS, de «Children's Global Assessment Scale»28). Esta escala permite hacer una estimación de la severidad de la sintomatología de un paciente.
Análisis de datosSe aplicaron las pruebas de Chi-cuadrado y t de Student para estudiar las diferencias en cuanto a sexo, edad, datos sociodemográficos, acontecimientos vitales estresantes y puntuaciones en las escalas SITBI y C-GAS, en función del grupo (SDQ_DP frente a SDQ_NO_DP).
Una vez que se identificaron las variables de interés, se llevó a cabo un análisis de datos por pasos, similar al realizado por Holtmann et al.22: se aplicaron modelos de regresión logística para examinar la relación entre las puntuaciones en SDQ-DP y la escala SITBI, en 2 pasos. En el primer modelo se introdujeron como covariables los acontecimientos vitales estresantes y el género, lo que permitió estimar el efecto de SDQ-DP independientemente de estas 2 variables, que podrían actuar como potenciales variables de confusión. En el segundo modelo se introdujo también la puntuación C-GAS como covariable, lo que permitió controlar el posible efecto del nivel de funcionamiento psicosocial en la relación.
ResultadosCaracterísticas de la muestraLa muestra final se compuso de 239 sujetos (63,6% hombres, IC 95% 57,33-69,44; 36,4% mujeres, IC 95% 30,56-42,67) con edades comprendidas entre los 11 y los 17 años (M=14,11, DT=1,92). La mayor parte de los sujetos eran caucásicos (92,9%, IC 95% 83,12-91,42), vivían con su familia de origen (88,6%, IC 95% 83,12-91,42) y vivían en una familia con ingresos superiores a los 2.000€ mensuales (57,5%, IC 95% 50,34-64,41). El 7,2% de los sujetos (IC 95% 4,99-11,09; n=17) era adoptado y el 43,2% (IC 95% 36,57-49,02; n=102) había repetido al menos un curso escolar.
Estudios comparativos SDQ-DPEl 24,3% de los sujetos (IC 95% 19,27-30,08; n=58) mostró niveles de DP elevados (el denominado «grupo SDQ_DP»), mientras que el 75,7% de los sujetos (IC 95% 69,92-80,73; n=181) mostró bajos niveles de DP (el denominado «grupo SDQ_NO_DP»). Las características sociodemográficas de ambos grupos están recogidas en la tabla 1. Únicamente se encontraron diferencias significativas entre ambos grupos en función del sexo (χ2=6,473, gl=1, p=0,011).
Características sociodemográficas de la muestra, categorizada en función del SDQ-DP
SDQ_DP, n (%, IC 95%) | SDQ_NO_DP, n (%, IC 95%) | Total | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
Muestra | 58 (24,27, 19,27-30,08) | 181 (75,73, 69,92-80,73) | N=239 (100%) | |||
Media (DT) | Media (DT) | Media (DT) | t | gl | p, prueba t de Student | |
Edad (rango: 11-17 años) | 14,23 (2,009) | 14,08 (1,899) | 14,11 (1,922) | −0,515 | 236 | 0,607 |
n (%, IC 95%) | n (%, IC 95%) | n (%, IC 95%) | χ2 | gl | p, prueba Chi-cuadrado | |
Sexo | 6,473 | 1 | 0,011 | |||
Varones | 45 (77,6, 65,34-86,41) | 107 (59,1, 51,84-66,02) | 152 (63,6, 57,33-69,44) | |||
Mujeres | 13 (22,4, 13,59-34,66) | 74 (40,9, 33,98-48,16) | 87 (36,4, 30,56-42,67) | |||
Complicaciones obstétricas y perinatales | ||||||
Prenatal (sí) | 31 (59,6, 40,8-65,67) | 79 (46,5, 36,63-50,93) | 110 (49,5, 39,82-52,36) | 2,752 | 1 | 0,097 |
Perinatal (sí) | 17 (32,1, 19,18-42,01) | 58 (33, 25,68-39,15) | 75 (32,8, 25,83-37,52) | 0,014 | 1 | 0,905 |
Posnatal (sí) | 2 (3,7, 0,95-11,73) | 13 (7,6, 3,82-11,23) | 15 (6,7, 3,84-10,1) | 1,003 | 1 | 0,317 |
Etnia | 3,211 | 5 | 0,668 | |||
Caucásica | 53 (96,4, 81,36-96,26) | 157 (91,8, 81,03-90,93) | 210 (92,9, 83,12-91,42) | |||
Latinoamericana | 0 (0,00, 0,0-0,62) | 1 (0,6, 0,1-3,06) | 1 (0,4, 0,07-2,33) | |||
Asiática | 0 (0,00, 0,0-0,62) | 1 (0,6, 0,1-3,06) | 1 (0,4, 0,07-2,33) | |||
Gitana | 0 (0,00, 0,0-0,62) | 2 (1,2, 0,3-3,94) | 2 (0,9, 0,23-3) | |||
Negra | 1 (1,8, 0,31-9,14) | 1 (0,6, 0,1-3,06) | 2 (0,9, 0,23-3) | |||
Otras | 1 (1,8, 0,31-9,14) | 9 (5,3, 2,64-9,18) | 10 (4,4, 2,29-7,53) | |||
Rendimiento académico | 1,795 | 1 | 0,180 | |||
Curso escolar repetido (sí) | 29 (50,9, 37,54-62,46) | 73 (40,8, 33,46-47,61) | 102 (43,2, 36,57-49,02) | |||
Adoptado | ||||||
Sí | 5 (8,8, 3,74-18,64) | 12 (6,7, 3,83-11,23) | 17 (7,2, 4,99-11,09) | 0,265 | 1 | 0,607 |
Nivel educativo de la madre | 0,460 | 3 | 0,928 | |||
Sin formación | 3 (5,2, 1,77-14,14) | 6 (3,4, 1,53-7,04) | 9 (3,8, 1,99-7) | |||
Educación primaria | 11 (19, 10,93-30,85) | 32 (18, 12,81-23,89) | 43 (18, 13,64-23,36) | |||
Educación secundaria | 18 (31, 20,62-43,80) | 59 (33,1, 26,19-39,73) | 77 (32,6, 26,61-38,38) | |||
Formación universitaria | 26 (44,8, 32,75-57,55) | 81 (45,5, 37,69-52,03) | 107 (45,3, 38,60-51,11) | |||
Nivel educativo del padre | 4,369 | 2 | 0,113 | |||
Sin formación | 0 (0,00, 0,0-0,62) | 6 (3,31, 1,53-7,04) | 6 (2,51, 1,16-5,37) | |||
Educación primaria | 13 (22,41, 13,59-34,66) | 26 (14,36, 10-20,22) | 39 (16,31, 12,17-21,53) | |||
Educación secundaria | 28 (48,27, 35,93-60,84) | 83 (45,85, 38,76-53,13) | 111 (46,44, 40,23-52,77) | |||
Formación universitaria | 17 (29,31, 19,18-42,01) | 66 (36,46, 29,8-43,69) | 83 (34,72, 28,98-40,96) | |||
Ingresos per cápita (euros mensuales) | 2,905 | 4 | 0,574 | |||
>2.500 | 14 (29,8, 14,96-36,53) | 48 (34,5, 20,62-33,39) | 62 (33,3, 20,8-31,85) | |||
2.000-2.500 | 12 (25,5, 12,25-32,77) | 33 (23,7, 13,29-24,5) | 45 (24,2, 14,38-24,26) | |||
1.500-1.999 | 8 (17, 7,16-24,93) | 22 (15,8, 8,17-17,72) | 30 (16,1, 8,94-17,35) | |||
500-1.499 | 13 (27,7, 13,59-34,66) | 30 (21,6, 11,86-22,67) | 43 (23,1, 13,64-23,36) | |||
<500 | 0 (0,00, 0,0-0,62) | 6 (4,3, 1,53-7,04) | 6 (3,2, 1,116-5,37) | |||
Convivencia | 7,898 | 5 | 0,162 | |||
Familia de origen | 49 (84,5, 73,07-91,62) | 161 (89,9, 83,55-92,73) | 210 (88,6, 83,12-91,42) | |||
Familia adoptiva | 5 (8,6, 3,74-18,64) | 12 (6,7, 3,83-11,23) | 17 (7,2, 4,49-11,09) | |||
Otros familiares | 0 (0,00, 0,0-0,62) | 3 (1,7, 0,57-4,76) | 3 (1,3, 0,43-3,62) | |||
Institución | 3 (5,2, 1,77-14,14) | 1 (0,6, 0,1-3,06) | 4 (1,7, 0,65-4,22) | |||
Múltiple | 1 (1,8, 0,31-9,14) | 1 (0,6, 0,1-3,06) | 2 (0,9, 0,23-3) | |||
Otros | 0 (0,00, 0,0-0,62) | 1 (0,6, 0,1-3,06) | 1 (0,4, 0,07-2,33) |
DT: desviación típica; SDQ-DP: Strengths and Difficulties Questionnaire-Dysregulation Profile.
La distribución de los diagnósticos se encuentra recogida en la tabla 2. No se encontraron diferencias significativas entre los 2 grupos en función del diagnóstico (χ2=6,169, gl=5, p=0,290). La distribución de la prevalencia de las conductas suicidas y autolesiones, evaluadas con la escala SITBI, se encuentra recogida en la tabla 2. El grupo SDQ_DP mostró significativamente mayores niveles de prevalencia en las subescalas Ideación suicida, Gestos suicidas, Intentos de suicidio y Conductas autolesivas sin intención suicida.
Características clínicas de la muestra, categorizada en función del SDQ-DP
SDQ_DP, n (%, IC 95%) | SDQ_NO_DP, n (%, IC 95%) | Total | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
Muestra | 58 (24,27) | 181 (75,73) | N=239 (100%) | |||
n (%, IC 95%) | n (%, IC 95%) | n (%, IC 95%) | χ2 | gl | p, prueba Chi-cuadrado | |
Diagnóstico (n=236) | 6,169 | 5 | 0,290 | |||
Trastornos conductuales | 41 (71,9, 59-81,9) | 123 (68,7, 61,5-75) | 164 (69,5, 63,3-75) | |||
Trastornos emocionales | 5 (8,8, 3,8-18,9) | 9 (5, 2,6-9,2) | 14 (5,9, 3,57-9,7) | |||
Trastornos de ansiedad | 8 (14, 7,2-25,3) | 19 (10,6, 6,9-15,9) | 27 (11,4, 7,9-16,1) | |||
Trastornos de conducta alimentaria | 1 (1,8, 0,3-9,2) | 10 (5,6, 3,06-9,9) | 11 (4,7, 2,6-8,1) | |||
Otros | 2 (3,5, 0,9-11,9) | 8 (4,5, 2,2-8,5) | 10 (4,2, 2,3-7,6) | |||
Ninguno | 0 (0, 0-6) | 10 (5,6, 3,06-9,9) | 10 (4,2, 2,3-7,6) | |||
Total | 57 (24,2, 19,1-30) | 179 (75,8, 70-80) | 236 (100, 98-100) |
Media (DT) | Media (DT) | Media (DT) | t | gl | p, prueba t de Student | |
---|---|---|---|---|---|---|
C-GAS (n=235) | 61,91 (9,177) | 68,93 (10,929) | 67,23 (10,936) | 4,379 | 233 | <0,001*** |
CDI (n=238) | ||||||
Disforia | 70,03 (21,925) | 56,99 (26,115) | 60,17 (25,732) | −3,432 | 236 | 0,001** |
Autoestima negativa | 62,26 (27,149) | 42,08 (29,719) | 47,00 (30,326) | −4,550 | 232 | <0,001*** |
Total | 64,66 (27,061) | 44,71 (31,476) | 49,57 (31,592) | −4,335 | 236 | <0,001*** |
STAXI-NA (n=216) | ||||||
Temperamento rasgo | 64,05 (29,611) | 53,56 (26,809) | 56,23 (27,859) | −2,440 | 214 | 0,016* |
Reacción rasgo | 55,71 (29,562) | 52,62 (30,264) | 53,41 (30,049) | −0,657 | 214 | 0,512 |
Ira rasgo (total) | 57,87 (31,341) | 49,11 (30,346) | 51,34 (30,768) | −1,833 | 214 | 0,068 |
Ira externa | 56,22 (32,409) | 43,95 (31,296) | 47,07 (51,959) | −2,487 | 214 | 0,014* |
Ira interna | 54,73 (33,865) | 43,17 (32,779) | 46,12 (33,364) | −2,238 | 214 | 0,026* |
Control externo | 54,49 (38,529) | 63,67 (32,734) | 61,33 (34,443) | 1,714 | 214 | 0,088 |
Control interno | 45,89 (33,617) | 61,50 (31,979) | 57,52 (33,036) | 3,084 | 214 | 0,002** |
Control total | 45,89 (34,712) | 61,28 (32,347) | 57,34 (33,568) | 2,987 | 213 | 0,003** |
Escala de Acontecimientos Vitales Estresantes (n=216) | 7,50 (3,374) | 5,29 (3,728) | 5,84 (3,759) | −3,860 | 214 | <0,001*** |
C-GAS: Children's Global Assessment Scale; CDI: Children's Depression Inventory; DT: desviación típica; IC 95%: intervalo de confianza del 95%; SDQ-DP: Strengths and Difficulties Questionnaire-Dysregulation Profile; STAXI-NA: State-Trait Anger Expression Inventory for Children and Adolescents.
En negrita resultados significativos, según sigue: * p < 0,05; ** p < 0,01; *** p < 0,001.
Los resultados de los estudios de regresión logística se encuentran recogidos en la tabla 3. El primer modelo de regresión logística, que examina la relación entre el nivel de SDQ-DP y la escala SITBI, mostró significación para las variables «planes suicidas» (t=4,553, gl=1, p=0,033), «gestos suicidas» (t=7,590, gl=1, p=0,006), «intentos de suicidio» (t=8,978, Df=1, p=0,003) y «autolesiones sin intención suicida» (t=4,425, gl=1, p=0,035). El segundo modelo de regresión logística continuó siendo significativo para las subescalas «gestos suicidas» (t=6,580, gl=1, p=0,010) e «intentos de suicidio» (t=8,990, gl=1, p=0,003).
Chi-cuadrado y regresión logística entre SDQ-DP y SITBI (sexo y acontecimientos vitales estresantes como covariables en el primer modelo; C-GAS como covariable en el segundo modelo)
SDQ-DP | SDQ-DP (sexo y acontecimientos vitales estresantes como covariables) | SDQ-DP (sexo, acontecimientos vitales estresantes y C-GAS como covariables) | |
---|---|---|---|
χ2 (p) | Wald (p) | Wald (p) | |
SITBI | |||
Ideación suicida | 4,645 (0,031)* | 2,059 (0,151) | 1,621 (0,203) |
Planes suicidas | 3,682 (0,055) | 4,553 (0,033)* | 3,603 (0,058) |
Gestos suicidas | 15,333 (0,000)*** | 7,590 (0,006)** | 6,580 (0,010)* |
Intentos de suicidio | 5,873 (0,015)* | 8,978 (0,003)** | 8,990 (0,003)** |
Pensamientos autolesivos sin intención suicida | 0,313 (0,576) | 0,149 (0,700) | 0,524 (0,460) |
Conductas autolesivas sin intención suicida | 7,642 (0,006)** | 4,425 (0,035)* | 2,455 (0,117) |
C-GAS: Children's Global Assessment Scale; SDQ-DP: Strengths and Difficulties Questionnaire-Dysregulation Profile; SITBI: Self-Injurious Thoughts and Behaviors Interview.
En negrita resultados significativos, según sigue: * p < 0,05; ** p < 0,01.
En el presente trabajo se ha llevado a cabo un estudio observacional transversal que permitiera conocer la prevalencia de los diferentes pensamientos y conductas de la experiencia suicida en una muestra clínica de adolescentes con un elevado nivel de SDQ-DP, en comparación con adolescentes con bajos niveles de SDQ-DP.
Los principales resultados apuntan a que, en primer lugar, los adolescentes con mayores niveles de DP muestran significativamente más riesgo de planes suicidas, gestos suicidas e intentos de suicidio que aquellos con menores niveles de DP. Estos resultados concuerdan con los datos recogidos en la literatura previa20,22,24,25, que apuntaba la relación entre el DP evaluado y el CBCL-DP y un mayor riesgo de presentar pensamientos y conductas suicidas. No obstante, los resultados del presente estudio permiten distinguir con mayor especificidad qué tipos de conductas y pensamientos de la experiencia suicida están relacionados con DP. En concreto, permiten identificar el DP como factor de riesgo específicamente para los planes de suicidio, los gestos suicidas y los intentos de suicidio, lo que resalta el papel de los problemas en autorregulación que pueden encontrarse tras este tipo de conductas14.
En segundo lugar, los resultados han permitido observar que los adolescentes con mayores niveles de DP tienden a presentar también más riesgo de autolesiones que aquellos con menores niveles de DP. Este resultado es novedoso, ya que en estudios previos hasta la fecha no se había realizado la distinción entre conductas suicidas y autolesiones13,20,22,24,25. Tras una búsqueda bibliográfica exhaustiva, los autores solo han encontrado 2 trabajos acerca de la relación entre las autolesiones y el SDQ, aunque no específicamente con el SDQ-DP. En dichos trabajos se encontró una relación bidireccional entre la gravedad de la psicopatología y las autolesiones únicamente entre las niñas29, y una relación entre el nivel de estrés psicológico percibido y las autolesiones en un grupo de adolescentes alemanes30.
Resulta destacable que en el presente trabajo la asociación más fuerte y consistente ocurre entre el grupo con elevado DP y los gestos suicidas y los intentos de suicidio. La relación ente DP y la ideación suicida, los planes de suicidio y las autolesiones ha sido menos potente. Estos resultados apuntan a que el DP parece asociarse con más fuerza con rasgos de impulsividad y alteraciones de conducta graves (como los que subyacen a los gestos e intentos de suicidio), mientras que tiene menos fuerza en su relación con los aspectos más cognitivos de la experiencia suicida (ideas, planes o pensamientos de suicidio).
Esto llevaría a plantearse que los adolescentes con mayores niveles de DP tienen mayor riesgo de cometer actos más graves. En general, los adolescentes con mayores niveles de DP se caracterizarían por un mayor nivel de impulsividad y una mayor tendencia a la evitación del daño, así como por un menor nivel de dependencia de la recompensa y una menor persistencia14. Podría resultar contradictorio que las personas con mayor tendencia a la evitación del daño tuvieran más riesgo de cometer intentos de suicidio o algún tipo de autolesión, sin embargo, dado que los adolescentes con mayor DP parecen acarrear también mayores niveles de sufrimiento mental (en términos de severidad psicopatológica y adversidad psicosocial, como se ha mencionado anteriormente20), sería razonable suponer que en esos casos las conductas suicidas y las autolesiones estarían actuando como estrategias de evitación de dicho sufrimiento psicológico. En cuanto a la elevada impulsividad, como rasgo de personalidad, es un conocido factor de riesgo para diferentes tipos de conducta autolesivas3. Y, finalmente, en cuanto a la baja dependencia de la recompensa y la baja persistencia, podrían ser rasgos que dificultan a los adolescentes en riesgo el desarrollo de conductas más adaptativas, contribuyendo al posible desarrollo futuro de trastornos de la personalidad21.
La relación entre DP y los niveles de severidad psicopatológica, adversidad psicosocial, dificultades en la autorregulación y limitaciones funcionales ha sido ampliamente estudiada con el CBCL-DP14,20,22–25. Una disregulación severa se ha relacionado con la aparición temprana de rasgos temperamentales asociados a una futura enfermedad a nivel de personalidad (tales como trastornos de personalidad del cluster B, hostilidad, impulsividad y conductas de riesgo21,25,31).
Si tomamos toda la evidencia en conjunto, podríamos pensar en la necesidad de nuevas vías de intervención que estén específicamente centradas en el desarrollo de habilidades de regulación emocional y conductual.
No obstante, los resultados del presente estudio deben ser interpretados con cautela, dadas ciertas limitaciones. Los instrumentos utilizados están basados en autoinformes, lo que podría sesgar la información. Igualmente, no se calculó ningún índice de acuerdo interjueces sobre los diagnósticos realizados por los clínicos y el origen clínico de la muestra podría dificultar la generalización de los resultados. Además, el DP ha sido evaluado únicamente con el SDQ-DP y no hay medidas del CBCL-DP que puedan utilizarse como referencia, aunque la literatura previa ha señalado la equivalencia entre ambas medidas16–19. Por último, dado que los análisis son transversales, no es posible establecer claramente la dirección de las relaciones encontradas. No obstante, la consistencia de los resultados obtenidos con aquellos recogidos en la literatura previa favorece la interpretación de los datos.
A pesar de las mencionadas limitaciones, hasta la fecha este es el primer trabajo que ha explorado la relación entre el SDQ-DP y el riesgo de conductas y pensamientos suicidas en adolescentes. El hecho de que el SDQ-DP muestre propiedades psicométricas similares al CBCL-DP, siendo más breve y sencillo de aplicar11,15,17,19,32, favorece su uso en el ámbito clínico17. Podría utilizarse como una herramienta de cribado, permitiendo a los clínicos identificar los casos de riesgo para los cuales sería necesaria una evaluación más exhaustiva. Los resultados, además, señalan la importancia de una detección temprana y una intervención específica para la prevención de las diferentes conductas suicidas.
En resumen, se podría decir que los adolescentes son un grupo de población de riesgo para la aparición de conductas suicidas33. Además, aquellos que padecen algún tipo de problema de salud mental, especialmente dificultades emocionales y conductuales y aquellos expuestos a acontecimientos vitales estresantes o familias disfuncionales4,7,34,35, tendrían un riesgo mayor. En concreto, una disregulación emocional severa en la adolescencia es un factor de riesgo elevado para la aparición de planes de suicidio, gestos suicidas e intentos de suicidio, así como de autolesiones.
ConclusiónEl DP evaluado con el SDQ-DP es un útil indicador para identificar adolescentes en riesgo de mayor limitación funcional, severidad clínica y conductas suicidas, en concreto, planes suicidas, gestos suicidas, intentos de suicidio y autolesiones. El SDQ-DP podría ser utilizado como cuestionario breve para evaluar el nivel de severidad global en adolescentes.
Resulta fundamental en el ámbito clínico diferenciar las distintas conductas suicidas y las autolesiones, de cara a identificar sujetos en riesgo y así poder individualizar las intervenciones.
Futuras investigaciones serían necesarias con el fin de esclarecer la dirección de la relación entre el SDQ-DP y la presencia de conductas suicidas y autolesiones.
FinanciaciónEl presente estudio ha sido parcialmente financiado por la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y del Adolescente (AEPNYA).
Conflicto de interesesLos autores niegan cualquier posible conflicto de intereses.
Los autores quieren transmitir su agradecimiento a Paloma Aroca y a Lucia Albarracín por su ayuda en la preparación del presente manuscrito.