Se describe la presencia de violencia de género en mujeres con ascendencia étnica aymara, analizando la presencia de diferencias con mujeres de ascendencia no originaria.
Material y métodosParticiparon 400 mujeres residentes en la región de Arica y Parinacota-Chile. Se utilizó la versión en español de las escalas Index of Spouse Abuse (ISA) y Woman Abuse Screening Tool (WAST).
ResultadosLos resultados evidencian un predominio de violencia no física hacia la mujer en la relación de pareja, hallando diferencias significativas entre las participantes en función de la ascendencia étnica, siendo mayores los índices de violencia en las mujeres con ascendencia aymara.
ConclusionesSe concluye que las construcciones sociales respecto al género presentes en la cultura aymara constituyen un factor de riesgo para la violencia de género, debido a su influencia en la emergencia de asimetrías sociales y condiciones de abuso de poder hacia la mujer.
We analyze the gender-based violence against women considering the Aymara ethnic ascendance as a casual factor.
Material and methodsWe applied the spanish version of the Index of Spouse Abuse Scales (ISA) and Woman Abuse Screening Tool (WAST) on 400 women, which currently live in the region of Arica and Parinacota, Chile.
ResultsThe individuals show that non-physical violence is the predominant behavior in couples and higher rate of violence is present in women with Aymara ancestry than others.
ConclusionsWe conclude that social constructions of gender may be a risk factor in violence against women because of its influence in social inequalities and abuses of power against women.
La violencia de género es definida como todo acto abusivo hacia la mujer que pueda tener como consecuencia un daño físico, sexual, psicológico o económico, incluyendo las amenazas de tales actos y la coacción o privación de la libertad1–4. Esta se enmarca en una dinámica relacional abusiva, en que la pareja hace un ejercicio de poder y control, emergiendo un patrón de interacción que produce daños, que afectan la autonomía y la libertad de la mujer al operar como medios para lograr el disciplinamiento2,5,6.
Investigaciones realizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), indican que entre un 10 y un 69% de las mujeres han sido agredidas físicamente por su pareja en algún momento de sus vidas7. En Chile, estudios realizados a nivel nacional, señalan que las denuncias por violencia intrafamiliar presentan un aumento creciente en los últimos años, alcanzando una cifra de 108.538 denuncias el año 2007, de las cuales, el 90,5% corresponde a maltrato hacia la mujer8.
El énfasis en el abordaje de la violencia de género se ha orientado en las consecuencias derivadas de los actos abusivos, con el objetivo de reparar las experiencias traumáticas2,3,6,9–15. Sin embargo, avances actuales en esta materia, resaltan la importancia de considerar la influencia de aspectos culturales en la presencia de agresiones hacia la mujer, escasamente considerados por las estrategias de intervención empleadas en los servicios de salud y políticas públicas en Chile16–18.
Desde un enfoque psicosocial, la violencia de género se insertaría en una forma de organización social y en un sistema de creencias y valores culturales que determinan prácticas, comportamientos y estilos de relación entre los géneros. Así, se estudia el modo en que las personas construyen la realidad social, enfatizando la delimitación de papeles y expectativas sobre hombres y mujeres, que conforman un elenco de roles socialmente construidos, que definen su forma de ser, sentir y actuar19–23. En este escenario, la familia como institución reproductora de la cultura y transmisora de valores, creencias, pautas de comportamiento y estilos de relación, sería el espacio primario en que se expresarían relaciones desiguales entre los géneros, favoreciendo la emergencia de abuso en las relaciones de pareja24,25.
Desde esta perspectiva, resulta de interés considerar las particularidades de la etnia aymara, pueblo originario asentado en las zonas altiplánicas del extremo norte de Chile, dedicado principalmente a actividades relacionadas a la agricultura y ganadería. Este grupo étnico se caracteriza por una particular cosmovisión que delimita la relación entre hombre y mujer como un sistema de complementariedad, siendo la familia la unidad fundamental de organización de su cultura26–28.
Respecto a la unidad familiar, para la cosmovisión aymara hombres y mujeres deben consolidarse como dualidad mediante la unión matrimonial denominada Chacha-Warmi, junto con establecer su unidad familiar, representada por los cónyuges y su descendencia, propiciando su reproducción económica, cultural y social. En este sentido, el hombre y la mujer adquieren una posición social por medio del prestigio que implica consolidarse como familia numerosa y estable28,29.
En la dinámica familiar ambos cónyuges son considerados responsables de la unidad familiar, asumiendo el cumplimiento de distintas actividades domésticas, comerciales y sociales. Sin embargo, se observa una distribución de labores en función del género, en la cual la mujer asume principalmente el cuidado de los hijos y las tareas domesticas, careciendo de participación en la esfera económica y social, y por su parte, el hombre se dedica a actividades productivas, económicas y sociales, debido a su condición de jefe de hogar, constituyéndose en un agente activo de la organización social de su pueblo26–30. Si bien, se evidencian asimetrías en los roles sociales respecto al género, para la cosmovisión aymara la mujer es un complemento imprescindible que posibilita la consolidación y permanencia de la unidad familiar, favoreciendo por tanto, la reproducción de su cultura30. No obstante, cabe considerar que la rigidez en la esquematización de los roles y funciones sexuales puede derivar en episodios de maltrato hacia la mujer, al propiciar situaciones de abuso de poder y vulnerabilidad26–29.
Las características propias de la etnia aymara y las diferencias asociadas a los roles de género que son parte de la cosmovisión de este pueblo, hacen necesaria una indagación respecto a la transmisión de patrones culturales y pautas de conductas que favorezcan el surgimiento de formas de violencia hacia la mujer, en función de las construcciones sociales propias de su cultura26–30.
Considerando que la cultura y el medio social pueden establecer diferencias importantes en la presencia de la violencia de género, el objetivo de esta investigación es realizar un diagnóstico de la presencia de violencia por razones de género en mujeres con ascendencia étnica aymara en la región de Arica y Parinacota, Chile.
MétodoSujetosParticiparon en el estudio 400 mujeres adultas divididas en 2 grupos: etnia aymara (N=198) y etnia no originaria (N=202). Se consideraron como mujeres con ascendencia étnica aymara aquellas que se autoadscribieron a dicha etnia, constituyendo el 48% de la muestra total. Las características sociodemográficas de ambos grupos se exponen en la tabla 1.
Características socio-demográficas de mujeres aymaras y no aymaras
Etnia | Aymara (n=198) | No aymara (n=202) | ||
Variables socio-demográficas | ||||
Edad | 33,19 años (d.t. 12,10) | 30,41 años (d.t. 10,24) | ||
Estado civil | ||||
Casada | 42 | 22% | 46 | 22,8% |
Soltera | 102 | 53,4% | 117 | 57,9% |
Separada | 15 | 7,9% | 18 | 8,9% |
Viuda | 5 | 2,6% | 1 | 0,5% |
Conviviente | 26 | 13,6% | 20 | 9,9% |
N. educativo | ||||
Básico | 32 | 16,8% | 9 | 4,5% |
Medio | 75 | 39,3% | 72 | 35,6% |
Superior | 37 | 19,4% | 59 | 29,2% |
Técnico | 46 | 24,1% | 62 | 30,7% |
Ocupación | ||||
Con ocupación | 136 | 71,2% | 143 | 70,8% |
Comercio | 20% | 70,8% | ||
Agricultura | 51,2% | |||
Sin ocupación | 54 | 28,3% | 59 | 29,2% |
Religión | ||||
Católica | 128 | 67% | 145 | 71,8% |
Otra | 40 | 20,9% | 36 | 17,8% |
Sin religión | 22 | 11,5% | 21 | 10,4% |
Hijos | ||||
Sin hijos | 83 | 43,5% | 83 | 41,1% |
1-3 hijos | 87 | 45,5% | 106 | 52,5% |
3-5 hijos | 18 | 9,4% | 9 | 4,5% |
Más de 5 hijos | 2 | 1% | 4 | 2% |
Relación de pareja | ||||
Sin pareja | 34 | 17,8% | 34 | 16,8% |
Con pareja | 156 | 81,7% | 168 | 83,2% |
Su utilidad radica en evaluar la presencia de violencia hacia la mujer en la relación de pareja. Está compuesta por 30 ítems divididos en 2 subescalas: Subescala de Violencia Física, compuesta por 8 ítems que evalúan la presencia de de violencia física y la Subescala de Violencia no física, compuesta por 22 ítems que evalúan la presencia de violencia no física. La escala de respuesta para cada subescala corresponde a una escala tipo Likert de 5 puntos, que abarca desde «nunca» a «muy frecuente».
Este instrumento posee adecuadas propiedades psicométricas, con un alfa de Cronbach de 0,85 y de 0,94 para la subescala de violencia física y la subescala de violencia no física respectivamente.
Versión corta en español del «Woman Abuse Screening Tool» (WAST)32
Su utilidad radica en la identificación de mujeres maltratadas por sus parejas. Está compuesta por 2 ítems que preguntan por el grado de tensión y de dificultad existentes en la relación de pareja. Su escala de respuesta corresponde a una escala de acuerdo que va desde: 1=«muy en desacuerdo» a 2=«muy de acuerdo».
Este instrumento posee adecuadas propiedades psicométricas, con un alfa de Cronbach de 0,91.
ProcedimientoLos criterios de inclusión en el estudio permitían participar a mujeres mayores de edad con ascendencia étnica y sin ascendencia étnica, residentes en la ciudad de Arica. Delimitando los siguientes criterios de exclusión: minoría de edad y presencia de algún trastorno de tipo sensorial o cognitivo.
Previo a la aplicación de los instrumentos, las evaluadas recibieron un documento donde se especificaban los objetivos de la investigación, la voluntariedad de la participación, la confidencialidad de sus datos y los criterios de inclusión. Finalmente, si deseaban participar, se solicitaba su consentimiento informado, cumpliendo con las normas éticas de investigación en ciencias sociales. A continuación se procedió a recoger los datos sociodemográficos y se aplicaron los cuestionarios en el siguiente orden: Escala Index of Spouse Abuse (ISA) y, Escala Woman Abuse Screening Tool (WAST). El tiempo medio de evaluación fue de 30 minutos aproximadamente. La aplicación la realizaron sendos colaboradores, llevándose a cabo en el lugar de trabajo de las evaluadas.
ResultadosLos resultados referentes a las mujeres aymaras en la Escala WAST arrojaron una media de 1,4 (DT= 1,2; Rango= 0-2). Por su parte, los resultados para las mujeres con ascendencia no originaria, arrojaron una media de 0, 84 (DT= 0,89; Rango= 0-2). La puntuación total de la escala indica que un 43,5% de mujeres aymaras presenta violencia en la relación de pareja, frente a un 32,7% de mujeres con ascendencia no originaria que presenta maltrato en la relación de pareja.
En cuanto a la formas de violencia medidas con el ISA, los resultados correspondientes a las mujeres aymaras mostraron una media de 5,63 (DT=12,80; Rango= 0-88) en la Subescala Violencia Física, y un promedio de 11,95 (DT= 17,04; Rango=0-107) en la Subescala Violencia no Física. A su vez, los resultados del ISA referentes a las mujeres de ascendencia no originaria mostraron un promedio de 2,17 (DT= 9,8; Rango= 0-94) en la Subescala Violencia Física y una media de 6,6 (DT= 12,7; Rango=0-97) en la Subescala de Violencia no Física.
Respecto a la existencia de diferencias significativas en las formas de violencia medidas por el ISA en función de la ascendencia étnica de las participantes, se observaron diferencias entre las mujeres aymaras y las mujeres de ascendencia no originaria tanto en Violencia física (F= 0,000) como en Violencia no física (F= 0,003). También se encontraron diferencias en la Presencia de maltrato medida por la escala WAST en función de la ascendencia étnica (F= 0,02).
Con el objetivo de analizar la relación entre las variables sociodemográficas y las dimensiones Violencia física y Violencia no física de la escala ISA, se aplicó un análisis de regresión con el método de pasos sucesivos. La Violencia física mostró relación con las variables hijos, etnia, escolaridad y relación de pareja actual. Por su parte, la Violencia no física mostró relación con las variables hijos, etnia y relación de pareja actual. A su vez, la Presencia de maltrato medida con la escala WAST mostró relación con las variables relación de pareja actual, escolaridad y estado civil (tablas 2–4).
Coeficientes de regresión para la presencia de violencia física medida por la escala ISA
Modelo | R | R cuadrado | R cuadrado corregida | Error típ. de la estimación |
1 | 0,230a | 0,053 | 0,051 | 11,130 |
2 | 0,274b | 0,075 | 0,070 | 11,014 |
3 | 0,299c | 0,089 | 0,082 | 10,942 |
4 | 0,319d | 0,102 | 0,093 | 10,879 |
Variable dependiente: presencia de violencia física escala ISA
Coeficientes de regresión para la presencia de violencia no física medida por la escala ISA
Modelo | R | R cuadrado | R cuadrado corregida | Error típ. de la estimación |
1 | 0,255a | 0,065 | 0,063 | 15,230 |
2 | 0,311b | 0,096 | 0,092 | 14,990 |
3 | 0,354c | 0,126 | 0,119 | 14,766 |
Variable dependiente: Presencia de violencia no física escala ISA
Los sujetos que conformaron la muestra analizada en este estudio presentan un predominio de violencia no física, referida principalmente a maltrato psicológico, medido como control y amenazas por parte de la pareja. Esta se asocia a importantes secuelas en la salud física, emocional y sexual de las víctimas, afectando su bienestar subjetivo25,33.
Así mismo, las participantes muestran elevados índices de violencia física, referida a la presencia de golpes y agresiones sexuales, ambas asociadas también al deterioro en la salud y el bienestar. Si bien se distinguen tipos de violencia hacia la mujer, estos tienden a coexistir en la relación de pareja, relacionándose con la repetición de un patrón de comportamiento denominado ciclo de la violencia, que se caracteriza por la permanencia de la víctima en la convivencia con el maltratador, en una sucesión alternante de episodios violentos seguidos de episodios de reconciliación, que progresan en una espiral de violencia cada vez mayor2,9,11,33,35.
En referencia a la existencia de diferencias significativas entre mujeres con ascendencia étnica aymara y mujeres sin ascendencia étnica respecto a la presencia de violencia, se observan mayores índices de maltrato tanto físico como no físico en las primeras. Respecto a lo anterior, cabe considerar si estas diferencias se relacionan a la rigidez en la diferenciación sexual asociada a los roles de género presente en la cosmovisión aymara que atribuyen autoridad al hombre en la esfera familiar y social, posicionando a la mujer en condiciones de vulnerabilidad26–30.
Respecto a la influencia de factores psicosociales en la presencia de violencia hacia la mujer, los resultados evidencian que los episodios de maltrato muestran una fuerte asociación con la escolaridad, la crianza de los hijos, la relación de pareja actual y la ascendencia étnica33–35. En referencia a la escolaridad, existe evidencia que un mayor nivel educativo se asocia a mayores oportunidades laborales, redes de apoyo y espacios de interacción externos a la dinámica familiar, favoreciendo la independencia y la autonomía personal de la mujer, al operar como un medio facilitador de la ruptura de los círculos de violencia2,33,35. En relación a la crianza de los hijos, esta se asocia a la presencia de actos abusivos, debido a la permanencia de la mujer en convivencia con la pareja en función de la ausencia de los medios económicos necesarios para asumir el cuidado del hogar, manteniendo los episodios de maltrato33,36,37.
Por su parte, se observa que la variable etnia muestra asociaciones significativas tanto con la violencia física como con la violencia no física, explicándose por la influencia que ejercen los patrones culturales y las formas de organización social y familiar propios de la etnia aymara en la emergencia de interacciones asimétricas entre los géneros, que posibilitan los actos de maltrato hacia la mujer36–38. Así, existe evidencia que a mayor rigidez en la delimitación de los roles y funciones sexuales, mayor es el riesgo de episodios de violencia contra la mujer en la relación de pareja30,36,37
Los resultados obtenidos, ponen de manifiesto la importancia de considerar la influencia de aspectos culturales y construcciones sociales en la presencia de actos abusivos hacia la mujer39–41. Específicamente, respecto a la etnia aymara, en el contexto nacional se han realizado escasas investigaciones sobre la problemática abordada, siendo necesaria la realización de estudios multidisciplinarios, que permitan conceptualizar el fenómeno de la violencia de género desde la cosmovisión propia de esta etnia30,37.
A pesar del interés de los datos aportados, el presente estudio adolece de ciertas limitaciones: 1) La dificultad para contactar a mujeres con ascendencia aymara. 2) Durante la recolección de datos, un porcentaje (10%) de mujeres, entre ellas mujeres con ascendencia originaria y mujeres sin ascendencia originaria, no accedió a formar parte del estudio, es probable que la sensibilidad de la temática a abordar, pudo tener influencia en la disposición a participar. 3) Escasos instrumentos de medida para la recolección de datos validados en el contexto local.
Futuras investigaciones deberían centrar su estudio en la construcción de la identidad de género propia de la cultura aymara y su influencia en la asimilación de prácticas abusivas dentro de la dinámica relacional en función de los roles sociales asignados a los géneros, orientando nuevas modalidades de prevención e intervención.
Responsabilidades éticasProtección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales.
Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes.
Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes.
FinanciaciónEste estudio ha sido financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo AECID: Project A/027816/09
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
El presente trabajo se desarrolló en la Unidad Interdisciplinaria de Investigaciones Psicosociales y Jurídicas, del Departamento de Filosofía y Psicología, contando con el apoyo del Convenio de Desempeño Universidad de Tarapacá-Mineduc.