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Revista de la Sociedad Andaluza de Traumatología y Ortopedia
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Vol. 19. Núm. 2.
Páginas 169-170 (agosto 1999)
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Corporativismo
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Corporativismo


«ESTIMADOcompañero y, a pesar de ello, amigo». Asíencabezaba un médico de principios de este siglo que seacaba una misiva dirigida a un colega.

Siempre tuvo fama la enemistad entre personas delmismo gremio, fuera éste de las ciencias, de las artes o delas letras. Cervantes y Lope, Góngora y Quevedo manifestaronsu antipatía mutua en opiniones orales y escritas. Denuestro premio Nobel Benavente he leído que en una estrechaacera del Madrid clásico se tropezó con uncompañero de profesión, el cual se puso en jarras, nopermitiéndole continuar la marcha y diciéndole:«Yo no cedo el paso a maricas», a lo que don Jacinto,bajándose de la acera, le espetó: «Pues yo,sí».

Conocidas son las rencillas, las maniobrasenemistosas, cuando no abiertamente beligerantes, entre losdiferentes servicios de los hospitales, máxime si sonafines. Y mucho más si hay intereses pecuniarios de pormedio. Algún médico empecinado en hablar siempre maldel compañero, siguiendo su rutinaria costumbre, veíalas radiografías de un paciente en el negatoscopioinquiriendo al mismo tiempo: «¡Qué desastre!,pero ¿quién hizo este desaguisado?»Lacónicamente contestó el enfermo:«Usted».

A la vuelta de Estocolmo de recoger el Nobel de1906, don Santiago Ramón y Cajal pasó porPavía sólo para saludar a Camillo Golgi, con quienhabía compartido el premio, pero el italiano rehusódecirle siquiera ¡hola! Los celos profesionales, elengolamiento y la pérdida de la mitad de la recompensanublaron lo que pudo ser un entrañable gemelaje.

Pero el concepto que tienen, tenemos, de losprofesionales en general es muy otro: que los gremios forman unaauténtica piña y que, como un solo hombre, salentodos en defensa del componente zaherido o mermado en sus derechos.Con el nombre de corporativismo se define la acción del«uno para todos y todos para uno» ante laagresión exterior.

De todo pasa y, como siempre, acercándosea los extremos. Ante una situación de injusticia notoria,ante la acción repetida de afrenta, sobre todo si viene dearriba, hay unión. Pero pronto se pierde por desidia,cayendo en el olvido.

La última huelga de médicos enEspaña, en 1995, con el deterioro moral que genera para laprofesión el abandono del servicio, aún colea. Desdeel incumplimiento sistemático por parte de loscompañeros médicos al servicio de laAdministración de los acuerdos que pusieron fin al parohasta los abusivos descuentos por los días no trabajados(afortunadamente devueltos mediante fallo judicial) que impusieronlos compañeros gerentes, todo fueron«facilidades» por parte de los colegas subidos alpedestal. Por menos se han obtenido condenas porprevaricación.

En otros estamentos hubiera sonado la hora de larevolución, se habría formado un frente comúny se hubieran obtenido ventajas. Pero el médico, gobernadopor médicos, es incapaz de unirse. Sigue estimando suprofesión como un sacerdocio, con todos sus inconvenientes ysin ninguna ventaja. Por eso arrastra un decremento en sus haberesdel 40,8 por 100 con respecto a los de 1989..., y lo queseguirá acumulando. Cada vez son mayores las diferenciasentre comunidades autónomas, cuya igualdad perseguíala mencionada huelga.

Hay una variedad de corporativismo, que surgecomo consecuencia de la apertura de la veda del médico.Tradicionalmente, la profesión médica --como otrasmuchas-- había sido intangible. Sus palabras eran tenidaspor sentencias, sus hechos por milagros y sus manos besadas comoartífices del hecho sobrenatural. Pero cuando entra en elespectro humano, cuando el paciente comienza a llamarlo «elde huesos de las diez», cae en barrena y se creanasociaciones para la defensa de los errores médicos. Notenemos noticia de que se hayan creado para defenderse de loserrores de los reparadores de electrodomésticos ni detaxistas ni de camareros, que también los cometen. Aumentanlas denuncias, justificadas algunas, insostenibles otras, y el juezllama como peritos a otros médicos, compañeros delinculpado.

Aquí comienza el nuevo conflicto. Elmédico se siente herido y echa un capote alcompañero, incluso al compañero infractor, al queauténticamente ha cometido delito, que puede ser pormalpraxis, por omisión de asistencia e incluso porcohecho.

Éste, a nuestro juicio, no escorporativismo. No es defensa del compañero, puesto que elque delinque ya no es compañero y justo es que purgue sufalta.

Compañeros sí, pero enjusticia.

Juan Montes Reyes

Jefe de Redacción de la Revista de laSociedad Andaluza

de Traumatología y Ortopedia

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