En esta investigación el objetivo es analizar la capacidad predictiva de factores sociodemográficos y características personales sobre el bienestar subjetivo y psicológico en población mexicana. Los participantes fueron 976 adultos que cumplimentaron escalas de felicidad, satisfacción vital, emociones positivas y negativas, bienestar psicológico, los Cinco Grandes de personalidad, optimismo y autoestima. Los resultados indicaron que los factores sociodemográficos tenían un tamaño de efecto pequeño sobre las distintas dimensiones de bienestar subjetivo y psicológico. Los análisis de regresión múltiple mostraron que, tanto el bienestar subjetivo como el psicológico, eran explicados por alta extraversión, responsabilidad, autoestima y bajo neuroticismo. Estos resultados sugieren que, no solo los Cinco Grandes, sino la autoestima es un potente predictor de ambos tipos de bienestar en mayor medida que los factores sociodemográficos. Los descubrimientos son consistentes con los encontrados en otras culturas, aunque aparecen diferencias que son discutidas con relación a cómo abordarlas por parte de las autoridades mexicanas.
The aim of this study is to determine the predictive capacity of socio-demographic and personal characteristics on subjective and psychological well-being in a Mexican population. A total of 976 Mexican adults completed scales of happiness, life satisfaction, positive and negative affect, psychological well-being, the Big Five personality traits test, as well as of optimism and self-esteem. The results showed that sociodemographic factors had a small effect size on the subjective and psychological well-being dimensions. Hierarchical multiple regression analyses demonstrated that subjective and psychological well-being was explained by a greater extraversion, conscientiousness, optimism, self-esteem, and less neuroticism. These results suggest that not only is the Big Five a more powerful predictor of both types of well-being than sociodemographic factors, but also that of self-esteem. The findings are consistent with those of other cultures, although there are differences, which are discussed in relation to how they should be approached by the Mexican authorities.
La investigación sobre el bienestar ha resultado de gran relevancia debido a las implicaciones que tiene para el completo desarrollo del individuo (Diener, Emmons, Larsen, & Griffin, 1985). Existen dos aproximaciones claramente diferenciadas (Ryan & Deci, 2001): una centrada en el bienestar hedónico o subjetivo, entendido como la maximización del placer y minimización del dolor (Bradburn, 1969; Diener et al., 1985); y otra relacionada con el bienestar eudaimónico o psicológico que ha sido definido como la búsqueda de una vida virtuosa o de excelencia (Ryff, 1989, 2014).
A pesar de la amplia literatura que analiza la relación entre el bienestar subjetivo y la personalidad (DeNeve & Cooper, 1998; Marrero & Carballeira, 2011; Steel, Schmidt, & Shultz, 2008), apenas existen estudios que incluyan una evaluación conjunta del bienestar subjetivo y psicológico. El verdadero florecimiento del individuo implica no solo atender a aquello que le hace sentir bien —bienestar hedónico—, sino también qué hacer para funcionar bien —bienestar eudaimónico— (Huppert & So, 2013; Keyes, Kendler, Myers, & Martin, 2015). Además, los estudios en culturas diversas facilitan no solo la generalización de los descubrimientos empíricos, sino que permiten analizar si la cultura modera las relaciones entre los distintos factores implicados en el bienestar para en el futuro extraer qué características podrían ser universales en la promoción del bienestar.
Existe cierta controversia acerca del papel que juegan determinadas características sociodemográficas en el bienestar. La investigación previa apunta el pequeño tamaño del efecto que tienen las variables demográficas, explicando entre un 8 y un 20% de la varianza del bienestar (Argyle, 2001; DeNeve & Cooper, 1998). Algunos estudios sugieren que las diferencias entre hombres y mujeres en bienestar podrían deberse en mayor medida a la intensidad emocional que a la frecuencia con la que expresan las emociones (Lucas & Gohm, 2000). Otros trabajos encuentran que el bienestar se distribuye en forma de U de la juventud a la etapa adulta para luego disminuir a partir de los 60 años (Schnettler et al., 2014; Vera-Villarroel et al., 2012; Wunder, Wiencierz, Schwarze, & Küchenhoff, 2013); mientras que estudios recientes informan de mayor felicidad en las personas de más edad dado que emplean estrategias de toma de decisión más eficaces (Bruine de Bruin, Parker, & Strough, 2016). También se ha encontrado mayor bienestar en las personas casadas frente a las no casadas (Vanassche, Swicegood, & Matthijs, 2013), pero esta relación aparece en mayor medida en sociedades colectivistas que en individualistas (Diener, Gohm, Suh, & Oishi, 2000). Además, parece que un mayor nivel educativo se asocia a mayor probabilidad de conseguir empleo y a tasas más altas de ingreso, redundando en una mayor felicidad (Cuñado & Pérez de Gracia, 2012).
Sin embargo, el bienestar ha mostrado estar más relacionado con tendencias disposicionales que con características sociodemográficas o con disponibilidad de recursos (DeNeve & Cooper, 1998; Schmutte & Ryff, 1997). Estudios previos muestran que el neuroticismo, la extraversión y la responsabilidad están estrechamente relacionados con los distintos componentes del bienestar subjetivo (DeNeve & Cooper, 1998; Marrero & Carballeira, 2011; Steel et al., 2008) y del bienestar psicológico (Schmutte & Ryff, 1997). Otras características personales que se han vinculado a un mayor bienestar y florecimiento del individuo han sido el optimismo y la autoestima (Huppert & So, 2013). El optimismo disposicional hace referencia a una creencia o expectativa generalizada y estable que ocurrirán resultados positivos en distintas situaciones futuras (Scheier, Carver, & Bridges, 1994). Estudios previos indican que las personas optimistas muestran mejor ajuste y mayor bienestar subjetivo y psicológico (Gustems-Carnicer, Calderón, & Forn, 2016). La autoestima, entendida como la valoración positiva o negativa que hace el individuo de sí mismo (Rosenberg, 1965), también ha mostrado tener importantes repercusiones en distintos ámbitos de la vida, ya sea a nivel emocional, en la satisfacción con las relaciones y con el trabajo y en la salud física, y es un importante predictor de felicidad (Orth, Robins, & Widaman, 2012; Rodríguez-Fernández, Ramos-Díaz, Ros, Fernández-Zabala, & Revuelta, 2016).
Teniendo en cuenta que existen ciertas discrepancias en cuanto a la relación entre los factores sociodemográficos y el bienestar y que no se han encontrado estudios que identifiquen el papel que desempeñan las características personales en el bienestar de la población mexicana, en este trabajo el propósito es identificar el poder explicativo que tienen, tanto los factores sociodemográficos como personales, en las distintas dimensiones de bienestar subjetivo y psicológico. Concretamente, los objetivos propuestos han sido: (a) examinar las diferencias en bienestar subjetivo y psicológico en función de las variables sociodemográficas. Con base en la literatura previa, se espera encontrar diferencias en los distintos componentes de bienestar subjetivo y psicológico en función de la edad, el sexo, el nivel de estudios y tener una relación sentimental (Cuñado & Pérez de Gracia, 2012; Wunder et al., 2013); (b) analizar la contribución de las variables sociodemográficas y personales al bienestar subjetivo y psicológico. Se espera que las características sociodemográficas tengan una menor influencia en ambos tipos de bienestar que las características de personalidad (DeNeve & Cooper, 1998; Steel et al., 2008); y que el optimismo y la autoestima (Huppert & So, 2013), junto con el neuroticismo y la extraversión, sean predictores más potentes del bienestar subjetivo y psicológico que los restantes rasgos de personalidad.
MétodoParticipantesSe contó con una muestra incidental no probabilística de 976 adultos mexicanos entre 17 y 84 años (M=29.43; DT=12.10). El 65.2% fueron mujeres. La mayoría tenían estudios universitarios (81.8%), el 12.2% estudios de bachiller; el 5.1% estudios de secundaria y el 0.9% estudios primarios. El 64.1% estaban solteros, el 24% casados, el 6.7% convivían en pareja, el 4% separados y el 1.2% eran viudos, aunque el 59.2% tenían pareja. En cuanto a la situación laboral, el 54.6% eran estudiantes, el 38.6% activos laboralmente, el 5.6% desempleados y el 1.4% jubilados.
InstrumentosSe elaboró una hoja de registro que recogía información acerca de variables sociodemográficas tales como sexo, edad, nivel de estudios, estado civil, tener pareja y situación laboral.
La Escala de Satisfacción Vital (Diener et al., 1985) evalúa, mediante cinco ítems, el juicio cognitivo del individuo acerca de la satisfacción global con su propia vida, comparando sus circunstancias vitales con un estándar particular. Se responde desde 1 (nada satisfecho) a 7 (muy satisfecho). La consistencia interna de la escala original es de .87 y la fiabilidad test-retest es de .82. La versión adaptada al español muestra un alfa de Cronbach de entre .82 y .88 (Vázquez, Duque, & Hervás, 2013). En un estudio reciente con población mexicana se obtuvo un alfa de .86 (Merino, Privado, & Gracia, 2015) y en este trabajo fue de .88.
Las Escalas de emociones positivas y negativas (Watson, Clark, & Tellegen, 1988) constan de 20 calificativos, 10 positivos y otros 10 negativos que evalúan las emociones presentes en el momento de contestar la prueba, desde 0 (totalmente en desacuerdo) a 5 (totalmente de acuerdo). La validación original indicó una correlación negativa entre ambas escalas y coeficientes de consistencia interna de .86 y .90 para emociones positivas y negativas, respectivamente. La fiabilidad de las escalas con población española está entre .87 y .89 para emociones positivas y entre .84 y .91 para emociones negativas (Sandín et al., 1999). En población mexicana, el alfa es de .84 para emociones positivas y de .88 para emociones negativas (Merino et al., 2015). En este estudio fue de .86 para emociones positivas y de .88 para emociones negativas.
La Escala de Felicidad Subjetiva (Lyubomirsky & Lepper, 1999) está formada por cuatro ítems con siete alternativas de respuesta que evalúan el grado en el que el individuo se considera feliz con relación a su vida o comparado con las personas de su entorno, desde un enfoque molar recogiendo tanto el componente afectivo como el cognitivo. La escala ha mostrado coeficientes de fiabilidad que oscilan entre .79 y .94. Se ha empleado la versión adaptada al español que ha sido validada con población latinoamericana (Ortiz, Gancedo, & Reyna, 2013) y española mostrando un alfa entre .60 y .65 (Vázquez et al., 2013). En este estudio fue de .86.
Las Escalas de Bienestar Psicológico (Díaz et al., 2006). La prueba consta de 39 ítems y se responde en una escala de 1 a 6 puntos. Mide las seis dimensiones de bienestar psicológico de Ryff (1989): autoaceptación, relaciones positivas con los otros, autonomía, dominio del entorno, propósito en la vida y crecimiento personal. Se ha validado con población española mostrando una consistencia interna de entre .70 y .84. En población mexicana, la versión de 29 ítems ha mostrado una consistencia interna adecuada, entre .67 y .86 (Merino et al., 2015). En este estudio fue de .71 para autonomía, .71 para dominio del entorno, .74 para crecimiento personal, .80 para relaciones positivas con los otros, .85 para propósito en la vida y .82 para autoaceptación.
El Inventario reducido de Cinco Factores —NEO-FFI— (Costa & McCrae, 1999). Mide a través de 60 ítems, en una escala de 0 a 4 puntos, los cinco grandes factores de personalidad: neuroticismo, extraversión, apertura a la experiencia, cordialidad y responsabilidad. La consistencia interna de las escalas para población española oscila entre .89 y .95. Con población mexicana, la consistencia interna está entre .73 y .88 (Merino et al., 2015). En este estudio fue de .81 para neuroticismo, .82 para extraversión, .73 para la escala de apertura a la experiencia, .72 para cordialidad y .84 para responsabilidad.
El Test de Orientación Vital Revisado (Scheier et al., 1994) incluye seis ítems y otros cuatro neutros, con cinco opciones de respuesta, que evalúan las expectativas de los individuos acerca de que puedan ocurrirles resultados favorables en el futuro. La prueba original tiene una consistencia interna de .78. Ha sido validada con población española (Chico, Tous, & Ferrando, 2002) y chilena (Ortiz, Gómez-Pérez, Cancino, & Barrera-Herrera, 2016) y ha mostrado coeficientes de consistencia interna alrededor de .72. En este estudio, se comprobó mediante análisis factorial de componentes principales con rotación Varimax la estructura del LOT-R. Tanto el estadístico de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO=.69) como la prueba de esfericidad de Bartlett (χ2=930.41; p<.001) indicaron un ajuste apropiado de la matriz de correlaciones. Se obtuvo una solución bidimensional con un factor de optimismo (32.16% de varianza explicada) y otro de pesimismo (27.54% de varianza explicada). La consistencia interna de la escala de optimismo fue de .71 y la de pesimismo, de .60. En este trabajo solo se empleó la escala de optimismo.
La Escala de Autoestima (Rosenberg, 1965). Mide las actitudes positivas y negativas que tiene el individuo hacia sí mismo. Consta de 10 ítems con una escala de respuesta de 1 a 4 puntos. La fiabilidad test-retest de la escala original ha sido de .85. En una muestra clínica española, la escala obtiene una consistencia interna de .87 y una fiabilidad test-retest de .74 (Vázquez, Jiménez, & Vázquez-Morejón, 2004). Con población chilena, el alfa de Cronbach es de .75 (Rojas-Barahona, Zegers, & Förster, 2009). En este estudio fue de .83.
ProcedimientoSe recogió la información mediante la participación de estudiantes de Psicología de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí durante los cursos académicos 2013-14; 2014-15 y 2015-16. Se informó del objetivo de la investigación, así como que se protegería la confidencialidad de los datos, dado que la identidad de los participantes no sería registrada. Además, en el enlace alojado en la plataforma LimeSurvey, se advertía que la cumplimentación de los instrumentos suponía el consentimiento para emplear esta información con fines de investigación. Los estudiantes rellenaron las pruebas online en su domicilio y además las administraron a tres personas de su entorno, mayores de 40 años para así incrementar la variabilidad muestral. La cumplimentación de la batería de pruebas supuso un tiempo aproximado de 50min.
Para el análisis de los datos se empleó el programa estadístico SPSS (Versión 21). A través de un MANOVA, se analizó si había diferencias en bienestar subjetivo y psicológico en función de las distintas variables sociodemográficas. Además, se aplicaron análisis de regresión múltiple, con el método paso a paso, con el objeto de identificar las características sociodemográficas y personales que explicaban cada uno de los indicadores de bienestar subjetivo y psicológico.
ResultadosEl MANOVA mostró diferencias en bienestar en función de las variables sociodemográficas. Las mujeres mostraron mayor felicidad F(1, 753)=4.98, p<.05, η2=.01, 1-β=.61, satisfacción vital F(1, 753)=3.61, p=.058, η2=.01, 1-β=.48 y relaciones positivas F(1, 753)=5.93, p<.05, η2=.01, 1-β=.68; mientras que los hombres informaron de más emociones positivas F(1, 753)=5.58, p<.05, η2=.01, 1-β=.65 y mayor autonomía F(1, 753)=3.28, p=.070, η2=.01, 1-β=.44.
Se compararon a los jóvenes (17-30) frente a los adultos (31-84) teniendo en cuenta que los rasgos de personalidad tienden a estabilizarse alrededor de los 30 años (McCrae & Costa, 2003) y que a esta edad ya habían dejado la condición de estudiantes. Los resultados indicaron que las personas de mayor edad tuvieron más emociones positivas F(1, 752)=5.94, p<.05, η2=.01, 1-β=.68, satisfacción vital F(1, 752)=3.75, p=.053, η2=.01, 1-β=.49, autonomía F(1, 752)=7.32, p<.01, η2=.01, 1-β=.77, dominio del entorno F(1, 752)=25.12, p<.001, η2=.03, 1-β=.99, propósito en la vida F(1, 752)=12.56, p<.001, η2=.02, 1-β=.94 y autoaceptación F(1, 752)=6.06, p<.05, η2=.01, 1-β=.69; mientras que los jóvenes mostraron más emociones negativas F(1, 752)=28.28, p<.001, η2=.04, 1-β=.99 y mayor crecimiento personal F(1, 752)=3.96, p<.05, η2=.01, 1-β=.51.
Al comparar los cuatro niveles académicos —primario, secundario, bachiller y universitario— se encontraron diferencias significativas en felicidad F(3, 751)=3.49, p<.05, η2=.01, 1-β=.78, emociones positivas F(3, 751)=2.30, p<.05, η2=.01, 1-β=.71, satisfacción vital F(3, 751)=3.21, p<.05, η2=.01, 1-β=.74, crecimiento personal F(3, 751)=10.80, p<.001, η2=.04, 1-β=.99, relaciones positivas con los otros F(3, 751)=4.98, p<.01, η2=.02, 1-β=.91, propósito en la vida F(3, 751)=3.19, p<.05, η2=.01, 1-β=.74 y marginalmente significativas en autoaceptación F(3, 751)=2.45, p=.062, η2=.01, 1-β=.61. Los análisis post-hoc con ajuste de Bonferroni indicaron que las diferencias aparecían entre las personas con estudios universitarios y las de bachiller; las primeras mostraron más emociones positivas, satisfacción vital, crecimiento personal, relaciones positivas con los otros y propósito en la vida. También los universitarios mostraron mayor felicidad y crecimiento personal que las personas con estudios secundarios. No aparecieron diferencias con relación a las personas con estudios primarios probablemente debido al escaso número de participantes en esta condición.
En la variable situación laboral se recogieron cuatro categorías: activos laboralmente, desempleados, estudiantes y jubilados, aunque esta última no fue incluida en los análisis debido al escaso número de participantes. Los resultados mostraron diferencias significativas en todas las variables de bienestar: felicidad F(2, 745)=3.49, p<.05, η2=.01, 1-β=.68, emociones positivas F(2, 745)=6.28, p<.01, η2=.02, 1-β=.90, emociones negativas F(2, 745)=10.96, p<.001, η2=.03, 1-β=.99, satisfacción vital F(2, 745)=3.67, p<.05, η2=.01, 1-β=.68, autonomía F(2, 745)=8.92, p<.001, η2=.02, 1-β=.97, dominio del entorno F(2, 745)=19.30, p<.01, η2=.05, 1-β=.99, crecimiento personal F(2, 745)=8.44, p<.001, η2=.02, 1-β=.96, relaciones positivas con los otros F(2, 745)=4.93, p<.01, η2=.01, 1-β=.81, propósito en la vida F(2, 745)=20.78, p<.001, η2=.05, 1-β=.99 y autoaceptación F(2, 745)=11.69, p<.001, η2=.03, 1-β=.99. Las personas activas y los estudiantes tenían mayor felicidad, crecimiento personal y relaciones positivas con los otros que las desempleadas. Además, las personas activas mostraron más emociones positivas, autonomía, dominio del entorno, autoaceptación y propósito en la vida que los estudiantes y desempleados. Los estudiantes también mostraron mayor propósito en la vida que los desempleados. La satisfacción vital fue mayor en los activos que en los desempleados y las emociones negativas fueron menores en las personas activas laboralmente que en los estudiantes.
Cuando se analizaron las diferencias en bienestar en función de tener o no pareja sentimental, únicamente se encontraron diferencias marginalmente significativas en felicidad F(1, 753)=3.22, p<.073, η2=.01, 1-β=.43, satisfacción vital F(1, 753)=3.23, p<.073, η2=.01, 1-β=.43 y propósito en la vida F(1, 753)=3.23, p<.073, η2=.01, 1-β=.43. Las personas con pareja puntuaron más alto en las tres medidas de bienestar.
En los análisis de regresión múltiple paso a paso se incluyeron como variables criterio cada uno de los indicadores de bienestar subjetivo y bienestar psicológico. Las variables predictoras que entraron en primer lugar fueron las variables sociodemográficas en las que se habían encontrado diferencias significativas, seguidamente los Cinco Grandes de personalidad, y en el último paso, el optimismo y la autoestima.
En la tabla 1 aparecen los predictores que entraron en el último paso en la ecuación de regresión para cada indicador de bienestar subjetivo. La felicidad estaba relacionada con el nivel de estudios, aunque los principales predictores fueron la autoestima y la extraversión [F(6, 686)=120.98, p<.001]. La satisfacción vital fue predicha principalmente por la autoestima y el optimismo [F(8, 682)=70.18, p<.001]. Para las emociones positivas, el sexo fue un predictor significativo junto al optimismo, autoestima y extraversión [F(9, 680)=97.02, p<.001]. En el caso de las emociones negativas, la edad fue un predictor significativo pero tuvo un mayor peso el neuroticismo [F(4, 685)=196.72, p<.001]. Las variables incluidas en las ecuaciones de regresión explicaron alrededor de un 50% de la varianza.
Resumen final del modelo de regresión paso a paso de las variables personales sobre el bienestar subjetivo
Variable | R2 adj. | β | F |
---|---|---|---|
VD: Felicidad | .51 | 120.98 | |
Nivel de estudios | .05* | ||
Pareja sentimental | –.02 | ||
Neuroticismo | –.19*** | ||
Extraversión | .24*** | ||
Optimismo | .21*** | ||
Autoestima | .25*** | ||
VD: Satisfacción vital | .44 | 70.18 | |
Nivel de estudios | .03 | ||
Edad | .02 | ||
Neuroticismo | –.15*** | ||
Extraversión | .14*** | ||
Apertura a la experiencia | .03 | ||
Responsabilidad | .10** | ||
Optimismo | .23*** | ||
Autoestima | .22*** | ||
VD: Emociones positivas | .56 | 97.02 | |
Sexo | –.12*** | ||
Nivel de estudios | .04 | ||
Situación laboral | –.04 | ||
Neuroticismo | .09* | ||
Extraversión | .23*** | ||
Apertura a la experiencia | .13*** | ||
Responsabilidad | .19*** | ||
Optimismo | .30*** | ||
Autoestima | .24*** | ||
VD: Emociones negativas | .53 | 196.72 | |
Edad | –.06* | ||
Neuroticismo | .50*** | ||
Cordialidad | –.13*** | ||
Autoestima | –.21*** |
En la tabla 2 se muestran los predictores de cada indicador de bienestar psicológico. Los principales predictores de la autonomía fueron el neuroticismo y la autoestima [F(7, 665)=49.43, p<.001]. El dominio del entorno fue explicado en parte por la edad, aunque el neuroticismo y la responsabilidad tuvieron mayor peso [F(7, 648)=150.96, p<.001]. El crecimiento personal dependía del nivel de estudios, pero la autoestima y la apertura a la experiencia fueron los principales predictores [F(7, 658)=62.76, p<.001]. El nivel de estudios también explicaba las relaciones positivas con los otros, aunque el mayor peso lo tuvo la extraversión [F(7, 662)=76.13, p<.001]. El propósito en la vida tenía relación con la situación laboral, pero la responsabilidad fue el predictor de mayor peso [F(8, 663)=100.03, p<.001]. La autoaceptación fue explicada principalmente por la autoestima y el neuroticismo [F(8, 665)=149.71, p<.001]. Las variables personales y sociodemográficas explicaban entre un 33 y un 64% de la varianza de bienestar psicológico.
Resumen final del modelo de regresión paso a paso de las variables personales sobre el bienestar psicológico
Variables | R2 adj. | β | F | Variables | R2 adj. | β | F |
---|---|---|---|---|---|---|---|
VD: Autonomía | .33 | 49.43 | VD: Relaciones positivas con otros | .44 | 76.13 | ||
Situación laboral | –.06* | Nivel de estudios | .08*** | ||||
Neuroticismo | –.27**** | Neuroticismo | –.13*** | ||||
Extraversión | .07* | Extraversión | .37**** | ||||
Apertura | .16**** | Apertura | .07** | ||||
Responsabilidad | .13**** | Cordialidad | .18**** | ||||
Optimismo | –.15**** | Optimismo | –.11*** | ||||
Autoestima | .25**** | Autoestima | .21**** | ||||
VD: Dominio del entorno | .62 | 150.96 | VD: Propósito en la vida | .54 | 100.03 | ||
Edad | .08**** | Nivel de estudios | .02 | ||||
Neuroticismo | –.31**** | Situación laboral | –.08*** | ||||
Extraversión | .10*** | Neuroticismo | –.10*** | ||||
Apertura | .10**** | Extraversión | .15**** | ||||
Responsabilidad | .26**** | Apertura | .12**** | ||||
Optimismo | .10*** | Responsabilidad | .29**** | ||||
Autoestima | .18**** | Optimismo | .17**** | ||||
Autoestima | .18**** | ||||||
VD: Crecimiento personal | .39 | 62.76 | VD: Autoaceptación | .64 | 149.71 | ||
Nivel de estudios | .08*** | Nivel de estudios | .02 | ||||
Neuroticismo | –.02 | Situación laboral | –.001 | ||||
Extraversión | .08** | Neuroticismo | –.26**** | ||||
Apertura | .22**** | Extraversión | .15**** | ||||
Cordialidad | .14**** | Apertura | .09**** | ||||
Responsabilidad | .17**** | Responsabilidad | .17**** | ||||
Autoestima | .27**** | Optimismo | .07** | ||||
Autoestima | .32**** |
El principal objetivo de este trabajo ha sido identificar qué factores sociodemográficos y personales inciden en el bienestar de personas mexicanas. Este estudio apoya los resultados previos acerca de la relación entre los Cinco Grandes de personalidad, principalmente neuroticismo, extraversión y responsabilidad, y bienestar (Marrero & Carballeira, 2011; Steel et al., 2008). Sin embargo, un aspecto novedoso ha sido incluir otros predictores personales, como el optimismo y la autoestima. Los resultados han mostrado que, sobre todo, la autoestima predice ambos tipos de bienestar más allá de los Cinco Grandes.
Se confirma la primera hipótesis acerca de las diferencias en bienestar en función de distintas variables sociodemográficas, aunque el tamaño del efecto fue pequeño. Las mujeres mostraron mayor felicidad y relaciones positivas con los otros; mientras que los hombres informaron de más emociones positivas y mayor autonomía. Los resultados relativos al bienestar psicológico fueron consistentes con los encontrados en la investigación previa en otros países (Ryff, 2014; Zubieta, Muratori, & Fernández, 2012). Además, el sexo masculino fue un predictor significativo de las emociones positivas. Este resultado difiere de los encontrados en la investigación previa que señala una mayor emocionalidad de las mujeres (Lucas & Gohm, 2000) y un mayor bienestar subjetivo en término medio (Graham & Chattopadhyay, 2013). Según el último informe mundial acerca de la felicidad, factores como la edad y la región moderan la relación entre sexo y bienestar (Helliwell, Layard, & Sachs, 2015). En nuestro estudio se encontró que las personas de más edad mostraban mayor bienestar subjetivo y psicológico que las jóvenes, las cuales experimentaban más emociones negativas. Sin embargo, la edad solo fue un predictor significativo de menos emociones negativas y más dominio del entorno. En la misma línea, se ha encontrado que el bienestar psicológico y subjetivo no decrece en edades avanzadas (Wettstein, Schilling, Reidick, & Wahl, 2015) y que los mayores recuerdan menos acontecimientos pasados de valencia emocional negativa que los jóvenes (Charles et al., 2016).
Por otro lado, en nuestro estudio se encontró que los universitarios tenían mayor bienestar subjetivo, propósito en la vida, crecimiento personal y relaciones positivas con los otros que las personas con menor nivel académico. Esta variable fue capaz de predecir parte de la varianza de felicidad, crecimiento personal y relaciones positivas con los otros. Una investigación reciente encuentra que la educación universitaria tiene efectos positivos en los intereses políticos, actitudes intergrupo y confianza social y también aparece una asociación, aunque de baja magnitud, con salud y bienestar (Easterbrook, Kuppens, & Manstead, 2016). En nuestro trabajo, estar activo laboralmente contribuyó al bienestar promoviendo las emociones positivas, la autonomía, el dominio del entorno, la autoaceptación y el propósito en la vida. Los efectos del empleo en el bienestar subjetivo han sido probados en distintos países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Fleche, Smith, & Sorsa, 2011). Sin embargo, a diferencia de lo encontrado en otras sociedades colectivistas (Diener et al., 2000), tener pareja no mostraba asociaciones significativas con el bienestar.
Tal y como se planteó en la segunda hipótesis, los factores personales incidieron en mayor medida en el bienestar que los factores sociodemográficos. De los Cinco Grandes de personalidad se confirmó que las dimensiones positivas de bienestar subjetivo —felicidad, satisfacción vital y emociones positivas— estuvieron asociadas principalmente a la extraversión y las emociones negativas al neuroticismo, tal y como se ha encontrado en estudios previos en diversos países, tanto del continente americano como del europeo y del asiático (Kokko, Tolvanen, & Pulkkinen, 2013; Otonari et al., 2012; Steel et al., 2008). Las personas extravertidas tienden a focalizarse más en las recompensas que en los castigos, de ahí que experimenten más emociones positivas (Gray, 1987). Por su parte, la responsabilidad mostró un vínculo con la satisfacción vital, pero contrariamente a lo encontrado en países de habla hispana, como España (Marrero & Carballeira, 2011), no se asoció a felicidad. La responsabilidad es un rasgo más cognitivo (Hayes & Joseph, 2003), por lo que parece tener un efecto más instrumental-valorativo que un efecto directo en el bienestar emocional (Zhang & Tsingan, 2014). También en nuestro estudio se encontró que los Cinco Grandes se asociaban diferencialmente al bienestar psicológico dependiendo del indicador considerado. El neuroticismo fue un importante predictor de dominio del entorno, autonomía y autoaceptación, mientras que la responsabilidad tuvo una mayor influencia en el propósito en la vida, y la apertura a la experiencia se relacionó con crecimiento personal, resultados consistentes con la investigación previa, tanto en población americana como hispana (Anglim & Grant, 2016; Marrero & Carballeira, 2012). La extraversión apenas tuvo efecto en las distintas dimensiones de bienestar psicológico, salvo en las relaciones positivas con los otros. Algunos autores plantean que esta asociación diferencial entre personalidad y bienestar se podría deber al tipo de orientación hacia la felicidad, centrada en el placer, en el compromiso o en el significado (Pollock, Noser, Holden, & Zeigler-Hill, 2016).
Un resultado de especial relevancia ha sido el papel de la autoestima, la cual mostró una mayor capacidad predictiva que los Cinco Grandes en el bienestar subjetivo, así como en autonomía, crecimiento personal y autoaceptación. La valoración positiva de uno mismo, tanto a nivel competencial como autónomo o en las relaciones con los otros, ha mostrado estar asociada al bienestar subjetivo y psicológico en población latinoamericana (Gómez, Villegas, Barrera, & Cruz, 2007; González, Valle, Freire, & Ferradás, 2012). Sin embargo, el optimismo tuvo menor influencia en el bienestar frente a lo encontrado en otras culturas (Marrero & Carballeira, 2011, 2012). Contrariamente a lo esperado, el optimismo mostró asociaciones negativas con autonomía y relaciones positivas con los otros. Quizá un excesivo optimismo pueda reflejar una creencia en que los logros van a estar más vinculados al azar que a la capacidad del individuo y esto genera una cierta dependencia del entorno, lo que al mismo tiempo podría repercutir en relaciones interpersonales más negativas.
Hay que tener en cuenta que este estudio presenta ciertas limitaciones. En primer lugar, ha participado una muestra de conveniencia compuesta mayoritariamente por jóvenes y por personas con estudios universitarios, lo que no corresponde a la realidad del país y limita la generalización de los resultados. En segundo lugar, algunas medidas no han sido validadas directamente con población mexicana, aunque en nuestro estudio se ha comprobado que presentan una adecuada consistencia interna. En tercer lugar, este estudio no permite establecer relaciones causales, por lo que podría ser la personalidad el antecedente del bienestar o viceversa. Recientemente se ha probado que existe una relación bidireccional entre bienestar subjetivo y personalidad (Soto, 2015), así como que las características personales se modifican a lo largo del ciclo vital y estas variaciones están más asociadas a cambios en el bienestar psicológico (Osafo-Hounkpatin, Wood, Boyce, & Dunn, 2015). En el futuro podría ser de interés desarrollar estudios longitudinales que permitan identificar qué características personales, así como otros recursos de apoyo social, estrategias de afrontamiento o estilos de humor, predicen la elección de determinados entornos y/o situaciones que incrementen el bienestar.
Por otro lado, nuestros resultados apuntan la necesidad de que las políticas públicas generen condiciones de vida adecuadas, principalmente relativas al acceso a recursos educativos, económicos y a la eliminación de las desigualdades de género para maximizar el bienestar de los individuos. Según el Legatum Prosperity Index (2016), México es uno de los países con menor seguridad personal y nacional; y menor capital social medido por la fortaleza de las relaciones personales, apoyo de la red social, normas sociales y participación cívica en el país.
Este trabajo ha permitido corroborar la relevancia de los factores personales en el bienestar en población mexicana. Los factores de neuroticismo y extraversión han mostrado estar más estrechamente vinculados a vivencias afectivas que los restantes factores (Steel et al., 2008). Por su parte, el bienestar psicológico, aunque también se relacionó con la estabilidad emocional, se asoció en mayor medida a un componente más cognitivo/valorativo reflejado en la responsabilidad, la apertura a la experiencia y la autoestima. La identificación de los factores que predicen un mayor bienestar tiene importantes implicaciones en la implementación de programas de intervención que incorporen características personales modificables, como puede ser la autoestima, para mejorar el bienestar de los individuos.